miércoles, 14 de diciembre de 2005

GR-3, 8 de octubre de 2005:etapa 12, de Madrona a Ponts

Etapa 12 del GR3: de Madrona a Ponts

Por la Segarra y la Noguera entre ermitas, cementerios y cruces pero sin el equipo médico habitual. ¿Lo pillas?


GRmanos y GRmanas,

Cinco minutos antes de la hora habitual teníamos la mensual cita con nuestros estimados senderos GR. A las 6,25, en primera convocatoria, en teoría el grupo debía presentarse en perfecta formación para salir hacia Madrona. A las 6,30, en segunda convocatoria, se debía poner en marcha el autobús pero la realidad también cuenta.
De entrada, causaron cierta inquietud los avisos previos de nuestro coordinador sobre la longitud y dificultad del recorrido. Pretendían conseguir “un efecto llamada” pero parece que “el efecto huida” por causas de enfermedad no estaban previstos. Hubo quien pretendió establecer relaciones de causa-efecto entre este avance informativo y las ausencias previamente comunicadas. Las especulaciones quedaron ahí y cada baja quedó justificada en la hoja personal de servicios. Salud y recuperación para los y las ausentes.
No obstante, de inmediato se detectó que nuestro equipo médico habitual no venía. Si era una etapa larga y con desniveles y si no había atención médica personalizada, o cada uno era autosuficiente y vigilaba dónde ponía los pies o habría que recurrir a la teleasistencia telefónica con las expertas no presentes. También se vieron zapatillas y botas a estrenar. Había expectación en cómo abandonaríamos el Solsonés
Pasadas las 6,30 horas corrió la noticia de que un equipo móvil tuvo que ir a rescatar a un GRmano de entre las sábanas. Al mismo tiempo se dispararon los rumores y hubo especulaciones nocturnas de dudosa moralidad que explicaran la puntual falta a la cita de nuestro hombre docto en tantos saberes. No, fue el despertador el causante y, en el momento de pasar revista, se le observó casi en paños menores, con la indumentaria a medio montar, con chanclas de playa y la mochila llena de calcetines, botas nuevas y uniformes varios. Tuvo su minuto de gloria entre senderistas y nuestro ya habitual club de jubilados. ¿Lo pillas?
Y, si de jubilados hablamos, nosotros también llevábamos uno y era el chófer. Nuestro Raiikkonen con dos sonotones era el supuesto responsable de llevarnos hasta el punto de salida. Si le aplicáramos el refrán castellano “Por las trazas conoceréis al galgo”, de inmediato demostró su valía. Manifestó desconocer cómo se abría el portaequipajes y también el significado de unos cuantos botones del salpicadero. Reconoció no haber conducido nunca nuestra diligencia. Claro que debe ser un secreto en qué año condujo la última y cómo era. Ante la demanda de una GRmana de activar el botón de recirculación del aire interior, puso cara de estupor ante esta terminología. Cuando se le pidió poner el aire acondicionado, un GRmano tuvo que apretar la tecla porque la desconocía. Y lo mejor vino cuando los sonotones le transmitieron el interrogante de si nos podría conducir hasta Solsona. En su currículo viajero jamás había llegado a este destino, por lo que la labor pedagógica de las primeras filas fue intensa. Incluso cada vez que debía frenar tuvo ambientación sonora onomatopéyica entre las filas de detrás. Eso sí, sus maniobras provocaban señales luminosas de los vehículos que le adelantaban. Él las interpretaba a su manera, como que podía llevar la puerta del portaequipajes abierta. Pero, eso sí, un ciclista salvó la piel y él iba despacio. ¿Lo pillas? Seguro que sí porque la velocidad no era como para activar los radares.
Con este panorama respiramos hondo cuando casi en una curva de una carretera comarcal nos dejó. Y menos mal que bajamos porque ya se sentían ruidos de sables dentro. Se oyó la palabra “escisión” porque no se había respetado el punto original de salida y se acortaba el camino alargando el placer de disfrutar de nuestro Raikkonen particular. No se llegó al transfuguismo pero habrá que evitar posibles maniobras secretas de inconformistas con esta forma de reducir las etapas y caminar menos.
Entre el grupo de hoy, aparte de las bajas, también hubo nuevas personas que quisieron conocer en propias carnes lo que los diarios publican de nosotros. El efecto mediático existe. Dos pruebas que lo demuestran. En primer lugar, destacó un atleta de un grupo de atletismo de Terrassa. De entrada venía a caminar y a correr pero le tocó prestar otros servicios a GRMANIA, como el de mensajería directa. A lo largo de toda la etapa se convirtió en un animador del camino con su ejemplo. Hacer la maratón en 2 horas 26 minutos es una gran marca, que también pudo demostrar su rapidez y efectividad cuando se recurrió a sus servicios para avisar a un grupo que se perdió en la retaguardia. Fue un servicio “de puerta a puerta” y todo se solucionó. Además, incitó a caminar y a resolver la etapa en un buen horario. Agradecerle a él y a su compañera la agradable compañía y mejor ejemplo.
El segundo efecto mediático es la queja de uno de los miembros fundadores de GRMANIA y directivo del centro educativo en donde se gestó el grupo. Alfredo alega que, aunque la sede de GRMANIA es virtual, en su centro educativo figuran los amplios archivos con las facturas de los gastos, el ordenador central del grupo, él incluso amaestra a nuestro coordinador e inspirador y, además, en las aceras de su templo del saber se ataron los primeros cordones de las botas de las primeras salidas de GRMANIA, hace ya diez años. Se acepta su queja y quizá más adelante haya que poner, debajo de la placa de la Generalitat de la entrada del colegio, otra con nuestros dos símbolos y algún motivo alegórico más que demuestre que en parte, somos fruto de la formación física y paisajística que él tanto cuida entre sus discípulos. Sólo falta que el experimentado directivo venga de vez en cuando a nuestras salidas.
El camino abandonaba el Solsonés entre bosque bajo y ondulaciones suaves del terreno. La habitual niebla poco a poco se diluyó y nos permitió ver cómo la Segarra es un paisaje más llano, con más campos de cultivo de cereal, hasta el punto de llamarla “el granero de Cataluña”. El rocío matinal imprimió a algunos arbustos formas definidas por telarañas con adornos acuosos, la pertinaz sequía es una traba para las setas y la siembra y el paisaje se iba abriendo a medida que el sol podía con las gotas de agua. Pequeños campos en medio de encinas y pinos, muchas casas caídas, símbolo de otros tiempos y nuevas adaptaciones a formas de vida más cómodas y fáciles, y ermitas. Muchas pequeñas construcciones religiosas con un pequeño cementerio al lado. Como, por ejemplo, la que nos sirvió de parada a la hora del desayuno, la ermita de Santes Creus de Bordell. Alineados junto a una de sus paredes, en perfecta formación, los cuerpos pedían alimento y los gaznates hacían correr las habituales botas. Alegría en el cuerpo a medida que los vinos hacían su efecto, amenas conversaciones y, como postre, ya es habitual el repertorio de chistes de nuestro experto. Tienen la particularidad de, según el Grmano chistoso, los califica no por su contenido de mayor o menor voltaje, sino que se centra más en su público objetivo y los divide según la inteligencia del escuchante. Al final, como parece que le preocupa mucho esta facultad entre su fieles acólitos, insiste con un “¿lo pillas?” para que así quede bien asimilado el profundo mensaje. Y, de profundidades, hablan muchas de sus unidades didácticas.
De nuevo en marcha, la tecnología hacía su cometido, especialmente en la parte delantera y trasera. Destacar una significativa apreciación de uno de nuestros expertos manipuladores del GPS, no apta para según qué oídos en esta época estatutaria. Según ha observado, las marcas referenciales de los mapas del GPS son mejores y más exactas las de los mapas americanos que las de los catalanes. (información secreta para que no trascienda a círculos políticos altamente sensibles). No obstante, los recursos técnicos y humanos se complementan aunque no evitan las pérdidas y los pequeños errores de interpretación. De todo hubo y también se formuló la propuesta de que la cabeza lleve cintas verdes, como en la romería a Montserrat, para poner en puntos conflictivos, que recogerían las personas que cierran el grupo.
Nunca como en esta etapa se produjo un estiramiento tan alargado. Las huestes de GRMANIA ocupaban muchos metros por entre tantas curvas que permitían verse en lontananza en algunos tramos. Por ejemplo en el paso por Vilanova de l’Aguda, con una plaza de la Diputación en la que debía figurar una fuente pero no estaba. Suponemos que no tenía nada que ver con una cruz observada, la Creu dels Lladres, en memoria de unos ladrones de masías allí ajusticiados hace años. Si hubiera que usar hoy este sistema no habría sitio donde colocar tantas cruces. Más ermitas como Sant Miquel o la de Castellar, de 1737, todas con su pequeño cementerio, puertas cerradas y no demasiado uso en una comarca con muchas casas abandonadas pero con campos de secano más grandes que los habituales en Cataluña.
También flotó en el ambiente el intenso olor de granjas porcinas, la industria de una zona con pueblos muy separados, con muchas cruces y monolitos por los caminos y, como siempre, ausencia de practicantes del senderismo. Se buscaban frutas olvidadas en el otoño y algunos membrillos, granadas y uvas se encontraron. El calor, por otra parte, propició el vaciado de cantimploras que, no obstante, se pudieron llenar con el regalo del agua en la fuente de Sant Pere de Ponts. Esta vez sí estaba la fuente en un entorno con una espectacular colegiata románica del siglo XI, reconstruida a finales del siglo XX. Al fondo Ponts, con 2.300 habitantes, de la comarca de La Noguera, feudo de los godos, de los árabes, defendida en 1628 por el canónigo Pau Claris y muy conocida por ser paso y parada habitual de muchos visitantes a Andorra, con los consiguientes y tradicionales nervios al ocultar el correspondiente radiocassette, tabaco, queso y güisqui.
Ponts nos sorprendió con una visión de negocio muy particular y desconocida en estas tierras. Dos bares pusieron reparos en limpiar y acondicionar las mesas de sus terrazas para acoger a 25 personas. Menos mal que hubo otro que nos recibió con jarras de gran tamaño y hasta con una zona reservada a tan ilustres visitantes que comieron, bebieron y un sector celebró la sobremesa con las sonoras carcajadas provocadas por nuestro animador oficial. Por allí se había instalado también el conductor, el cual menos mal que no atendió a la invitación que se le hizo para que disfrutara de una cerveza. De haberlo hecho, las consecuencias podían habernos alterado la sensación del placer de conducir de nuestro jubilado chófer.
Para acabar, recordaros un capítulo de la filosofía de GRMANIA con la firma del poeta y escritor catalán Miquel Desclot: “Anem a la muntanya a esbravar de qualsevol manera la nostra adrenalina urbana”. ¿Lo pillas?

Evaristo
9 de octubre de 2005

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