A
menos distancia, más de todo
Menos por más y más por menos. He ahí el resumen de un día que
pasará a la historia de GRMANIA por la supuesta conjunción de satélites y
aparatos, lleno de posibilidades para quienes no vinieron y de vivencias para
quienes participamos en un recorrido lleno de esas pequeñas aventuras aptas
para quienes ya no podemos aspirar a grandes gestas. La Fira Modernista, los
compromisos sociales y personales diversos y vaya usted a saber por qué otros
motivos, el caso es que éramos menos pero abiertos a más experiencias. Quienes no
vinieron se las perdieron. Algunas dadas
por el calendario católico, como la festividad de la Virgen de Fátima, y otras fruto de
ataques cibernéticos de alcance mundial que, quizá, también nubló la maquinaria
GRmana: instrumental y mental. Veamos.
Inicios
De entrada en los calendarios y previsiones grmanas se aseguró que
se recorrerían 15,7 km. En total. ¿Quién se lo creyó? Más, más. 20 km. marcaron
algunos aparatos al final. Sin contar algunos “regalos” ante dudas momentáneas.
El espíritu se vio motivado por esas sorpresas iniciales cuando te
fijas y observas la personalidad del sujeto que ocupa el asiento del conductor.
La especie humana es muy diversa. Una vez más quedó en evidencia. Un “estilo”
de maniobrar la máquina muy particular. Una forma de orientarse más peculiar
aún, sin aparatos electrónicos a la vista por una zona de Cataluña desconocida
para el personaje en cuestión. ¡Qué olfato mental para captar los satélites deben tener algunos!
Es un sexto sentido que pronto lo nota el pasaje y que en este caso debió
brillar por su ausencia. Y por no hablar de un curioso detalle del interior del
vehículo. Una de las estrechas
ventanillas de aire del techo
tenía un rótulo con el indicativo de “ventana de socorro”. No creo que
saliéramos nadie por allí, en caso de necesidad. Socorro por no caber. Pero la
guinda se observaba en los asientos posteriores. Había restos de festorros
diversos: unas plumas de colores, tiras decorativas, desgarros en los asientos
y no se sabe si restos de fluidos diversos o protecciones varias.
Hubo oportunidad de conocer y hablar sobre un detalle a tener en
cuenta: alguien lleva tiempo preocupado por descubrir la razón por la cual el
autocar sigue en marcha cuando bajamos de él. Por qué no se para el motor. La
significativa apreciación tecnológica dio pie a hipótesis diversas, respuestas
posibles para colmar el interés mecánico, pero nadie se atrevió después a
trasladarle la pregunta al “experto” conductor de hoy. A saber cuál sería su respuesta.
Balcones
El hábil conductor se enfrentó con el gran reto de conquistar por
primera vez la montaña sagrada. Ya dentro del aparcamiento (mina pecunaria), el
personal comenzó a ver más excursionistas que en todo el curso grmano, desde
septiembre pasado. Con camisas de colores, haciendo estiramientos, embelesados
con las agujas y perfiles montserratinos, la mañana se presumía sudorosa. Aún
no había llegado la turística venta de miel, mató y sucedáneos donde ni hay
vacas ni se oye el zumbido de abejas.
Ya arriba llegó el primer dilema: o bajar por donde un ilustre
GRmano cayó en tiempos y seguir el trak instalado en tanto Garmin, o
aventurarse por un camino alternativo. Dudas resueltas con la huida del camino
del quiebro y postración a tierra del poeta. Bajada con la primera aproximación
a las perspectivas del gran balcón que es pasear por Montserrat, ver esta
montaña in situ, cerca, lejos, con sol, entre niebla, desde arriba, desde en
medio, desde abajo, de día o de noche.
Todo un entorno mágico.
Pruebas
Unos de bajada, otros subiendo y muchos en capilla mentalizándose
para la Cursa de l’Alba del día
siguiente, domingo 14 de mayo, con inscripciones completas y cerradas. Un
recordado reto de tiempo ha, cuando éramos más fuertes, quizá más inconscientes
y con la añoranza de la ausencia que también nos acompañó.
Desayunos con vistas a la explanada del Baix Llobregat por donde
discurre la A 2, con las urbanizaciones de Collbató, polígonos industriales y
esa arteria viaria que pronto pasaremos por debajo. Mientras, conversaciones
sobre experiencias en islas caribeñas, oportunidades de compras por esos países
fabricantes de nuestras prendas, interrogatorio a quien lleva un parche con un
dólar en la zona trasera del pantalón y comparativas entre GPS, con la
incorporación de uno nuevo al grupo.
Y, como de textil se trata, hubo quien estrenó una gorra deportiva
de amplio espectro y colores refulgentes. “Es una gorra gay”, la bautizó quien
se fijó en el detalle del que hasta ahora llevaba la cabeza al descubierto. Aquí
acogemos a todas las manifestaciones humanas.
También hubo oportunidades para recordar otros tiempos por esta
zona, cuando fue la participación en varias ediciones de los 100 km de la
Montserrat-Reus. Largos recorridos, más distancias en menos tiempos.
Rieras
Collbató con más cintas, almendras ya crecidas, aposentos amplios,
jardines bien cuidados y familias que hacen lo propio en el patio de la
escuela: pintan ruedas, adecentan espacios, limpian zonas de recreo y se ve la
prueba del esfuerzo de la comunidad educativa: invernadero con plantas,
alcachofas, lechugas y patatas en el huerto escolar. ¡Qué ejemplo! Han de echar
una mano las familias, quizá debido a los recortes y otros desequilibrios presupuestarios
fruto de las enseñanzas de “avis Florencis” y tantos sucedáneos y sucesores.
El recorrido está pintado pero no bien situadas las señales. A eso
se suman las interpretaciones de las máquinas. No se sabe si el ataque
cibernético de WannaCry (“quiero
llorar”) afectó pero a partir de aquí “el encanto” estaba servido. Más máquinas
y más interpretaciones con buena voluntad y espíritu de servicio. Nunca
perdidos pero a menudo no encontrados. Siempre adelante pero con dudas si el
blanco y el rojo no se ve pintado. Alguien dijo que Grmania es como los
matrimonios más tradicionales: si se han aguantado sus manías más de veinte
años, ¿por qué no seguir? Menos llorar, cualquier cosa.
Las subidas y bajadas a varias rieras se compartió con el sonido y
el humo de potentes motos que, como si su poderío fuera una prioridad, o te
apartabas o te apartaban. Las piedras disuasorias, colocadas para que no
pasaran por algunos tramos, no fue impedimento alguno. Y menos en la bajada con más pendiente, llamada “La Matahomes”. Desniveles aptos para clavar bastones,
concentrarse en la pisada y esperar el
final.
Señales
Ante una senda con las sorpresas por subir y bajar, esta etapa
pasará a la historia por las agrupaciones consensuadas y respetadas. En una de
ellas hubo quien tuvo el atrevimiento de decir en público que el día anterior
había practicado ejercicios hipopresivos, todos con nombres de diosas griegas.
Y al inocente y cándido sujeto se le ocurrió reivindicar también nombres de
dioses griegos ante público femenino. Conclusión: mejor debía haber estado
callado. Punto final.
Más adelante, ya cerca del tramo que faltaba, el paso por
Hostalets de Pierola sorprendió con una fuente en un espacio vigilado con
cámaras, otra zona urbana para que los pilotos de helicópteros ajustaran al
máximo el aterrizaje de sus aparatos, por el limitado espacio, y un muy
interpretable cartel en un equipamiento municipal: “Dolor de pit? Truca al 112”
Menos mal que aquí vivimos con el gran
ángel de la guarda que nos lo soluciona todo: no es Google, es el 112.
Independientes
Entre viñas con nuevos brotes y un verdor recién estrenado, se recordó a quien, no hace mucho, llegó a
una reflexión para los anales: “El problema de GRMANIA es que cada miembro goza
de demasiada autonomía”. Pues no se sabe qué pasará cuando evolucionen a la
independencia individual. Como para que
nos estudien a fondo los políticos y tertulianos actuales. A lo mejor
encontraban muchas estrategias para arseglar el actual guirigay.
Memorable
Y casi llegamos a ejercer esa independencia ante otra de las
imágenes para la historia: varios grupos que cada uno de ellos va a diferente
velocidad y han de pasar una carretera. Dispersión, consulta a los Garmin y más
dudas aún. ¿Al final?: alguien se queda
entretenido con unas amapolas y pasa la vía por en medio del asfalto. Otros
optan por un camino que acabará en una pared infranqueable, por la presencia de
la vía del tren. Los demás, o por la opción hacia abajo o hacia arriba pero
para atrás, una vez pasada la carretera por debajo de un puente. Con mucho
respeto por la piel y por las normas de circulación. Al final, cuando ya se
decide cuál será la dirección correcta, aparece un abuelo que, ni corto ni
perezoso, cruza tan tranquilo la carretera, sin miedo a nada y jugándose la
vida que le queda. Mientras, unos de piel morena trabajan las viñas y casi
todos nos dirigimos a la entrada del pueblo. Pero no todo acaba aquí.
Un grupo adopta otra decisión y se dejan llevar. El resto intenta
buscar el autocar. Se abre el punto de localización en la cosa digital y
aquello se pone interesante: Google Maps no sabe que cada uno lo interpretamos
a nuestra manera. Dispersión total hasta que se consensúa una dirección. Paso
de la vía por debajo, plaza dura donde una joven hace sus pinitos con el skate
y al final se llega al autocar.
¿A menos distancia, llegar más pronto? No, no y no. Empezó a
circular la propuesta de que las etapas han de ser de más de 25 km. Es la mejor
opción para no malgastar el tiempo cuando una supuesta etapa corta se acaba,
porque en realidad no termina. El tiempo que se podía ganar se consume con
conjuras de satélites, pérdidas, asomos de independencias y orientaciones a
conductores poco versátiles. Al final, lo mejor es la búsqueda de un bar como
el de hoy.
Ejemplos
Las personas del bar “ANDALU” (tal cual, sin acento) de Piera hoy
nos dieron un buen ejemplo con algunas pautas para cambiar este país. Les dices
que en dos minutos estarás con un gran grupo y el espíritu de servicio es
ejemplar. Mesas y sillas preparadas y a la sombra. Sonrisa de oreja a oreja.
Amabilidad a flor de piel. Rapidez a la hora de servir y, detalle, de recoger.
Pendientes de sus clientes. Regalo de tapas con la bebida. Precio mas bajo que
en otros lugares. Organización. Y más sonrisa. Y más amabilidad. De estas
personas de China se ha de aprender mucho. Su trabajo sí que es emprendeduría e
innovación ante tantos bares donde parece que ellos negocian pero tú sobras.
Y allí una ilustre leonesa repartió chorizo artesano con sabor a
humo y pimentón de La Vera, procedente
de cerdos de los de verdad, criados con lo de siempre que ahora se llamarían
ecológicos.
Y otra ilustre grmana nos agasajó con un pastel, bombones y
limoncello de cosecha propia para celebrar su santo. Allí mismo, en su
honor, se recuperaron algunos recuerdos
de la canción del día: el
13 de mayo la virgen María, dirigidos por el maestro de la música de
celebraciones navideñas.
Ante tantas vivencias, la
vuelta implicó la búsqueda de un conductor que estaba en el bar y una vuelta
por las calles de la población, quizá para descubrir otro entorno. Le esperábamos al lado del héroe local, Toni Bou, campeón del mundo de trial 21 veces. Quizá algunos de sus seguidores eran los que nos "presionaban" en el camino con sus potentes máquinas. Mientras, la
montaña mágica nos seguía mostrando otra cara. Un buen momento para recordar
aquella frase que nos dejó el cineasta Ingman Bergmann:
“Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las
fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”
Excelente crónica.
ResponderEliminarFelicidades por tu buen hacer, una vez más.
Gracias por dejar constancia perdurable de nuestras vivencias, buen trabajo Evaristo !!!
ResponderEliminarGracias Evaristo; como no pude ir... La he podido imaginar ☺☺
ResponderEliminarDesgraciadamente me perdí subidas y bajas, montaña y planicie, cultivos y flora salvaje, pueblos y descampados, motoristas y currantes escolares, marcas y Gps, y dejé de degustar cervezas, tapas y chorizo casero.
ResponderEliminarSn embargo lo he revivido en tu crónica casi como si lo hubiera disfrutado en persona.
Eso sí, esa eficiencia me deja en evidencia jajaja.