DESDE LA IGNORANCIA:
Sierras cacereñas con hiperglucemia y sobre ruedas
Después de la descubierta nocturna del entorno placentino, a pesar de la rebaja horaria, mientras los cuerpos aún se reponían de la manduca nocturna, hubo que enfrentarse a las viandas matinales del hotel Real y conseguir buena nota en la alimentación primera del día. Buena gente que te ofrece un gran servicio de dos estrellas. Atentos a tantas necesidades alimenticias del personal caminante que se olvida de los habituales y repetidos consejos médicos, tan saludables ellos, y se lanza “a la molicie”, que diría el coordinador, una vez consumido el puñado de pastillas reglamentario por parte de quienes las usen como soporte vital (cada vez más básico).
Licores
Con los estómagos llenos de nuevo, acopio de panes y víveres diversos para un camino que parecía de desgaste corporal, la expedición se dirigía a las Hurdes y a la Sierra de Gata. La jornada amagaba que desgastaría zapatillas pero acabó con más uso de neumáticos sobre el asfalto.
Fue tal el “desgaste” de la media hora transcurrida desde el desayuno hasta la primera parada, los “ímprobos” esfuerzos extenuaron tanto los cuerpos que otra vez hubo que abrir el maletero del autocar. ¿Sólo para coger las mochilas? ¡No! ¡Para husmear en las cajas con las tres clases de roscas tan bien elaboradas por la buena gente de Serradilla que parecían resurgir como el Ave Fénix! Debió bajar tanto la glucosa que la mástica se puso en marcha. El conductor, tan atento él, sorprendió al personal con una botella de aguardiente de tono azulado y con vasos de plástico. Más que nada para favorecer la circulación (de los roscos y perrunillas, claro). Organización: fila y reparto de la libación a pie de recorrido. Nota: hubo que llamar la atención a una caminante que repitió tres veces de la bebida, saltándose colas y solidaridades. Menos mal que al final sobró orujo, que fue consumido más tarde. ¡No se podía echar a perder!
Inicios
Difícil poner orden con tanta hiperglucemia y líquidos de alta graduación. A pesar de algunos comentarios de quienes mostraron cierto escepticismo sobre el grupo a lo largo de todos estos días, con frases más que irónicas, el personal se autoorganizó e inició la subida para ver si el exceso de glucosa se rebajaba. El objetivo era ir a la cascada del Chorrituelo y acabar en Robledillo de Gata. También se habló de subir a un pico, como mínimo un grupo. Pero, de él, o sea, del pico, ni rastro.
Definición
Mientras se encaraba el ascenso, se supone que las nuevas visitas e incorporaciones al grupo debían abrir los ojos como platos ante el discurrir de los hechos. Por mucho que les explicaran sus anfitriones… ¡verlo para creerlo! Se supone que ya intentarían deducir cómo se organiza esta gente que se ríe hasta de su sombra, quién manda aquí, qué especies de caminantes son que comen y beben con facilidad, sin atender a la tensión, colesteroles varios, ácidos úricos, niveles de glucosa y otros diagnósticos de galenos. Que les regalan un dossier muy trabajado y casi ni lo miran. Que llevan GPS y tecnologías punta y solo se encomiendan a aquello que les da seguridad: las líneas blancas y rojas de los GR, ¡su segura salvación, también en Semana Santa!
En la subida un miembro histórico de esta cofradía GRmana le intentaba deconstruir a una persona nueva cuáles eran los principios fundacionales de esta gente. Ardua labor debió tener. Se supone que la remitió a los sesudos estatutos, libros de actas, webs, reconocimientos oficiales y demás documentación mas oficiosa que oficial (que brilla por su ausencia o casi, y si la hubiera casi nadie la recordaría). Antes de que nacieran movimientos asamblearios como la CUP catalana y otros sucedáneos, GRMANIA ya existía. ¡Bakunin y Durruti se identificarían con esta formación! Se desconoce si el sujeto consiguió que la nueva incorporación entendiera algo sobre este personal.
Chorros
Después del aguardiente, el agua. O sea, subida para bajar a ver la cascada del Chorrituelo de Ovejuela (opcional, que quiere decir lo habitual aquí: que bajó quien quiso, cuando quiso y subió cuando le dio la gana) con sus 80 metros de caída de agua. Solo se oían adjetivos y se veían móviles disparando sin cesar, con postureos varios, emparejamientos, en solitario, con un pie levantado, en picado o contrapicado, más cerca del agua, un poco más allá, con sonrisa de oreja a oreja, ponme la mano por aquí, vigila que me haces daño, así sí cariño. El arte de dejar constancia que estuvimos allí. La foto x millones de ese sitio en Google, Flikr y similares.
¡Será por agua y por chorros en Extremadura! Para que después se reproduzcan y publiquen estereotipos vejatorios o denigrantes, injusticias de quienes creen que la riqueza es solo una y propia, sin darse cuenta de sus carencias, arrogancias y falsos orgullos.
Arriba
Llegados arriba hubo quienes seguían preguntando por el mencionado pico cuya subida era opcional. ¿Dónde está? ¡Ya lo dejamos atrás! Momentos de consultas asamblearias en grupos reducidos para consensuar lo evidente: seguir adelante y afrontar la bajada hasta Robledillo de Gata. El pico no aparecía por ninguna zona geográfica. Otra especialidad de este grupo: poner, quitar, planificar, anular y cambiar a última hora, sobre la marcha.
Etapa corta de caminar y larga sobre ruedas. Ya lo decía la guía, que sabe mandar con mucha eficacia en su territorio: ¡venís a ver Cáceres en cuatro días y eso es imposible! De sobra sabe ella que se enfrentaba a una anarquía que siempre acababa bien. Aunque hubo quien repitió su frase favorita: ¡Esto es GRMANIA!
Abajo
Llegados al pueblo citado, que desde arriba parecía de postal, se dedujo que era de los núcleos más turísticos de la zona, situado al final de uno de los valles más profundos y encajonados de la sierra de Gata. Más/menos 100 habitantes, casas de adobe y madera, molino de aceite, conjunto histórico declarado de interés cultural. Asueto para comer, dispersión general y reconocimiento de parte del grupo en un bar tipo garito que destacaba por sus dificultades para la identificación facial. En medio de la oscuridad hubo quienes tapearon, bebieron y hasta intentaron lo imposible: un café que no paladearon. No obstante, más abajo les esperaba el autocar. ¿Con qué? ¡Con más roscos y el aguardiente sobrante! Se dio buena cuenta de todo, solo para recuperar los niveles habituales de glucosa, gracias a las buenas gentes de Serradilla.
Escoñes
La partida hacia El Gasco, en la sierra de Francia, fue más camino “sobre ruedas”. ¿El objetivo?: otro chorro, el de la Meancera. Difícil siesta con curvas en un traslado por una carretera estrecha. A su paso por las muy angostas calles del pueblo de Descargamaría el conductor bromeó para que las personas gordas de al lado de las ventanas se encogieran. Curioso nombre el de esta población, donde María era sinónimo de las mujeres y había zonas para que reposaran por la carga que llevaban.
Este momento fue aprovechado por un andarín leonés para contar que una catedrática de instituto, ante un paso complicado, le pidió que, antes de llegar a caerse, la agarrara por donde pudiera para no escoñarse (palabra de la RAE en el anterior enlace).
Miradas
Llegar a El Gasco,en Las Hurdes, tiene como recompensa sus casas hurdanas, un descanso ante tanta curva, ver cómo cabe un autocar allí, que puedan tomar cafés y otras bebidas quienes no las encontraron en Robledillo y dirigirse al segundo chorro del día, el de la Meancera. La senda del mismo nombre, de apenas 3 km de largo: accesos muy urbanizados gracias a Fondos europeos diversos, desfile humano, esfuerzo y presencia final ante los 100 metros de bajada del agua. Más espectacularidad en el paraíso extremeño.
Aquí también hubo posturas diversas, otras fotos de grupo y elucubraciones sobre posibles cambios de la estética de la cascada. Siempre aportando ideas…total, para nada. En especial las poses de alguien que regresó a la adolescencia cual sirena surgida del agua con destino a Instagram. Como no tenga suficientes likes sabrá el por qué.
No obstante, el colmo de la modernidad tan contemporánea fue por un GRmano que quiso que su foto del chorro con el móvil fuera contemplada por alguien muy sesudo que lo estaba viendo con sus propios ojos en la realidad. No picó en el anzuelo digital.
Hubo cierto intento de plantear la posibilidad de subir al volcán de El Gasco, lugar de donde sacan los vecinos piedras para elaborar la artesanía que venden a la puerta de su casa. Todo quedó como el citado pico de la ruta del primer chorro.
Explicaciones
De vuelta, el público recibió explicaciones de dos tipos: las de la guía, todo dicho con energía y con ese toque entre orden, claridad y decisión para intentar que el público no la interpele con preguntas que sobran; y las del conductor, empeñado en instruirnos en afluentes, ríos, pantanos, paredes de pantanos, extensiones del agua del pantano Gabriel y Galán, el río Tajo, la relación de su pueblo con esas aguas, los tejidos que cuelgan en las casas de Oliva de Plasencia, la ciudad romana de Cáparra, todo mientras en la fachada de un edificio aparecía la inscripción “Alabado sea Jesucristo”.
Ambientazo
Llegados al hotel, el ambiente era “brutal”. Todas las mesas ocupadas por personas de la tercera, cuarta o quinta edad que se solazaban con juegos tradicionales de mesa. Alguien dudaba de la rentabilidad de su estancia de tantas horas allí. No cansaban a los camareros. Pero las dudas se incrementaban cuando entró el público andarín del autocar: predominaban pensionistas o aspirantes ya muy cercanos. De nuevo otra vez la palabra rentabilidad. Si el dinero que has pagado durante toda tu vida se ha usado para la pensiones de quienes ya se han jubilado, ¿y a mí qué?
A ti, mañana te espera más camino. Si quieres, claro. Con esta gente los planes existen pero las sorpresas también. A estas alturas, tanta planificación siempre está sujeta a las circunstancias. Y las de mañana pertenecen a otro día.
Evaristo
Terrassa, 1 de abril de 2018
Esta segunda crónica, como no podía ser menos... tb fantástica!
ResponderEliminarEsperando la siguiente 😆😆