MENORCAS desde el Camí de Cavalls
Desde
Cala Pilar a Ciutadella. 10 de abril de
2017
Día 3: Paraísos cercanos con
soles y sombras
El recorrido completo desde la Cala Pilar hasta Ciutadella andando
estuvo repleto de contrastes, vegetación de todo tipo, amplitud, soles, sombras,
paisajes agrestes y espacios divididos por muros de piedra y ladrillos
encalados para ambientar las nuevas poblaciones. Un territorio diverso en la
Menorca azotada por la tramontana. Adentrarse en la inmensidad de un largo
recorrido como este te hace saltar a espacios llenos de diversidad. Paraísos de
todo tipo, esfuerzo y.. ¡adelante!
Barro
La opción inicial de visitar la Cala Pilar no fue elegida por
todos. Playa virgen en aquel momento, contraste de colores con el barro rojizo,
arena dorada que reluce en día soleado y molesta con el fuerte viento. “Un marco incomparable” que
diría el folleto turístico de una de las zonas que dicen que tiene mayor
riqueza botánica y plantas endémicas. Las vistas iniciales desde arriba
preveían el boceto del dibujo del horizonte pero había que bajar para completar
el cuadro. Quien en su juventud acudió aquí y esculpió momentáneamente su
cuerpo con barro, aconsejó comprobar su estado actual in situ. En un rincón,
una imagen de la Virgen del Pilar. Al lado, una fuente de agua dulce. No parece
que fuera fruto de un milagro. Las habituales pasarelas y escaleras de madera
conducen a la cala, con un claro contraste entre la roca rojiza de la que se
puede extraer la tierra para el barro, la arena, el perfil y el fondo. Para su
preservación ahora aconsejan que no se efectúen baños de este tipo. La
degradación es evidente, aunque los cuerpos dicen que salen ufanos. Si eres
textil y rebozas tus telas también con barro, ya tienes un buen motivo para
cambiar el vestuario. El bañador, a la basura.
No vayas a Menorca a pintar tu cuerpo con barro de cala Pilar. Tú
también formas parte de algún ecosistema.
Sombras
El camino se adentra en masas forestales de las que protegen de
tantos rayos como se reciben cuando las etapas se suceden y el sol calienta.
Rápidas visitas a calas y espacios
como el Macar de Alfaurinet pero vuelta
de nuevo a la protección arbórea. En un ambiente tan recogido y sombrío hubo
elucubraciones futuristas que se fueron repitiendo en algunos otros momentos
del Camí. La programación humana por la tecnología, ese imaginario chip que ya
nos incita a repetir comportamientos o que predice nuestros deseos gracias a
algoritmos de control. El papel de los hakers que nos desmontarían a gusto
cuando quisieran desprogramarnos. Internet ya es más que el Gran Hermano.
La ausencia del sol pronto dio paso a una de las zonas más sorprendentes,
La Vall, y playas cercanas. Campos verdes con silencios absolutos rotos por el
canto de ruiseñores y sorpresas porcinas en medio del camino. Una cerda de
paseo con sus lechones de colores marrón o mezcla de blanco y marrón. Parecía
un recurso más para el turismo urbano o una perfomance publicitaria a la que
solo le faltaba la marca de la sobrasada en el lomo del animal. Todos gozosos
ante tan tierno espectáculo, sin aparente granja a la vista.
Alguien se aisló del grupo en el que iba para refugiarse en la
soledad de sus pensamientos y alimentar recuerdos. Momentos místicos en los que
las ausencias están presentes y uno se las imagina formando parte de un paisaje
del que también gozaría, con amapolas, campos de cereales, masías aisladas y
riqueza de tonos que daban paso a la playa des Tancats, una de las más largas
de esta zona. La luz del sol que nos acompañó durante estos días y también
hasta la cala Ses Fontanelles, el paso de la vegetación boscosa a otra más
baja, con restos de construcciones de cemento para necesidades guerreras y
pesqueras. Y la habitual manzanilla, el romero, el brezo y otras que se pueden
consultar en algunas guías gratuitas como ésta.
Construcciones
Si la pared seca y recta divide terrenos y simboliza el enorme
esfuerzo de los antepasados, los aljibes como el de Corniola eran grandes
plataformas en desnivel que recogían las aguas de la lluvia en pozos hechos en
la roca. Una muestra más de la sabiduría de nuestros predecesores: sin
tecnología punta, chips ni Internet. Norias, poleas, abrevaderos para el
ganado, canalizaciones para disponer de agua dulce. De estas épocas a las
actuales y próximas en el camino, Cala Morell. Urbanizaciones bien provistas de
la indispensable agua, bien conducida, piscinas, espacios blanqueados que
llegan hasta las antenas parabólicas, amplias casas y personal dedicado al
bricolaje o a adecentar y conducir el barco para el inicio de temporada.
Palmeras y sombras para protegerse del sol que buscan. Cerca, la necrópolis de
Cala Morell, de la época talayótica (1500-3000 a.C.), con hipogeos donde el fin de otros es motivo de
curiosidad de estos. Los expertos dicen que en esta zona entran en contacto las
unidades geológicas de Migjorn y de la Tramuntana. De ahí su gran importancia,
según ellos.
S.O.S
La aridez del terreno hasta Punta Nati dio paso a un sinfín de
llamadas de alguien del grupo a alguien más lejos. La ausencia de cobertura
telefónica no facilitó la transmisión de una idea obsesiva: informar de que el
trozo era duro, mejor no afrontarlo. “Donde dije digo…”. También aparecían
supuestas culpabilidades y convencimientos no deseados de entrada. El
sufrimiento mantenido por las consecuencias de esos trances y de andar por ese
terreno tan áspero permaneció hasta el final, cuando todo se despejó con una oportuna
foto nocturna: verificó perdones varios.
El personal del grupo A+ situaba la escena con otros componentes más sombríos pero
la realidad aparente pareció más comprensible y favorable. El sol volvió a
salir. O eso dicen.
La isla del viento: presente. Pisar tanta piedra no fue fácil en
una de las zonas rocosas más estampadas
por la tramontana, con barracas circulares de diferentes alturas para proteger
a los animales (eran ses barraques o es ponts de bens o de bestiar) , algún
aljibe, vegetación entre piedras como alimento de unas ovejas que ponían su
cabeza a la sombra cuando el sol estaba en el cénit y les subían los grados de
temperatura debido a tanta lana como las cubría. Otros andábamos con escasa
protección en las zonas altas, a expensas de ser abrasadas después de tan
continuadas jornadas al sol. Inicio de rojeces muy europeas tipo crustáceo
marino cocido.
Era el paso de los arbustos
a otras plantas herbáceas. Los acantilados contorneaban la cruz del Général
Chanzy, un barco de vapor francés que se hundió aquí y que obligó a que el
gobierno de ese país construyera el faro de Punta Nati en 1913. Ahora este
espacio es uno de los mejores para la fotografía de la puesta de sol. Hacia
allí se dirigieron personas expertas en fotos para captar momentos del ocaso.
Asfalto
Frugal, espartana y rápida comida al sol, enfrente del faro de
Punta Nati, para seguir bordeando las rectas paredes de piedra seca, en medio
de una enorme extensión de flores amarillas, quizá la manzanilla de Menorca y
otras especies.. La alfombra llegaba hasta el borde del acantilado mientras,
después de una subida como para ver la belleza desde arriba, nos aproximábamos
a zonas llanas cercanas a una depuradora,
cerca de calas muy urbanizadas que eran la antesala de Ciutadella. Pero antes, en la cala des Corbetas admirábamos
el Pont d’en Gil, efecto de la convivencia de las rocas, el impacto del agua y
temporales diversos, con una cercana cueva de 300 metros de profundidad.
No hay duda: mejor la tierra, la roca y los senderos anteriores
que el caliente asfalto por la urbanización de Calespiques que dio paso a la
cala en Blanes, con plataformas rocosas medio escondidas donde los cuerpos
comenzaban su exposición al sol, con tuestes varios y algunas franjas blancas, o morenos de cuerpo entero. La parafernalia
turística para época de playa estaba refugiada dentro de las tiendas cerradas,
con un aspecto tan desértico como el de Punta Nati, a la espera de la primera
oleada de británicos. Las mesas con las sillas encima y los grifos para pintas
de Guiness pronto acabarán su largo
descanso invernal. Mientras, todo cerrado, obreros (hoy llamados “operarios”)
acondicionando el escaparate artificial del entorno para que el turista lo encuentre todo limpio,
nuevo y cómodo. Pero de momento, Ciutadella es el sitio abierto más cercano. Al
que nos dirigimos. Final de la larga etapa. Merecido descanso. Mañana, más.
Si te pones gafas de sol hasta para ver la luz que agoniza y auriculares para
aguantar los atardeceres en silencio, mejor que no vayas a Menorca. ¡Vaya
pérdida de tiempo! Tu refugio dorado está en otra parte. Busca otros soles y
mejores sombras.
Me gusta.
ResponderEliminarMe encanta el formato de la crónica por capítulos!!!
ResponderEliminarVoy a leer la siguiente!