Espejismos
invernales con interpretaciones diversas
Prolegómenos
Baile de cifras de asistencia para empezar el año. Hasta límites desconocidos
y con incógnitas que se despejaron pasada media etapa. Y mira que se sumó, se
restó y se repasaron ausencias y presencias. Tremendo el big data grmano. Hasta
límites insospechados.
Güasap enfebrecido, y no por gripe. Cuando la temperatura está en
mínimos, la luz en máximos y las fiebres tocan techo, los bolsillos se vacían.
Quizá no es tanta casualidad que, en esta coyuntura, las autoridades y “la
prensa canallesca” conviertan el habitual frío invernal de enero en ola polar,
ola siberiana y casi que “le hacen la ola”. Todos en casa, no colapsen
urgencias, no queden atrapados en la nieve y, por favor, consuman electricidad
para calentar algunas cuentas de resultados. ¿Pobreza energética?
De punta a punta, zancadas de grmanos en parada 1 buscando el
último de la lista que no llegaba. Se había comunicado su ausencia al güasap de
los vips y no a quien llevaba la lista.
De paso, animemos a las personalidades grmanas sujetas a postraciones diversas
y vaya usted a saber qué más. Los echamos en falta.
Ya hace días que acabó el rally París-Dakar (que, por cierto, ni
sale de París ni acaba en Dakar) pero en esta ocasión el nuevo y joven conductor
parecía emularlo. Demostró que sabe apurar las curvas y pisar el pedal del
freno hasta el fondo. En la parte de atrás se dio la orden sotto voce de
abrocharse los cinturones, por si acaso.
De noche la del alba sería, y aún oscurecido el firmamento, se
llegó al inicio de la etapa, Sagàs. Menos mal que el hábil conductor se
confundió y tuvo que retroceder, puede que para dar más tiempo al momento de
clarear.
Espejismos
Una parte importante de la etapa bien podría haber estado
presidida por ese inolvidable inicio del libro regalado en GRmania, “Cien años
de soledad”, del añorado Gabriel García Márquez: “Muchos años después, frente
al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar
aquella tarde remota en que su padre se lo llevó a conocer el hielo”
Esta vez ha sido hoy, aquí
y por la mañana. Desde el autocar, aún de noche, un reputado GRmano, emulando
al coronel, informó de que en el suelo
había nieve. Raudo y veloz, un destacamento husmeó el terreno, pasando el dedo,
pisando fuerte, restregando, para cerciorarse de la supuesta nevada. Luego se
dijo que no, que era hielo. Vuelta a
patear el terreno para ver si se deslizaban los pies. Nada. El hielo quedaba
para más tarde. La siguiente interpretación fue que era tierra endurecida de
color claro. En esto que empezó a amanecer y todo quedó en una nueva forma de
descubrir el entorno a partir de la técnica pedagógica consistente en crear
interés con falsos supuestos para que los pupilos lleguen a la verdad. Sócrates
ya fue un maestro. Aquí hay notables discípulos. La materia gris de GRMANIA
empezó a trabajar a aquellas horas en medio de un paisaje también gris que
nunca nos enseñó el sol. El cómico incidente fue un espejismo, quizá provocado
por el repetido anuncio de próximas nevadas. Aquella masía de Sagàs aún no
conocía la nieve de 2017.
Cifras
Una vez superada la primera prueba, cundió la búsqueda de la
respuesta correcta de otras. ¿Cuántas personas asistíamos a la etapa? No, no
era fácil, no por el hecho de ser pocos
sino por el ya citado baile de cifras. Dos mentes se supone que lúcidas
entregaron su neurona a descubrir el número final. Y una era el recaudador, por
más que evidente interés pecuniario. Se sacaron varias listas, se cotejaron, se
memorizó el público asistente y el resultado siempre era diferente. Tampoco se
podían contar cabezas por las habituales separaciones. No se sabe por qué pero
la primera parada para reagrupar coincidió con un redil metálico con una única
salida para contar ganado. Pero no hizo falta usarla para menesteres más
humanos. Hacia la mitad de la etapa se descubrió que éramos 25. Sí, 25. Pero
trabajo costó y un gran desgaste mental.
Fortificaciones
El camino invernal, con el encanto de la desnudez de los árboles,
el incipiente despunte de las nuevas mieses y el barbecho de muchas tierras
aradas, descubrió varias masías fortificadas de otras épocas. Horizontes
nevados y puntos lejanos conocidos: Les Penyes Altes, Rasos de Peguera, la
serra del Cadí, la serra de Catllaràs, Montgrony, el Puigmal, el Sobrepuny, la
serra d’Ensija.
Espectaculares viviendas medievales con sus cuadras, cobertizos
para aperos, maquinaria y granjas. Las ruinas del mas Pallarès, la impresionante
masía fortificada de la Cortada (que ya existía en la baja Edad Media,
reformada en el siglo XVII, con una torre medieval de planta cuadrada); la
masía d’Escrigues, también medieval y reformada; la capilla de Santa Magdalena.
Parada
Antes de enfocar la ruta por la riera de Merlès, se produjo la
parada para el tentempié. El lugar escogido, la plaza de Santa Maria de Merlès,
con la iglesia barroca, el ayuntamiento, un parque con bancos y otros elementos
para un vecindario escaso. La familia agraciada con la panera nos obsequió con
chacinas de primera clase mientras se consumían alimentos y bebidas y se
hablaba. Dos grupos separados, a ritmos diferentes. El situado al lado de la
iglesia, junto a la rectoría, se entregó de lleno a revisar a fondo el estado
de la educación, con especial incidencia en temas concretos, bien regados con la bota de vino y
argumentados con pasión: grado de productividad e interés del alumnado,
aprendizaje ubicuo y comparativas personales con opiniones variopintas. Y
arriba, en la torre, un reloj de sol que los escuchaba y les lanzaba un mensaje
escrito debajo con cierta advertencia:
“Jo sense sol i tu sense fe
els dos no valem res”
Más allá, en el otro grupo, se vio a un ilustre GRmano pensativo
mirando detenidamente al fondo, a un
cubo verde de basura. Parecía no acertar en la interpretación semiótica y
semántica más profunda de la frase y del lugar donde estaba escrita: “Això no
és Espanya”. Alguien lo abrió para identificar si lo que había dentro ayudaba a
entender el conjunto y su relación con el grafiti. Fue incapaz de sacar
conclusiones que se puedan publicar aquí. Prefirió embelesarse con el paisaje.
Le producía más calma mental.
Riera
La riera de Merlès nos acompañó durante el recorrido, con chopos a
ambos lados y diseminados núcleos con casas de pagès y canes expectantes.
Nuestra mirada se dirigió a la riera. Tuvimos la ocasión de contemplar y de recrearnos con el hielo:
la superficie con un buen grosor en aquellas zonas con el agua más estancada,
las oquedades y los dibujos esculpidos en la roca debido a la erosión del agua,
formas geométricas y abstractas en espacios donde antes había fraguas y
molinos. Aún se veían restos de las esclusas y una placa que recuerda que hay
una central llamada “Molí del Mas”, con una concesión que caduca en 2073.
Seguimos su curso medio, con aguas que nacen en la serra de Catllaràs y
desembocan en el río Llobregat.
En un determinado punto el grupo abandonó momentáneamente el
camino para contemplar un hermoso pero fatídico y siniestro punto: el lugar en
el que se ahogaron una niña y un niño el 28 de mayo de 2001. La foto de grupo
alrededor del entorno rocoso contó con alguien
que demostró que palpó el hielo. Sostuvo un gran trozo en sus manos a
modo de bastón.
Ermitas
La temida subida final, de 300 metros de desnivel, abrió el horizonte con unas grandes vistas y
con ermitas como la de la Mare de Déu de Ginebret, ya en el término de Santa
Maria de Pinós, con una gran masía al lado y sus correspondientes perros. Más
allá, el anuncio de la presencia del autocar situó a la ermita de Sant Pau de
Pinós allí al lado. Los ánimos ya estaban enfocados a otro punto y la incógnita
era dónde se parará a comer.
Comida
En Navàs el bar La Trobada acogió al personal en zona reservada situada
en un altillo. Un establecimiento del mismo dueño de La Fusta, aquella marisquería tan frecuentada por mucho
personal hace años, ahora desaparecida.
El dueño se decantó por la cerveza en copas, a precio especial, y
se alegró de haberle salvado el día. Dijo que el fútbol televisado es la especialidad
de la casa, servido en “platos” con forma de grandes pantallas distribuidas por
el bar. La tapa más solicitada, los partidos del Barça. Desde la práctica
grmana, los tradicionales bizcochos y resto de manjares. Y, en medio, alguien
echó en falta su petaca para líquidos de alta graduación. Luego identificó el
autor de tamaña fechoría.
Muy pronto, como casi nunca, el personal llegó a Terrassa y se trasladó a sus hogares, con la primera
salida del año consumada.
Ya que citábamos al coronel, creado por García Márquez, cerremos
esta crónica con otra referencia a una intervención de este personaje:
“Así es – suspiró el
coronel_. La vida es la mejor cosa que
se ha inventado”
Evaristo
21/1/2017