martes, 26 de septiembre de 2023

Etapa 8 del GR-92, entre Begur y Palamós

 Transparencias entre láminas de agua

 

Dicen que mucho personal visitante de la Costa Brava se ha dejado convencer por las imágenes de tramos concretos de esta etapa del GR 92, entre Begur y Palamós. Siempre, mejor paladeando parte del recorrido por el camino de ronda. Antes el papel satinado o couché, ahora tiktokers, youtubers, instgramers y otras especies generadoras de esos contenidos facilones, planos, de consumo rápido y con el sonido de alguna cuenta bancaria según visitas, todos han ayudado a la difusión de imágenes míticas y repetidas hasta la saciedad. 

Este tramo es de los más afamados del territorio. 

En este nuevo paseo escrito aportaremos, como siempre, otras capas para entender más el entorno y revivir trasfondos de las bellezas icónicas recorridas andando con otras lecturas. A veces siguen  opacas si no se ofrecen otras transparencias, discutibles. Como todo.

 

Interrogantes

¿Cuál es una de las playas más legendarias de la Costa Brava y por qué? ¿Cuál posee uno de los encuadres más fotografiados? ¿Qué es oscuro en medio de la claridad? ¿Cómo hay accesos marítimos con tantas escaleras? ¿En qué quedamos, textiles y/o no textiles? ¿Hay transparencias y opacidades en medio de tanta luz? ¿De verdad se nota la carencia de agua en algunos entornos privados? ¿Personas solitarias en medio de desfiles de modelos andarines en un sube-baja continuo? ¿Tantas vallas para delimitar el poder capitalista de lo privado y ocultarlo aún más?

 

Elecciones

De los tres posibles recorridos propuestos al principio, al final estos quedaron en dos pero, durante el camino, surgió uno nuevo. Reales, al final, tres. Begur-Palamós: 21,21 km por el recorrido oficial del GR 92. Tamariu-Palamós: 17,66 km. LLafranc-Palamós: 12,26 (opción descartada por ausencia de clientela). Un éxito el anular el menor recorrido. Prueba de la positividad y preparación del grupo. Además, un añadido,  la novedad no planificada: Begur-Palamós combinando GR92 y Camí de Ronda: 23 km en ascensiones y descensos continuos. 

El análisis sociológico inicial entre las elecciones del recorrido por el personal presente y las ausencias declaradas ya trazaron perfiles concretos del estado post-veraniego del personal. Veremos cómo evoluciona todo en los meses siguientes.

 

Ellos

Con la que está cayendo, mencionar la palabra ELLOS puede derivar en no se sabe qué. Una palabra casi maldita. No obstante, en aquella zona del extrarradio de  Begur bajaron ellos. Indicadores de direcciones hacia residencial Begur, Aiguablava, Fornells, Esclanyà y Palafrugell. Aparcamiento del supermercado Jodofi. O sea, un reducido grupo de ELLOS que se enfrentaron al recorrido largo. Ellos solos. Ninguna ELLAS quisieron acompañarles.  

En medio de  algunas realidades de la actualidad, centradas en rubiales y hermosos, se hablaba de quienes  se negaban a besar o abrazar nunca más, a bajar la vista en cruces respetando una decente distancia reglamentaria, a medir mucho las palabras y usar el vocabulario políticamente correcto. Con este panorama, ellos iniciaron el tramo entre pinos.

Al saberse en este estado, hubo quien planteó la posibilidad de liberar el inconsciente masculino sobre cualquier tema, explayarse con locuacidad y sin esa censura que frena en el día a día y ha venido para quedarse. Una censura o autocensura más entre tantas otras. No obstante, aquello fue un símbolo y una prueba  de los cambios y evoluciones entre los seniors. Todos adaptados a las demandas de los nuevos tiempos, esó sí, bajo la vigilancia de la tecnología. Alguien incitó a soltar las lenguas más viperinas, planteó temas como para liberarse. 

Ante un intento de hablar como en viejos y casi olvidados tiempos, hubo quien amenazó con grabar las conversaciones con el móvil. De hecho, lo tuvo en la mano y con el dedo a punto. De inmediato, silencio total, no siendo que, además del recochineo general con su posible difusión en las redes, se usara la inteligencia artificial para desnudarnos a todos, por supuesto que ponernos otros cuerpos y asignarnos aspectos juveniles, atléticos y con potencias de todo tipo. Ante esta amenaza, cambio radical de tema: se trató a fondo y de manera seria sobre la próstata: experiencias, tratos y prácticas médicas. Y cómo la cúrcuma le provoca milagros en la próstata de un cura, como si fuera un conejillo o conejazo de indias. A quien se le pasó por la cabeza mencionar otra propuesta, dicen que muy útil, placentera y necesaria, no se atrevió a decirla ante el posible espionaje digital. 

 

Apretando

Para incentivar al personal (ellos), se oían palabras de aliento y que se apretara el paso. El grupo que comenzó en Tamariu no debía estar lejos. En medio, los efectos de las lluvias caídas, de bastante volumen en esta zona. Ramas en el suelo, barro, socavones,  vallas por el suelo, suciedad, recipientes de basura tumbados y excursionistas que se cruzaban, con ciclistas, perros y otras especies. También con anuncios de viviendas y terrenos edificables en venta. ¡Aún quedan! Los carteles con avisos para que, en caso de lluvias torrenciales, el personal se abstenga de aparcar en la riera, fueron muy oportuno. 

Por todo el camino, la plaga de cochinilla diezmaba las chumberas. Convivía con carteles indicadores de un programa de seguimiento y control de la flora invasora en las montañas de Begur.  Mientras un residente descargaba madera para su estufa, a la entrada de Tamariu, la lámina de agua marina del fondo anunciaba el ocio con todos los elementos al uso. Algunos establecimientos, ya cerrados, debían haber hecho su agosto, o no; otros se desperezaban para ofrecerse a quienes los escogieran. 

La composición del imaginario turístico se completaba con un sinfín de boyas a las que había amarradas embarcaciones. Todas, al completo. El paisaje estaba saturado por las propiedades a motor. De lo que se deducía que el ayuntamiento de Palafrugell (al que pertenece Tamariu) aún no había dado la orden de recoger tamaño material acuático. Aguas ocupadas por quienes pueden, en un verano en el que las fuerzas de seguridad pública (de privada hay en todos los rincones y establecimientos, además de cámaras que también te vigilan) tuvieron que ocuparse a fondo aquí. Se publicó que algunos barqueros no hacían caso a casi nada. Multas y apercibimientos para respetar lo más elemental. En redes alguien supuso que los agentes de la autoridad no sabían a quiénes les llamaban la atención o multaban. “Usted no sabe con quién está hablando”. Suponían que era personal pudiente sin miedo a las sanciones o a casi nadie ni nada. He ahí un elemento más para la postal de la actualidad turística y brava. 

El escritor de Llofriu, Josep Pla, dijo que Tamariu “era un paradís recuperable, un esperit lligat a la quintaessència de la llibertat” (muy oportuno; ahí queda, para interpretaciones diversas).  

Por lo demás, submarinismo, turisteo multimodal y olvido de que antes este enclave fue un lugar de pescadores, como muchas otras calas del recorrido. Poco a poco se percibían los primeros olores de los sofritos arroceros, mezclados con el fuerte aroma artificial de los edulcorantes de bollería, horneada en establecimientos cercanos. Son apuestas ya internacionales para provocar a  paladares moldeados por la industria alimentaria.

 

Desniveles

Descalzarse o trepar: he ahí la primera cuestión a pie de agua. Eso solo para dejar atrás la playa de Tamariu. Por allí, un sinfín de calas identificadas y salientes rocosos. Por ejemplo, Cala d’en Roig, Cala Gamarús y, a dos km de Tamariu, cala Pedrosa, lugar de encuentro y desayuno de  los grupos. 

Poco a poco las ascensiones y descensos, continuos a lo largo de la costa, eran frecuentados por personal paseante, quizá buscador de esa cala que de virgen hace tiempo que ya ni se le supone. 

En uno de esos tramos había una persona con un perfil que podía suscitar interrogantes. Sin atreverse a mencionar su supuesto sexo, su soledad intrigaba, con un pino como apoyo de la espalda y un atuendo no repetido en el resto de paseantes. Detrás de sus gafas de sol podía esconder evidencias u oscurecer realidades personales. O nada de lo anterior. Simplemente se debía dejar llevar.

 

Calas

Unos ya comían mientras llegaba el resto a Cala Pedrosa. Los 30 metros de ancho se dibujaban al fondo. Piedras en el suelo, troncos como apoyo y una antigua barraca de pescadores. Las obviedades publicitarias consultadas afirmaban que allí se ofrecían comidas del tipo pescado fresco, arroces y demás “cocinados al aire libre”. Las incógnitas se acumulaban. La primera,  si seguía ofreciendo lo mismo; luego, la logística y demás. O qué significada eso de aire libre. Otra estampa entre lo antiguo y la realidad, con ascenso por una senda en medio de árboles, hasta comprender cómo la lejanía  y la altura dibujaban mejor los perfiles. Más excursionistas acompañaban y hasta ese momento, ningún bañista, ni textil ni no textil. Arriba, el camino transcurría al lado de los campos cultivados. 

El distanciamiento entre grupos alargaba la fila y definía los recorridos pendientes. Aquí nos fijaremos en el camino más largo, entre calas por el GR 92 y sobre todo  por el camí de ronda o sucedáneos.

 

Vallas

Bajar para volver a subir. Antes, entre piedras a pie de agua, había que descubrir la subida. Arriba, una valla metálica. Una más de tantas como delimitan qué es de quién. O quién es de qué, que también valdría. Todo lleno de barreras como imágenes de poder y de propiedad. Vallas opacas. No permiten que vean pero sí intuir la riqueza y el poderío. Imaginarse el interior desde el exterior. Por todas partes: límites. Fronteras particulares. Inversiones. El paso, blindado por lo propio. Por lo mío. Y más setos por doquier. Muros. Perros y más perros que intentan ahuyentar con sustos inoportunos. Cada vez más. Amenazas para caminantes, miedo en espacios públicos. Y tú sin hacer nada, sin meterte con nadie, pareces un supuesto sospechoso. Luego, cámaras de videovigilancia en calles. Quizá con el aviso: “Por tu seguridad” (eufemismos: más bien por la de ellos). Casi siempre eres sospechoso hasta que no se demuestre la inocencia.  Cuando tenía que ser al revés. El miedo del que tiene hacia el que no tiene. 

Al final, el GR pudo buscarse un hueco para abrirse paso entre lo privado y el bosque. Seguir la línea de la costa era ver los contornos. Construcciones medievales allá arriba. Atisbos de  lugares para festivales musicales veraniegos. Disfrutar entre el mar y las estrellas. Pagando. Pero, sin pasar por caja, también es posible. 

No podían faltar los antiguos faros, aún ahí presentes. Como el próximo en el camino, el de Sant Sebastià. 

 

Aéreos

Desde arriba la perspectiva marina era amplia, casi infinita. Azules inacabables al frente, transparencias imaginadas. Al lado de las calas, continuos avisos de peligro por desprendimientos. Las vistas aéreas de los mapas digitales (Google Maps y similares) ofrecían una costa agredida por mordiscos formados por casas y urbanizaciones. Son intentos de llegar a la costa, de conquistarla por la propiedad privada. 

El blanco de las construcciones frente al verde de los pinos y el azul del mar. Pero, también, láminas privadas de agua en la multitud de piscinas que se apreciaban. Aún sin drones, los google las identifican. Dicen que el agua escasea. Pero aquí no se ve ninguna vacía. Hasta el alcalde de Begur declaró, proclamó, amenazó este verano  con multas por consumo excesivo de agua. Se desconoce qué ocurrió después de tanta agua usada.

Seguimos con el agua. Durante el recorrido, casas y más casas. O casoplones. Como en nuestras ciudades, pueblos, urbanizaciones y similares. ¿Alguien ha visto sus plantas, céspedes y jardines secos por ausencia de riego debido al ahorro por el bien común? Sin embargo, los parques públicos no se pueden regar. Hierba, árboles y vegetación pública: seca. O sea, agua para quien pueda pagarla. Los espacios públicos, bajo mínimos.  Los privados, exuberantes. Mientras, a ahorrar agua con pantanos que languidecen. Parece como si la luz de un faro nos pudiera orientar ante realidades palpables y hasta lamentables. 

Desde 1851 el faro de Sant Sebastià se erigía en un acantilado a 170 metros de altura. Al lado, gentes con atuendos informales disfrutaban de la terraza de un hotel, fruto de la remodelación de un antiguo hostal. Propiedad de quien posee como mínimo un afamado y reconocido establecimiento de restauración  cerca. Evitemos mencionarlo. En ambos, especialidades ampurdanesas y marineras (como no podía ser menos). El placer del disfrute, del relax, de la pausa, del trago largo y consumo lento. También, posible aumento del ácido úrico frente a colesterol. O ambos a la vez. ¡Pero qué bueno está todo!

Son espacios con pasado. Como el poblado ibérico de Sant Sebastià de la Guarda, visitable para conocer a los “indigetes”, tribu a la que pertenecían los habitantes de este lugar ibérico. La llegada de los romanos a Empúries provocó cambios demográficos en esta zona. 

Pronto , bajada a Llafranc. Perfil repetido en una zona de alta presión turística cool, bellezas de postal y disfrute. Puerto deportivo al completo, repetición de boyas llenas con barcas amarradas, paseo marítimo con lo de siempre en un pueblo con historia. Antes, famoso por la producción de vinos. Boyante industria de alfarería. De aquí salían las ánforas para el transporte del vino. Y aquí murió en 2013 el escritor inglés Tom Sharpe. Es el atractivo de una costa que sigue ensimismando a todo tipo de personas. Lugares para el retiro creativo, para turistas placenteros con ganas de interiorizar el entorno o publicar en redes  la evidencia del yo estuve aquí. El poder actual de descubrir algo o que te lo descubran, desear un espacio y planificar su visita,  ya. Lo quiero, lo tengo. 

 

Fuerzas

El espectáculo en la playa de Llafranc estaba servido. La cantidad de  mirones y móviles enfocados verificaba que allí pasaba algo. Según se decía en los mentideros populares, el temporal había provocado el vuelco de una barca. Estaba cerca de la orilla. Una enorme grúa desplegó su brazo para enderezarla y proceder en consecuencia. El espectáculo en el oasis de la placidez congregaba al personal, no sólo a los seniors y jubilados de rigor. Hubo quien aportó una idea retro. Antes, o en países más pobres aún, tanta gente congregada en el entorno unían fuerzas, se ponían de acuerdo,  se mojaban y  aquella barca se ponía derecha bien pronto, gratis y gracias a la solidaridad humana bien entendida. Pero no. Ahora no, por nuestra seguridad. Un ejemplo más del nuevo orden, más legal y sin despeinarse. La grúa, que para eso está. Y quizá la pague el seguro. 

 

Escaleras

El sube-baja por el camino de ronda fue imparable. Escaleras, rampas, sendas, rocas, guijarros, cruces entre personas, todo para llegar hasta la primera línea, imbuirse  del entorno y trasladarse a donde uno quiera. Rincones playeros  textiles, no textiles, mezclas. Llevar o no llevar prendas aquí no parecía un problema. En otros lugares, este verano sí. En momentos en que se afirma que se ha recuperado “el músculo prepandemia”:  en visitas, viajes, colas, aglomeraciones y gastos estivales. En esos accesos a tantos rincones idílicos  abundaban todas las especies humanas. Hasta aquellas que ya se  ven transparentes ante miradas ajenas, que se consideran opacas. 

Quizá también  abundaba la especie de  los llamados “pijos de butxaca esquifida”, traducido en Terrassa por los “quiero y no puedo”. 

 

 

Popularidad

Calella de Palafrugell se asomaba en la lejanía más cercana. Pronto apareció la playa del Canadell, muy concurrida, con antiguos espacios de pescadores, en los bajos de los edificios,  reconvertidos en viviendas estivales. El escritor Josep Pla tenía una casa de veraneo aquí. Decía que una de las mayores delicias era ir, una vez has comido, a tumbarte un par de horas “ a la sombra del vientre de una barca”. La abundancia de “canyes” fue el origen del actual nombre de los 225 metros de la cala. La roca La Trona, atracción para lanzarse al agua.

Cerca, la mítica, inconfundible y televisiva Cala Port Bo, atracción estival del primer sábado de julio. Pañuelos blancos, el meu avi, gentes de alcurnia, famoseo, lustrosas embarcaciones, decoración al uso, escenario en el agua, televisión en directo, imágenes repetidas cada año, ron cremat, entradas pagando y habaneras.  Una zona llena con terrazas ocupadas mientras  andirnes sudorosos  se disponían a subir más escaleras para luego bajar, traspasar los arcos, túneles artificiales diversos para llegar a Sa Foradada, con un  túnel natural que también se puede atravesar por el agua.  Y afamados festivales musicales en los jardines de Cap Roig. Desde 2001, el festival del mismo nombre, con gran prestigio musical. Al aire libre. Cabida: más de dos mil personas. Algún gran banco estaba detrás. Un entorno con el castillo y el jardín botánico que aumentaba el atractivo del espacio.

 

Glamour

Gracias a la presión popular no se ha destruido más paisaje natural. Proyectos que se han detenido. Menos casoplones y piscinas y más conservacionismo para paseantes de todas las economías. La zona de Sa Foradada fue un ejemplo pero hay más. 

El Golfet, Puig del Terme. Pont del Castell y una de las más glamourosas playas de la Costa Brava: platja del Castell. 339 metros de larga, apta para amntes y negacionistas de prendas sobre el cuerpo. Hace 30 años fue salvada por la gente. En 1994 hubo un referéndum bajo la pancarta “Salvem Castell”. Ahora la Generalitat cedió edificios al ayuntamiento. El más conocido, el estudio del pintor barcelonés Josep Maria Sert. 

Se la llamaba “la playa de París” por sus visitantes, lujos, desenfrenos, diversiones, artisteo, películas, élites artísticas, vicios, virtudes. Todo allá por los años de 1920. ¡Si la arena hablara!

 

Encanto

Entre cala o morro del Vedell y Palamós hay 18 calas o playas, muchas accesibles solo desde el mar. Y entre todas las de este recorrido, de donde han salido imágenes icónicas y atractivas para entender (que no justificar) cómo están los espacios, dicen que la cala más icónica, la que regala la foto de postal o el recurso para Instagram o Tiktok  es la de S’Alguer,  con Cap Gros y la pineda de En Gori cerca. Hay encuadres míticos, con todos los ingredientes de atracción máxima. Para contemplarse uno allí, rodeada la presencia por la imaginación. Playa de piedras, fondo rocoso, agua transparente, antiguas casas y barracas  de pescadores del siglo XVI, con puertas de madera pintadas con colores diferentes, barcas que aportan el toque retro y marinero a la postal real. En 2004 los 40 metros de largo fueron  declarados “Bien cultural de interés natural”. Esta cala puede ser una droga muy placentera. Menos mal que a veces pasa desapercibida del gran público.

 

Oscuridades

Entre tanta transparencia, pronto nombres oscuros. Antes, el castillo medieval de Sant Esteve de Mar, del siglo XII, construido sobre un asentamiento romano, que a su vez se erigió encima de otro anterior, ibero. Entre S’Alguer y La Fosca. El museo de la Pesca de Palamós ofrece visitas guiadas. Y justo aquí, en La Fosca, hubo personal que tuvo que descalzarse primero para pasar agua proveniente de un arroyo que desembocaba en el mar. Luego, baño entre oleaje y al lado de la piedra oscura que da nombre a La Fosca y sus 500 metros de playa. Como se comprobó, un espacio más que no ofrecía gratis agua pública, ni en las duchas ni en los lavapiés. Mientras, más confirmación de lo dicho:  las casa privadas de los entornos seguían con una vegetación exuberante y piscinas llenas.  Fue el lugar de unión de quienes venían siguiendo el GR 92 y los intrépidos que se enfrentaron y disfrutaron de la primera línea de la costa. Con todos los enseres en los asientos que rodeaban a unas duchas que no cumplían con su función. Bien.

Cala Tamardia, mirador de Cap Gros, Cala Margarida y otras confirmaban la continuación de espacios para solazarse y verificar que aún hay belleza exterior natural,  sin capas de Inteligencia Artificial, aunque sea adornada por los desperdicios y atentados humanos. 

 

Eventos

Pronto, un puerto deportivo más anunciaba más masificación humana. También había espacio para  pescadores. Tampoco  faltaban los cruceros, tan polémicos ellos por  desplazar tanto personal que rentabiliza tan poco el trasiego de grandes masas humanas por los núcleos urbanos. Se veía Palamós, destino final de la etapa. Tanta embarcación con el apodo de deportiva por todo el litoral convertía la brava costa en una gran concentración de artefactos, por tierra, mar y por las rutas y pasillos aéreos que trasladaban a los anteriores. 

No podían faltar pruebas de que la gran factoría europea de producción y distribución de droga (Catalunya) también usa el mar. Son esos paisajes de la actualidad como si fueran eventos de una representación basada en realidades palpables. Recientes furgonetas llenas de fardos, caídas y abandonadas en playas de Begur, apresamientos de fuerabordas con poderosos motores, negocios, blanqueos de dinero en mansiones, inversiones de clases medias y no tan medias, mafias, extorsiones y hasta homicidios, todo formaba parte también de las idílicas y manidas representaciones icónicas de la marca Costa Brava. Incluyendo la famosa gamba del lugar, a precio de lujo. Para haber de todo,  hasta con recientes denuncias de supuestos delitos de prevaricación municipal aquí, al ocultar el alcalde que circulaba con exceso de velocidad en un coche policial multado. En fin, más cosas de más vida. 

En vez de buscar el autobús y un bar paseando por la zona portuaria, el personal acortó por calles del Palamós interior. Hubo quien echó de menos la realidad más vistosa, abierta al mar, con mástiles y ese olor marino mezclado con los ya elaborados culinarios , salsas marineras y las consabidas gambas (frescas o congeladas de allende los mares). 

El snack bar Catalunya acogió al personal para la comida. Situado enfrente del campo de fútbol del Palamós C.F. Historia del balompié: este equipo pertenece al club decano del fútbol catalán, fundado en 1898. El cartel en la fachada del campo daba fe.

 

Como también de lo que se trata es de transparentar buenos consejos ajenos, qué mejor guía que la escritora Margarite Yourcenar, incluso para estos momentos vitales:

 

"Lo mejor para las turbulencias del espíritu es aprender. Es lo único que jamás se malogra. Puedes envejecer y temblar, anatómicamente hablando; puedes velar en las noches escuchando el desorden de tus venas, puede que te falte tu único amor y puedes perder tu dinero por causa de un monstruo; puedes ver el mundo que te rodea, devastado por locos peligrosos, o saber que tu honor es pisoteado en las cloacas de los espíritus más viles. Sólo se puede hacer una cosa en tales condiciones: aprender". 

"Sources II", Margarite Yourcenar

 

Evaristo

26/9/2023