MENORCAS desde el Camí de Cavalls
Desde
la Cala Sant Tomàs a la Cala En Porter. 12 de abril de 2017
Día 5 y último:
Mantenimiento integral con censuras y libertades
Último día de nuestro recorrido para
descubrir otras MENORCAS desde el Camí de Cavalls. Aún queda parte de este
atractivo y subyugante Camí pero el tiempo coarta las ganas de completarlo. Es
un buen motivo para volver.
Atrae encontrarse con personas que te sorprendan
a primera hora del día con pensamientos extrapolables a ti mismo. Ponernos en
marcha por la mañana ya es una operación interna y externa que activa muchas
piezas. Las que pretendemos mantener en forma
mientras la edad avanza. Alguien, antes de desayunar, reflexionó sobre
el tema: “Cada día intento controlar mi estado de decrepitud”.
Magias
Menorca es mágica. Los cuatro días de
estancia así lo han demostrado. Igual que ocurrió en viajes anteriores a esta
isla. Traspasar esa magia de fuera adentro es la operación que llevamos
practicando, con resultados óptimos.
Menorca puede curar. Y ayudar en momentos
difíciles. Hubo quien el 3 de mayo de 2015 publicó en Internet un testimonio
muy personal sobre el efecto de Menorca en su vida:
“Yo fui
a Menorca en un momento muy duro, había fallecido mi hija mayor... Mi marido
decidió ir allí para que me relajara y desconectar un poco, y lo consiguió, la
isla me encantó y me hubiese quedado a vivir... Tanto me relajé, que decidimos
tener a nuestra princesa Daniella... Espero volver pronto con mi marido y mi
niña”.
Urbanizaciones
Desde
Cala Sant Tomàs a Cala En Porter el recorrido es corto, de urbanización en urbanización pasando por otra urbanización:
Sant Tomàs-Son Bou-Cala En Porter. ¿Qué hay en medio? Camino agradable,
contrastes, arreglos, mantenimientos varios. Seguimos por el perfil de Menorca
con nuestro fin de recorrido muy al fondo.
La
dirección tomada nos lleva al humedal de Son Bou. Campos cultivados, recorrido
que sigue la costa pero que se adentra para volver más tarde al litoral. El
camino es agradable y te lo pone fácil cuando el agua podría dificultar el
paso. Unas piedras en forma de puente o el terreno ahora seco de al lado son
opciones. A un extremo y a otro, personal de mantenimiento liberan los lados de
hierbas. Así se salva el torrente de Sa Vall o Son Boter. El olor a plantas recién cortadas por operarios
de una empresa, con la inscripción en el vehículo “Manteniment Integral d’Espais”,
retrotrae a la infancia rural y al paseo por esos parques urbanos con esta
señal olorosa. Estamos en zonas húmedas y resplandecientes en estos días de
primavera, sin lluvia ni viento y con mucho sol.
Entramos
en el barranco. Suave subida. El personal, distendido, ya cerrando el viaje, enfrascado en conversaciones
amenas y relajación ante un recorrido que para nosotros se acaba aunque el camino
oficial siga.
Tramo
muy urbanizado, más humedales con tiernas y pastoriles escenas de crías de burro amantadas por sus
madres, caballos preparados para el turista, carteles con el anuncio de una
web: “Subasta de inmueble” (¿a qué se deberá?). Próxima llegada a la zona
húmeda de Son Bou, bautizada como albufera de Ses Canessies según las guías.
Aquí
las puertas son metálicas, con alarmas conectadas
a centrales de control en un ambiente lleno de espacios recién blanqueados. Las
otras, las de cada día, no entonarían con el entorno. ¿Cuántas puertas o
barreras de acebuche hemos abierto y cerrado a lo largo de estos días? Dicen
que son para controlar el ganado. Se supone que de cuatro patas.
Censuras
Son
Bou es una megaurbanización para lo que hay en Menorca, con villas en proceso
de adecentamiento y muchos vehículos dedicados a instalaciones diversas. Registros
exteriores de casas abiertos o desvencijados, cañas secas que el turista pronto
no verá. En una pared dos operarios del
ayuntamiento de Alaior borran una pintada: “Menorca Lliure”, con el dibujo de
una estelada y un símbolo feminista. Un trabajador se dirige a quien escribe y
le pide que no haga fotos y borre las que ha hecho. Evidentemente que hubo
fotos y no se borraron. Su tono no era el adecuado como para entrar en debates
sobre la libertad de expresión, cuando alguien les ha dado la orden y la
discusión no iba a llevar a ningún sitio. Un poco más allá, una mansión acoge a
un Club que anuncia estar abierto cada día. Este establecimiento debe ser más
legal que la pintada borrada. Cerca, dos policías municipales hablaban, con
otra pintada aún no borrada detrás: “Feminisme o barbarie” decía el texto. Se
supone que no la estarían custodiando ni protegiendo. Pura casualidad su
estacionamiento allí. Uno se imagina que
el mensaje también molestará a los próximos inquilinos, no así el ostentoso
club de alterne. Más reclamos publicitarios: “Tus vacaciones perfectas, nuestra
prioridad”.
En
un momento del camino, hubo un debate en torno a la publicación de fotos con
personas y los derechos de imagen. Quienes defendían no publicarla y quien
creía que era un trabajo público, con un mensaje que habría que examinar y dar
a conocer qué hay detrás de todo. Los pequeños grupos también han de tener
libertad de expresión, aunque su mensaje sea efímero y más si los borran los
ayuntamientos para no perturbar las vacacionales mentes de los visitantes ocasionales. Menos mal que las fotos permanecen. Al final, alguien dijo que a
esta edad tenía la premisa de evitar todo tipo de discusiones, en beneficio de
su salud. En fin.
Diversidad
Pronto,
un desnivel que sorprende ante la planicie de Son Bou. Tampoco nada extraño si
se trata de barrancos. Llegar a Cala Llucalarri, con contornos de peñascos y
espacio de rocas, dibujaba un entorno salvaje. Más escaleras y camino original
alternativo. Ciclistas expectantes. En días anteriores también surgió el mismo
tema: por qué no instalan timbres u otras señales acústicas para avisar de su
aproximación por detrás. Queremos a los ciclistas, con un grupo que pedalea casi
sin descanso en GRMANIA. Se te echan encima y nadie lleva señales sonoras para
avisar. Aquello de los antiguos timbres ya es de otras épocas. Hoy no se lleva.
O te apartas o te apartan. Convivencia, por favor.
Un
GRmano tocado en las flexibilidad de las ancas demostraba las cualidades de la
bicicleta, los kilómetros que se hacían y el poco cansancio de sus pies. Por todas partes hay jubilados deportistas más
activos que cuando estaban en activo. Se observa un nueva etapa vital: el
rejuvenecido jubilado que no para y bloquea todos los espacios naturales y
artificiales con tanta presencia ubicua, sobre todo en días laborables.
Abandonamos
la cala, subida y cambio de vegetación. Entorno más seco.
Antes
de llegar al Barranco de cala En Porter hay unos árboles catalogados como
singulares por el Govern de Ses Illes, los pacanos de S’Hort Squella, uno de
ellos de 18 metros de altitud y 25 de diámetro de copa, originarios del sur y
sureste de EEUU y norte de México. Su fruto son unas nueces aptas para la
alimentación..
Fuerte
y última subida de nuestro recorrido. Cuevas símbolo de la actividad humana, cañizo
en el humedal y espacios para árboles frutales (sobre todo perales y nísperos),
humedal que acoge a fauna diversa. Más árboles monumentales en esta zona del
fondo del barranco En Porter: la mata de Torralbenc Nou, un árbol al pie del
camino con una placa metálica identificativa. Al parecer este tipo de árboles
es muy apreciado en la isla. La madera era
muy buena en ebanistería, de sus frutos se obtenía aceite para iluminar y su resina servía para hacer gomas y masillas.
El
final del recorrido se aproxima: Cala En Porter. Baño de dos personas mientras
el resto de moja por dentro en un bar próximo. No es uno de los más renombrados
de aquí: la Cova den Xoroi, bar en una cueva de esta cala con amplias referencias.
Dicen que se contempla uno de los mejores atardeceres de la isla, con atrevidas terrazas en la roca. Pagando, claro.
Otras
En
nuestro camino contamos lo que vimos y lo que pensamos. Nuestro código ético
responde a nuestras impresiones. Sabemos que hay otras Menorcas: la de las
abarcas, ensaimadas, sobrasadas y otras comidas; la de la pomada menorquina, tan apta también para
amenizar las fotografías de la puesta de sol desde el faro Punta Nati; más
playas transparentes; el buen vino que los ingleses potenciaron para sus tropas
en el siglo XVIII; las fiestas de Sant Joan en Ciutadella o la cantera de
Lhítica; la subida al punto más alto de la isla de 358 metros el Monte Toro; la
visita a las bodegas y a pueblos; la Menorca megalítica y las rutas
talayóticas; el camí d’en Kane;
Maó y su gran puerto natural. Todo esto y más forma parte de la extensa lista
que siempre se hace después de acabar un viaje. Se convierte en nuevos motivos
para volver a Menorca.
Utopía y camino
Antes
de acabar, el recuerdo a Eduardo Galeano:
Dos
días después de volver de Menorca, el 14 de abril, se cumplieron dos años de la
muerte del escritor uruguayo, quien nos dejó testimonios como este:
“
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el
horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.
Agradecimientos
A
todas las personas, paisajes, flora y fauna que se cruzaron en nuestro camino y
nos reconfortaron con su belleza y
servicios. A quienes se preocupan por mantener el Camí de Cavalls. A
quienes nos han guiado con sus fotos, traks y escritos. A la meteorología tan
favorable. Al ambiente de GRMANIA.
Y
enormes gracias a ti, lectora o lector, que has llegado hasta aquí. Y ahí, El
Camí de Cavalls.
1 comentario:
Fantástica crónica!!!
Para volver a leer y recordar las vivencias "menorquinas con grmania"
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