DESDE LA IGNORANCIA:
Aguas arriba
con la mirada en blanco
Dirigirse a los infiernos en Semana Santa puede formar
parte del guión de caminantes no intrépidos que aseguran antes dónde ponen el
pie, no vaya a ser que la condena más grave sea una caída con secuelas
inadecuadas para estas edades: podría convertirse en un infierno en vida o la
vida en un infierno, pero todo se supera. Los pares de bastones dan un buen rodaje
para posteriores situaciones vitales, donde quizá deberemos echar mano de
objetos diversos para poder movernos. El personal fue conducido a una zona con
buenos baños, vistas panorámicas, zonas para equilibristas avezados y sendas entorpecidas
por aguas diversas, con puentes que te obligan a replegar las costillas con
curiosos quiebros.
Centro
Creencias aparte, el recorrido se inició en el Centro de
Interpretación de la Garganta de los Infiernos, lugar con alta densidad humana
y más motora: de entrada, zona de aparcamiento de autocaravanas, con inquilinos
que estiraban piernas y perros, y husmeaban qué aspecto tenía un paisaje que se
estrenaba con el día recién amanecido. Riada humana hacia donde te interpretan
lo que ves y no ves, con vehículos todoterreno preparados para acercarte a eso
que has de interpretar. Y una fuente que demostró lo imposible: no echar agua
en una zona donde es más fácil lo contrario. Puede que las sinergias con el bar de enfrente tuvieran algo que ver.
Quien dirigía dio el parte al Centro con el número de
personas humanas que llevaba en la expedición. A cambio, tres mapas
explicativos y un cúmulo de consejos que son habituales en muchos lugares: las
frases comienzan con “NO” o con prohibiciones diversas. Con lo fácil que sería
cautivar al público con un lenguaje cercano, amable y positivo, incluso
explicando qué puede hacer y con qué disfrutar. Más agradecido que impositivo.
Una frase curiosa y con buenas intenciones, extraída de tanta normativa oficial:
“tocar, oler y observar es mejor que arrancar”. Como se deduce, está sacada del
contexto natural.
Movimiento
La subida por la senda se resolvió de manera ordenada,
hasta llegar a enclaves más vistosos y turísticos. El camino comenzó a anunciar
que aguas arriba la vista te sorprendería. En medio hubo las oportunas fotos de
parejas, en solitario, con un puro en la mano y siempre con la amplitud de un
paisaje que aún es más amplio por la desnudez de árboles sin hojas.
Los Pilones se ven ahora con profusión de agua que golpea
en la pendiente. Y las llamadas “Marmitas de Gigante”, un lujo gratuito. En
verano se disfrutan de otra manera, con el baño, los puentes como si fueran
trampolines, la bajada acuática y el chapoteo constante. Regalos de la
vertiente noroeste de la Sierra de Tormantos, la vertiente sureste de la Sierra
de Gredos y el río Jerte. Todo aquel gran bloque granítico originado hace entre
350 y 200 millones de años, con los granitos y gneis como protagonistas a
nuestros pies.
Puentes
No se les aprecia en su magnitud hasta que no están
porque no son o porque el agua se los ha llevado. Para caminantes que avanzan
con diligencia, su ausencia les obliga a decantarse por el rodeo más largo en
lugar de la corta línea recta. Cuando todo parecía que encajaba, la naturaleza
te obliga a pensar que la inversión en esfuerzo será considerable si quieres
alcanzar la senda que tienes enfrente. Mientras, alguien quería entender los
interiores del GPS que llevaba en la
mano. Había adquirido el compromiso de grabar la ruta para publicarla en la web
oficial. Ante cierta dificultad estalló con una máxima de frontispicio de
templo griego: “A mí no me digas más que ¡arre! y ¡so! en el GPS. Todo lo demás
es complicarme la vida”.
Saltos
Avanzar en medio de tanta agua primaveral suponía todo un
reto para zapadores y husmeadores en vanguardia. Asomaban la nariz y solo veían
dificultades para “dar el salto” (al otro lado, se entiende). Los cuerpos con
los años no están para riesgos e inseguridades. Alguien repitió su máxima más
favorita a medida que celebra cada aniversario: “¡Cómo se ponen los cuerpos con
los años!”.
Solo hubo un
avezado caminante que lo intentó y lo consiguió. Pasó al otro lado pero tuvo
que convivir con su soledad y buen sentido de la orientación hasta el punto
final. Admirable el reto conseguido: “No he discutido con nadie porque no he
visto a nadie”, resumía la hazaña, con técnicas de orientación muy acertadas,
como las fotos del reconocimiento, ir unos pasos adelante y otros atrás,
descifrar marcas no demasiado orientativas, ir hacia arriba y volver para
reorientarse.
El resto tuvo que ascender sin parar, rodear, perderse en
una fila interminable, franquear cascadas y puentes hasta llegar al mismo sitio
del salto pero por el otro lado. Como se ve, el camino más corto entre dos
puntos que no puedes saltar se denomina Rodeo.
Blancos
Un día claro, sudoroso, con amplias perspectivas por
encima de uno de los valles que acaban en el del Jerte. La idea era dejarse
nublar la vista por el blanco de las flores de los cerezos, No obstante, la naturaleza es sabia y sigue un ritmo concreto. La mirada se
fijó en el blanco de la nieve de las alturas, o en los piornos, robles, jaras,
alisos, sauces, fresnos, tejos, acebos, abedules. Y, sobre todo, en dónde pones
el pie y en quién va delante para no perderte.
División de grupos y seguimiento de una parte para
caminar por una parte del recorrido de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico hacia el
monasterio de Yuste. Por cierto, ¿por qué eligió Yuste para retirarse y morir? Allí, al final,
también a algunos se les pusieron los ojos en blanco por otros motivos y
celebraciones no previstas.
Subidas
El ascenso por donde llevaron al emperador era tortuoso,
serpenteante y deteriorado por el agua
de la lluvia. Imaginábamos sus huesos trajinados en un dispositivo con escasas
suspensiones y menos amortiguación, después de los 5 meses de viaje desde Laredo,
una vez abdicara. ¿Qué no vieron quienes no vinieron? Los letreros con la
denominación “Ruta de Carlos V” han sufrido modificaciones en la primera letra:
una P por una R, Paso Malo, Fuente del
Beato, collado de las Yeguas (la altura máxima de la senda: 1475 metros),
Garganta del Hornillo, Escalerones, fuente Peñalozana, fuente de los Alisillos,
collado de la Encinilla, fuente de Robledo Hermoso, vistas panorámicas a donde
miraras, nieves en los altos, la comarca de la Vera al fondo, bosques,
Disgregación
Si éramos pocos, divisiones y subdivisiones. Como
siempre.
La cercanía al final de la etapa, Jarandilla de la Vera,
provocó un corte en el grupo y la escapada de dos caminantes sin mirar atrás. Significó
llegar a los 585 metros sobre el nivel del mar y tanta agua vista debía dar
paso a otros elementos.
En un momento dado alguien dice a alguien: “Para una vez
que aciertas el camino…” Ufano que se puso el aludido. Pero inmediatamente,
confusión. Del acierto se pasó al error. Las 4 personas que quedaban en aquel
corte se tuvieron que diseminar por un ancho campo buscando la ruta. Nos
salvaron las rayas blancas y rojas, como pasa
desde hace 22 años. Testigo: un enorme pino que levantó acta del evento.
31 con 30
¿Dónde estaban los dos escapados? Con los labios en
blanco, llenos de espuma de las jarras de cerveza a las que estaban
enganchados. El resto , después de la foto de rigor, también fue a abrevar al
mismo sitio. Y ahí recibimos la agradable sorpresa (con invitación a las
bebidas) de que el matrimonio acompañante aquel día cumplía 30 años de casados.
Gran evento en una jornada en la que, según el GPS ya citado y bien usado por
una mente despierta, marcaba 31 km en total. Y gran felicitación a la pareja e
hija por la gran hazaña (de resistencia activa y pasiva, se supone) en un día
que les recordó los años de convivencia.
Al final la preocupación de todo el camino se convirtió
en alegría. El saltarín llanero solitario demostró sentido de la orientación,
sensatez y recursos. Un gran reconocimiento para él, aunque también las mentes
más irónicas y socarronas de GRMANIA le
leyeron el manual adecuado a estos casos.
En el camino de vuelta a Plasencia hubo tiempo de pensar
también en el tiempo. Y qué mejor que acudir al maestro Borges:
“El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me
arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el
tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego”,
Evaristo
Terrassa, 4 de abril de 2018
1 comentario:
Molt bona crónica!
Publicar un comentario