¿Caminamos o hablamos?
A veces entre varias opciones aparecen muchas dificultades para escoger, y más cuando todas se pueden dar a la vez. Su compatibilidad está asegurada: la experiencia lo confirma. Comenzó un recorrido en un punto de encuentro prefijado, el parc Font de l’Aixeta, cercano a l’Escola Josep Gras (maestro del pueblo al que nos referiremos más adelante), en una zona de aparcamiento de Sant Llorenç Savall, no lejos del cementerio. Saludos sin parar a medida que los vehículos aparecían y aparcaban, reconocimientos diversos y parabienes agradables con mensajes y saludos implicaba una inversión de tiempo que fue fulminado por quien impuso su potente voz: ¿Caminamos o hablamos?Interrogante con mejor solución que el que el personaje Hamlet planteó en el monólogo de la obra de teatro Hamlet, príncipe de Dinamarca, escrita en 1603 por William Shakespeare: Ser o no ser, esa es la cuestión(original según el autor, manida y repetida frase por biensonante, hasta la saciedad: to be or not to be, that is the question). Así que, como esta dicen que es la pregunta esencial de la experiencia humana, aquella anterior, sin ser esencial, era muy importante y oportuna para ponerse en marcha.
Mirando a una zona cercana a la salida, había personas que recordaban otras dicotomías o dilemas deportivos que se les pudieron pasar por la cabeza alguna vez, cuando no eran tan jóvenes y los cuerpos y las mentes afrontaban caminatas de resistencia como la Matagalls-Montserrat (MM), la primera maratón de montaña de Catalunya y otras. En la zona de entrada al pueblo, casi enfrente del cementerio (curiosa coincidencia), después de 45 km recorridos, cuando aquí estaba el avituallamiento de la MM, las elecciones podían ser más decisivas porque también implicaban el ser o no ser andarín: pasar o parar, retirarse o seguir, ampollas o frotamientos, calambres o tendinitis, torceduras o desequilibrios, comer o beber, frío o calor, masaje o estiramiento, bastones o nada, fuerzas o vacíos, agua o isotónicas, glucosa o bocatas.
Ahora la decisión era más fácil. La primera, obedecer al brío y al poderío del vozarrón. Luego, compatibilizarlo todo mientras se tomaba la dirección correcta.
Maestrías
Durante el recorrido previsto se acumularon muchas maestrías que iremos viendo y que, unidas a las de las personas GRMANAS, aportaban cultura, convivencia, amabilidad y espíritu senderista.
En la entrada a Sant Llorenç Savall se disponían a montar el habitual mercado de los sábado, con restricciones a vehículos. Cercano al curso del río Ripoll se intuían posteriores olores a pollo asado de maestros asadores que ya preparaba el tinglado. Debía convivir con espacios para frutas, libros y verduras. Todo alimenta.
Con una bruma que aportaba un aspecto húmedo a la perspectiva en lontananza, se atravesaba una zona de la población, un puente y la carretera principal para enfilarse por la zona de almacenes activos o cerrados, el carrer del Mossèn Miró, cruce de la carretera de Monistrol, carrer Montserrat por donde aparecían industrias cerradas, polideportivo, campo de fútbol y espacios donde se vislumbraban nuevas construcciones. Pronto, cartel: Benvinguts al Parc. Eran los principios del recorrido circular planificado que se podía consultar en Wikiloc, pateado días antes por el grupo que trabajaba de forma desinteresada para asegurar un final feliz. Salida a 464 metros de altitud, la cima a 748 metros y desniveles de 374 m en positivo y en negativo.
Las escuelas del pueblo que llevan por nombre Josep Gras honraban al maestro del que se puede leer en línea y en papel la glosa que escribió el anfitrión de la salida en la revista LACERA, del Cercle d’Estudis Històrics de Sant llorenç Savall, en su último boletín (número 27 de noviembre de 2022, segunda época): página 10, título Josep Gras Casasayas, mestre nacional de Sant Llorenç Savalla 1922-1933). Un homenaje a este maestro, escrito por Jaume Valls i Drogue, también GRmano, rondallaire, maestro, escritor, jubilado, formador matrimonial, contador de cuentos, cercano a las autoridades eclesiales y de quien, en consecuencia, con mucho respeto y admiración, sus textos a veces hay que escucharlos desde un reclinatorio.
Espíritus
En un ambiente distendido mientras el sol intentaba poder con la niebla, el grupo enfilaba el punto más alto de la salida. Entre matorrales vivos después de diversos incendios y sequías extremas, se hablaba de energías. No solo de las que se necesitaban para avanzar, o de las que se recuperarían con desayunos, turrones artesanos y grmanos y con la comida de hermandad posterior en Cal Ramon , sino de esas que mueven y preocupan al mundo. Eléctricas, híbridas, eólicas, combinadas, fósiles, o de las que van a la baja por la edad, desgastes, lesiones u otras variadas. Siempre tendremos temas médicos de qué hablar, visitas previstas, segundas opiniones, suplementos vitamínicos y potingues diversos que intenten aportar aquello que falta.
Mientras se afrontaba la ascensión a Castell de Pera, alguien apuntaba fallos meteorológicos en las predicciones para ese día. A veces el personal de los mapas parecen influencers y les pasa como a los economistas, cuñados y resto de los mortales: todo se acierta mejor al día siguiente: ¡ya te lo decía yo!
Mientras, las reminiscencias del espíritu del vino aparecieron en forma de una cabaña de piedra seca. Bien conservada por quienes se dedicaban al mantenimiento de obras de otros tiempos levantadas por la ingeniería agrícola y popular, en este caso por el Grup de Pedra Ballestar. En su web caudelguille y en su cuenta de Twitter abundan las recuperaciones en diversas poblaciones y, de forma concreta, sobre barracas de piedra seca l se puede conocer el ingente trabajo de este grupo de personas aquí y en otros lugares, con una descripción pormenorizada de barracas concretas. La que visitamos disponía de un recipiente con un cuaderno para dejar constancia de aportaciones libres. Allí, nuestro anfitrión ofreció explicaciones sobre aquellas filoxeras que diezmaron y cambiaron el territorio y estas intervenciones humanas para conservar edificaciones y técnicas ancestrales.
Más arriba, una piedra en el camino que recordaba que su nombre era El-Romeu,con la niebla que se levantaba como si fuera una concesión para ver más y mejor, fijarse en la flecha que indicaba que, a la izquierda, había una evidente sorpresa en estas épocas prenavideñas.
Pronto otro espíritu, el navideño, apareció en un abrigo rocoso. Figuras cristianas y motivos del momento, composiciones similares a muchas otras que intentaban recordarnos lo de cada año. Se observaba cierta simbología de actualidad: los colores de la bandera de Ucrania. Después, ascensión al punto más alto e histórico de la salida, Castell de Pera.
¡Cuidado!
A 740,6 metros se halla el Castell de Pera, con restos, excavaciones aún en marcha, documentación en cartelería diversa y websque recogen la historia: torre dels Vernet, capella de Santa Maria, cisternas, muros calzados posteriormente para asegurarlos. En esta etapa hay reminiscencias que, con imaginación y toques de realismo, pudieran enlazar con la anterior del GR 92, entre Portbou y Llançà. De entrada parece ser que las supuestas pertenencias de los condes de Sentmenat llegaron a estas latitudes. Una familia de aquellas llamadas de rancio abolengo y muy historiadas,según referencias, con títulos de Grandes de España y demás. En la etapa anterior también tuvimos que respetar y apartarnos -por la fuerza de los gritos y las amenazas- de las propiedades de los Mateu/Suqué, en Port de Joan (Colera). Estos quizá debían ser de abolengo más rancio que rancio.
Allá arriba, mientras el asueto consistía en reponer fuerzas, de pronto se oyó una advertencia: ¡Cuidado!Un corredor durante su entreno en montaña advertía que pasaba por allí, que tuviéramos cuidado, como si no debiera haber sido al revés. Cruce de amables palabras y cada uno a lo suyo mientras el anfitrión intentaba focalizar a comensales que debían necesitar como postre la cultura del lugar. Antes de sus palabras hubo que cuidarse para no repetir de ese artesano y exquisito turrón de whisqui con el que nos agasajó quien tiene manos maestras en la cocina. Excelente es decir poco. Después, la explicación mientras una pareja de trepadores atletas se encaramaba a los riscos más altos, con un perro que curioseaba por allí. Ese can tan social parecía pertenecer a una casa de abajo. Hoy abundan los perros en campos y ciudades: cada vez más. Viven bastante mejor que muchas personas en nuestros entornos tan civilizados. Sobre el tema llamó la atención la declaración, días después, de Joy Tugume en La Contra de LA VANGUARDIA. La guarda forestal en la selva ugandesa al cuidado de gorilas decía: En España veo pocos niños por la calle y muchos perros con abrigo. Curiosa coincidencia con conversaciones y reflexiones parecidas de GRMANOS días antes en otros caminos.
Culturas
A la bajada de Castell de Pera , en dirección a Can Brossa i el Marquet de les Roques, el paisaje se amenizó con el descubrimiento que publicitó una GRmana. El gozo de la imaginación, en la interpretación de una mochila. Nadie hasta ahora había caído en la simbología, ni siquiera el propietario, que siempre llevaba la misma atadura posterior. Pues dio que hablar cierto icono erótico fruto de las casualidades. Aquí siempre se aprende. Hasta de las más insignificantes casualidades. Culturas por doquier.
Los aprendizajes se acrecentaron con la visita a la exposición del espacio cultural y artístico La Pahissa del Marquet-Arts-Lletres-Natura, inaugurada el 3 de junio de 2021, un centro de creación y de pensamiento alrededor de las artes en una dependencia exterior de la casa de veraneo del poeta Joan Oliver-Pere Quart. Gestionado por Ester Xaragay, nos culturalizó con la exposición de Pere Nogueratitulada Sistema del dins.
¡Esto es un no parar! Carteles para recordar la celebración de los 50 años del Parque Natural que pisábamos (1972-2022). Más cultura con poesía, arquitectura y recuerdos con toques de vida social. Contemplación y admiración de la casa modernista El Marquet de les Roques, ya de procedencia medieval, con actuaciones lejanas del abuelo del poeta Pere Quart. Fotos aprovechándose de los reflejos y espejismos del agua del estanque, captaciones del edificio desde lejos con foto de grupo, relato del anfitrión con pinceladas memorísticas a su lejana boda en el patio interior, se supone que a espaldas de la Iglesia.
Más del no parar y del recuerdo a andanzas sufridas en Port de Joan, en Colera. Esta vez, como tampoco se pudieron franquear pasos y muros, hubo vuelta al ruedo por los exteriores del Marquet de les Roques. Rodeo circular oteando los espacios cerrados y miradas de reojo por si hubiera alguna especia humana o animal que alertara de nuestro paso. Ya había quien pensaba desempolvar redactados y actualizarlos por si hubiera que denunciar nuevas situaciones. Pero no. El mundo del arte y la arquitectura modernista no parecían entrometerse para recordar nostalgias de momentos vividos aquí por el gran maestro de la poesía:
Mai no oblidaré les nits d'agost al Marquet de les Roques, al fons de la vall d'Horta, sota el Montcau. El Marquet és un castell construït amb la pedra vermellosa del país, combinat amb el maó vist. Al Marquet he passat les temporades més felices de la meva vida. Les nits sobre tot prenien una serenitat i una transparència gairebé màgiques
— Joan Oliver, Temps, records
Recuerdos
De retorno al pueblo por la ancha pista por la que antiguamente subían personas a comerciar con agua de la Font de LLor para Sabadell, asomaban viñas al parecer aún sin denominación de origen (¡con tantas como hay!). El recuerdo a la importancia de la vid acompañó en todo el recorrido, en un paisaje transformado que transportaba a caminantes a su infancia, cuando convivían con vino elaborado en casas de Castellar del Vallès: el llamado vino de taberna. Ahora el vino procedía de viñas que ofrecían la compañía a senderistas por la Vall d’Hora, las de La Muntada. Caldos muy distintos a aquellos de la finca de los Mateu y herederos de Peralada , aquí con referencias a la poesía de Pere Quart Las marcas en torno a sus caldos 5 quarteres, con los 5 valores del vino, productos -según publicitan- de la agricultura social y de la poesía de la Vall d ‘Horta. Nada tienen que ver con aquellas herencias franquistas de los Mateu/Suqué/Perelada y cia.
Recuerdos a sabores probados hace tiempo y también a algunas personas maestras conocidas, muy queridas y nunca olvidadas que en 2003 murieron en un tremendo incendio en estas zonas y aquí, en la Cabana d’en Felip, cercana al Mas Oliveres. Bordeando esta casa, quienes estaban trabajando allí fueron todo amabilidad, en una construcción del siglo XIV, en entornos que desde años antes estaba bajo los señores feudales del Castell de Pera.
Poco a poco la aproximación al restaurant Cal Ramon de Sant Llorenç Savall discurría entre casas aisladas, señales del GR 5 i els 3 monts; GR5, 173 i els 3 monts; restos de torre de vigilancia; rodeo de la residencia de ancianos; un camino muy resbaladizo y la entrada al pueblo.
Ágape de hermandad, convivencia, villancicos, la placidez de la distensión y el agradable discurrir vital de la etapa final del año. Despedida y cierre posterior, con los habituales buenos deseos para las típicas y repetidas fiestas navideñas, de fin de año, de Reyes y demás.
Como cierre, además de las poesías imprescindibles de Joan Oliver-Pere Quart, un homenaje a uno de tantos árboles como vamos viendo por sendas y caminos a lo largo los años. En este caso a una gran encina que había en la antigua era a la entrada de la masía Les Oliveres , escrita en un azulejo, al lado de un banco bajo la sombra del gran árbol:
ALZINA DE L’ERA
El vent, el sol,
La pluja i la neu.
No fa l’ofici que vol
Ni corre com una guineu.
Quatre arrels afermades a la terra
Quatre branques onejant
Com senyera en crit de guerra.
No es passa la vida plorant
Perquè estigui corcada i mig seca.
Ella és la nostra bella i centenària
Alzina de l’era.
Emili Dalmau
1980
Evaristo
1/1/2023
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