domingo, 25 de febrero de 2024

Etapa 12 del GR 92 entre Lloret de Mar y Tordera


Entre dos aguas por  campos y playas

 

Cuando un grupo de caminantes se dispone a iniciar un nuevo recorrido, además de la mochila bien pertrechada y los cachivaches tecnológicos a punto, calibra los sentidos para percibir lo que se pueda. De entrada, chequeo corporal, prótesis, tendones, huesos y músculos preparados para lo que venga. Pero, siempre, intentando sentir.

El sentido del gusto ya empezó a notarse en quien salivaba antes de montar en el autocar. A esas horas tan matinales, ya planificaba su GPS gustativo y mental. Pensaba en una parada a mitad de camino y en placeres gastronómicos con cierta calma y mejor compañía. También hubo quien manifestó que su buen olfato había captado feromonas no habituales entre la población andarina. Las guardaba en su pituitaria como archivo placentero. Los sentidos, sintiendo.

Porque, en la etapa del GR92 entre Lloret de Mar y Tordera, opciones hubo para todos los gustos aunque en wikiloc solo figuraba la completa. Hasta tres. La entera, la de Lloret a Blanes y la de Blanes a Tordera. Más ofertas, difícil. Incluyendo vericuetos costeros, visitas a accidentes geográficos, amagos de intereses turísticos, vadeos, puntas con vistas, etc. Más no se puede ofrecer. 

 

Errantes 

Si hubiera la posibilidad de escuchar tantas conversaciones entra tanto personal durante la etapa, este resumen podría alargarse hasta el infinito. Sin embargo, las antenas, la wifi y el bluetooth personal no cubrían tanto campo auditivo ni riqueza sonora. Conversaciones cruzadas: ¿cómo dices? ¿ah, sí? ¿Y eso? ¡Jajaja! (o el emoticono correspondiente), mientras a menudo se repite el mismo disco que en la etapa anterior o en la otra. O no. 

No obstante, en la ida también  hubo quien se recogió  en audiolibros en inglés. O quienes, en vez de dormir, tiraban de disco duro para revivir alguna anécdota muy significativa de cuando la democracia y el votar libremente comenzaban a rodar. ¿Qué será de la evolución personal de quien le preguntó a un GRmano presidente de mesa electoral, allá por los años 70: “¿Los tontos del pueblo también podemos votar?”. Este recuerdo en nada se emparentaba con aquel día de la etapa,  en que Galicia reflexionaba antes de decidir al día siguiente. Toda coincidencia con la realidad es pura ficción.

Por otro lado, todo el personal andarín formaba parte del colectivo de caminantes “Errantes”: su etimología  dicen que proviene del latín “Iterare”: caminar, viajar, ir en busca de algo. En GRmania no se duda de esta acepción, si bien hay  otra más académica  que se cumple muy a menudo. Más bien son dos, mencionadas por la RAE: la 1. No acertar algo, y la 3. Andar vagando de una parte a otra . O sea: realidades habituales por los caminos. O dar vueltas, queriendo o no, para cumplir objetivos kilométricos. ¿Pudo pasar esto en el grupo en el que iba este aprendiz de escribiente? Ni que decir tiene que esta escritura forma parte de la visión personal de quien lo refleja aquí para que no se le olvide. La neurona ya patina demasiado. Mañana, ni me acuerdo.

 

Aguas

Lloret aparecía por el acceso mítico donde “Revolution” no era un aviso para actuar y cambiar el mundo sino el nombre de una discoteca que quizá haría olvidar en su interior la realidad del personal por momentos. La zona se abría al paro técnico por descanso de todo el personal, dado el  ocio estival intenso.  Destino de un turismo marcado por establecimientos habituales en zonas de masas, con efectos secundarios y resacas diversas. Comer con sucedáneos italianos o norteamericanos; beber  sin denominación de origen; comprar aquí barato de allá y de conveniencia,  servido por ciudadanos de países diversos; hoteleros de procedencias ni se sabe y habitantes de urbanizaciones,  muy variados y de posiciones sociales diferentes.

Converger en la playa para empezar la ruta era evidente. Mucha agua salada por doquier.  Allí se abría el principio de una larga y famosa zona costera con marca. De LLoret a Blanes: principio o fin de la Costa Brava. Con la roca Sa Palomera que separaba la bahía de Blanes en el norte con la playa de Sabanell. Ella sola limita la original, genuina y admirada Costa Brava. Queda dicho.

Ahora, en tiempos de sequía asoladora, Lloret era receptiva a carencias generales. Buscaba agua dulce para las piscinas de hoteles. La compra de una desaladora móvil ocupó  la actualidad por si se saltaban normas de quienes han reconocido que llevamos años de dejadez política en la búsqueda y previsión de soluciones a la sequía. La pagaban los hoteleros. Debieron parecerles a las autoridades  unos mecenas y raros pero con los pies en el suelo,  enzarzadas en olvidos y machaconas utopías que olvidaban evidencias: sin agua no hay vida. Ni lo demás. 

Más adelante veremos otras aguas torpedeadas por otras utopías. 

 

 

Figuras

Al alejarse de Lloret, dos personas con cámaras intentaban captar momentos del día a pie de playa. Llevaban ya un buen rato Este tramo del GR 92 ofrecía figurines y figurinas en forma de esculturas exteriores, colocadas a merced de fotos y selfies. Solían representar oficios, bailes y personas notables en algo (aunque todas las personas también gocemos de alguna notabilidad pero no de escultura. Y a estas edades, sobre figura escultural…¡ni te cuento!). 

Al lado de la costa, con señales de atención al peligro por desprendimientos, letreros indicativos del “sender mediterrani” (por el que íbamos), establecimientos cerrados de buceo solo con el “diving” visible. Con muchos momentos para husmear rincones, querer perderse para invertir tiempo, asomarse a promontorios, dar vueltas para regresar. 

Según los manuales digitales, deberíamos haber pasado por tramos del camí de ronda y haber  visto elMirador de la Dona Marinera (representaba el sufrimiento de las mujeres que esperaban el regreso de sus maridos pescadores, con buenas vistas de Lloret;  antes, escaleras), Castell de Sant Joan (vistas extraordinarias), cala Banys, Platja de Fenals, Mirador Playa Fenals, Jardins de Santa Clotilde (una joya situada sobre un acantilado, con estética del movimiento noucentista), ahora propiedad de ayuntamiento de Lloret, Platja de Sa Boadella,  Cala Treumal, Jardins Pinya de Rosa (jardín tropical con casi 7.000 especies, con un microclima especial), Castell de Sant Joan, Platja de Blanes, Sa Palomera y luego “l’espai agrari de la Tordera”: estábamos próximos a donde de verdad se cultivan “productos de proximidad”: pasábamos por allí al lado. Insistencia: era la cuenca del río la Tordera (60 km de largo). y la población final de Tordera, con el punto que se desconoce quién lo vio y ubicó: la iglesia y el campanario de Sant Esteve de Tordera. A cambio, se disfrutó al final en el Parc de La Sardana, al aire libre, al amparo de la arboleda, con escasas aguas y con más cervezas y similares.

Mientras tanto, no hubo manera de olvidos de memoria. Continuó la fijación entre gentes de buen paladar para degustar una especialidad concreta. El sentido del gusto caminaba cerca de las grandes producciones cinematográficas. 

 

Celuloide 

Se consiguió que la opción de visitar  la playa de Sa Boadella entrara en el guión (nunca mejor dicho, hablando de cine). ¡Cómo no visitar sus 250 metros de largo por 40 m de acho para tirar de archivo! Te recibía con un cartel: playa de tradición naturista. Hubo quien miraba el mar y quería imaginarse esas tradiciones y, cómo no,  el húmedo beso entre Penélope Cruz y Mathew McConaughey durante el rodaje de la película “Sahara”. Una posible herencia es que en esta playa la convivencia es heterogénea: todo tipo de unidades familiares, sexos, textiles, no textiles, medio textiles. 

También por aquí merodeó un marqués, el de Roviralta, quien construyó los jardines de arriba, los de Santa Clotilde. Más tarde todo lo donó al ayuntamiento. Por aquí también hubo un vendedor ambulante muy querido. Gracias a quien mandaba, podía vender en la playa cuando los accesos estaban restringidos. Consiguió construir un chiringuito pero le costó.  Las webs de promoción dicen  que Turismo de Lloret cuenta con Lloret Film Office lpara el tema rodajes. Como el de 2020, concretamente Cala Sa Boadella, ha sido protagonista de una de las escenas de la película “Uncharted”, título de una de las sagas de videojuegos de más éxito de la consola Playstation.

Fue la producción cinematográfica de más presupuesto de Sony Pictures para ese año, concretamente, 200 millones de euros,tuvo como protagonistas a Tom Holland (Spider-Man: Homecoming), Mark Whalberg, Antonio Banderas, Taty Gabrielle y Sofía Taylor Ali y estuvo dirigida por Ruben Fleischer.

 

 Ayudas

A estas edades toda ayuda es bien recibida. Si los bastones ya son casi más seguros que los brazos, no digamos prótesis varias y otros mecanismos favorecedores del vivir y sobrevivir. También es cierto que hay olvidos momentáneos que parecen figuras literarias que denotan el cultivo de quien las construye. O, ¿cómo interpretar la frase escuchada, en medio de una sesuda reflexión: “Porque hay quienes piensan que cuando mueren van ‘a lo contrario del infierno”? Hay que sacar provecho a las posibilidades lingüísticas que se generan cuando el hablar seguido ya es un grato recuerdo que no volverá. Nos conformaremos con sus consecuencias y con la creatividad vinculad a dar vueltas al concepto buscado. Incluso con la memoria tardía que al final ayuda. O sino, Google. En todo caso, la magia de las palabras está ahí aunque cueste acceder a ellas en aquel momento. ¡Y qué descanso cerebral cuando llegan!

 

Puntas

Entre subidas y bajadas a extremos de costa, puntas con vistas, el desgaste matinal ocasionó ganas de la habitual  parada técnica. Entre textos e imágenes diversas, en  entornos con accesos casi blindados a algunos  espacios privados, la ermita de Santa Cristina. Antes, mención al lugar con un texto de Josep Pla, dibujo  con su habitual gorra; placa y escultura en roca, en recuerdo a los XXV primers aplecs de la sardana celebrados en Lloret; luego, alusión y cartel sobre la ermita de aquí, con orígenes en torno a siglos IX i X; barca con nombre de la iglesia y esta con la inscripción encima de la puerta: “sou de LLoret que us adora protectora”. 

La explanada trasera ofrecía espacios para sol y sombra, rodeada de árboles y el mar al fondo. Sirvió para trasegar, compartir rones macerados durante meses y café “del bueno” emparentado con el anterior brebaje. Todo presidido por un monolito que recordaba que a la sombra de aquel pino se celebró reunión del Conselld e Govern de la Generalitat el 7 de agosto de 1934. 

Mientras, la conversación de un grupo se focalizó en un objeto del deseo de alguien. Ese instrumento con punta que antes era un apéndice insustituible y muy versátil entre población masculina: la navaja. Allí aparecieron muestras físicas, hasta con comprobaciones de cuál la tenía más larga…la zona de corte. Sin entrar en otras partes como el filo, lomo, contrafilo, bisel, cacha, empuñadura, recazo, pomo o espiga. O si es una pallaresa, de Arcos, Victorinox u otras. Que si con tantos dedos es legal o no, que si la ignorancia al subir a un avión alardeando  de que lo único que llevaba en el bolsillo era su imprescindible y querida navaja, y ¡cómo se atrevían a quitársela en seguridad! Regalos o no, filos y puntas, intenciones y usos. Son apéndices útiles y pacíficos mientras no se demuestre lo contrario. Los puntazos no entraban en el guión.

 

 

Gustos

Quienes salivaban a la salida, pronto se enfrentarían a su satisfacción culinaria. El resultado, decían que excelente. Unos con chocolates calientes acompañados, otros con ese alto en el camino en donde se alegraba el paladar, el bar Terrassans de Blanes, con sus calamares a la romana y otras delicatesen. Se desconoce si obviaron visita al jardín botánico Marimurtra.  Al parecer, alguien no acudió a consumir su ración y otros tuvieron  que esforzarse con fruición para no dejar nada en ningún plato. 

Mientras, hubo quien casi satisfizo el gusto de pedir la hoja de reclamaciones por supuestas afrentas a lo largo del camino recorrido. No entendía cómo el guion previsto en el track no se cumplía y el horario se consumía con vueltas, miradas, subidas, bajadas, fotos, observaciones. ¿O había que hacer tiempo para no llegar pronto? Alguien más no entendía qué significaba “etapa llana” en este grupo, con las calorías ya gastadas en los desniveles. Ya se sabe: para gustos, colores. 

 

Cambios

Pasábamos por  zonas con públicos diversos, hasta a veces con intervenciones policiales, supuestas drogas, supuestos blanqueos, supuesto refugio de presuntos lo que sea. Opacidades y no se hable de esto, y menos en público. Aunque en estos ambientes sí que se escuchó a quien interpelaba sobre la diferencia entre el amor y la cocaína: en el amor, primero la sensación y luego el polvo; en la cocaína, al revés. No obstante, hoy los factores se alteran según las circunstancias.

Acercarse a Blanes sirvió para la foto mítica y de rigor con el arco del castillo y la playa al fondo, o el punto geodésico que aún se conserva intacto (¡hay tantos rotos!) o la ermita de Sant Joan, del siglo X.

Después, callejear, bajar por la zona antigua hasta la playa y pasear también por el mercadillo de los sábados. Terrazas, liberaciones, disfrute y visiones de Sa Palomera, principio o fin de la Costa Brava. Y recuerdos de niñez de quienes contaron pinchazos en los pies por andar descalzos por   el entorno de la roca, recogida de mejillones y otras andanzas de la infancia. 

Más esculturas a la sardana,  y también se veían caras de jóvenes muy jóvenes esculpidas quizá por esa moda que hace furor entre adolescentes y no tanto: el skincare sin medida, con TikTok e Instagram como manuales con instrucciones sin fin. Las consultas de dermatología ya casi no dan abasto. Mientras, preciosidades visibles a simple vista; luego, quizá con  filtros para exhibición en  redes. Para presumir de likes.

La etapa seguía por el paseo marítimo hasta dejar el mar y acceder a la segunda parte de la etapa. Hacia Tordera. Antes, paso por un barrio multicultural pero no emparentado con los hoteles turísticos. Balcones con antenas parabólicas enfocadas a donde usted y yo pensamos, algún puesto del mercadillo también por aquí y público no de vacaciones por la calle. Cada uno, a lo suyo. 

Pronto, el campo y los terrenos agrícola del Baix Tordera. Hacia zonas donde se supone qua debería haber agua dulce.

Ya casi en zona agrícola un vehículo de las fuerzas municipales del orden no se percató de otro posible conato de levantamiento humano, cosa que no ocurrió. Todo vino porque sobre la ruta planificada y distribuida, un experimentado senderista sugirió cambiarla y seguir el río, trozo que daba fe de que ya lo había hecho. Con el atractivo de ser un espacio natural protegido y con los lagos de la Tordera. Se veía que su hoja de servicios era una garantía a sus palabras . Menos mal que todo siguió su curso, no el del río,  claro. Por tanto, no hubo nuevo intento de reclamar…ni al maestro armero.

 

¡Glups… shshshsh!

Camino ancho, primero por el borde de la carretera y luego, para adentrarse en el muy rotulado “Espai Agrari Baixa Tordera”. Civilización por carretera muy  motorizada, CO2 a tope,  cementeras y almacenes convivían con tierras aradas, invernaderos, perreras, algún refugio habitable y plástico a diferentes alturas del suelo. Tenía su encanto, y quién lo iba a negar ante labriegos diseminados y ojo avizor con sus tractores. En cualquier momento dudar de sus palabras o de las reivindicaciones podía ser motivo para cortarte el paso. 

Veníamos del agua salada y pasábamos cerca de la desembocadura de un río que sufrió temporales como el Gloria y arrasó con estos campos hace un tiempo. Ahora, el agua era una utopía. Pero hubo quien avizó el oído y captó un ¡glups! seguido en una espacio agrícola. Después el ¡shshshs! le confirmó que era una aspersión de riego en marcha. O sea,…¡había agua dulce o del gusto que tuviera!. Proclamó a todos los vientos que la usaban para regar en el espacio agrario. Y para que un ufano caballo con cola artística  recortada por tijeras maestras también pudiera sorberla mostrando sus belfos. 

 

Aproximaciones

No llegaba pero estaba próxima Tordera. Por respetar el cauce del seco río, la Tordera, y evitar franquearlo sin muestras de humedad, la carretera condujo hasta un lugar donde o seguías y retrocedías para pasar por donde aplaudirían las autoridades de tráfico, o arriesgarías el físico que te queda, torearías coches, la traspasarías, ahorrarías distancia y tiempo y llegarías antes al parque de la sardana. Los estrictos y no talibanes siguieron el conducto legal. El resto, se deduce su asalto acortando. 

Al lado, una gran nave del imperio textil gallego, con nombre compuesto italiano pero tan de Galicia, China, Bangladesh, Polonia, Turquía, Portugal que el resto. Países que confeccionan barato, con pocos derechos laborales,  y aquí ahorramos y lucimos tipo gracias a sus horas de trabajo. 

Al final, todos los caminos condujeron al bar pizzería La Sardana, en el Parc de la Sardana de Tordera. 

Debajo de la arboleda, junto a personas de otros grupos, la alimentación fue muy compatible con la tertulia, las chanzas y el relax. Los sentidos iban relajándose, no con agua sino con otros líquidos y condumios. En un momento dado, después del regalo de un gustoso y artesano dulce, alguien en voz baja comentó para alguien: “Detrás de una gran mujer también hay un gran hombre”. ¡Schhhh! (o pudiera haber, se le sugirió al oído). 

Mientras, el tema del agua dulce resurgió en un mentidero bien informado. Allí cerca, en Blanes, se construía la desalizinizadora Tordera II. Para su puesta en marcha ha surgido un problema. La fuerte oposición ecologista a la línea de Muy Alta Tensión ( MAT) a Riudarenes propició que de momento no podrá llegar la energía eléctrica necesaria para usar el agua procedente de esta futura desalinizadora. ¿Rizar el rizo con la previsión energética? ¿Ecología para no tener agua? Lo dicho: aquí dicen que no hay visión global de no sé qué realidades. Pero sí hay visiones de utopías.

De vuelta, en el autocar se aleccionaba a una persona nueva. Se le preguntaba si sabía dónde se había metido. Y se le añadió: en un futuro quizá se estudie GRMANIA en la universidades libertarias y anárquicas.  Lo que ahora en empresas y organizaciones se llama “management”, aquí está superado con la sui géneris organización desorganizada, o al revés. Que también pudiera ser.

 

Como decía la gastrónoma y divulgadora María Nicolau en un reciente  artículo memorable, en el que hablaba de la licencia de comer de vez en cuando “porquerías”:

 

“Vivir con menos de tres contradicciones es ser un fanático”

 

 

Evaristo

25/02/2024