sábado, 17 de noviembre de 2012

Camí de Sant Jaume, de Manresa a Montserrat


Brumas, nieblas y otras realidades camino a Montserrat

Las excursiones a menudo son esos tiempos en que uno sale a pasear en grupo más con un objetivo social que paisajístico. Hablar significa enfrascarse en temas que no permiten mirar más allá de las zapatillas y estar pendiente del encadenado de conversaciones con más o menos sentido. Preguntar, responder, dialogar, reírse, planificar, pontificar, ironizar, discursos, monólogos, soliloquios, he ahí el paisaje hablado que se extiende como una bruma por encima de los árboles y vegetación diversa. Hacer dos cosas a la vez exige entrenamiento, mente ágil y predisposición para aprovechar tanto el tiempo que, a veces el cansancio mental de tanta disociación cognitiva, hace que se pierda el hilo de los temas.

Ir de Manresa a Montserrat por el Cami de Sant Jaume en noviembre implica someterse a un tiempo imprevisible. La espesa niebla inicial evitaba no ver radares de control de velocidad en la carretera, una depuradora identificada por su olor desde kilómetros atrás. Cerca, un campo de golf cubierto por una brillante capa de hielo en las madrugadas invernales. Una gasolinera víctima de los precios baratos de otras. La catedral y cuevas donde dicen que nacieron fundadores de instituciones religiosas con gran poder en España. Una carretera habituada al asfalto ensangrentado por los efectos de variados accidentes. Manresa y un polígono industrial en lo alto con un aireado nombre: “Bufalvent”.

Nadie prevía la densa niebla cuando, en el punto de salida, la publicidad de un poste recordaba esa palabra tan habitual, temida, apreciada y soñada: “Seny”. Un término propio de las míticas y hondas raíces de este pueblo, ahora usado como buque insignia de un anuncio diferente de un banco. El dinero usa variados trucos para llegar a ese sentido común (seny) que no parecen ser muy habituales de estos bancos expertos en desahucios sin escrúpulos. En campaña electoral los Mesías con brazos abiertos te miraban desde las farolas, con una mandíbula propia de ejecutivos y políticos sin escrúpulos, con colores y más colores en trapos, y con una estrella en una bandera que ningún Photoshop se dejó que la eliminara. Se asemejaba a un original tanga que tapaba vergüenzas dejando al descubierto el quiero pero no puedo y sí quiero. Al contrario. Algún pensador tipo estatua de Rodin definía su iconografía desde lo alto. Otros ponían rostros e imagen a proyectos diversos. Mensajes de bancos, de políticos, graffittis, papeles. Palabras, imágenes y temas.

Manresa por la C-58 y esos profundos olores. Ahora molestan al pasar. Parecen fruto de una tecnología con indefinición tecnológica, ausencia de filtros para que el personal no sepa que el comer produce residuos, estos se han de tratar y el olor apetecible se convierte en su contrario. Allí, al lado del último tramo del río Cardener antes de desembocar en el Llobregat, se inició la etapa que tiene como objetivo el mítico monasterio de Montserrat. El reto santo, patriótico, excursionista, de paso, turístico, en fin, el objetivo que cada persona se marque ante una montaña original y mítica. El murmullo del agua fluvial formaba parte de un paisaje sombrío, oscuro por una densa niebla que parecía formar parte de las riberas de ríos, ya habituados a desprender vapor y concentrase humedades variadas.

Hacia Castellgalí

Pronto los cruces asfaltados enfilaron el objetivo hacia Castellgalí por estrechos senderos húmedos y propensos a descubrir hongos variados. El otoño deja sus huellas en muestras de setas que nadie ha cogido porque no son comestibles. Cerca de los Ferrocarriles de la Generalitat, el camino se enfila para bajar de nuevo y descubrir que el más allá apenas se percibe. Poco a poco, la bruma inicial se despeja y los campos arados muestran que la agricultura aún exitse en esta zona del Bages. Tierra rojiza de al revés, una capa dada la vuelta para que el invierno proteja esas semillas que pronto han de germinar. El panorama no queda libre de fábricas, talleres y anuncios de un próximo poblado. Las charcas y el barro sorteado por ocasionales ciclistas y avezados excursionistas humedecen un ambiente caldeado por otras circunstancias. La crisis, las elecciones autonómicas, los bancos, la próxima huelga general, los funcionarios, los parados, los que apenas sobreviven son temas recurrentes en medio de la tranquilidad rural. Incluso menciones a personas del grupo que parecen haber evolucionado en su singladura política e ideológica. O amorosa. Cambios no explicados si no se hablan. Y, a veces, mejor ocultarlos. O miembros de la cofradía andarina que no vienen y se les disculpa con burdas mentiras cuando quien pregunta sabe la respuesta y quien habla disimula. Ya queda dicho que los peligros vienen a veces más de las preguntas que de las respuestas.

La plaza de Castellgalí acogió al personal con deseos primarios insatisfechos. Botas, botes, comidas variadas y postres diversos que ya comenzaban a anunciar las insaciables Navidades. Alguien esperaba con un carro de los de supermercado y dos mochilas. Y alguien interpretó a esta persona como perteneciente a esa inacabable cola de personas que les falta lo indispensable y ansían ayudas más o menos oficiales. Se decía que así estamos, que cada vez peor, que la solidaridad es la única vía cuando el camino nos conduce a la destrucción del bienestar y a un cambio de sistema, sin hablar que siempre les toca a los mismos parecer unos “antisistemas”sin quererlo. Pero no, falsa alarma. No esperaba ayudas. Consumía el tiempo hasta que le vinieran a buscar para trasladarse a un campo de fútbol, se supone que con mochilas llenas de equipajes ajenos: no tenía aspecto de cultivar la forma física. Ante esta realidad, la reflexión giraría en cómo y porqué interpretamos las señales humanas según una realidad terrible a la que parece ya nos hemos acostumbrado. Y no. Esto no debería formar parte del paisaje habitual. Ni siquiera ser un espejismo o un rastro del futuro.

En las esperas, la tecnología brinda fugaces estelas de otras realidades. La memoria digital de la telefonía móvil transporta todo tipo de discursos semánticos. Ya cualquier tema puede empezar en el móvil, o bien que él demuestre las hipótesis con pruebas gráficas. En momentos de asueto siempre hay temas recurrentes: el género masculino fue radiografiado por una caminanta como poseedor de una sola neurona cuando alguien recurrió a los manidos temas sexuales a pie de calle. Quizá sea que o esas etapas ya no volverán, o se echan de menos o quizá los almendros pronto comiencen a florecer. O alguien espera encontrar un nuevo “mirlo blanco” (en versión masculina o femenina).

Sin nieblas

En el discurrir de las marcas jacobeas en dirección a Montserrat, las urbanizaciones con vistas a la montaña sagrada dan sentido económico al paisaje. Un buen momento para que quienes se relacionan con temas laborales de estadística o Hacienda enriquezcan la terminología económica del fraude con “el carrusel de las truchas”. Son esos movimientos de productos que, en manos expertas, fluyen por las fronteras y cuya finalidad es el fraude internacional de impuestos, con pingües beneficios. Estrategias y triquiñuelas de guante blanco con corbata y traje, con bufetes de abogados detrás y rufianes de mucha monta a los que sus escrúpulos apenas les imponen limitaciones que no sean las cuentas bancarias.
El paisaje se despeja en dirección al término de Marganell, con las agujas al fondo y más campos labrados por doquier. Pocos paseantes pero algunos sí. Un grupo de jubilados se dirigen a una jovial jubilada del grupo para suplicar la consumación de la ruta ante el monasterio señalado. El de las clases pasivas alegaba su gran fe en los milagros de la Moreneta, recordaba sus incursiones allá arriba y animaba a terminar el recorrido. Un camino que pasaría por la derruida casa donde se fabricaban perfumes artesanales, “La Fassina”, por la riera de Marganell causante de destrucciones ocasionales, Sant Cristófor, más rieras y casas aisladas con árboles de hoja amarilla a punto de caer, más urbanizaciones ya casi a los pies de Montserrat y una pista asfaltada que condujo al personal hacia el objetivo final.

Ya con el fotográfico perfil montserratino al alcance, el monasterio de Sant Benet a un lado, se supone que con la mediática monja Teresa Forcadas allí dentro, el camino se adentró en la zona que da acceso a una de las mayores concentraciones de mosaicos dedicados a las santidades vírgenes, el camí dels Degotalls. Una zona víctima de grandes caídas de piedras, con enormes redes de alambre para prevenir accidentes. Un acceso a tantas escaladas hacia las alturas de paredes verticales con vías consagradas (se supone que por la afluencia de tanta gente y por la Virgen protectora de accidentes). El fin se acercaba. Las riadas habituales de turistas, visitantes, deportistas, devotos y peregrinos mostraba la especie humana en algunas de sus categorías. Puede que la fe mueva montañas pero también da sentido vital a la espiritualidad, aporta grandes beneficios económicos y vende territorios atractivos.

Montserrat no pasa desapercibido. Atrae. Tiene magnetismo. Supone esfuerzo. Es el principio y fin de proyectos. Se usa a conveniencia de ideales, intereses y utopías. Sirve para manipular y para sincerarse. Tiene gran belleza. La altura invita. Bajar es volver. Estar es vivir.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Camí de Sant Jaume, de Santa Maria del Corcó a Vic


Milagros, creencias y otras imágenes


Grmanos y Grmanas


INTRODUCCIÓN

GISCLARENY: un lujo a nuestro alcance

Antes de revivir sui géneris la última etapa del camí de Sant Jaume, iniciemos los prolegómenos en las faldas del Pedraforca, donde las pilas se recargaron en un ambiente de religiosidad profunda, con atalayas pronunciadas convertidas, una vez más, en objetivo a conquistar: desde la que está detrás de la casa de convivencias hasta unas más altas y otras menos pronunciadas. De nuevo se revivió el nunca olvidado espíritu de Gisclareny en la Mare de Déu del Roser, una iglesia del siglo XVIII ¡Qué tiempos aquellos en que la vieja residencia de Mosén Cima abrió sus puertas y sus innumerables rincones! La mesa redonda giratoria ayudó a socializar yantares y a reponer fuerzas físicas antes de los trances diversos.
En esta ocasión la nueva residencia abrió las puertas a una legión de acólitos que se congregaron por turnos. Las entradas y salidas eran a la carta, o sea: cada uno cuando quería y podía. 19 cofrades de honda espiritualidad se solazaron en uno de esos rincones donde la soledad y la altura permiten ver el juego de las nieblas, de las brumas y de los contrastes del horizonte en cualquier estación, con tormentas incluidas que añadían esas gotas de bienestar cuando estás bajo un tejado, con gotas diversas y buena conversación.
La estancia, bien equipada, provocó comparaciones con Bruguera. Incomparable el lujo de aquí y las comodidades, ya casi obligatorias para conjugar mejor el alma con el cuerpo en estos tiempos tan modernos donde la mortificación es un asunto personal e intransferible. Una cocina a la última, literas cómodas y buenas vistas. Limpieza, orden y concierto en las estancias, con muchas imágenes religiosas de Papas, vírgenes y otras señales significativas. Mención especial a ese gran cura que dejó inolvidables recuerdos en tanta gente, incluyendo una Grmana de la que fue su confesor particular. Varios cestos de gran tamaño en la subida a la planta primera simbolizaban las buenas recogidas de setas en una zona tan afamada, el alto Berguedà. Calefacción, agua caliente y menudencias varias que ayudron a hacer más agradables esos momentos en los que se está bien.
Por otra parte, minuciosos observadores independientes también anotaron algunos detalles a tener en cuenta. Echaron en falta una picadora de hielo en la cocina y cultivos de hierbas para libaciones con toques etílicos. En las estancias más íntimas, todo en orden, bajo muchas imágenes que vigilaban cualquier tentación carnal, solitaria o en compañía. No obstante, una mente detallista quiso que constara en acta un espacio donde no había ninguna vigilancia gráfica religiosa: el susodicho sujeto lo focalizaba en los momentos íntimos de las abluciones en las duchas (individuales, por supuesto). Propuso poner a media altura un ojo inquisidor que vigilara esos instantes de restregamientos, masajes lubricados con los geles, frotamientos e insistencias que pudieran estar en la frontera de lo libidinoso. Nada debía propiciar tentaciones malsanas. El signo de que todo lo ve el Altísimo sería una buena forma de mantener la mente donde debe estar y preservarla de cualquier tentación del mundo, el demonio y la carne en esos cuerpos tan recios e impolutos.

Milagros

Es muy grata una estancia como esta en salidas así con gente tan agradable. Más placentero es ver a ese personal pequeño que es nuestro futuro y que se entienden tan bien con todos. ¡Qué niños y niñas! La interculturalidad es la normalidad. El milagro en este caso es que no hay milagro.
Pero sí que lo hubo si consideramos a dos personas que dudaban hasta de su sombra. Uno de los objetivos propuestos era hollar la cumbre del Pedraforca por la vía de Gósol. Pronto se notaron algunas dudas y enmascaramientos de las auténticas razones con un cierto remoloneo. Quedó claro que un amplio grupo no iría, aunque el acceso hubiera sido posible para todo el personal.
Una persona parecía que arrugaba el entrecejo ante el madrugar tanto, que si podría llover, que si con este estado físico ya no seré capaz, etc. Otra persona llegó quejándose de un fuerte dolor en la rodilla, consecuencia de tantas carreras y otras hazañas. Tampoco confiaba en superar la cumbre. Al final, una mano suponemos divina les condujo hasta la cima. Debió ser la Mare de Déu del Roser.

Nueva vía

Aunque la vía de Gósol es muy transitada, el destacamento de GRMANIA abrió un nuevo camino en la parte final. Quizá se debió a una asignatura pendiente: los discos duros aún recordaban tiempo atrás cuando un apodado Coronel Tapioca pasó a los anales de las rutas apócrifas del Pedraforca. Desde el refugio Lluis Estasen el individuo dijo haberse enfilado al Pollegó superior por una senda desconocida y misteriosa. Aquella hazaña causó sensación y cierta envidia. La apuesta para igualar la epopeya del insigne asesor internacional de tantos presidentes latinoamericanos se consumó ahora.
Hasta la base o enforcadura que separa el Pollegó superior (2506 metros) del inferior (2445 metros) se llegó bien. Mencionar sólo una memorable frase de nuestro coordinador. Preveía las consecuencias de la ruta en su cuerpo y, a esas alturas, pronunció una sentencia con efectos inmediatos: “Se me están cocinando unas buenas agujetas”. Al día siguiente certificó que los pronósticos se cumplieron. Desde allí, en vez de seguir las marcas amarillas del camino original, la expedición tomó otra dirección mientras dos personas acababan de recuperar fuerzas von viandas variadas.
En estas estábamos cuando el coordinador tomó la directa y se puso a grimpar como una lagartija. Sus pies se ajustaban al terreno vertical y ascendía con agilidad. Dijo buscar la vía directa a la cima del Pedraforca. Por momentos la expedición observó la verticalidad continua y la ausencia de huellas de expedicionarios anteriores. Él gateaba sin parar, subía y bajaba como si olisqueara rastros de traks que le condujeran arriba. Aquella ruta parecía virgen, con un buen balcón si uno se giraba. No había señales de que fuera la del Coronel Tapioca. Ya arriba, la orientación guió al grupo hacia el destino final. La nueva ruta conducía en realidad hacia el Calderer (2505 metros). La historia no escrita de la montaña recogerá la hazaña de la nueva vía.

Garrulería variada

La cima del Pedraforca es mítica, política, reivindicativa y, sobre todo, abierta a la inmensidad de lo que le quieras añadir. Poco a poco la masa humana aumentaba. Quien se llevaba todas las miradas era un grupo de jóvenes que articulaban un lenguaje indefinido, a duras penas inteligible, mezcla de algoritmos diversos trufados con sonidos guturales y ahorros de letras. Procedían de barrios de Terrassa, sólo uno mostraba conocimientos básicos del catalán en público pero todos paseaban una enorme bandera estelada. Fotos de rigor se supone que para los anales de las redes sociales y testimonios para lucimiento personal. Visto lo cual, alguien por allí reflexionaba sobre temas diversos mientras hacía un estudio sociológico y político de lo que estaba interiorizando a esas alturas. La libertad a 2506 metros también ondea respetables colores.


Recogimiento y confesiones

De nuevo en Gisclareny, las bebidas y comidas entonaron los ánimos y la calefacción caldeó un ambiente bucólico, en medio de una gran tormenta y la lluvia golpeando los cristales, con los habituales sonidos de rayos y truenos. Espirituosos, infusiones, cafés, dulces y otras ayudas crearon un ambiente relajante y agradable. Antes, un grupo visitó la ermita preferida por Mosén Cima, Sant Miquel de Turbians, un lugar mágico documentado en el siglo X como iglesia románica. En el siglo XVIII fue iglesia parroquial . Otros estaban en Bagà. Después corrieron rumores de sorprendentes confesiones entre iguales, un fenómeno que forma parte de los milagros del lugar. Un sitio ya señalado para volver, gracias a las buenas conexiones con las autoridades eclesiásticas y a las romerías a Montserrat.

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LA EPÍSTOLA DE LA ETAPA DEL CAMÍ DE SANT JAUME

De Santa Maria del Corcó a Vic

Nunca mejor dicho: dos poblaciones con muchas reminiscencias históricas. Una por cuestiones antiguas, otra por antiguas y actuales: Santa Maria del Corcó (L'Esquirol: un nombre de broma fácil) y Vic. Aquí los milagros están en el camino y en la primavera que fluye por los poros de muchas pieles y de la tierra. Y también dio señales de su efervescencia en esas imágenes tan poéticas y románticas cuando cualquier detalle se mira con otros ojos, cuando el amor fluye y la pasión crece ante tanta vida que fluye. ¡Ay, el amor! Siempre anima ver gestos, detalles, sonrisas de oreja a oreja, complicidades detallistas y carantoñas diversas. ¡Lo que no haga el amor!
Un buen ambiente con un limitado número de caminantes, caldeado en sus inicios con repasos diversos a la actualidad, arreglos inmediatos de mundos y críticas contumaces a tanto “chorizo” como abunda en estos lares, en una etapa que se mueve entre muchas granjas porcinas para la alimentación de la materia prima de otros embutidos.
De entrada, la seguridad que no pareció haber en la etapa anterior se vio confirmada con la asistencia de nuestro guía de lujo. No obstante, los inicios no estuvieron claros, hubo dudas no habituales en él. Algunos justificaron la situación por estados anímicos muy favorables a la ilusión y al porvenir de color rosa en medio de tanto verdor primaveral. Una tierra de trigo fue pisoteada y hubo que bajar un talud ante la vista del conductor de un todoterreno, que se brindó a indicar señales del autentico camino. Y allí estaba. Se dirigía hacia un destino aún lejano, en medio de muchas masías aisladas, innumerables granjas de porcino y vacuno, los habituales olores tan penetrantes, maquinaria agrícola muy potente y espigas en formación. Unas tierras con espesas nieblas en invierno cuya imagen más estereotipada la difundió el escritor Miquel Lor con la novela “Laura a la ciutat dels Sants”, escrita en 1931 y ambientada en Vic: un retrato pesimista de la zona, la imagen negativa del ambiente rural centrado en el viaje iniciático de Laura hacia su desarrollo personal.


Plazas y fisco

La primera parada recordó el cruce de caminos a la entrada o salida de Roda de Ter. En este lugar, en medio de aguanieve o granizo, ya se produjo otra recuperación de fuerzas. La diseminación por los bancos produjo concentración ante la bota de vino y los regalos de quienes son abuelos por segunda vez. Debía estar previsto el brindar como postre con varias tartas de Santiago en el Camí de Sant Jaume y moscatel. Dulces sabores para desearle lo mejor a abuelos y nietas.
Hubo detalles con buena señalización: se vieron flechas made in GRMANIA en el suelo para evitar pérdidas y sustanciosas conversaciones económicas. El grupo debía saber el estado fiscal de nuestra insignia a ojos de la inspección de Hacienda. Qué mejor que preguntar a una persona experta, que dedicó unos minutos a instruir al ignorante (que no defraudador). La profesional manifestó que a GRMANIA se le consideraría un sujeto pasivo. Y sin retenciones posibles. Estamos salvados con ese superávit que algunos quieren convertir en bonos para contribuir a salvar una puerta de Bankia. Y sobre sujetos pasivos, ya hay personas jubiladas y otras que tachan los días que les quedan siempre que no alarguen la fecha de entrada en la “edad dorada”. Aunque hay quien cree que mal le debe ir a un país si la gente con más experiencia y formación sólo tiene como ilusión pasar a la pasividad laboral.

Poemas

La monotonía del camino se vio alterada por plantas transformadoras de áridos, un restaurante camuflado con paredes cubiertas por hiedras, labradores y ganaderos a sus labores, alfombras de pelusa de los chopos, algunos ciclistas y poco más. Roda de Ter es, entre otras cosas, su puente sobre el río, fábricas textiles abandonadas, la Mare de Déu del Sòl del Pont, la pequeña iglesia donde rezaba Miquel Martí i Pol y los recuerdos de los versos de este inolvidable poeta. En la puerta eclesial estaba el anciano sacristán, amigo del poeta y de su hermano. Arengaba al caminante pontificando sobre que hay tres cosas invisibles en que hay que creer: el oxígeno, el cielo y Dios. ¡Palabra de sacristán! Pronto, la casa donde nació Martí i Pol. Una Grmana que iba de punta en blanco (pantalones de ese color ) aprovechó la puerta de la casa para sus menesteres con las botas, en un momento en que alguna cámara fotográfica perseguía la imagen de donde nació el poeta.

Taller de comunicación

Hubo otro momento sin duda memorable en al etapa. Quizá debido a las hormonas primaverales y a la pelusa de tanto árbol, unos sujetos se lanzaron a diseccionar algo que ocurre: imaginemos un acto público, conferencia o jornada en que hay ponentes que cobran sus buenos emolumentos, a veces a base de cansar al público con añejas y repetidas presentaciones. En un momento dado la organización del acto necesita a un ponente, moderador o figurante para completar el elenco. Según el grupo de caminantes expertos, suelen tener una lista de becarios de diferentes sexos, buenas personas inocentonas, gente que valen igual “para un roto como para un descosido”. Pero la diferencia es que no cobran. Estas almas cándidas prestan sus servicios para salvar la situación. Y aquí vino la disertación: ¿cómo hacer para que estas gentes de buena voluntad las tachen de la lista y nunca más la organización pueda recurrir a ellas? Fue tal el cúmulo de argumentos y tan contundentes que se evitan reproducir aquí: certeros, directos, descarnados, al grano, atacando a las interioridades, poniendo toda la carne en el asador. Quien se encuentre en esta situación, que recurra a la próxima edición del “Taller Disuasorio de Comunicación gratis”.

Razas

Con las ideas tan claras, otra foto de rigor en lo alto de un puente teñido del blanco de los chopos y, al fondo, Vic. Aquella “Ciutat dels Sants” hoy es un crisol de culturas, y más en un sábado con el popular mercado en la plaza principal. Una población variopinta con la que se han hecho experiencias educativas pioneras pero también donde ha calado el racismo más detestable. Beber agua en una fuente es encontrar inscripciones contra la segregación al lado de una Plataforma innombrable. Museos griegos, la Iglesia catedral, el entorno cultural Abat Oliba, palacio episcopal, el concierto de Mishima, un bar llamado La Terra que te recibía con la inscripción “un equip, un país, una terra” y las contradicciones de tantas pintadas que se resumían en el titular del diario gratuito “Osona”, que repartían en la Oficina de Atenció Ciutadana: “La manifestació contra el racisme divideix Vic”. Lo dicho.
Y ya que estamos en tierras de Martí i Pol, qué mejor que recordar los versos que hay en la puerta de su casa de Roda de Ter:

Visc en un poble petit,
en un país petit
i, tanmateix, vull que quedi ben clar
que això que escric ho escric per a tothom,
i que per a mi és com si el món sencer
girés entorn de l'eix dels meus poemes”
(Vivo en un pueblo pequeño, / en un país pequeño / y, también, quiero que quede bien claro / que esto que escribo lo escribo para todos, / y que para mí es como si el mundo entero / girara en torno al eje de mis poemas)

Terrassa, 3 de junio de 2012

Evaristo

martes, 1 de mayo de 2012

Camí de Sant Jaume, de Amer a Sant Esteve d'en Bas



Balcones primaverales con sorpresas


Grmanos y Grmanas


Una multitud sobre ruedas: la primera sorpresa de la jornada. Lo nunca visto. El apoteosis. El rasgarse las vestiduras si se echa la vista atrás. El ignorado número 30 (¿qué de qué?). La riada humana. Alguien con las neuronas aún bien lustrosas dijo que se iba a cambiar de parada inicial: de la dos a la uno. El sujeto alegaba que ya se empezaban a dar codazos para subir los primeros en la segunda parada. Pronto harán falta los “empujadores” oficiales del metro de Tokio. También se observaban veteranas parejas relegadas a filas posteriores por estar ocupado su puesto de toda la vida. ¿Dónde queda la simbiosis trasero-asiento, anatómicamente hablando? ¿Trasero o culo? De esta parte corporal hablaremos más tarde.

Balcones

La vía verde de por sí es una hendidura (término que leeréis otra vez más tarde) aún abierta para dejar que los 54km de antigua vía ferroviaria sirvan para el ocio. De Olot, a 440 metros de altura, hasta Girona, a 70 metros, el desnivel sorprende y aguza los sentidos...por si acaso. En la etapa del día de autos hubo que enfrentarse a la máxima altura de la ruta, el Coll d'en Bas, a 600 metros sobre el nivel del mar. Un buen balcón para cambiar de perspectiva y observar la inmensidad del valle d'en Bas, llamado “La Suiza de Cataluña” (naturalmente hablando).

Salir de Amer significó desperezarse, hacer los rituales calentamientos, ver restos de estaciones y muchos carteles informativos. Una ruta llena de paneles que, si la gran mayoría de caminantes apenas ven, los ciclistas ni se enteran. Mientras las piernas del primer turno se ponían a sus menesteres, el paisaje primaveral dejaba ver los pocos vestigios de viviendas, algunas de las cuales adornaban su bucolismo con animales rumiantes. Otras se erigían como símbolos de las nuevas tendencias arquitectónicas. En medio de la inmensidad aparecía una construcción parecida a las que optan a premios, que contrastaba con la de enfrente: la habitual de los campesinos de toda la vida. Una tenía carteles de videovigilancia, mención a alarmas conectadas no se sabe a dónde y con un muy peligroso perro. La otra parecía invitar a su visita: todo abierto, el perro ni se inmutaba, el payés a la puerta con un carretillo de comida para los animales. Cara de felicidad y con ganas de hablar. Contrasentidos del derecho a la propiedad.

Otra sorpresa la motivó el área de recreo que había antes de llegar a Les Planes d'Hostoles. Una estructura enorme de madera resguardaba mesas para el solaz reposo de caminantes que han de reponer fuerzas. Lavabos cerrados pero abiertos, un abrevadero y un columpio, donde un insigne atleta parecía revivir la infancia y se bamboleaba con salero y ritmo. De una mochila surgió uno de los manjares menos esperados y más sorprendentes, traído expresamente del lugar de origen: anacardos picantes de Sri Lanka. Pero, por contra, una de nuestras caminantes más ausente no encontró las gotas enervantes de alguna petaca caritativa.

Timbres

El silencio de estos parajes es uno de los grandes placeres. Escucharlo con intensidad te puede hacer entrar en conflicto contigo mismo si te tienes poca capacidad de aguante. Hoy los auriculares y demás tecnologías te evitan el a veces cansino oficio de pensar. El hablar sin parar con el grupo con el que vas puede ser un buen aliciente para la amistad en medio de tanto verdor.
Pero este camino, en dirección contraria (de bajada hacia Girona), puede ser también un peligro para los caminantes. Quién lo iba a decir que la ecológica bicicleta pudiera salir disparada hacia un transeúnte sólo por tres motivos: la velocidad inapropiada, el despiste del ciclista o bien la ausencia de un timbre. Sí, ese objeto que existe y debería ser contundente para avisar. Pues no. Ningún sonido en el campo. No molestar. El caminante y el ciclista están condenados a cederse el paso. De una forma o de otra.

Les Planes d'Hostoles es cruce de otras rutas de caminantes. Un enorme arco en la vía indica que el antiguo tren perdía altura aquí. Un pueblo que nació en torno a la iglesia de Sant Cristòfol, aunque la original la llenaron de bombas y la hicieron estallar durante la Guerra (in) Civil. Un pueblo con las el castillo d'Hostoles, del siglo XI. El pueblo también goza de edificio de atención a la salud (no sabemos cómo quedará de recortado ahora). De aquí al siguiente, por un camino tranquilo. Sant Feliu de Pallarols pronto quedó atrás, sin mencionar una de sus sorpresas: la figura del “Pescalluna” en una de sus orillas. Una de esas leyendas en torno a alguien que se queda prendado por la belleza de la luna y decide ir a pescarla. En este pueblo llaman “Pescalluna”a quien presume de grandes sueños e ilusiones. Otra sorpresa de la población es una ermita que debe ser muy visitada: la Mare de Déu de la Font de la Salut (con tantas carencias y problemas, seguro que no le faltarán visitas). Quizá sirva como ejemplo de esta figura de leyenda la realidad de un cartel: “Sector d'activitats econòmiques Pla de Llongafollia”, Sant Feliú de Pallarols”: no había signos de ninguna actividad económica.


Culos y monedas

Desde Sant Feliú hasta Sant Esteve, aparte de verificar que los nombres de las santidades siguen presentes por todos los sitios, hubo que enfrentarse a la más importante subida de la Ruta del Carrilet. El Coll d'En Bas representaba un esfuerzo para los ciclistas que venían en dirección contraria, algunos retorciéndose encima de las bicicletas mientras otros no acababan con la comodidad que conceden tantos piñones para esforzarse lo justo. O echar el pie a tierra y arriba nos vemos.
Mientras el esfuerzo ajeno llamaba la atención más que el propio, alguien dio a conocer la metodología adecuada para reforzar glúteos y zonas próximas. ¿La herramienta? Pon una moneda en la hendidura que separa las posaderas, trasero, culo, nalgas, ano, pandero, pompis, y sostenla con energía mientras caminas, a ser posible con bastones del modelo Nordicwalking. Aviso: en la hendidura, no en otras aperturas. Camina con energía, aligera el paso, sé veloz pero que nunca se te deslice la moneda ni se te caiga. Toda esa zona cambiará, los bajos adquirirán un alto valor añadido, con buena turgencia y tu tono muscular te dará un toque de distinción entre sexos iguales, complementarios u opuestos. Esta nueva metodología no precisa ni cuál debe ser el tamaño de la moneda ni a qué altura ponerla, ni qué hacer con ella después de su uso para tales menesteres.
Mientras la lección metodológica y competencial avanzaba, alguien con bastones más normales, de los de antes, adelantó al grupo de la teoría sobre la moneda. Pero pronto se apercibió que aquella pareja masculina usaban un instrumental distinto, más fino y juguetón, con movimientos acompasados y balanceantes, con artes variados que les permitían caminar con mucho salero y toques corporales diversos. Allí mismo recibieron la correspondiente lección.

Cultura y médicos con memoria

Al bajar el Coll d'En Bas, una nueva casa con amplios balcones mostró el centro de todas las miradas. No era el nuevo túnel que discurría por sus entrañas sino la perspectiva de la Suiza de Cataluña, antiguo vizcondado de Bas. Más abajo, viejas estaciones con terrazas que reconfortaban a trialeros bien pertrechados, encajonamientos en medio de la naturaleza y, pronto, Sant Esteve d'en Bas. Un pueblo que nació en torno a la iglesia de Sant Esteve, en el siglo XII, el punto de encuentro final entre los grupos variados de caminantes. Los primeros se les veía desorientados porque no encontraban ningún abrevadero donde echar algo al gaznate. Callejuelas, callejones, pasos entre calles que asoman a uno de los valles con el encanto de la variedad de olores y colores a lo largo del año.

Allí donde se esperaba a quienes venían al final, enfrente había una de esas sorpresas que suelen pasar desapercibidas: una casa humilde con una placa y este texto: “ Seu natal de la Fundació Moret i Marguí: memòries i llegats”. Allí nació uno de aquellos médicos preocupados por recoger las memorias, los legados y el material genético con el fin de guardarlo en un archivo, Jordi Moret i Marguí. Una de sus frases preferidas era: “ Quien sólo sabe medicina, ni tan solo medicina sabe” (frase que se puede aplicar a lo que se quiera).

Más abajo, otras culturas en un centro con ese título y traslado a Olot, donde se procedió a calmar la parte más corporal antes de recibir las ofrendas del día de Sant Jordi: una rosa para todos los públicos y también un libro que pretende acercarnos a una historia policíaca ,escrita por un gran autor teatral: “El juez y su verdugo”, de Friedrich Dürrenmatt, un insigne suizo, que vivó entre 1921 y 1990, y cuya casa es objeto de visita bajo el nombre “Centro Dürrenmatt” en Neuchâtel.

Antes de acabar con tantas sopresas por un camino primaveral, en una etapa llana pero abierta a ser descubierta por el punto de vista personal de cada caminante,un recuerdo a la memoria del médico Moret i Marguí con una de sus frases:

«Atrafegats per la materialitat del viure quotidià, oblidem sovint, dins el patrimoni de la història, els valors morals i els sacrificis dels nostres avantpassats»

("Ajetreados por el materialismo de la vida cotidiana, a menudo olvidamos, dentro del patrimonio de la historia, los valores morales y los sacrificios de nuestros antepasados")

Terrassa, 1 de mayo de 2012



Evaristo

domingo, 22 de abril de 2012

Camí de Sant Jaume, de Girona a Amer



I que, sóc gran” (Y qué, soy mayor)


Grmanos y Grmanas


A la salida de Girona, cuando se despedía una ciudad emblemática, admirable, bien situada, con reputación de buenas vidas, buenas costumbres y maneras modernas, se empezaba a instalar el populismo de las compras en este país, el eterno espacio para luchar contra las crisis o sobrevivir, el lugar donde se compra en plan barato el sucedáneo de la moda de los escaparates tipo boutique o grandes almacenes, el sitio con productos de procedencia diversa que también marcan tendencia, el bazar con intenso olor a churros y café con leche, donde el verbo de quien vende te incita comprar la moda popular, donde te animan a invertir en tí mismo, donde aún existen los piropos con finalidades comerciales, donde el 3x1 es más habitual que el 1x3. Los tubos y avances de las furgonetas anunciaban el gran mercadillo de los sábados en Girona. Lo ponían fuera de la ciudad, en el Parque de la Devesa, no siendo que afeara el rostro de la bien puntuada urbe. El Camí de Sant Jaume discurría por su ocasional territorio. Y allí, al viento, encima de las cabezas de los caminantes, ondeaba una camiseta con dos estampaciones: el reclamo visual del anverso “I que” se completaba con el reverso “sóc gran” como si pregonara a los cuatro viento que, a pesar de la edad, a pesar de hernias, resfriados, prótesis, operaciones y remedios diversos, por allí iba gente ya entrada en edades. “I que...sóc gran” un enunciado real que retrata con mucha honra a quien ya ha vivido unos cuantos años.


Vías

Atrás quedaba el mercadillo y delante el camino marcado sin pérdidas posibles. Los huertos preconizaban la primavera agrícola de la “gente grande” que buscaban un entretenimiento y una productividad a su tiempo de ocio. Flores en los árboles, tierras labradas y, en el aire, el fuerte olor a esa fábrica de una multinacional suiza, especializada en expresos y nespresos, desayunos diversos, de dudosa reputación en los países donde el precio del café y el caco es un arbitrio empresarial suyo, siempre a la baja... para el bolsillo de quien lo produce, claro.
La Vía Verde era un centro de peregrinación deportiva con muchas bicicletas, grupos bien pertrechados de máquinas y equipaciones de colores chillones que discurrían por donde antes había habido un tren. Vías de ferrocarril que ahora son verdes (eufemismos y polisemias como para pensar: la lengua tiene vida). Se la denominaba “Ruta del Carrilet” pero, como en este país algunos temas sexuales hay quien aún los debe acarrear sin resolver, qué mejor que hacer desaparecer el rabo de la letra “R” para que la originalidad más vulgar quede patente en todo el recorrido.
Antiguas estaciones de tren observaban cómo GRMANIA se disgregaba en varios grupos. Etapas a la carta que respetaban el ritmo y las fuerzas del personal, ahorraban tiempo al final y favorecían volver antes al destino final. En el fondo era un ensayo previo a las etapas del Camino de Santiago de este año en Semana Santa, entre Santo Domingo de la Calzada y Catrojeriz. Un camino ancho, sin dificultades, ideal para quienes se entraban para maratones.
La parada del gran grupo que hacía todo el recorrido, reponedora de fuerzas, sirvió para constatar una denuncia pública de quien se encarga de las botas: últimamente vuelven con más vino de la cuenta. De lo que se pueden efectuar deducciones saludables pero también renuncias a placeres revitalizantes. El comentario provocó que la bota no parara de circular. Y, también, eso es lo que se hizo después: seguir adelante al paso de cada uno. Bescanó (pueblo sinónimo de “Agua”, por donde pasa el Ter, hay acequias de agua y la isla de la Pilastra en el río, de 10 hectáreas y conocida con el nombre de la “devesa del Gegant”), Bonmatí (con un albergue para peregrinos), Anglès, Pladevall, la Cellera de Ter (al pie de la montaña de Puigdefrou, de 843 m.), estación de El Pasteral (con los pantanos de Sau y Susqueda cerca), Amer. Algunos ya eran pueblos conocidos por celebrar ágapes navideños, como Anglès. También, direcciones a pie desconocidas por las fuerzas de seguridad, ante preguntas para buscar la orientación correcta. Otros, como Amer, final de etapa, sorprendían por tener un monasterio del siglo X (en torno al cual se construyó el núcleo urbano) y una de las plazas mayores más grandes de Catalunya, un buen lugar para sentarse en una terraza al sol, ver pasar el tiempo y la vida mientras se descubre el fondo de una jarra de cerveza y se idealiza con la utopía de estar los lunes, los martes, los miércoles ...así, al sol.
Ademas, según cuentan quienes saben, la plaza mayor era el lugar donde se centralizaba un importante mercado y, ahora, cada 16 de agosto, por la fiesta mayor, se baila una sardana única en Catalunya, la Sardana del Alcalde, en forma de espiral abierta y presidida por el edil.
Una vez acabada la etapa, hubo ciertas apreciaciones que nunca se habían visto hasta hoy en un pueblo: en Amer tienen un desfibrilador en la calle, a disposición del público (esperemos que sea de poso uso), muy cercano al hogar de jubilados, Llar de Jubilats Sant MIquel (¿coincidencia?) y a una escultura cuya base es una fuente, el “Monument al Músic, homenatge als músics d'Amer, 8-XI-1975, Josep Bosch i Puy (Piculives), 1937-1998”. Aquí también había una tienda regentada por población oriental, como si fuera una variante más del comercio barato iniciado en los mercadillos.

Músicas

Los casi 27 km recorridos (26,680km según las máquinas), en 5 horas y 30 minutos, a 4,8 km la hora, acabaron en el abundante refrigerio del mediodía y en el camino y siesta de vuelta. Los músicos de Amer quizá se levantarían de sus tumbas si hubieran estado atentos a las melodías y letras con las que el conductor amenizó el viaje. Parecían una versión de hermanamiento autonómico en plan retro, con reflexiones como éstas en sus elaborados libretos: “Quiero beber de tu boca que me hizo renacer”, “Sabor a café es el sabor de tu piel”, “Quiero hacerle el amor al compás de la marea, sabor a café es el sabor de tu ser”, “Tengo que aprender a conformarme con lo que la vida me da”, “Volver a empezar de cero contigo o sin ti en nada estoy aquí”, “..y te diré hasta la muerte guapa, guapa y guapa”. Y otros temas tipo “Cocidito Madrileño”, “La Santa Espina”, “Verdes como el trigo verde”, “Cuando vienes a Madrid”, “La Zarzamora”. Chotis, pasodobles, sardanas y similares preconizaban un necesario y urgente entendimiento entre todos, a pesar de los pesares. Habrá que acudir a estos símbolos inmortales para salir de la crisis...¡con ilusión!


Al fin y al cabo, qué razón tenía la camiseta del mercadillo:
¡I que, sóc gran!”.




Terrassa, 6 de abril de 2012



Evaristo

domingo, 12 de febrero de 2012

Camí de Sant Jaume, de Santa Llogaia d'Àlguema a Viladasens


Alta tensión con afectos secundarios




GRmanos y GRmanas



GRMANIA no para. La prueba son la cantidad de correos que quedan en esa notaría virtual que es Internet, donde los actos de homenajes y las comidas previstas provocan cruces de mensajes, propuestas, rutas alternativas, todas convergentes en un buen yantar con buenos brebajes etílicos. La cuestión es no parar, aunque a veces no quede más remedio que pensar en voz alta en la suerte que casi todas las personas de GRMANIA tienen con el tema laboral. Aunque la fiesta de cada uno va por dentro, todo no sería igual si los actuales dramas de más de cinco millones de parados (excluyendo trabajo sumergido y el pillaje habitual de este país) se montaran en nuestro autocar. Sin amargarle el dulce a nadie, y menos transmitiros todas las neuras propias, quizá habría que pensar en la suerte que tenemos de hablar de todo, del ji-ji-ja-ja, cuando casi todos sabemos que cobraremos (“de momento”) al final de mes, que en los domicilios hay comida, que se puede pagar la hipoteca o ya está pagada y que llegar a final de mes “de momento” está asegurado. La realidad es muy cruda entre amplias capas de la población que no tienen ni lo más mínimo, ni saben qué le darán de comer a la familia. Uno a menudo piensa en esto cuando ve nuestro autocar y las caras de felicidad de quienes “de momento” tenemos la vida resuelta y el disfrute es una finalidad muy decente. Pero también en este grupo hay personas (o hijos/hijas) que cobran una miseria por un trabajo muy digno, personas paradas o con pocas perspectivas de futuro, pero que luchan con orgullo y se forman. Va por ellas porque la heroicidad la viven en su propia piel.

En este sin parar, el pasado 21 de enero se afrontó una etapa más por las llanuras de l'Empordà marcadas por el frío propio de la época y por los dilemas que aún crea la línea de alta tensión o MAT. Pintadas antiguas recordaban el tema por las paredes de los pueblos, aunque se desconoce si quien se queda sin luz a menudo está de acuerdo o no. El frío inicial se combatió con procacidades y comentarios diversos, un compendio de imitaciones de varias tertulias televisivas pero sin emolumentos añadidos. No cabe duda que las palabras, los giros lingüísticos y los matices verbales enriquecen conversaciones con diversos sentidos. En esta ocasión, el grupo viajero procedente de tierras australes recordó más tarde algunos americanismos del español dignos de publicación. La cosa dio para reír y descubrir cómo las procacidades del uso demuestran el desuso de otras acepciones. El fútbol da para mucho, con matices derivados de rivalidades ancestrales. Y el caso del crucero italiano encallado suscitó risas y quizá ironías de un pueblo hermano al que nos parecemos tanto en desorden e improvisación sobre la marcha. “La moldava se amoldaba al capitán”: frase precursora de posteriores poesías de quien permanecía “tapado” y descubrió sus creaciones líricas días después. “El capitán cayó desde catorce pisos y se amoldó a un bote salvavidas sin un rasguño”.
Estábamos en el norte pero se miraba el sur: los australes citaban merluzas negras, corderos al espetón, masas heladas que se mueven, perros como llamas, y la “despampanante” Pampa. Menos mal que siempre nos quedan las postales fotográficas del maestro y del discípulo. Las riquezas lingüísticas siguieron.


Corredores desbocados

El inicio en Santa Llogaia d'Àlguema fue tranquilo hasta para los inquietos atletas. Hubo acuerdo de no salir en estampida hasta la recuperación de fuerzas del desayuno. El pacto se cumplió, con una reserva de tanta adrenalina que, después, todo discurrió con cierto libre albedrío. Pronto apareció Borrassà, un pueblo a 73 metros de altura que sorprendió con el curioso nombre de su plaza de entrada: la plaça de la Geometria. Gente mayor que se sorprendía y preguntaba por tamaño grupo a aquellas horas. Campos sin heladas, grises e invernales con granjas de cerdos y siembras de nabos, producto alimenticio animal que originó entre algún miembro (masculino, por supuesto) imaginaciones lingüísticas de supuestas ninfómanas. Delante del sembrado se efectuó una parada con destino a Pontós, a la plaça Sant Martí. Nada de exigencias físicas, más allá del trote habitual.
El río La Muga y sus afluentes acompañan en todo el recorrido. Estamos en zonas con vestigios del siglo VI a. de C e ibéricos, como el de Pontós, con una sola entidad dedicada a la caza, y un curioso nombre, quizá pensando en las víctimas: “Associació de Caça Bon Repòs”. Y, nunca mejor dicho, pausa para el reposo del caminante y la preparación de los atletas. Ya no había quien los contuviera y en este pueblo comenzaron también las tensiones entre quienes no llevaban los puntos del camino en las herramientas digitales. La estampida se preparaba y la primera escaramuza también.
Al amparo de la iglesia del pueblo se procedió al acondicionamiento de fuerzas y de indumentarias. Abajo, en la otra plaza más grande, se recordaba en un pasquín un concurso de poesía, medio tapado por una furgoneta que vendía pescado. Ya mismo los corredores y la corredora iniciaron un camino en dirección contraria. Subida, bajada y subida para preguntarse qué hacemos aquí. Y el recuerdo a otro miembro convaleciente que seguro se hubiera añadido a la pérdida. Los teléfonos móviles ayudaron a deshacer el entuerto, regresar al punto de origen y orientarse.


Huellas

Nadie sabe la cantidad de huellas que se siguieron. Más imaginarias que reales, se veían pisadas donde no había. Se decía de seguir una vía del tren y ésta no aparecía, se hablaba de dejarla a un lado y uno estaba en el contrario. Perdidos pero riéndose sin parar ante el infortunio momentáneo. Daban señales de una iglesia al fondo pero se veían dos. Una carretera y quedaba lejos. Un camino por donde se adivinaban pisadas, pero con un charco enorme, rematado por un árbol cruzado. Insistencia de que por allí habían pasado. Pero no había vía. Al final, trote cochinero (había granjas) y la carretera nacional como guía. Enormes camiones que pitaban. Con la fama que tienen algunos conductores, debían pensar: “¿Qué hacen cuatro hombres con una mujer corriendo? ¿Qué tiene esta mujer para que hasta cuatro hombres la acompañen a esa velocidad?”
Orientados ya, el destino que se preveía era el de la risa, la chirigota y el cachondeo merecido por salir tan deprisa para llegar tan tarde. Así fuimos recibidos pero en un ambiente de duda ante el paso de un río. Vadearlo descalzos o seguir el camino correcto por el puente. Intrépidos zapadores arrastraban troncos para sortear un paso estrecho pero profundo. Quienes se atrevieron, probaron a ajustar los pies a tanta piedra menuda y a resistir el frío. Risas contenidas, rechinar de dientes, tengo que aguantar el frío, soy capaz, queda poco, ya está pero con los pies helados.
Reagrupación en Bàscara, al lado de la carretera. Sello original en un bar y a seguir. Un pueblo surcado por una carretera nacional que espera sacarla al exterior del municipio. No hubo tiempo para ver más que camiones donde antes paraban las diligencias de ida y vuelta a Francia, sortear un semáforo de paso e ignorar varias iglesias, el parc de la Resclosa o las murallas. Los del atletismo, otra salida en falso y van.... En dirección contraria nada más proseguir. No tienen remedio. Menos mal que la llanura ayudaba y pronto se disfrutó de suaves subidas y bajadas entre barro, charcos y suave brisa que conduciría hasta el final.
En Orriols el público estaba expectante ante aquel personal. El núcleo antiguo te hacía pasar por un arco que dejaba ver al fondo el final. Ya sin dificultades pronto apareció Viladasens, en la comarca del Gironès, con más granjas de cerdos y la carretera de vuelta al lado. Este pueblo, de 200 habitantes, ofrecía zona de instalaciones deportivas a 96 metros de altitud y un bar restaurante que acogió a la avanzadilla. Un señor mayor se asustó cuando se enteró de la expedición caminante procedente de cerca de Figueres. Se preguntó a qué venía eso, con la cantidad de vehículos que hay hoy día. No parecía muy devoto de Sant Jaume.
El restaurante Can Lladó creó muchos afectos. Inicialmente fueron las cervezas de los primeros. Luego, las atenciones de aquel personal de procedencias diversas y el lío que se hacían a la hora de servir. Y también la apertura del reservado para acoger al peregrinaje de GRMANIA. Cuando el grueso del grupo llegó, aquello empezó a caldearse.


Americanismos

Las bebidas y el bienestar estomacal comenzaron a producir los efectos deseados. La lengua dio lugar a profundizar en los matices semánticos de tantas palabras que cambian de significado cuando se usan en América Latina. Los procedentes del sur traían su bagaje cultural, que se completó con mucha verborrea sui géneris. Seguimos con esos afectos al buen gusto verbal, aunque las excepciones malsonantes pudieran ser fruto de la falta de conocimiento de las palabras allá o no tener a mano obras de María Moliner o a Fernando Lázaro Carreter. Un titular de un periódico de Chile, comentada la semana anterior en una radio y también repetida aquí fue el siguiente: “Un coño saca la polla” ( o sea, a un español le toca la lotería). Qué decir de cogidas diversas y de significados peculiares de cacho, cachucha, chingar, chocante, concha, cuca, perra, pendejo, quesillo, tirar o zanahoria (salid de dudas en este Wikcionario)
Pero como no solo de palabras se vive, nuestros caminantes desplazados al cono sur nos sorprendieron con los típicos alfajores Havanna, importados de aquellas tierras. Un detalla con mucho afecto.

Y, para acabar, una opinable frase de esas que multiplican su efecto en Twitter:

Los satisfechos, los felices, no aman; se duermen en la costumbre”

Terrassa, 12 de febrero de 2012