domingo, 21 de junio de 2009

Etapa 23 del GR1, entre el Noguera Pallaresa i Corçà

Casi nos pasa de todo


Grmanos y Grmanas



La última etapa de la temporada fue “un regalo”. Pocas veces como en esta ocasión GRMANIA se atrevió a tanto y caminó tan poco. No obstante los deportes de aventura estuvieron al alcance de la mano, con o sin ruedas, con o sin agua. Y por poco un grupo hace bajada en caída motorizada. Menos mal que lo que no fueron kilómetros se completaron con suculentas informaciones muy reservadas, continuación de las iniciadas en la etapa anterior. Pasen y lean.

Novedades blancas

Las personas que se quedaron en casa, que fueron muchas, se perdieron grandes descargas de adrenalina y nunca disfrutarán del placer de la incógnita de la busqueda del tiempo perdido por la avería de un carruaje. Las del alba serían cuando el de los anillos nos presenta a su Dulcinea: un vehículo de 50 plazas, de un blanco inmaculado que esconde 11 años de atascos por Madrid y que, en una semana de estancia en Cataluña, se presentó en sociedad dinamitando el motor de arranque. Pero eso se descubrió más tarde. Amplitud aparente, muecas de alegría del conductor y sonrisas de complicidad.

Desvío a la izquierda

La capital de La Noguera, Balaguer, quedó a un lado en medio de campos aún verdes y las típicas fragancias de los animales de la zona. Hubo que girar a la izquierda y aquí empezó uno de los capítulos de la aventura. El embrague avisó con su típico olor a chamusquina que nos iba a dar una alegría. Tanto fijarse en blanco vehículo, en el anillado conductor e ignorar la existencia de esta pieza. Pues no. Me quemo y se acabó. Y en éstas se produce un continuo mete-saca del jefe: velocidad adentro y afuera. Pero no había empuje. O sea, la cosa no avanzaba. Operación repetida hasta la saciedad. Que no. Mientras, la cara del buenhombre se torcía y empezaba a jurar para sus adentros. Ya sin solución aparente, llamó a los mecánicos que tenía en los boxes de Terrassa y le prometieron un vehículo de cortesía. Señaliza bien en varios metros a la redonda, siempre jurando en arameo, y, en lontananza, aparece un coche de las autoridades del uniforme, versión país catalán.
La conversación no se oyó pero alguien se ofreció a traducir las palabras: decía con él les hablaría con esa fluidez y claridad que le caracteriza, con esas aspiraciones de letras y con esa dicción muy respetable, mientras ellos se afanarían en los dictados del conseller Saura: tomarle declaración en la lengua de Pompeu Fabra. O sea, un cruce de lenguas que no evitaría las dos horas de espera. Otra mente muy bien pensante pronosticó que la cosa no pasaria a mayores. Intuyó que a aquellas horas la autoridad ya había reservado un abundante desayuno a la brasa en algún sitio y, por trámites de circulación, no se podía enfriar. Con lo que dejaron a nuestro estimado más solo que la una...y jurando su suerte.

Alivio

El tiempo que sed ebía invertir en la espera se dedicó a buscar un paraje para atender los placeres del estómago. Hasta llegar al lugar hubo quienes cazaron grillos, alguien encontró un ave muerta (el mismo de quien descubrieron después que para su primera comunión le regalaron una boina con pico y tamaño enfado aún le dura). Al lado de unas grandes balas de paja se relajó la espera con botas, manchas de vino en la camiseta y alguien que decía que la nicotina engrasa los ejes de las neuronas. Por eso en la comida y paella final los puros con nostalgias castristas de gran calidad y precio ejercen una gran labor terapéutica entre sus incondicionales.

Plan B

Invertidas dos horas en la espera y en los condumios, en lontananza apareció otra diligencia con el servicio de asistencia mecánica. Traspaso de bolsas y la ruta siguió hacia un supuesto punto de salida. La subida prevista se resolvió sobre ruedas. Por tanto, el camino quedaba expedito para bordear Àger, observar desde dónde dónde se lanza tanto parapente, ver su elevada iglesia e imaginar cómo viviría en este pueblo Gaspar de Portolà, gobernador de California entre 1767 y 1770, y fundador de San Diego y Monterrey.
Como que la dificultad era relativa, la llegada del trozo caminando hasta Âger transcurrió sin problemas, mojada en la parte final. Pero allí estaba la carpa de un cámping. Representó el gran paragüas salvador de la exigua multitud. Al lado, el autocar. Y dudas. Qué hacer. Ideas: acabar aquí la etapa, llegar hasta Corçà al bar habitual, llegar a Corçà e ir a pie a La Pertusa, ir corriendo desde Àger a Corçà.
La solución fue salomónica: el grupo más lanzado fue al trote y el resto en autocar.



A contracorriente


Lo nunca visto. Increíble. Para recordar. Alguien iba dormido al final y, cuando despertó se encontró con un autocar que se adentraba en el estecho de Mont-Rebei. Lo imposible ahí. Carretera estrecha para un vehículo y por allí se desplazaba el autocar. Las ramas dibujaron rayas en la carrocería. Las ruedas traseras pegaban en los lados al tomar una curva. Nadie vino de frente para que hubiera áun más aventura, Y todo por confundir un aparcamiento con otro o por la comodidad de aproximarse al máximo. La Pertusa fue el destino conquistado por algunos mientras el peligro acechaba.
Marcha atrás hasta encontrar un espacio donde dar la vuelta. Autocar en pendiente, al borde del precipicio. Marcha atrás. No entra. El vehículo avanza. Tres espectadores en primera fila. De nuevo. marcha atrás. El autocar, para adelante. Otra vez parada. Vuelta a intentarlo. Ya a un palmo del precipicio. Las caras, de cera. Al tercer intento responde la máquina, las ruedas traseras dejan su traza en la tierra blanda pero se sale. Por poco se puede contar la terrible experiencia. Sin duda, el momento más peligroso e inolvidable para tres personas del grupo. Algo evitable e incomprensible. Como para tener en cuenta. La Pertusa en autocar no vale tamaño peligro.

Segundo capítulo

El dueño del bar de Corçà debió anotar los datos del conductor para sus anales. Alucinaba ante tamaña irresponsabilidad. Pero sirvió las cervezas y, quien no vivió la experiencia, como si ésta no hubiera existido.
Menos mal que la sabiduría no tiene límites y menos en temas sexuales.
Al acabar el ágape, este plumilla fue ampliamente documentado por quien de esto sabe. Se trataba de completar el dossier sobre la salud sexual de personas que se mueven en una franja de edad parecida al público de GRMANIA.

Primer filtro

Si en el capítulo anterior se trató el tema hombres, se ha de hacer honor a la conquista de la igualdad de sexos (y nunca mejor dicho). Pero la publicación del estudio tiene ciertos peligros. Lo más fácil hubiera sido la censura. Como hoy con Internet no se consigue tapar nada (mirad a Berlusconi y sus destapadas velinas), el informe se va a publicar pero con filtros. Aprovechemos Internet para que cada uno lea lo que quiera, avance, se quede, se autocensure. Pero que nadie acuse al mensajero de no haber advertido. (Si quieres y te atreves, pasa aquí abajo al segundo filtro bajo tu responsabilidad)

Al final de todo, amigo o amiga, además de desearte lo mejor hasta la próxima temporada, recuerda lo que decía aquel clásico:

“ La realidad es invisible”

Terrassa, 18 de junio de 2009



Segundo filtro

El sexo, tal cual: una realidad que nos persigue

La tercera juventud de la población cada vez dura más. Pero la edad también hace mella entre las personas adultas. La dureza y consistencia corporal se torna flacidez con impedimentos diversos, mejor o peor disimulados.
Las modas y los personajes famosos provocan a menudo toques de extrema juventud o falsas adolescencias entre franjas de edad con muchos tintes en sus canas. No hace falta recurrir a las “velinas” berlusconianas o a las amazonas gadafianas, ni a los efebos para consuelo de algunos tonsurados o damas aún de buen ver. La realidad nos persigue hasta en esas zonas medias del cuerpo con las que no hace tanto se afirmaba la potencia, la prepotencia o la capacidad de engendrar, procrear y conseguir que haya más placer general o más personal en el redil.
Ante tantos bulos como circulan, mejunges variados para elevar las potencias vía correo electrónico y toques de viagras o cremas diversas, se impone la humildad, hacer una genuflexión ante las autoridades médicas y oír su oráculo para salir de dudas.
Como estos temas, en la niñez, gozaban del interrogante lascivo dado por la calificación moral del momento, ahora quizá haya que cubrirlos también con un velo para no herir adultas sensibilidades. No tanto debido a pensamientos adolescentes sino porque cuesta oír la crudeza de la medicina más contrastada. Por temor, quizá, a sentirse retratados.
Si, llegados a este punto, los esquemas mentales se cree que no digerirán bien las investigaciones médicas, ante el temor a sentir fotografiados los bajos como si de un daguerrotipo se tratara, mejor es dejarlo. Que nadie muestre sus vergüenzas en público. Pero que tampoco nadie se avergüence de la publicación de esa realidad que, con la edad, nos persigue.
Si lo tienes claro, clica y enfréntate al estudio más completo sobre el funcionamiento de la sexualidad en esa franja de la vida en que, más pronto o más tarde, a todos nos pasará por la piedra. Si no lo tienes claro, no avances más, apaga y vámonos,

Tercer filtro

Sexo ni puro ni duro

Para evitar suspicacias, los datos que vienen a continuación están avalados por mentes con muchos sexo dentro. O sea, estudiosos que se han dedicado (en alma seguro que sí, en cuerpo quizá también) a profundizar en los misterios de esas glándulas que manda la cabeza pero que a veces se dejan llevar ellas solas.
Lo que viene a continuación es palabra de Becker, Judith V y Kavoussi y de Richard J. Todos los anteriores se completan con eminencias tales como Talbot, JA, Hales, RE y Youdofsky de The Americab Psychiatric Press (Chicago-USA), quienes, en su “Tratado de Pisquiatría” reflejaron lo que corre por dentro cuando alguien cree que el placer mencionado no tiene trasfondo. Todos ayudados por Kaplan y Sadock, que escribieron otro “Tratado de Psiquiatría”, de William &Wilkins, Baltimore, Maryland (USA).
Con tanta materia gris desplegada en tamañas investigaciones psiquiátricas, este Grmano ha tenido que acudir a su traductor particular para descifrar estos temas. Además de repartir cohibas castristas y desmenuzar placeres gastronómicos, el psiquiatra J. A. se ofreció a poner “en roman paladino” tanto estudio y responder a la eterna pregunta: “ A esta edad, ¿qué me pasa, doctor?”. Para no ser acusado de plagio, este plumilla hace las veces de psiquiatra y paciente y os lo explica así:

“Pues mira, Grmano, el otro día te sorprendí con una estadística que podía causar estragos entre la masculinidad de GRMANIA. Y cuál no sería mi sorpresa que os veo hoy escrutando (palabra que no se relaciona con escroto) palabras, maneras y comportamientos del personal. Aunque somos pocos en esta etapa, parece ser que ya hay serios aspirantes a situarse entre los 8 que nos tocan con la d. e. (no digo la disfunción por temor a que alguien se moleste en sus entrañas: ya los ha habido y se piden disculpas). Y también están fichados los tres presentes en el carruaje que se les aprecian formas muy normales en otros pero ocultas en estos.
Me solicitaste los estudios femeninos. Te dije que eran igual de crudos que los masculinos. Como psiquiatra que soy, creo que hace más daño no ver la realidad que conocerla. Pero, por si acaso, establezcamos el

Cuarto filtro o barrera.

Quien se la salte, que abra los ojos, discuta, se informe y si encuentra algo mejor.... no siga leyendo.

Pues bien, en estas franjas de edad, tres de cada diez mujeres adultas padecen “fr..g..d.ed”. Para quien no deletree o entienda mejor los términos médicos: “anorgasmia”. Es imposible creer algunas aberraciones de ciertas mentes que traducen esto a lo bestia. Hasta deberían acudir a algún psiquiatra quienes piensen en...... (no, las barbaridades mejor no decirlas....bueno, no censuremos) o sea, quienes interpreten como una tragedia que, si de cada 10 cuatro ni lo intentan y, se supone que de las que lo intentan, de cada 10, tres no lo consiguen, dicen esos depravados mentales: “apaga y vámonos”. Tamaño juicio nunca lo dirían esas eminencias anteriores, las cuales ayudarían siempre a hombres y mujeres a interpretarse.
Claro que, entre la psiquiatría, ya encasillan también a aquellos varones que no se conforman sólo con descubrir tantos hombres diferentes como hay entre los de su especie. Algunos van más allá y se sienten pecadores en el diván del psiquiatra. A menudo se oyen flagelarse ante el experto así: “sólo pensamos en lo mismo y es verdad; somos unos salidos, y es verdad; y somos unos bocazas, y también es verdad”.
Siguiendo con la cruda realidad, aquí se impone el

Quinto filtro o barrera

Dejamos a un lado la singularidad masculina y pasamos a la traducción de los sesudos estudios de arriba, avalados por tratados y cerebrines varias, entre el público femenino, en una muestra de 19 mujeres de edades ya conocidas (todo según americanos made in USA). La estadística es temible, la gran mentira una vez más, qué duda cabe (¡a la hoguera con ella!, y más si no nos gusta): 5,7 mujeres serían fr..g...as ( o sea, 5 de hecho y una que finge muy bien) (¡a la hoguera otra vez!); las autoridades en la materia han profundizado en el deseo sexual inhibido: 7,6 es la cifra, interpretada como que 7 que nada y una que se esfuerza (estas crudas cifras antes no aparecían ni en La Codorniz o el Hermano Lobo, y mira ahora: primero los hombres y después las mujeres, ambos retratados: eso pasará en USA, ¿dónde sino?) Profundizan también en el lesbianismo y ellas y ellos (o sea, los autores USA de los manuales) dicen que son 3,8: tres declaradas y una a punto de declararse.

En resumen
Que no, que no puede ser verdad. Cómo entender que, entre tanta jovialidad, deportividad, actividad, amabilidad, si aplicamos tales baremos, de 38 personas sólo habría 8 que, bueno, se comportarían de otra manera. Pero sólo de momento y hasta que no salga a la luz algún otro estudio en que les haga ser iguales que los demás. Porque, como decía aquel sabio, “la realidad es invisible”.