viernes, 3 de marzo de 2023

Etapa 3 del GR-92, entre Cadaqués i Roses

  

Sin adjetivos por la costa

 

Los primeros tramos recorridos del GR 92 o camino del Mediterráneo, entre Portbou y Roses, desde el primer momento  consumieron todos los adjetivos  posibles para describir la visualización del territorio al alcance de los ojos y de los pies. Si ya no quedaba casi ninguno por utilizar, la actual etapa entre Cadaqués y Roses exigió un rebobinado del diccionario para poder efectuar una aproximación comunicativa de la película,  o más bien documental. No, no había más adjetivos. El silencio era el mejor aditivo para interiorizar paisajes y perfiles de este litoral mediterráneo,   sin manifestaciones evidentes. Los contornos del Cap de Creus regalaban caminos de lujo, un saliente costero al que se le podría referir aquella frase que el poeta chileno Pablo Neruda dijo sobre la Antártida: Allí termina todo y no termina: allí comienza todo.  ¡Qué lujo de naturaleza al borde del mar! ¡Qué transiciones hacia ladrillos residenciales y qué efectos en la costa! (y más en quien vendió terrenos, construyó y vendió al mejor postor). 

 

Misceláneas

De entrada, hubo llamadas al orden en la primera parada del autocar. El silencio urbano en los entornos era perturbado por quien a aquellas horas tan madrugadoras ya afilaba la garganta y su voz debía resonar en los tímpanos del vecindario que se supone que dormía. Mientras el hablar en voz alta se está perdiendo (también por educación y privacidad) excepto en algunas profesiones, en momentos de enfado, en espectáculos o debido a la efusividad por motivos diversos, se impone el mensaje de voz en el móvil, el miedo juvenil a mantener una conversación en directo (presencial o virtual) y ese encerrarse en uno mismo con el cerebro sometido a auriculares diversos. O al choque con cualquiera por la calle por estar pendientes de los modernos grilletes que nos aprisionan todo el día y que solo se mueven con nosotros, llamados teléfonos móviles, relojes inteligentes y demás cachivaches.

Una etapa de 21 km, el carnaval de por medio, los condicionantes físicos personales y los viajes diversos ocasionaron una merma de personal. Alguien decía que cuando trabajaba tenía la ilusión de que llegara el sábado con convocatoria de etapa de GR para dejarlo todo y acudir. Hoy con la jubilación las prioridades parece que ya son otras y a veces el GR desescala en la parrilla de prioridades. También es verdad que existe la conciencia tan realista de que, jubilados,  ya no seremos capaces de leerlo todo, llevar a cabo tantos planes previstos para la jubilación, recorrer varios mundos a la vez ni ser ubicuos, o andar por todos los senderos.

Mientras, explicaciones de cómo queda la ingeniería financiera por si Hacienda nos pisara los talones, disertaciones sobre el bótox, los dulces granadinos llamados Piononos,  los beneficios del trabajo de  la energía primordial con el kundalini, gentes que recorren municipios a pie sin parar y esos consejos de quien cada día ha de salir de casa para recargar las baterías mientras ve amanecer. Otros se inclinan por los atardeceres y, en medio de ambas posibilidades, discurre el día a día.

El amanecer se presentaba en el recorrido. La luz, la línea de sol, campos helados y árboles transparentes que dejaban traspasar el horizonte. Chopos y manzanos denominación de origen Girona o Empordà. Mientras,  el transporte por carretera era casi la única compañía rodante. 

 

Aproximaciones

En el recorrido, el puerto de los millones de fotos, Port Alguer de Cadaqués, por detrás de la playa de Llané hacia un camino antiguo a cala Jóncols. Subida hasta el collado cercano al Puig d’en Manyana, a 250 metros de altura, el punto más elevado de la etapa. Más arriba la central de comunicaciones del Pení, a 607 metros, la cima del parque natural del Cap de Creus. Contornos bien dibujados de la bahía, indicadores de caminos. Restos de construcciones antiguas, algunas rehabilitadas que llamaban la atención, como el Mas d’en Baltre, con restos de corrales, dos piedras de molino a la vista y todo construido con piedra seca. Situación,  a 210 metros de altura, cerca del barranco del Torrent Bo. Allí estaba una construcción llamada La Barraca, aún en pie, el principio de otros accidentes geográficos en entornos únicos. Dentro del Parc Natural del Cap de Creus: cap de Norfeu, calas sinfín y los cruces de caminos mostraban áreas industriales en los alrededores de Figueres, con la nueva macroestructura de Amazon (y el cierre conflictivo de Martorelles), almacenes y polígonos que iban ocupando los campos de cultivo. 

Más allá, Castelló d’Empúries y alrededores. Almacenes, muchas náuticas y otras curiosidades para servir a la Venecia catalana, Empuriabrava. La urbanización, que es la marina residencial más importante de Europa, con 24 km de canales navegables. Y, ¿qué se cuece dentro? Historia: marqueses, empresarios que en 1964 invadieron marismas y entornos naturales para llevar a cabo su proyecto en 1967,  inspirado en Florida, a imitación de Venecia. Gran éxito de ventas en Alemania, playa, colegio, instituto, biblioteca, aeródromo y periódicas noticias en las páginas de sucesos. 

“Hola Roses” es el letrero de bienvenida a esta población, en una línea continuista de ladrillo para todo tipo de finalidades. Hasta que la carretera de acceso a Cadaqués se enfila entre olivos, recuperación de viñas, casas encaladas y palmeras que recuerdan algunos pasados turbios. ¿Cuáles? 

Alguien recordó el contenido y el impacto del programa de “Sense Ficció” de  TV3 (14/2/2023) titulado “Negrers. La Catalunya esclavista” (enlace incluido). En 55 minutos se resumía una realidad, repetida en otras zonas del Estado, pero aquí potenciada por la concentración burguesa de quienes construyeron espacios de alto prestigio con sangre esclava. Negreros, indianos, empresarios y demás personal. El GR 92 recorre o pasa cerca de muchos espacios manchados por aquella sangre, zonas costeras o aledañas. 

Por tanto y hasta ahora, en este GR ha habido más memoria histórica: artistas de todo tipo, faranduleros, huida de republicanos por efecto del franquismo, búnkeres no visitados como en La Falconera, maquis, guerrilleros, personajes históricos, negreros e indianos. 

En medio de estos contextos, Cadaqués se asomaba de nuevo, con el glamour, la magia, la belleza de postal de las imágenes matinales, los perfiles costeros, los nombres de establecimientos  con acepciones a épocas y personas, aquella escultura humana desnuda en la terraza, los históricos bares Boia y Marítim (citados en la crónica de la anterior etapa) a pie de playa. 

Aún sin adjetivos por la costa.

Queda dicho en las líneas anteriores que el  GR 92 ascendía y el paisaje ganaba perspectiva mientras los cuerpos tomaban temperatura, las ropas sobraban y la supuesta fila no era tal sino una extensión de personal que adaptaba los músculos a las fuerzas y al terreno. Asomaban los primeros paseantes de perros, bicicletas y gentes que entrenaban duro por perfiles exigentes. 

Poco a poco, hora del reloj estomacal para efectuar la primera parada en el coll de la Cruilla. Allí hubo que guiar con seguridad y aplomo a personas de otras nacionalidades, saludar a fondistas sudorosos que bajaban a tope, grupos de ciclistas que seguían la amplia pista y todo pensando en la cuestión:   comer o no comer. 

El receso sirvió para liberar la mente mientras el apetito se saciaba. En esta etapa estuvieron muy presentes algunos elementos que, aun repetidos, nunca pasan desapercibidos. Cafés, tés, libaciones de alta graduación y la incorporación de éxito esta temporada: los roscos de fabricación casera de un muy culinario grmano. En su obrador casero amasa harinas a las que incorpora también toques personales, fórmulas  que crean cierta adicción. La prueba es que siempre vuelve con la caja vacía. Una oportunidad que sirve para que parejas y seres aparentemente solitarios proclamen en público  que vienen a las etapas a comerse un rosco. 

 

Contrastes

La bajada hacia cala Jóncols obligó a atender a un camino tortuoso entre olivos, pequeñas construcciones estivales de difícil acceso e incógnitas sobre si habría gente allá abajo o no. Pronto alguien escuchó a un perro, antigua señal que indicaba que tendría que haber alguien propietario del can. Hoy a menudo en algunos contextos es al revés: ves una persona y piensas en uno o más perros, pasas al lado de ella, la saludas y a veces no te responde porque está más pendiente del animal que de las personas con quienes se cruza. Algunas otras veces, por supuesto que no es así. 

En otros ambientes, a partir de la palabra perro, poner el cuerpo a tope se llama  Perreo: con connotaciones, aproximaciones, embestidas y lenguajes a veces ignorados por el #Metoo, si bien la penúltima consideración del movimiento se centra en particularidades corporales producidas  en los gimnasios: el #GymCreep. Con el posterior empoderamiento en las redes sociales.

Más: una furgoneta que parecía  habilitada como estancia temporal ocupada por una supuesta pareja (alguien metaforizó sobre si también estaban comiendo roscos), un señor mayor cerca de la playa, otros paseantes contemplativos con la vista perdida en la inmensidad. Y una lancha fuera borda con dos enormes motores reposaba resguardada del sol, a la sombra de unos árboles. En un letrero alegaba que era un taxi. Dejémoslo ahí. Cerca, una caseta de pescadores y, diseminadas entre árboles, más construcciones. El perfil de la cala y sus aguas turquesas era una repetición más de un regalo natural al alcance de cualquiera que camine.

Dicotomías habladas mientras se caminaba: barcos de uno o de más motores; taxis marítimos  o transportes de mercancías diversas; yates, lanchas, lauts, zodiacs; viajar en Cercanías Renfe (con la riqueza de la diversidad humana, estudiantil y obrera, de todo tipo y condición; o viajar en ferros de la Generalitat, población aparentemente bien planchada,  refinada, aseada, bien vestida y mejor acicalada, salvo excepciones), estar en la playa en arena o en tumbona, comer en mesas de primera línea de mar con mantel de hilo o en rocas mojándose los pies; crema solar de primeras marcas o de marca blanca; aguas cristalinas o pringadas por aceites de todo tipo y plásticos diversos; gritos o silencios. En la Costa Brava también cabe de todo. Hasta continuos avisos de cortes de senderos por desprendimientos de rocas u otros peligros. O el agua que le devuelve a la playa la gran cantidad de plásticos y otros objetos contaminantes tirados por humanos. 

 

Órdenes

Subida en dirección a más calas mientras Roses aún quedaba lejos.  Entornos del  cap de Norfeu , restos del Castell de Norfeu, cala de Calitjàs, Punta de la Ferrera y una de las frases del día. Una incógnita más, de difícil respuesta en GRMANIA. 

Mientras se agrupaba el personal, allá arriba, el sector de la cabecera arrancó hacia abajo sin previo aviso. Un cerebro bien amueblado se interrogó en voz alta: ¿Quién dio la orden de salir? Es uno de los mayores y más repetidos interrogantes de este colectivo, antes y ahora. Quién da órdenes y quién las cumple. Claro que alguien puede decir: mejor, sin órdenes también se sobrevive aunque se practiquen otros formatos de existencia. Seamos sinceros: el desorden también guarda cierto orden. A las pruebas nos remitimos.

 

Gastronomía

En estos caminos, algunas conversaciones abrían el apetito, quizá porque en lontananza uno se imaginaba los pasados del restaurante creado por Ferran Adrià, El Bulli, en Cala Montjoi. A aquella hora del mediodía se comentaba que ahora era difícil comer unos buenos calamares a la romana o una croquetas como las de antes. Se mencionó una de las recetas más famosas para los citados calamares, la afamada de la madre de los hermanos Roca de Girona (los de El Celler de Can Roca), explicada con detalle por un hermano Roca a Miquel López Iturriaga, de El Comidista (enlace a video de Youtube aquí o en formato texto). Las experiencias personales de quienes cultivaban el paladar se pasearon por otras mesas que obligaban a meses de espera para acceder a la reserva previa, como la de Nando Jubany en Calldetenes, Àbac, Diverxo, Via Véneto. Sabores y gustos Premium aptos para una inmensa minoría.

Cala Montjoi también se recorrió, el Bulli nos dio la espalda con sus puertas cerradas pero preparadas ya para convertirse en un centro donde guardar su legado y reflexionar sobre innovación y gastronomía, según su web actual: elBulli1846.  Se supone que no todo será mística, también habrá mástica entre deconstrucciones, grandes platos con poco y selecto contenido, nitrógenos humeantes y otras propuestas de eso que llaman comer por los sentidos o entrar en el mundo de las experiencias (aunque se salga con o sin hambre y la VISA ardiendo). 

 

Vistas

Nunca hasta hoy GRMANIA había comido en primera línea de mar. Literalmente: con los pies en el agua y el horizonte más allá. Ni el Bulli se acordó de este mundo experiencial. En la cala Canyelles Grosses, gracias a un comercio abierto que subió la persiana a medio bajar cuando se apercibió que venía un grupo sediento, hubo acopio de bebidas espumosas para que acompañaran a las viandas encima de las rocas, casi dentro del agua. Allí se compartió al aire libre. Hubo quien tuvo tiempo de publicitar una acertada reflexión para comprobar después de comer: se nota quién ha consumido una cerveza, quién dos, quién ayuda a vaciar las diversas petacas, quién se come un rosco y quién practica la abstemia. Dicho lo cual, quien volvió a ofrecer los roscos que quedaban ocasionó una escena significativa. Una dama envolvió los dos últimos roscos, los puso a buen recaudo y, ya en el paseo de Roses, se los ofreció a un caballero, con señales públicas de aprecio mutuo. ¿Qué más queremos en GRMANIA? 

Después de la comida, un reducido e intrépido grupo echaba de menos el acceso a la propiedad privada tipo la de los Mateu. En la primera ocasión que tuvieron, triscaron por espacios de urbanizaciones privadas, saltaron vallas y acabaron en el camino de ronda por donde discurría el GR 92. Debían ser también los efectos de las bebidas.

Más allá, el paisaje dio un giro inesperado aunque previsible: de la brava costa se pasó a la concentración de construcciones en toda la bahía de Roses. Primer letrero que anunciaba apartamentos: casacaliente, con una web para deshacer posibles entuertos. Más allá, polivalente letrero en una tienda dedicada a la pesca: liquidación por jubilación.  Poco a poco el chip mental se adaptó a tanta construcción y también a la rúa de Carnaval. Antes, la platja dels Palangrers y el puerto de Roses.  El largo paseo ya se preparaba para confirmar la fama carnavalera de Roses. Bares llenos y muchos franceses por doquier.

Mientras la gente cogía sitio sentada, el personal grmano desfilaba por en medio como si de una comparsa se tratara, a la búsqueda del autocar. Eso sí, austeridad consumista al máximo en beneficio del fondo común.  Había que salir del centro y dejar paso a las comparsas, disfraces, perreo, salseo, palmeo y plumeo de carnaval. 

Y atentos a las modernas censuras en algunos lugares, en tiempos de libertad y diversión:  prohibiciones de letras concretas, cuidado con algunos términos lingüísticos, posturas, composturas, no siendo que se hieran sensibilidades muy a flor de piel.  ¡Todo esto hoy… hasta en Carnaval!

Roses ya estaba enel embrujo  de las celebraciones, una población con Ciutadella, safareigs, fortificación renacentista situada a la entrada, por la carretera de Figueres, que encierra un yacimiento arqueológico con los restos de la ciudad griega de Rhode y de otras épocas posteriores; con el monasterio y el núcleo urbano, medieval; y con el Castell de la Trinitat, un ejemplo de fortaleza de costa, de mediados del siglo XVI que protegía a la ciudad. Con la nieve al fondo, el marco fotográfico fue aprovechado por ojos expertos en enfocar y transmitir la belleza del entorno. 

 

Dicen

Dicen que un nuevo término causa furor porque se ve en las evidencias del personal. Citado por este plumilla en otro lugar, los Viejóvenes (además del título de una obra de teatro popular) son esa generación que llega a la jubilación y se encarga de rejuvenecer la vejez, siempre que el chasis y su contenido  aguanten. Más activos, más deportistas, más preparados, agendas más llenas, mejor operados, con más titanios y otras piezas de recambio, muy enérgicos, bien nutridos, con muchos suplementos y llenos de vida.  

No obstante, hay otras personas que lo tienen también muy claro y a sus 80 años dicen reflexiones de vida, obligan a pensar,  son lúcidas, saben situarse y convivir con su realidad. He aquí algunas perlas que la escritora y periodista Maruja Torres le regaló a Jordi Évole y a los telespectadores el pasado domingo 26 de febrero en el programa “Lo de Évole” en la Sexta TV:

-      Eres tan joven en tu vejez como lo fuiste en tu adolescencia, porque todo te sucede por primera vez. Cada día es nuevo.

-      Las adicciones son buenas compañías pero malas amas.

-      Ser viejo no es un insulto, es un logro.

-      El único amor que dura es la amistad.

Parafraseando a la gran y admirada Maruja, comparto la razón de sus textos y de estas líneas de cada etapa, escritas y compartidas durante tantos años: 

 

Lo peor es el olvido

(Maruja Torres)

 

Evaristo

3/3/2023

 

 

 

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