viernes, 3 de octubre de 2025

Etapa 6 del GR 151 - Abat Oliba entre el Parador de Vic en Sau y Tavertet

 iluminaciones al borde de la amplitud

La niebla matinal aportaba señales evidentes para identificar la comarca - y no confundirte- por donde transcurriría la etapa del GR 151-Abat Oliba  y del GR-2 a veces, entre el parador de Vic en el pantano de Sau y Tavertet, con casi 17 km de recorrido total por Osona. Mencionar el inicio y el final añadía más imágenes superficiales de la zona, unas a simple vista, otras archiconocidas, algunas imaginadas, a tiro de piedra (literal) de objetivos digitales, y otras por debajo. Podrían  corresponder a capas más profundas que emergerían a la superficie si se buscaban. Aquí aparecerán algunas entre tantas, con nombres y apellidos. 

La etapa ofreció muchas posibilidades e  iluminaciones. Grandes espacios que propician   contemplar el silencio  en medio de  aquella amplitud, siempre que los cruces de  las conversaciones humanas lo permitieran. 

El final de la etapa anterior  fue el principio de esta, con varios indicadores informativos: un  cartel que recordaba información práctica para visitar el conocido monasterio de Sant Pere de Casserres y una señal vertical que recordaba dónde ponías tus pies: Les Masies de Roda, Parador de Turisme y Sant Pere de Casserres. 

La gran superficie de esa imprescindible agua del pantano de Sau seguía asegurando el líquido a muchas bocas. Allí estaba acumulada y retenida detrás de una gran pared artificial, conservando el renombrado pueblo bajo sus aguas, simbolizado por una de las cúpulas rurales más conocidas (campanario de la iglesia de Sant Romà de Sau, documentada entre los años 1025 y 1050), auténtica marca de agua (en el sentido literal del término) y protagonista de millones de fotos. Cuando baja el nivel del agua, ¿qué TV no ha metido en el barro a alguien informante para que demuestre en directo que estaba allí aunque no diga nada nuevo? Cuando el agua sube las empresas del ramo se lanzan a la venta de deportes acuáticos y otras disciplinas quemacalorías con la contemplación del entorno incluida. 


Señales

Además del embalse, otras señales hubo por algunos tramos del recorrido, unas de personas vivas aún y otras ya no, pero con un legado imborrable. Alguna del mundo culinario y mediático actual y otra del campo de la espiritualidad y del entendimiento entre religiones. Comida y espíritu: buen binomio y, para muchos,  hasta complementario. Para otros, mejor la mística que la mástica,  o al revés. 

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Mensaje 1:
He aquí el primero de tantos mensajes como dejó  esa persona que se revelará al final,  que marcó a alguna gente y, después de vivir en varios mundos, acabó sus años  en el de Tavertet, él tan imprescindible para algunas mentes en estos tiempos: 
“Si vis pacem, para te ipsum” (si quieres paz, prepárate o conquístate a ti mismo) es el giro que le dio a la típica y conocida frase: “Si vis pacem, para bellum” (si quieres la paz, prepárate para la guerra). Son latinajos con trasfondo. 

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Riscos

Dos personalidades de  un entorno esculpido en piedra (a tiro de piedra se decía)  por los grandes cingles (en catalán) que te rodeaban:  riscos, despeñaderos, barrancos o acantilados, sinónimos en castellano. Cingles de Sau, de Tavertet, del Pla de Dalt del Castell, la Miradora, Coll del Puig de la Força y , para empezar, Mirador del Campanar de Sau. Con buenos observatorios para practicar una mirada muy larga (en la medida en que te lo permitiera la vista cansada, miopía y demás disfunciones corregidas con lentes o no), perspectivas desde arriba en aquel tramo, desde abajo más adelante o desde en medio, en bajadas y subidas. 

Las visiones de los grandes riscos que separaban el Collsacabra de les Guilleries son monumentos naturales gratuitos que permiten, mientras se suda, contemplar el fondo de los valles y disfrutar después del sacrificio que supone llegar al final de la subida. Quien mire y admire no quedará indiferente ante estos accidentes geográficos.

Claro que quienes miraban allí al lado  con grandes ojos  eran las vacas y sus crías que surgían por doquier. Animales muy curiosos y también huidizos, símbolos de cierta continuidad de vida agraria, economía ganadera y señales en el terreno de las atenciones a sus necesidades varias, en todas las estaciones del año. También, si mirabas y sabías, se identificaban  algunas setas que ya empezaban a salir, de esas que existen pero nadie “caçador de bolets” dice dónde encontrarlas.


Aguas


Entre los acantilados, el fotogénico pantano con recortes de brumas matinales en ascenso, las curvas y los longitudinales recodos que pueden acoger hasta entre 165 y 177 hm3 de agua, en un proyecto  que obligó a a desalojar los 100 habitantes del pueblo de Sant Romà de Sau en los años 40. Tanta acumulación de agua fue fruto de los 20 años de obras antes de ser inaugurado en 1963 (se obvia decir si vino "él" a inaugurarlo o no), con una longitud de 17 km y 3 en la zona más ancha. Y con un detalle que “calienta” a caminantes: los 500 escalones que esculpieron los ingenieros para subir o  bajar hasta la pared del pantano, con la vista concentrada para evitar tropiezos y con perspectivas casi aéreas del visionado de la pared y de la obra en su conjunto, aliviadero incluido que simbolizaba la salida del agua como si fuera una fuente artificial, como  para olvidar su ausencia durante  la sequía de 2023, la peor de las recientes.

En el fondo la etapa consistió en reseguir una parte de los márgenes del pantano entre riscos e interiorizar en carne propia los esfuerzos de bajar para tener que subir. Pero, ¿solo a eso fuimos?


Másticas

GR 151 Abat Oliba, GR 2, caminata Rupit-Taradell y otros senderos como el SL-C 122 a El Puig del Far, el Torrent de Moran (prohibido el acceso “por motivos de conservación y seguridad”), el Sender de les Lleixes de Tavertet,  ofrecían cruces de posibilidades que, poco a poco, te acercaban a Vilanova de Sau y a sus pocos habitantes en medio de montañas, sierras, collados, ríos, fuentes, pantanos, casas de veraneo, casas de colonias como Les Tallades, masías añejas al lado del recorrido y, siempre, que no falten iglesias y ermitas por doquier.

Aquí, en esta población desarrolló parte de su faceta culinaria una mujer que aún vive en este pueblo, habitual en programas de TV3 y de pluma brillante en sus libros y artículos de los viernes en EL PAÍS: Maria Nicolau. Durante años fue cocinera en el restaurant   Ferrer de Tall, también  pregonera este año de sus fiestas, con mención a una cita de su discurso con  mensaje bebible:

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Mensaje 2 (de Maria Nicolau):
“No me dejéis nunca más beber vermut. Ha sido un vasito y todavía no me he repuesto”, se publicó como destacado de su pregón en algún diario. Una cocinera implacable contra muchos restaurantes de alto standing, de mucho plato, poco contenido y enorme precio del tiquet final o “dolorosa”, con estrellas y títulos por doquier. Su reivindicación: la cocina de la gente normal, de las abuelas,  y platos con lo que tengas o te puedas comprar, cocina humilde hecha por ti. He ahí su apuesta. También sus ataques al gremio hostelero porque casi siempre se oponen a aquellas medidas que vayan bien para la salud general pero no para su negocio particular. 
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Convergencias

La bajada de tantos escalones convergió en el recorrido por encima de la pared de la presa de Sau antes de emprender el último ascenso, suave al principio y “con fundamento” después. El final de la pared, de 80 metros de altura en el centro y   260 metros de larga para la retención del agua, significó una esperanza para quienes, con pérdidas incluidas y ancas resentidas,  vieron estratégicamente aparcado el autocar. La salvación sobre ruedas. Una solución para evitar la subida a pie hasta Tavertet, pasando por el hostal La Riba,  construcciones actuales y otras que aún estaban en pie pertenecientes a  un antiguo pueblo. No se pudo contemplar la colección de fotos que se muestran en el bar, con vestigios de cómo era todo esto antes de la inundación por el embalse citado. Sí estaba el club náutico, con deportes de agua, barbacoas y demás ociosidades, también incluidas las vistas a la perspectiva en lontananza del popular campanario emergente. 

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Mensaje 3:
“La gran epidemia moderna es la banalidad. El silencio forja el sentido”
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Verticalidades


Las señales pintadas en piedras y árboles  confirmaban que la subida inminente era un reto a superar. Acantilados de 300 metros de altura, allí enfrente una barrera rocosa de casi 200 metros que el personal iba superando con evidentes señales húmedas en sus camisetas. En medio, si el resuello y la seguridad te lo permitían, vistas aéreas parecidas a las de las aves de rapiña que por allí planeaban con las térmicas como aliadas. Vistas a las Guilleries, Collsacabra, pantano de Sau, macizo del Montseny, cingles de Vilanova de Sau. Tierras de antiguos bandoleros, nobles, burgueses, mucho clero y más pueblo llano de a pie. 

Entre vueltas ascendentes y oquedades varias, pronto el Pla del Castell se avistaba como señal premonitoria del final de la etapa, ante los restos de una antigua muralla ibérica y de un castillo visigodo. Dos jóvenes  se extrañaron y aplaudieron el hecho de subir por alli y venir caminando desde el parador de Vic en Sau. Ellos lo hicieron en coche. Promesa: algún día, quizá, cambiarían el neumático motorizado por el de la suela senderista, mientras contemplaban las amplias vistas con atuendo de marca y olorosos perfumes (no a sudor: evidente).
 

Abluciones

Poco a poco el punto final agrupó a quienes subieron. Mientras, gentes diversas y mucho vehículo (a pesar del aparcamiento disuasorio de la entrada, pagando) ocupaban las calles y los bancos en primera línea del gran acantilado, de donde salía una ruta con nombre de autor.

El museo de herramientas del campo es uno de los atractivos de Tavertet (a 869 metros de altitud), junto con la iglesia del Sant Cristófol, en un pueblo que tenía 500 habitantes a mediados del siglo IX, y hoy 141 aproximadamente. Una población que estuvo aislada y sin carretera hasta mediados del siglo XX, aún conserva el nombre original de  las tres calles más importantes (no hay muchas más), nomenclator que no se distingue por su creatividad: carrer de Dalt, carrer del Mig y carrer de Baix. 

En la espera hubo quienes descubrieron una fuente con tintes urbanos en lo rural y antiguos lavaderos. Allí se paladeó su agua y hubo quienes se sometieron a abluciones y lavados corporales varios, con cambios de indumentarias y puestas a punto. Era un símbolo de esa agua embalsada que había allá abajo y de esos saltos tan visitados que rodean la población si se siguen los acantilados: salts del Noguer, del Molí Bernat, dot de Bala, Cua de Cavall, torrent de l’Avenc y el afamado salt del Sallent cerca de Rupit. 


Místicas

Tavertet fue el lugar donde vivió los últimos años de su vida quien fue autor de dos mensajes anteriores y otros a continuación, el filósofo y teólogo catalán Raimon Panikkar, que propició los encuentros entre religiones y filosofías, con su línea de pensamiento intercultural abierta al diálogo entre Occidente y otras  tradiciones, con su persistente mirada hacia Oriente: budismo, taoísmo, judaísmo sin faltar el omnipresente cristianismo. “El YO no es el centro”, afirmó (¡qué diría si viviera hoy en el imperio individualista del YOÍSMO!).

Alguien visitó la iglesia de Sant Cristòfol (siglo XI, con alzamiento de un campanario-fortaleza entre los siglos XII-XII) y, al lado, fue a rendir homenaje y a recordar su personalidad, al lugar donde se depositaron parte de sus cenizas después del fallecimiento a los 91 años en Tavertet, el 26 de agosto de 2010. Con más frases escritas allí al lado, por ejemplo: “me fui (a La India) cristiano, me descubrí hindú y vuelvo budista sin haber dejado nunca de ser cristiano”, o “tener miedo de la muerte es tener miedo de la vida”.

 Por allí pasa también la ruta que, en medio de los riscos, discurre hacia su casa y hasta el centro en el que tiene su sede la Fundación Vivarium Raimon Panikkar, lugar de pensamiento, cursos y encuentros de gentes especializadas en el legado de este pensador, con gran peso y poder de decisión en ciertas mentes del mundo. Tanto él como su hermano, Salvador Pàniker, fundador de la Asociación Derecho a Morir Dignamente y de la editorial Kairós merecen atención hacia su biografía, hechos y obras.

Fin de etapa, comida en el lugar habitual de Artès y un mensaje más de quien encontró un rincón de final de vida para seguir con  sus iluminaciones al borde de la amplitud que propician tantos cingles, con los posos de una gran herencia espiritual y filosófica, quizá también válida para personas agnósticas y ateas que sean curiosas y se muestren   abiertas a otras realidades y pensamientos: 

"Proyectamos la esperanza en el futuro y está en el presente. La esperanza es descubrir esa dimensión invisible, misteriosa y bella, de cada momento. Hay que profundizar.”
  -Raimon Panikkar-



Evaristo
03/10/2025










 

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