domingo, 25 de febrero de 2024

Etapa 12 del GR 92 entre Lloret de Mar y Tordera


Entre dos aguas por  campos y playas

 

Cuando un grupo de caminantes se dispone a iniciar un nuevo recorrido, además de la mochila bien pertrechada y los cachivaches tecnológicos a punto, calibra los sentidos para percibir lo que se pueda. De entrada, chequeo corporal, prótesis, tendones, huesos y músculos preparados para lo que venga. Pero, siempre, intentando sentir.

El sentido del gusto ya empezó a notarse en quien salivaba antes de montar en el autocar. A esas horas tan matinales, ya planificaba su GPS gustativo y mental. Pensaba en una parada a mitad de camino y en placeres gastronómicos con cierta calma y mejor compañía. También hubo quien manifestó que su buen olfato había captado feromonas no habituales entre la población andarina. Las guardaba en su pituitaria como archivo placentero. Los sentidos, sintiendo.

Porque, en la etapa del GR92 entre Lloret de Mar y Tordera, opciones hubo para todos los gustos aunque en wikiloc solo figuraba la completa. Hasta tres. La entera, la de Lloret a Blanes y la de Blanes a Tordera. Más ofertas, difícil. Incluyendo vericuetos costeros, visitas a accidentes geográficos, amagos de intereses turísticos, vadeos, puntas con vistas, etc. Más no se puede ofrecer. 

 

Errantes 

Si hubiera la posibilidad de escuchar tantas conversaciones entra tanto personal durante la etapa, este resumen podría alargarse hasta el infinito. Sin embargo, las antenas, la wifi y el bluetooth personal no cubrían tanto campo auditivo ni riqueza sonora. Conversaciones cruzadas: ¿cómo dices? ¿ah, sí? ¿Y eso? ¡Jajaja! (o el emoticono correspondiente), mientras a menudo se repite el mismo disco que en la etapa anterior o en la otra. O no. 

No obstante, en la ida también  hubo quien se recogió  en audiolibros en inglés. O quienes, en vez de dormir, tiraban de disco duro para revivir alguna anécdota muy significativa de cuando la democracia y el votar libremente comenzaban a rodar. ¿Qué será de la evolución personal de quien le preguntó a un GRmano presidente de mesa electoral, allá por los años 70: “¿Los tontos del pueblo también podemos votar?”. Este recuerdo en nada se emparentaba con aquel día de la etapa,  en que Galicia reflexionaba antes de decidir al día siguiente. Toda coincidencia con la realidad es pura ficción.

Por otro lado, todo el personal andarín formaba parte del colectivo de caminantes “Errantes”: su etimología  dicen que proviene del latín “Iterare”: caminar, viajar, ir en busca de algo. En GRmania no se duda de esta acepción, si bien hay  otra más académica  que se cumple muy a menudo. Más bien son dos, mencionadas por la RAE: la 1. No acertar algo, y la 3. Andar vagando de una parte a otra . O sea: realidades habituales por los caminos. O dar vueltas, queriendo o no, para cumplir objetivos kilométricos. ¿Pudo pasar esto en el grupo en el que iba este aprendiz de escribiente? Ni que decir tiene que esta escritura forma parte de la visión personal de quien lo refleja aquí para que no se le olvide. La neurona ya patina demasiado. Mañana, ni me acuerdo.

 

Aguas

Lloret aparecía por el acceso mítico donde “Revolution” no era un aviso para actuar y cambiar el mundo sino el nombre de una discoteca que quizá haría olvidar en su interior la realidad del personal por momentos. La zona se abría al paro técnico por descanso de todo el personal, dado el  ocio estival intenso.  Destino de un turismo marcado por establecimientos habituales en zonas de masas, con efectos secundarios y resacas diversas. Comer con sucedáneos italianos o norteamericanos; beber  sin denominación de origen; comprar aquí barato de allá y de conveniencia,  servido por ciudadanos de países diversos; hoteleros de procedencias ni se sabe y habitantes de urbanizaciones,  muy variados y de posiciones sociales diferentes.

Converger en la playa para empezar la ruta era evidente. Mucha agua salada por doquier.  Allí se abría el principio de una larga y famosa zona costera con marca. De LLoret a Blanes: principio o fin de la Costa Brava. Con la roca Sa Palomera que separaba la bahía de Blanes en el norte con la playa de Sabanell. Ella sola limita la original, genuina y admirada Costa Brava. Queda dicho.

Ahora, en tiempos de sequía asoladora, Lloret era receptiva a carencias generales. Buscaba agua dulce para las piscinas de hoteles. La compra de una desaladora móvil ocupó  la actualidad por si se saltaban normas de quienes han reconocido que llevamos años de dejadez política en la búsqueda y previsión de soluciones a la sequía. La pagaban los hoteleros. Debieron parecerles a las autoridades  unos mecenas y raros pero con los pies en el suelo,  enzarzadas en olvidos y machaconas utopías que olvidaban evidencias: sin agua no hay vida. Ni lo demás. 

Más adelante veremos otras aguas torpedeadas por otras utopías. 

 

 

Figuras

Al alejarse de Lloret, dos personas con cámaras intentaban captar momentos del día a pie de playa. Llevaban ya un buen rato Este tramo del GR 92 ofrecía figurines y figurinas en forma de esculturas exteriores, colocadas a merced de fotos y selfies. Solían representar oficios, bailes y personas notables en algo (aunque todas las personas también gocemos de alguna notabilidad pero no de escultura. Y a estas edades, sobre figura escultural…¡ni te cuento!). 

Al lado de la costa, con señales de atención al peligro por desprendimientos, letreros indicativos del “sender mediterrani” (por el que íbamos), establecimientos cerrados de buceo solo con el “diving” visible. Con muchos momentos para husmear rincones, querer perderse para invertir tiempo, asomarse a promontorios, dar vueltas para regresar. 

Según los manuales digitales, deberíamos haber pasado por tramos del camí de ronda y haber  visto elMirador de la Dona Marinera (representaba el sufrimiento de las mujeres que esperaban el regreso de sus maridos pescadores, con buenas vistas de Lloret;  antes, escaleras), Castell de Sant Joan (vistas extraordinarias), cala Banys, Platja de Fenals, Mirador Playa Fenals, Jardins de Santa Clotilde (una joya situada sobre un acantilado, con estética del movimiento noucentista), ahora propiedad de ayuntamiento de Lloret, Platja de Sa Boadella,  Cala Treumal, Jardins Pinya de Rosa (jardín tropical con casi 7.000 especies, con un microclima especial), Castell de Sant Joan, Platja de Blanes, Sa Palomera y luego “l’espai agrari de la Tordera”: estábamos próximos a donde de verdad se cultivan “productos de proximidad”: pasábamos por allí al lado. Insistencia: era la cuenca del río la Tordera (60 km de largo). y la población final de Tordera, con el punto que se desconoce quién lo vio y ubicó: la iglesia y el campanario de Sant Esteve de Tordera. A cambio, se disfrutó al final en el Parc de La Sardana, al aire libre, al amparo de la arboleda, con escasas aguas y con más cervezas y similares.

Mientras tanto, no hubo manera de olvidos de memoria. Continuó la fijación entre gentes de buen paladar para degustar una especialidad concreta. El sentido del gusto caminaba cerca de las grandes producciones cinematográficas. 

 

Celuloide 

Se consiguió que la opción de visitar  la playa de Sa Boadella entrara en el guión (nunca mejor dicho, hablando de cine). ¡Cómo no visitar sus 250 metros de largo por 40 m de acho para tirar de archivo! Te recibía con un cartel: playa de tradición naturista. Hubo quien miraba el mar y quería imaginarse esas tradiciones y, cómo no,  el húmedo beso entre Penélope Cruz y Mathew McConaughey durante el rodaje de la película “Sahara”. Una posible herencia es que en esta playa la convivencia es heterogénea: todo tipo de unidades familiares, sexos, textiles, no textiles, medio textiles. 

También por aquí merodeó un marqués, el de Roviralta, quien construyó los jardines de arriba, los de Santa Clotilde. Más tarde todo lo donó al ayuntamiento. Por aquí también hubo un vendedor ambulante muy querido. Gracias a quien mandaba, podía vender en la playa cuando los accesos estaban restringidos. Consiguió construir un chiringuito pero le costó.  Las webs de promoción dicen  que Turismo de Lloret cuenta con Lloret Film Office lpara el tema rodajes. Como el de 2020, concretamente Cala Sa Boadella, ha sido protagonista de una de las escenas de la película “Uncharted”, título de una de las sagas de videojuegos de más éxito de la consola Playstation.

Fue la producción cinematográfica de más presupuesto de Sony Pictures para ese año, concretamente, 200 millones de euros,tuvo como protagonistas a Tom Holland (Spider-Man: Homecoming), Mark Whalberg, Antonio Banderas, Taty Gabrielle y Sofía Taylor Ali y estuvo dirigida por Ruben Fleischer.

 

 Ayudas

A estas edades toda ayuda es bien recibida. Si los bastones ya son casi más seguros que los brazos, no digamos prótesis varias y otros mecanismos favorecedores del vivir y sobrevivir. También es cierto que hay olvidos momentáneos que parecen figuras literarias que denotan el cultivo de quien las construye. O, ¿cómo interpretar la frase escuchada, en medio de una sesuda reflexión: “Porque hay quienes piensan que cuando mueren van ‘a lo contrario del infierno”? Hay que sacar provecho a las posibilidades lingüísticas que se generan cuando el hablar seguido ya es un grato recuerdo que no volverá. Nos conformaremos con sus consecuencias y con la creatividad vinculad a dar vueltas al concepto buscado. Incluso con la memoria tardía que al final ayuda. O sino, Google. En todo caso, la magia de las palabras está ahí aunque cueste acceder a ellas en aquel momento. ¡Y qué descanso cerebral cuando llegan!

 

Puntas

Entre subidas y bajadas a extremos de costa, puntas con vistas, el desgaste matinal ocasionó ganas de la habitual  parada técnica. Entre textos e imágenes diversas, en  entornos con accesos casi blindados a algunos  espacios privados, la ermita de Santa Cristina. Antes, mención al lugar con un texto de Josep Pla, dibujo  con su habitual gorra; placa y escultura en roca, en recuerdo a los XXV primers aplecs de la sardana celebrados en Lloret; luego, alusión y cartel sobre la ermita de aquí, con orígenes en torno a siglos IX i X; barca con nombre de la iglesia y esta con la inscripción encima de la puerta: “sou de LLoret que us adora protectora”. 

La explanada trasera ofrecía espacios para sol y sombra, rodeada de árboles y el mar al fondo. Sirvió para trasegar, compartir rones macerados durante meses y café “del bueno” emparentado con el anterior brebaje. Todo presidido por un monolito que recordaba que a la sombra de aquel pino se celebró reunión del Conselld e Govern de la Generalitat el 7 de agosto de 1934. 

Mientras, la conversación de un grupo se focalizó en un objeto del deseo de alguien. Ese instrumento con punta que antes era un apéndice insustituible y muy versátil entre población masculina: la navaja. Allí aparecieron muestras físicas, hasta con comprobaciones de cuál la tenía más larga…la zona de corte. Sin entrar en otras partes como el filo, lomo, contrafilo, bisel, cacha, empuñadura, recazo, pomo o espiga. O si es una pallaresa, de Arcos, Victorinox u otras. Que si con tantos dedos es legal o no, que si la ignorancia al subir a un avión alardeando  de que lo único que llevaba en el bolsillo era su imprescindible y querida navaja, y ¡cómo se atrevían a quitársela en seguridad! Regalos o no, filos y puntas, intenciones y usos. Son apéndices útiles y pacíficos mientras no se demuestre lo contrario. Los puntazos no entraban en el guión.

 

 

Gustos

Quienes salivaban a la salida, pronto se enfrentarían a su satisfacción culinaria. El resultado, decían que excelente. Unos con chocolates calientes acompañados, otros con ese alto en el camino en donde se alegraba el paladar, el bar Terrassans de Blanes, con sus calamares a la romana y otras delicatesen. Se desconoce si obviaron visita al jardín botánico Marimurtra.  Al parecer, alguien no acudió a consumir su ración y otros tuvieron  que esforzarse con fruición para no dejar nada en ningún plato. 

Mientras, hubo quien casi satisfizo el gusto de pedir la hoja de reclamaciones por supuestas afrentas a lo largo del camino recorrido. No entendía cómo el guion previsto en el track no se cumplía y el horario se consumía con vueltas, miradas, subidas, bajadas, fotos, observaciones. ¿O había que hacer tiempo para no llegar pronto? Alguien más no entendía qué significaba “etapa llana” en este grupo, con las calorías ya gastadas en los desniveles. Ya se sabe: para gustos, colores. 

 

Cambios

Pasábamos por  zonas con públicos diversos, hasta a veces con intervenciones policiales, supuestas drogas, supuestos blanqueos, supuesto refugio de presuntos lo que sea. Opacidades y no se hable de esto, y menos en público. Aunque en estos ambientes sí que se escuchó a quien interpelaba sobre la diferencia entre el amor y la cocaína: en el amor, primero la sensación y luego el polvo; en la cocaína, al revés. No obstante, hoy los factores se alteran según las circunstancias.

Acercarse a Blanes sirvió para la foto mítica y de rigor con el arco del castillo y la playa al fondo, o el punto geodésico que aún se conserva intacto (¡hay tantos rotos!) o la ermita de Sant Joan, del siglo X.

Después, callejear, bajar por la zona antigua hasta la playa y pasear también por el mercadillo de los sábados. Terrazas, liberaciones, disfrute y visiones de Sa Palomera, principio o fin de la Costa Brava. Y recuerdos de niñez de quienes contaron pinchazos en los pies por andar descalzos por   el entorno de la roca, recogida de mejillones y otras andanzas de la infancia. 

Más esculturas a la sardana,  y también se veían caras de jóvenes muy jóvenes esculpidas quizá por esa moda que hace furor entre adolescentes y no tanto: el skincare sin medida, con TikTok e Instagram como manuales con instrucciones sin fin. Las consultas de dermatología ya casi no dan abasto. Mientras, preciosidades visibles a simple vista; luego, quizá con  filtros para exhibición en  redes. Para presumir de likes.

La etapa seguía por el paseo marítimo hasta dejar el mar y acceder a la segunda parte de la etapa. Hacia Tordera. Antes, paso por un barrio multicultural pero no emparentado con los hoteles turísticos. Balcones con antenas parabólicas enfocadas a donde usted y yo pensamos, algún puesto del mercadillo también por aquí y público no de vacaciones por la calle. Cada uno, a lo suyo. 

Pronto, el campo y los terrenos agrícola del Baix Tordera. Hacia zonas donde se supone qua debería haber agua dulce.

Ya casi en zona agrícola un vehículo de las fuerzas municipales del orden no se percató de otro posible conato de levantamiento humano, cosa que no ocurrió. Todo vino porque sobre la ruta planificada y distribuida, un experimentado senderista sugirió cambiarla y seguir el río, trozo que daba fe de que ya lo había hecho. Con el atractivo de ser un espacio natural protegido y con los lagos de la Tordera. Se veía que su hoja de servicios era una garantía a sus palabras . Menos mal que todo siguió su curso, no el del río,  claro. Por tanto, no hubo nuevo intento de reclamar…ni al maestro armero.

 

¡Glups… shshshsh!

Camino ancho, primero por el borde de la carretera y luego, para adentrarse en el muy rotulado “Espai Agrari Baixa Tordera”. Civilización por carretera muy  motorizada, CO2 a tope,  cementeras y almacenes convivían con tierras aradas, invernaderos, perreras, algún refugio habitable y plástico a diferentes alturas del suelo. Tenía su encanto, y quién lo iba a negar ante labriegos diseminados y ojo avizor con sus tractores. En cualquier momento dudar de sus palabras o de las reivindicaciones podía ser motivo para cortarte el paso. 

Veníamos del agua salada y pasábamos cerca de la desembocadura de un río que sufrió temporales como el Gloria y arrasó con estos campos hace un tiempo. Ahora, el agua era una utopía. Pero hubo quien avizó el oído y captó un ¡glups! seguido en una espacio agrícola. Después el ¡shshshs! le confirmó que era una aspersión de riego en marcha. O sea,…¡había agua dulce o del gusto que tuviera!. Proclamó a todos los vientos que la usaban para regar en el espacio agrario. Y para que un ufano caballo con cola artística  recortada por tijeras maestras también pudiera sorberla mostrando sus belfos. 

 

Aproximaciones

No llegaba pero estaba próxima Tordera. Por respetar el cauce del seco río, la Tordera, y evitar franquearlo sin muestras de humedad, la carretera condujo hasta un lugar donde o seguías y retrocedías para pasar por donde aplaudirían las autoridades de tráfico, o arriesgarías el físico que te queda, torearías coches, la traspasarías, ahorrarías distancia y tiempo y llegarías antes al parque de la sardana. Los estrictos y no talibanes siguieron el conducto legal. El resto, se deduce su asalto acortando. 

Al lado, una gran nave del imperio textil gallego, con nombre compuesto italiano pero tan de Galicia, China, Bangladesh, Polonia, Turquía, Portugal que el resto. Países que confeccionan barato, con pocos derechos laborales,  y aquí ahorramos y lucimos tipo gracias a sus horas de trabajo. 

Al final, todos los caminos condujeron al bar pizzería La Sardana, en el Parc de la Sardana de Tordera. 

Debajo de la arboleda, junto a personas de otros grupos, la alimentación fue muy compatible con la tertulia, las chanzas y el relax. Los sentidos iban relajándose, no con agua sino con otros líquidos y condumios. En un momento dado, después del regalo de un gustoso y artesano dulce, alguien en voz baja comentó para alguien: “Detrás de una gran mujer también hay un gran hombre”. ¡Schhhh! (o pudiera haber, se le sugirió al oído). 

Mientras, el tema del agua dulce resurgió en un mentidero bien informado. Allí cerca, en Blanes, se construía la desalizinizadora Tordera II. Para su puesta en marcha ha surgido un problema. La fuerte oposición ecologista a la línea de Muy Alta Tensión ( MAT) a Riudarenes propició que de momento no podrá llegar la energía eléctrica necesaria para usar el agua procedente de esta futura desalinizadora. ¿Rizar el rizo con la previsión energética? ¿Ecología para no tener agua? Lo dicho: aquí dicen que no hay visión global de no sé qué realidades. Pero sí hay visiones de utopías.

De vuelta, en el autocar se aleccionaba a una persona nueva. Se le preguntaba si sabía dónde se había metido. Y se le añadió: en un futuro quizá se estudie GRMANIA en la universidades libertarias y anárquicas.  Lo que ahora en empresas y organizaciones se llama “management”, aquí está superado con la sui géneris organización desorganizada, o al revés. Que también pudiera ser.

 

Como decía la gastrónoma y divulgadora María Nicolau en un reciente  artículo memorable, en el que hablaba de la licencia de comer de vez en cuando “porquerías”:

 

“Vivir con menos de tres contradicciones es ser un fanático”

 

 

Evaristo

25/02/2024

miércoles, 24 de enero de 2024

Etapa 11 del GR-92 entre L'Ametlla de Mar y L'Ampolla

  Anarcosenderismo por pasillos costeros en tierras del Ebro

 

El final del viaje a la Itaca de cada etapa suele acabar con  final feliz cuando le espuma de la cerveza ilumina la cara del personal: con sus rastros en los labios y con sus esencias reconfortantes (hay quienes toman otras bebidas pero no son lo mismo). Como evidencia, las dos primeras  personas fotografiadas ya abrevando ya al final en l’Ampolla, con aire risueño, sosteniendo sus largos vasos que reafirmarían el camino recorrido y el logotipo visual de GRMANIA. 

Después de las huellas de alguna frase ya añeja que aún pervivía en el camino, tipo “See you 2024”, al final una parte de razón no le faltaba:  nos vimos también en la terraza de “casadavid” (escrito así como marca de la casa).

Más adelante haremos memoria de otras leyendas reales situadas en nuestros orígenes, para que no se olvide un pasado que fragua el presente. Más que nada, porque lo de mojar el gaznate y trasegar líquidos diversos de ahora tuvo unos principios históricos, ya casi olvidados en el tiempo. Acompañados con dibujos, logos, lemas y en lugares -ahora de actualidad- donde se iniciaron  ímpetus andarines muy consolidados después de tantos años de existencia. 

No obstante, la edad y el estado de conservación de las piezas de los chasis humanos nos van situando en su sitio, con o sin el certificado de haber superado las ITVs de rigor. Y, siempre, cultivando  y consolidando ese concepto que uno escuchó en esta etapa, que copia y pide prestado a la autoría de un ilustre GRmano: Anarcosenderismo.

Aquel final se consagró con festines y fotografías compartidas. Muchas, también con el punto de mira puesto en otras espumas provocadas por el agua encrespada por el viento: efectos visuales marinos, admirados y plasmados con arte e inspiración por ojos, máquinas y tactos. Con minibufones que levantaban fotogénicas y momentáneas cortinas de agua. Formas rocosas, relieves, recortes y calas que componían en cierta medida una especie de costa brava del sur catalán. Una manifestación más relajada de las vistas recorridas en etapas anteriores, allá por el norte.

Después, aquí también mencionaremos algunas otras imágenes más sociales, ausentes de los reportajes fotográficos. Reivindicaciones allí presentes por quienes viven del mar, nos ayudan a vivir y a disfrutar de los frutos de sus capturas en estas aguas.  

Pero, para completar el final, vayamos al principio.  

 

Superaciones

Los efectos de los copiosos ágapes y de la  dureza digestiva de los festejos recientes necesitaban de cierto ejercicio para poner a tono los músculos,  ahora al lado del mar. 

Después, en los días posteriores también se superaron dos fechas quizá poco conocidas: el lunes después de fiestas, llamado por algunos “El día verde”, por el propósito de comer toda clase de verduras para huir de los tradicionales placeres consistentes (a final de mes puede que ya se hayan olvidado tan vegetarianos propósitos). Y el tercer lunes de enero, el “Blue Monday”, dicen que el día más triste del año: porque te queda poco dinero, el trimestre actual no tiene fiestas, aún tarda en llegar la paga de fin de mes y los días son largos y fríos. Menos mal que este día tiene un aliciente, celebrado en algunos lugares: es el día mundial de la croqueta.

Como casi todo está superado, vayamos al meollo, no sin antes acudir a una parte significativa de la historia de GRMANIA y refrescar la memoria.

 

Lema

Además de las jarras, en el lema del grupo figura una frase que conviene recordar: “Conditio vocat optimes” (el esfuerzo llama a los mejores). Este aparentemente fácil  latinajo se fraguó gracias a múltiples consultas: a catedráticos de latín y a quienes nos sacaron del entuerto: un grupo de antiguos tonsurados, de los de sotana y clergyman, que decidieron la frase final con la firmeza y el aplomo de púlpitos y la formación previa en sesiones de estudio en seminarios. Pero antes, la propuesta inicial se fraguó en una cena en ese restaurante que se cerró hace unos días. La Mola fue testigo de un encuentro gastronómico bastante multitudinario, donde mentes algo bañadas en alcohol estrujaron sus neuronas a la búsqueda de un lema. Este. 

Sirva el recuerdo en agradecimiento al personal participante, a expertos con y sin sotana y también al personal de aquella época en el ya desaparecido restaurante de La Mola. Pero el lema sigue. Mejores somos todos.

 

Dignidades

El atractivo de la etapa o las casualidades diversas convocaron mucho personal para un solo recorrido de principio a fin. Los 16 km iniciales fueron tales para un grupo de voluntariosos andarines, a su vez divididos en dos. Como no podía faltar, lo programado se desprogramó y surgió la opción B. Se desconoce si el libre albedrío ocasionó más subgrupos, a velocidades varias y a voluntad de cada persona. 

La costa anterior al Delta, entre l’Ametlla de Mar y L’Ampolla sufrió dos pequeñas agresiones iniciales y ajenas en el Wikilok compartido, quizá motivadas por los procesos de inteligencia artificial que gobiernan a la natural y a la escritura automática de la autoría. La denominación: GR-2 L’Ampolla-L’Atmella. Nuestra realidad: GR 92 de L’Ametlla (¡orden de letras!) a L’Ampolla. Sin olvidarnos El Perelló, en medio. Todo por esos caminos de ronda, cuyo origen estuvo en aquellas rondas a pie de la Guardia Civil para vigilar el contrabando. 

Después, quien antes había mirado el mapa para saber dónde estaba tuvo que callarse ante el aplomo de mentes sabias que situaron el Delta de l’Ebre en un sitio que por geografía no le tocaba. Las evidencias posteriores se comprobaban ahí, para quien las quisiera ver. ¡Pero para qué debatir! Aunque, nunca se sabe cómo quedará todo en el futuro, entre sequías, crecidas y falta de solidaridad para compartir el agua sobrante del Ebro con el norte.

El punto de salida en L’Ametlla situó al puerto marítimo con su cámara televisiva y meteorológica cerca del otro, del pesquero. Y este sin evidencias visibles de ojos electrónicos con promoción incluida. Por otra parte, allí había propuestas tecnológicas para que el personal senior ejercitara sus músculos en plena calle. 

Llamaban la atención los grandes rótulos reivindicativos en la zona proletaria, obrera y pesquera (no visibles en la zona deportiva). “Som pescadores, no delinqüents”, “Per una mar amb peixos i pescadors”…. ¿y eso? En esa costa idílica desde l’Ametlla a La Ràpita, recortada y deseada por quien disfruta del tiempo libre  y capta imágenes de ensueño,  viven y trabajan gentes sujetas a la especulación, a flotas amarradas por obligación, a falta de relevo generacional, a precios fluctuantes en las lonjas, a exportaciones de pescados de allende los mares, normativas restrictivas, vigilancias estrictas. Muchos de estos condicionantes los acaban pagando no los grandes arrastreros ni empresas trasnacionales esquilmadoras de especies que nutren nuestras mesas, sino esas personas formadas en la universidad de la vida, en zonas limitadas por los recursos disponibles, amarres obligatorios, respeto a vedas concretas, con vigilancia, cotas, medidas y estricto número de capturas. 

Las pancartas pedían dignidad para su trabajo, atender sus demandas y evitar que colectivos del sector primario poco a poco dejen de ver la rentabilidad del mar. El pescado de proximidad, cada vez menor, sometido a normativas restrictivas y con un precio para gourmets. Más barato es más miseria para la  vida de quien lo pesca. Y sustituirlo por congelados allende los mares, a mejor precio y con grandes impactos en el medio ambiente.

 

Pasillos

El recorrido discurrió entre el mar y tierra por pasillos diversos, delimitados por mojones blancos del MOPU, vallas protectoras de madera, pequeños muros de piedra, líneas eléctricas y, más allá, el tren y la autopista. La costa recortada brindó un sube-baja continuo, con muchas zonas muy humanizadas y aptas para paseos sin peligro, hasta con cadenas en algunos tramos. Siempre quedaba un resquicio no vallado para disparar las alertas, espacios libres para poner a prueba tu estabilidad, aptitudes para esquivar el peligro y atención plena (una práctica vital de supervivencia sin necesidad de la moda del mindfulness -si lo vieran los chinos de hace 5000 años quizá volverían extrañados al descanso eterno-).

Mientras, el viento estaba muy presente en una zona cuyas rachas a veces tumbaban camiones y caravanas en la autopista, el mar golpeaba los pequeños acantilados, algunas playas con posidonias, entrantes del mar que formaban pequeñas balsas y algunas viviendas, pocas, separadas de la costa. En un tramo alguien reconoció una zona con antiguas casas rehabilitadas por un grupo de seniors. Las usaban para solazarse juntos en esta etapa vital, entre olivos y encinas, alejados de construcciones turísticas y próximos al mar. 

La zona también es privilegiada para observar aves y otras faunas (el delta queda cerca), además de los colores de los acantilados con el sol y la penumbra, y de la diversidad de flora mediterránea.

Escaleras de todo tipo propiciaban los accesos a esta parte del sendero GR 92, con calas y playas recogidas en Wikilokpor el GPS de quien aconseja caminar y reventar:

 - Cala Pepo (1.0 km). La cruzamos y seguimos.
- Cala Bon Caponet (1.6 km): playa cercana al camino con unos márgenes de piedra. Pronto, el faro de l’Estany. Un referente para adentrarnos por el interior y circunvalar a pie todo el tramo con agua. Un estanque que obliga a contemplarlo en su extensión. 
- Llacuna Port de l’Estany (3.3 km). Todo un antiguo puerto natural. Ahora, más que un estanque. 
- Platja de l'Estany (3.8 km) con el faro.
- Platja de Port Olivet (4.4 km)
- Cala Santes Creus (5.2 km), con más de 100 metros de longitud.
- Cala de l'Estany Podrit (6.6 km). Un referente de más de 60 metros de largo, que abre los ojos a un espacio único en este litoral.
- Cala de la Llosa (7.8 km)
- Niu de metralladora de l'Àliga (8.3 km)
- L'Illot (8.9 km)
- Platja de l'Àliga (9.4 km)
- Cala Moros (9.8 km)
- Cala Racó de Garretes (10.6 km), cercana a las vías del tren.
- Platja de la Dolç del Me (10.9 km)
- Platja de Santa Llúcia (11.7 km)
- Cala la Buena (12.4 km)
- Platja Perales (13.1 km)
- Platja de Cap Roig (13.6 km)
- Cala Maria (14.7 km)
- Platja Balconer (15.2 km)
- Platja dels Capellans (15.6 km)

 

Citas

Además del agua del mar, andar por los perfiles costeros sometió al personal a recuperar una práctica muy olvidada: saltar o sortear charcos en los caminos….producidos por un elemento casi irreconocible: el agua de la lluvia de los días previos, con calles mojadas y casi desconocidas. 

Agua salada junto a agua dulce. Y agua de la zona de la cala de l’Estany Podrit, bordeado en todo su tramo. Un lugar posterior a otro,  donde la habitual dispersión del grupo y esperas para reagrupar le motivó a alguien una reflexión de frontispicio, como si fuera un segundo bautizo del grupo andarín: “Anarcosenderismo”. Podría ser el recambio, el complemento o la actualización del “Conditio Vocat Optimes”. 

Llegados a este punto, la parada recuperadora tuvo lugar en la entrada de un restaurante de temporada, ahora cerrado: el Balcó de l’Estany. 

Allí, entre líquidos en petaca, bota, botella o termo, sólidos propios y las alabadas rosquillas artesanales, hubo quien se refirió a temas literarios: quien aún no había podido con el libro regalado por GRMANIA (¡qué tiempos!): “El último encuentro”, de Sándor Máray. Y quien se refirió a su lectura actual: “Escritos de un viejo indecente”, de Charles Bukowsky, representante del realismo sucio y considerado un poeta maldito. U otros citados en la película “Perfect Days”, de Wim Wenders: “Once” de Patricia Highsmith, o libros de W. Faulkner. Maestría detallista y zen en Tokyo.

Más adelante, los recovecos de una zona de bunkers y pasillos subterráneos propiciaron memorias históricas y dejaron alguna marca en el cráneo de una persona visitante. 

Mientras unos paseaban por la historia, otros profundizaban en temas médicos casi de última hora. Sobre medicina forense, sin caer en morbos de disecciones de sala de despiece ni en desmenuzar manifestaciones televisivas sobre crímenes. 

Más adelante la cruda y reciente actualidad también estuvo presente, con muertes incluidas. No podía faltar referirse al timo llamado  “Estafa del Amor”. Internet en todas sus manifestaciones, además de poder servir para estafar, informa sobre el tema. Y, por favor, sean muy positivos y no le dediquen demasiado tiempo a: ¿qué estafa y qué amor? O ¡qué estafa el amor!

Cerca, los había que trataban temas más gustosos y placenteros. Sobre pasteles Marquesas y turrones artesanos de fabricación casera.  Contrastes vitales. Todo cabe. 

De las habladurías y asuntos tratados por el resto del personal del grupo, no llegaban las ondas hasta este punto de escucha.

 

Finales

Terminada la etapa en el puerto pesquero de L’Ampolla, un primer bar impedía el paso con un cartel: “Cerrado por fiesta privada”. Un segundo bar no creyó oportuno atender al grupo en la terraza. El tercero, encantado. “casadavid, cuina tradicional mediterrània”, se autodenominaba en la tarjeta de visita, con mención a su Facebook. Cuando se le preguntó al camarero el nombre del lugar, lo primero que solicitó fue que se escribiera un mensaje positivo en las redes sociales.

Siguiente paso, este aún más positivo: la celebración del cumpleaños de una persona grmana, con ese gustoso toque de obrador artesano, con su postre compartido. Mención también a  la predisposición del servicio interno de camareros y camareras del grupo. 

Dada la realidad y las reivindicaciones de esta zona pesquera, qué mejor que citar una frase costumbrista hecha y dicha por les Terres de l’Ebre. Para que esto nunca llegue a ocurrir. Y que  la existencia de quien vive del mar sea tan digna como la del resto:

 

“Pescador de canya, pescador d'ham, es mor de fam”

 

Evaristo

24/1/2024

 

 

 

 

viernes, 24 de noviembre de 2023

Etapa 10 del GR-92, entre Tossa de Mar y LLoret de Mar

 Paladeando vivencias costeras entre avisos y prohibiciones

 NOTA: la crónica de la  etapa 9 no figura aquí porque este escribiente no asistió.


Nunca hasta hoy tantas sorpresas (y quizá también imprudencias) tuvieron cabida en tan pocos kilómetros por un camino de ronda, en este caso entre Tossa de Mar y Lloret de Mar. Por ejemplo: ¿cómo reacciona una persona que practica el nudismo (uno no se atreve a especificar su sexo aquí: parecía evidente allí pero con la posibilidad de no acertar en lo invisible) cuando se ve rodeada por un grupo atrevido de GRMANIA? ¿qué hacen dos seres por las profundidades de dos rocas? ¿qué hará el mar con el “regalo” de un bastón andarín? ¿Cómo atreverse a dar un revolcón en un sitio tan peligroso, o sea, casi dos vueltas de campana al borde del precipicio? ¿Un caminante que por allí andaba se pudo atrever a mostrar cómo cabalgó caballos esteparios, en las mismas puertas de una de las propiedades del expresidente de aquel lejano país? ¿Encadenarse vale la pena? ¿Y los efectos terapéuticos de lavarse varias veces los pies gratis con agua de mar? De los dos castillos del recorrido, ¿cuál es el verdadero y cuál pretende dar el pego?

 

Experiencias 

 Claro que, para saber las respuestas, hubo que experimentar mucho durante los 11,88 km andados. Y haber escogido esta opción, en lugar del más urbanizado y seguro trazado del GR. En todo caso, muchas de la siguientes líneas se centrarán solo en descubrir al conjunto del personal GRMANO qué ocurrió por entre riscos, al acecho de subidas y bajadas continuas, con peligros, prohibiciones sin parar, posibilidad de desprendimientos y, al fondo, el agua, las rocas o la arena, con posibles caídas humanas y de piedras. Estábamos muy avisados. ¡Nos vinimos arriba! Que diría alguien. 

Encima, todo con premeditación y alevosía: más cuando gentes hábiles, previa consulta a caminantes experimentados, a webs específicas con descripciones en la red aconsejaban no pasar por este recorrido. O sea, NO PASAR. Pero se pasó, con “diversiones” varias, buenas fotos del habitual y repetido paisaje mientras “la fiesta” iba por dentro y por fuera. Nuestros gustos fueron más allá de la fruta, con diversidad de contenidos y continentes. Más bien todo lo probado dejó un regusto variado en el paladar de la experiencia. Y también nos gusta la fruta.

 

Incorporaciones

Puede que las nuevas incorporaciones del día no descubrieran dónde se habían metido hasta que la etapa no hubiera acabado. Menos mal que escogieron la ruta más accesible y controlada. Tampoco lo deben saber aquellas gentes atrevidas que dedican su tiempo a leer estas letrillas desde lugares lejanos (muchos allende los mares) y aún no han llegado a formarse una idea aproximada de qué es eso deGRMANIA(o G.R.Manía como escribe alguien; o, como se preguntan gentes con olfato muy experimentado: ¿con más manías que GR?, sobre todo en unos tiempos vitales que aún se pueden contar…andando). A otras latitudes aún no hemos llegado más que con las pisadas de estas líneas en formato digital y con viajes varios de algunas gentes muy mundanas. Tranquilidad y prudencia que todo se andará. O se viajará, en edades donde hay  estudiosos del personal senior que  dicen que los viajes que hagas ahora son tus actuales marcadores de cierto estatus, del que puedes presumir  ante el círculo personal y virtual. Como si fueran nuevas estrellas Michelin que se acumulan en tu existencia.

De golpe, caras nuevas en un grupo que también contaba con nuevo autocar y el lleno casi era “hasta la bandera” (sin atreverse uno a definir sus colores: por si acaso). También, con las caras habituales más alguna apreciada reincorporación: decía que aún estaba oteando cómo sería su proceso de adaptación. 

Deseamos que el crecimiento del número de personal también nos ayude al crecimiento personal. Si es que aún queda sitio para tanto. 

 

Principios

Antes del amanecer ya se perfumaba el aire de alguna calle con olores de envoltorios de hojas curadas, secas y humeantes. Otros aires se preveían para pulmones que buscaban respiraciones marítimas mientras se esperaba el transporte. En manos de un muy laureado conductor, maestro internacional de la corrección en ruta y del buen hacer. 

El ya antiguo movimiento asambleario resucitó. Se hizo evidente nada más llegar a Tossa de Mar, al lado de un supermercado junto a indicadores de direcciones a pie: al mercado semanal y a la zona comercial. Allí la alteración del orden establecido se explicitó con una sorpresa: una  segunda propuesta a la hasta ahora única versión oficial del recorrido. Ya se sabe cómo es esto de la asamblea y del liderazgo. 

A la primera le salió la nueva, apócrifa. A pesar de las recomendaciones generales de no pasar por allí, se pidieron brazos en alto para saber quién se atrevería a tamaña empresa, sin percatarse de la aventura posterior. A estas edades esto no es habitual: a veces tan intrépidos, atrevidos y aventureros en épocas de conservación de la edad y de la pensión.  Por el contrario, tan conservadores y prudentes  para otras posibilidades.

Hubo gentes dispuestas a ello, después de tanto insistir algún diseñador de la primera opción y sin muestras de dar el brazo a torcer. De ahí se pasó al callejeo por un pueblo casi en proceso de adaptación: ya sin el turisteo estival de masas  que lo alimenta. 

 

Impulsos

Mientras la orientación hacia la línea de la playa con el castillo al fondo conducía a la larga hilera senderista (50 personas), hubo quien sintió la excitación olorosa de una panadería cercana, la pituitaria como efectivo argumento de venta: porque le gusta el dulce, además de su inseparable fruta. La tentación efímera, impulsiva y casi pasional  se recompensó con suculencias dulces recién hechas, para recargar energías después, en pausas mirando al mar o a donde fuera, durante  la parada de un almuerzo de altura.

Aquella línea de la costa casi recién puesta obligaba a mirarla, bien directamente o a través de esos visores que guardan imágenes, la mayoría automatizadas y  mejor construidas, siempre perfeccionando una  realidad que es la que es. El ojo electrónico ve mejor, con vistas a inmensidades donde el mar y el cielo se juntan, con la miniatura del fotógrafo en medio, rodeado de arena deshabitada. Buenas y rápidas tomas con claroscuros simbólicos. 

Un buen momento para la convocatoria de la foto de grupo en aquel marco. Las voces marciales aún impactan, con la que está cayendo en los cuarteles y algunas calles. Estampas repetidas de arenas, barcos en lontananza, salientes rocosos, luces, reflejos, sombras y nubes muy estéticas, para encuadres y memorias. Más de los típicos  tópicos de bordes marítimos muy fotogénicos, plasmados por doquier. Buen personal fotógrafo  llevándose digitalizados los paisajes. 

Al lado, líneas de tiendas,  bares seguidos y demás abrevaderos, ya cerrados;  para comidas y bebidas de ahora, de gusto internacional, fabricación rápida y más o menos plastificada. Alertas sobre un carrilet turístico que invita pagando a visitar Tossa y sus playas. Anuncios aún no borrados de pizarras, incitadores a sangrías, mojitos y otras libaciones urbi et orbi.  

Al fondo, el primer castillo costero. Con una historia que envuelve a la población y también la ayuda a sobrevivir. No como el último del recorrido.

 

Miradas

Mientras el castillo quedaba a un lado, la imaginación te podía trasladar a 73 años atrás, para entrever aquellas miradas y piropos (¿quién se atrevería hoy?) que la población en general y los gañanes locales en particular  le dedicaron a la actriz  Ava Gardner. Aquí rodó “Pandora y el holandés errante” junto a James Mason y muchos habitantes como extras. Y qué celos le provocó a su prometido Frank Sinatra, debido a un supuesto romance con el torero y actor Mario Cabré, allá por el año 1951, ¡…con más que miradas! Tantas, que Sinatra se trasladó veloz a Tossa con la excusa de necesitar unos días de relax para que su voz descansara. Y los paparazzis , atentos. 

Para la posterioridad han pasado los besos de Ava Gardner en formato pastelería, pero también su valentía y sus variados hombres: son unos dulces que se venden en Tossa, merengues envasados en una caja con la estrella de Hollywood. Quien los quiera, que pase por la Granja Tomás, pastelería surgida en 1885. 

Sin saberlo, íbamos por “El paraíso azul”, acepción que el pintor Marc Chagall le puso a Tossa. Un pueblo que tiene el primer museo del Estado donde se comenzaron a exponer obras de artistas extranjeros contemporáneos, en 1935. 

 En este entorno se inventó el nombre y marca de Costa Brava, por sus bravas mareas y olas. Además, Tossa presume de tener un museo dedicado a la mujer y una estatua de la actriz norteamericana  en una calle costera a tamaño real. “Era una Venus”: dicho de la actriz estadounidense por una señora de la época. No consta qué opinaban los hombres. 

La villa romana dels Ametllers (siglos I-IV d.C.), dedicada entre otros menesteres al cultivo de la vid y exportación de vino, permite contemplar sus mosaicos, uno de los cuales conserva el nombre romano de Tossa: Turissa; el afamado y publicitado hotel boutique de Tossa de Mar, todo un secreto modernista, en el centro del casco histórico. 

Hasta Barbarroja quiso conquistar un castillo que se le resistió, con su Torre de las Horas; o el llamado Agujero del Demonio, para descubrir más realidades metiéndose en él. Hoy, estas zonas de la Costa Brava están conquistadas por gentes pudientes, algunas  a veces “las matan callando”, de aquí y de otras zonas europeas. Mucha internacionalidad, muchos enigmas, mucho anonimato y más.

Nuestro destino, pasos y miradas se centraban en la platja Gran, Es Codoloar y el primero de tres miradores, quizá ya previstos con antelación para selfies y postureo diverso. Nos asomamos en el Es Codolar, en tránsito hacia el siguiente, Es Cards. No sin antes pretender imaginarse las andanzas de una solitaria botella de vino allí presente y sin acabar, encima de un banco. Con estas pistas era difícil acertar pero se supone que experiencias humanas tuvo que aguantar aquel vidrio. La imaginación puede ser una gran fuente de argumentos. Esa es la riqueza de dar vida a objetos solitarios. Aunque no aciertes.

 

 

 

Calas

A partir de aquí este juntaletras solo se detendrá en lo prohibido, en las andanzas y “diversiones” por el camí de Ronda hacia Lloret. Su ubicuidad es limitada y no le permitió asomarse al recorrido oficial del GR más que ya casi al final. Hay buenas fotos publicadas, en especial por quien sabe amaestrar muy bien el clic de cada toma. 

El grupo no lo tuvo fácil ante los mensajes con dibujos explícitos: “acceso no protegido”, triángulos rojos y amarillos para dibujos de desprendimientos y caídas. La apuesta exigió olfato y orientación, ayudados por máquinas para conducir a gentes hábiles en desperdigarse y con poco espíritu de  espera. Se paladearon ramas a la altura de la cabeza,  mochilas retenidas por árboles cruzados, suelas que resbalaban en el saulódel camino, subidas y bajadas sin escalones prefabricados, lo máximo eran unos palos atravesados y con relativa sujeción, a modo de escalones en algunas zonas. “Como para habernos matado”, casi literal en algún punto, con peligrosa caída incluida. Las  calas recorridas  han quedado reflejada en el wikilocde nuestro “seguro a todo riesgo”. ¡Será por calas y playas pateadas!: Cala des Sot d'en Cona, Cala d'Allà on raja l'aigua, Cala Moltó, Cala Llevadó, Cala Figuera, Cala Llorell, Platja de Portopí, Cala Morisca, Cala Canyelles, Cala d'en Simon, Caleta d'en Trons, Castell d'en Plaja. Y otra, de las primeras, con nombre de la casa: Cala d’en Carlos. Todas son muchas pero por allí pasó esta división atrevida del personal. Con más señales de prohibiciones, también para vehículos en cercanías indicadoras de dónde estaban la Cala Llevadó, cala d’En Carlos y, que nunca falte,  la depuradora.

 

“Diversiones”

Quizá en tantos años nunca se habían visto tantas señales advirtiendo del paso, aviso de desprendimientos (faltaba el  “allá tú con tu inconsciencia e irresponsabilidad a esta edad de pensionista”), pasos peligrosos o pasos cerrados en caminos tortuosos. Un túnel, en reconstrucción, con paso  prohibido no se cruzó porque la tela metálica no permitía el asalto final. Igual que cadenas y cuerdas para facilitar acceder o salir: ¡a por ellas!. Pasará a la historia de GRMANIA como símbolo de la rebeldía senior hacia el orden establecido. Quizá rememorando adolescencias reivindicativas de otras épocas. 

En todo caso, en un punto estratégico el desayuno fue el momento de más relax. Mirando al mar desde una atalaya. Hubo quienes se refugiaron en cierta soledad buscada, otros encima de piedras. En todo caso,  el lugar concentró al grupo y paladeó, viandas personales aparte,  rosquillas de quien le animamos a que siga en ello (¡nos gusta de vez en cuando comernos un rosco!, se repetía de invitaciones anteriores), saboreamos  fruta “porque también nos gusta la fruta”, chocolates con menta, cafés y demás. Preparados para subir y bajar sin parar, probar el agua marina, cabalgar por piedras, esquivar olas que al final acaban mojándote y tener que ver lo que no se pretende ver, por respeto a quien enseña sin pretensiones de vistosidad. 

Hubo quien tuvo que sufrir un solitario revolcón por entre rocas y terraplenes de fondo, con marcas posteriores en el cuerpo por frotes involuntarios y duros, con la suerte de caer para el lado contrario del peor. Las húmedas arenas por el batir de las olas quedaron marcadas en esta época del año por los surcos de los pies andarines. La fuerza del mar se había comido partes de calas, dejando a la vista esqueletos que esperaban cirugías que los  recompusieran de cara a otra temporada (el mar cada año se queda con más de  lo suyo, en playas invadidas por las construcciones, carentes de una arena que hay que drenar y que hemos de pagar entre todos). 

Sin aburrimiento alguno, se escalaron rocas como si fuera alta montaña para evitar el paso al lado del agua. Pero si lo intentabas por abajo, tu habilidad luchaba con quienes iban delante y con la amenazadora ola que al final te lavaba.  Algunas zapatillas, piernas y pies, limpios para casa.

También, visualizaciones de montones de arena con palmeras en medio, protectoras de casas y quizá también para uso de repoblaciones del manto donde tumbarse a tomar el sol. En medio de aquella inmensidad, dos niñas disfrutaban en medio de las acumulaciones de arena debajo de grandes palmeras, sin trabas, con ambiente entre bucólico y melancólico. Recuerdos de tiempos de solaz y de disfrutar mucho con tan poco. O barracas construidas en la roca, cerradas y “protegidas” por un grafitti. Mientras, más señales: de desprendimientos, más peligros, más accesos no protegidos. En fin. Muchos cuidados, exigencias y protecciones para según qué y mira tú esto y a estas edades.

 

Nudismos

La escena salió más completa que si se hubiera preparado. Dos personas estaban hundidas literalmente entre grandes rocas. Buscaban una cantimplora perdida y encontrada.  Más allá, el mar se quedó con un bastón senderista. El tributo o trofeo no fue recuperado. Después, en una playa solitaria un ser humano (evitamos sexo) que practicaba nudismo debió creer que aquel personal invadía su tranquila ausencia de ropas. Todo con respeto a intimidades visibles, claro. Un personal iba por aquel refugio ya no íntimo de playa, otros bajando por las rocas de al lado para evitar mojarse, algunos fotografiando la escena, otros driblando las olas; la persona en cuestión allí en medio, adoptando posturas naturales  y propias de sus decisiones. Parecía aguantar bien el tipo y el espectáculo que todos contribuimos a crear. No siempre un desnudo solitario pudo ser más visto pero se trataba más de seguir que de ver, todo con la máxima prudencia y sin trasnochados voyeurismos. Quizá quienes más  hicieron notar sus adentros fueron quienes resolvían como podían el salir de aquella vivencia y vestidos. Y todos lanzados a la búsqueda del camino y de unas cadenas para enfilarse por una más que  aceptable verticalidad.

 

25 baños

Vuelta a las andadas. Otra vez, desvíos por mansiones que no dejaban pasar por la costa  de todos. Si en las cercanías de Llança, viniendo desde Portbou, fueron las propiedades de la saga Mateu-Suqué (Castell de Peralada, casinos de juego,  poderes políticos y económicos en cartera, etc, etc), ahora los impedimentos vinieron de personas conocidas por los grupos ecologistas y caminantes de la zona. La finca Can Juncadella también nos impidió el paso. Es historia la reivindicación de SOS Costa – SOS Lloret para pedir que se permita el paso por una finca que parece ser es de sociedades interpuestas, offshores,  que (según vinculaciones publicadas en la prensa)  acaban en el entorno del expresidente de Kazakhstan y de su hija. Se trata de  la familia Nazarbáyev. Ya en el pasado mes de septiembre una manifestación fue noticia. Tribunales, trámites, procesos, esperas. Papeles de Panamá, regalos al Emérito, vinculaciones diversas a realezas y a otras especies: más de lo mismo. Mientras, si se te ocurre asomarte y entrar (la puerta está abierta) te amenazan con cámaras, verjas, vigilancias y más: Espai natural Massies de Cadiretes, dibujo de una cámara con la inscripción Zona videovigilada, propiedad privada protegida por una empresa son los anagramas Security Solutions y Forza seguridad (parece un oxímoron). Según la prensa, 32.00 metros construidos, 17 habitaciones, 25 baños, dos saunas, discoteca, piscina, peluquería, sala de cine, párquing para lujos deportivos. Cada 19 de agosto, celebración del cumpleaños de la hija y fiesta señalada en Lloret de Mar con lujos diversos que días antes  atraviesan sus calles en dirección a Can Juncadella.

A las puertas de la mansión, en el camino,  hubo quien entró de lleno en acción y adquirió protagonismo. Tiró del archivo de su teléfono móvil. Mostró una grabación propia cabalgando buenas monturas equinas por las estepas de aquel país mientras turisteaba por allí. Las habilidades ecuestres y el buen estilo encima de los veloces cuadrúpedos fueron evidentes. Casualidades de la vida: los caballos decía que  eran propiedad del dueño de esta finca. Llegados hasta aquí, cambiamos de tema. Por si acaso.

Más allá, más grafitis en el cartel de la urbanización URCASA, donde se entrenaba la atleta y los enigmas podían aparecer detrás de algunas puertas de casas bien pertrechadas. De bajada, zigzagueos costeros en dirección a la primera estampa del castillo y los bloques de Llloret.

 

Olores

El olor a salitre, a mar, a humedades y a arena mojada se vio acompañado en diversas zonas por supuestos aromas a producciones finales de cultivos en los que Cataluña ocupa un lugar muy destacado en el tráfico europeo. Quizá la pituitaria provoque confusiones en quienes no consumimos estas sustancias. A lo más que llegamos es a los habituales protectores solares, ausentes ahora de zonas costeras,  a colonias baratas o de garrafón y a envoltorios  de hojas secas humeantes.

Por el entorno, bastante deshabitado en estas épocas, paseaban gentes internacionales, alguna deportista de alto nivel que decía que se entrenaba para 200 km por Suiza en primavera; y este personal andarín, desparramado en una larga hilera. Pocos y a ritmos diferentes. Ya cerca de Lloret, el camí de Ronda estaba muy urbanizado, propenso a pisar escalones bien construidos y seguros, encuadrar fotos  y enmendar un defecto denunciado por quien sabe más de lo que aparenta: “En GRMANIA os cuesta acostumbraros a esperar”. Amén. Vamos aprendiendo…para que no se diga.

La soledad de los espacios vacíos en otoño se compensó con la aproximación al castillo de Lloret y a las construcciones que se dejaban entrever. Más personal subiendo y bajando por los perfiles de un camino zigzagueante, casi tallado en la roca pero muy seguro. Hasta aquí había gentes que paseaban y volvían con las imágenes de costas ya bravas. Algunas decían que este paseo, del cercano hotel hasta aquí, les produciría agujetas. Mientras, dejaban paso a quienes ya tenían ganas de llegar al destino final y reagruparse con el resto. 

 

Concentraciones

El Castell de Santa María, más conocido como Castell d’en Plaja, junto a la Cala de Sa Caleta, desde lejos pudiera dar el pego, como si fuera de la época del de Tossa. Pero no. Barbarroja no asomó por aquí ni barba ni nada. Este es propiedad privada, de un empresario e indiano de Girona: Narcís Plaja Martí. Ya se sabe cómo se las gastaban muchos indianos y a qué se dedicaban por allá para después construir y presumir por aquí. Era propietario también de una fábrica de galletas que llevaba su primer apellido como nombre. 1933 fue el año del inicio de su construcción. En resumen, es un emblema propagandístico y privado. Eso sí, pagando ofrecerá o ya ofrece lo que hoy no puede faltar en el mundo del turismo: experiencias inmersivas. 

Y de inmersiones se trataba la última parada en Lloret: en pleno paseo marítimo, un bar que era un hotel y también un restaurante. El personal del hotel Excelsior (tres estrellas), restaurante Les Petxines con concha-petxina-peregrina, aparentaba caracteres y ademanes muy propios, con rapidez y dedicación en atender a personal que a veces tampoco estaba acostumbrado a esperar, ni siquiera aquí. 

Antes de marchar, en un aparte de uno de los subgrupos que había desperdigados por el entorno, una persona nueva en GRMANIA fue interrogada mientras saboreaba un manjar en forma de carquiñoli, elaborado por alguien con buenas manos,  mejores andares y, al decir de quien sabe de conducciones senderistas, con poco esperar. Cuando se le “intentó” definir la supuesta filosofía del grupo a esa persona nueva, para que se situara dónde se había metido, dijo: “Me encanta”.

Para rematar la faena, ante personas antiguas y nuevas, y otras gentes desconocidas y lejanas que malgastan su tiempo pasando los ojos por estas líneas (aunque sea en diagonal, o que ni siquiera se atrevan a dar este paso por inacabables y pesadas), mencionemos a un inversor  y experto montañero de ocho miles. Nació pobre y ahora es multimillonario. En la sección de “La Contra”del diario LA VANGUARDIA (18/11/2023) nos regalaba estos versos:  

 

“Tu vida es subir la montaña

Te esfuerzas, luchas

Haces amigos y enemigos

Lloras y ríes y un día... Llegas

¿Y qué ves allá abajo?

 Todo está nublado y borroso

Así es la vida: no esperes éxito ni fracaso

Busca otra montaña...

Y sigue subiendo”

 

 

Evaristo

25/11/2023

martes, 26 de septiembre de 2023

Etapa 8 del GR-92, entre Begur y Palamós

 Transparencias entre láminas de agua

 

Dicen que mucho personal visitante de la Costa Brava se ha dejado convencer por las imágenes de tramos concretos de esta etapa del GR 92, entre Begur y Palamós. Siempre, mejor paladeando parte del recorrido por el camino de ronda. Antes el papel satinado o couché, ahora tiktokers, youtubers, instgramers y otras especies generadoras de esos contenidos facilones, planos, de consumo rápido y con el sonido de alguna cuenta bancaria según visitas, todos han ayudado a la difusión de imágenes míticas y repetidas hasta la saciedad. 

Este tramo es de los más afamados del territorio. 

En este nuevo paseo escrito aportaremos, como siempre, otras capas para entender más el entorno y revivir trasfondos de las bellezas icónicas recorridas andando con otras lecturas. A veces siguen  opacas si no se ofrecen otras transparencias, discutibles. Como todo.

 

Interrogantes

¿Cuál es una de las playas más legendarias de la Costa Brava y por qué? ¿Cuál posee uno de los encuadres más fotografiados? ¿Qué es oscuro en medio de la claridad? ¿Cómo hay accesos marítimos con tantas escaleras? ¿En qué quedamos, textiles y/o no textiles? ¿Hay transparencias y opacidades en medio de tanta luz? ¿De verdad se nota la carencia de agua en algunos entornos privados? ¿Personas solitarias en medio de desfiles de modelos andarines en un sube-baja continuo? ¿Tantas vallas para delimitar el poder capitalista de lo privado y ocultarlo aún más?

 

Elecciones

De los tres posibles recorridos propuestos al principio, al final estos quedaron en dos pero, durante el camino, surgió uno nuevo. Reales, al final, tres. Begur-Palamós: 21,21 km por el recorrido oficial del GR 92. Tamariu-Palamós: 17,66 km. LLafranc-Palamós: 12,26 (opción descartada por ausencia de clientela). Un éxito el anular el menor recorrido. Prueba de la positividad y preparación del grupo. Además, un añadido,  la novedad no planificada: Begur-Palamós combinando GR92 y Camí de Ronda: 23 km en ascensiones y descensos continuos. 

El análisis sociológico inicial entre las elecciones del recorrido por el personal presente y las ausencias declaradas ya trazaron perfiles concretos del estado post-veraniego del personal. Veremos cómo evoluciona todo en los meses siguientes.

 

Ellos

Con la que está cayendo, mencionar la palabra ELLOS puede derivar en no se sabe qué. Una palabra casi maldita. No obstante, en aquella zona del extrarradio de  Begur bajaron ellos. Indicadores de direcciones hacia residencial Begur, Aiguablava, Fornells, Esclanyà y Palafrugell. Aparcamiento del supermercado Jodofi. O sea, un reducido grupo de ELLOS que se enfrentaron al recorrido largo. Ellos solos. Ninguna ELLAS quisieron acompañarles.  

En medio de  algunas realidades de la actualidad, centradas en rubiales y hermosos, se hablaba de quienes  se negaban a besar o abrazar nunca más, a bajar la vista en cruces respetando una decente distancia reglamentaria, a medir mucho las palabras y usar el vocabulario políticamente correcto. Con este panorama, ellos iniciaron el tramo entre pinos.

Al saberse en este estado, hubo quien planteó la posibilidad de liberar el inconsciente masculino sobre cualquier tema, explayarse con locuacidad y sin esa censura que frena en el día a día y ha venido para quedarse. Una censura o autocensura más entre tantas otras. No obstante, aquello fue un símbolo y una prueba  de los cambios y evoluciones entre los seniors. Todos adaptados a las demandas de los nuevos tiempos, esó sí, bajo la vigilancia de la tecnología. Alguien incitó a soltar las lenguas más viperinas, planteó temas como para liberarse. 

Ante un intento de hablar como en viejos y casi olvidados tiempos, hubo quien amenazó con grabar las conversaciones con el móvil. De hecho, lo tuvo en la mano y con el dedo a punto. De inmediato, silencio total, no siendo que, además del recochineo general con su posible difusión en las redes, se usara la inteligencia artificial para desnudarnos a todos, por supuesto que ponernos otros cuerpos y asignarnos aspectos juveniles, atléticos y con potencias de todo tipo. Ante esta amenaza, cambio radical de tema: se trató a fondo y de manera seria sobre la próstata: experiencias, tratos y prácticas médicas. Y cómo la cúrcuma le provoca milagros en la próstata de un cura, como si fuera un conejillo o conejazo de indias. A quien se le pasó por la cabeza mencionar otra propuesta, dicen que muy útil, placentera y necesaria, no se atrevió a decirla ante el posible espionaje digital. 

 

Apretando

Para incentivar al personal (ellos), se oían palabras de aliento y que se apretara el paso. El grupo que comenzó en Tamariu no debía estar lejos. En medio, los efectos de las lluvias caídas, de bastante volumen en esta zona. Ramas en el suelo, barro, socavones,  vallas por el suelo, suciedad, recipientes de basura tumbados y excursionistas que se cruzaban, con ciclistas, perros y otras especies. También con anuncios de viviendas y terrenos edificables en venta. ¡Aún quedan! Los carteles con avisos para que, en caso de lluvias torrenciales, el personal se abstenga de aparcar en la riera, fueron muy oportuno. 

Por todo el camino, la plaga de cochinilla diezmaba las chumberas. Convivía con carteles indicadores de un programa de seguimiento y control de la flora invasora en las montañas de Begur.  Mientras un residente descargaba madera para su estufa, a la entrada de Tamariu, la lámina de agua marina del fondo anunciaba el ocio con todos los elementos al uso. Algunos establecimientos, ya cerrados, debían haber hecho su agosto, o no; otros se desperezaban para ofrecerse a quienes los escogieran. 

La composición del imaginario turístico se completaba con un sinfín de boyas a las que había amarradas embarcaciones. Todas, al completo. El paisaje estaba saturado por las propiedades a motor. De lo que se deducía que el ayuntamiento de Palafrugell (al que pertenece Tamariu) aún no había dado la orden de recoger tamaño material acuático. Aguas ocupadas por quienes pueden, en un verano en el que las fuerzas de seguridad pública (de privada hay en todos los rincones y establecimientos, además de cámaras que también te vigilan) tuvieron que ocuparse a fondo aquí. Se publicó que algunos barqueros no hacían caso a casi nada. Multas y apercibimientos para respetar lo más elemental. En redes alguien supuso que los agentes de la autoridad no sabían a quiénes les llamaban la atención o multaban. “Usted no sabe con quién está hablando”. Suponían que era personal pudiente sin miedo a las sanciones o a casi nadie ni nada. He ahí un elemento más para la postal de la actualidad turística y brava. 

El escritor de Llofriu, Josep Pla, dijo que Tamariu “era un paradís recuperable, un esperit lligat a la quintaessència de la llibertat” (muy oportuno; ahí queda, para interpretaciones diversas).  

Por lo demás, submarinismo, turisteo multimodal y olvido de que antes este enclave fue un lugar de pescadores, como muchas otras calas del recorrido. Poco a poco se percibían los primeros olores de los sofritos arroceros, mezclados con el fuerte aroma artificial de los edulcorantes de bollería, horneada en establecimientos cercanos. Son apuestas ya internacionales para provocar a  paladares moldeados por la industria alimentaria.

 

Desniveles

Descalzarse o trepar: he ahí la primera cuestión a pie de agua. Eso solo para dejar atrás la playa de Tamariu. Por allí, un sinfín de calas identificadas y salientes rocosos. Por ejemplo, Cala d’en Roig, Cala Gamarús y, a dos km de Tamariu, cala Pedrosa, lugar de encuentro y desayuno de  los grupos. 

Poco a poco las ascensiones y descensos, continuos a lo largo de la costa, eran frecuentados por personal paseante, quizá buscador de esa cala que de virgen hace tiempo que ya ni se le supone. 

En uno de esos tramos había una persona con un perfil que podía suscitar interrogantes. Sin atreverse a mencionar su supuesto sexo, su soledad intrigaba, con un pino como apoyo de la espalda y un atuendo no repetido en el resto de paseantes. Detrás de sus gafas de sol podía esconder evidencias u oscurecer realidades personales. O nada de lo anterior. Simplemente se debía dejar llevar.

 

Calas

Unos ya comían mientras llegaba el resto a Cala Pedrosa. Los 30 metros de ancho se dibujaban al fondo. Piedras en el suelo, troncos como apoyo y una antigua barraca de pescadores. Las obviedades publicitarias consultadas afirmaban que allí se ofrecían comidas del tipo pescado fresco, arroces y demás “cocinados al aire libre”. Las incógnitas se acumulaban. La primera,  si seguía ofreciendo lo mismo; luego, la logística y demás. O qué significada eso de aire libre. Otra estampa entre lo antiguo y la realidad, con ascenso por una senda en medio de árboles, hasta comprender cómo la lejanía  y la altura dibujaban mejor los perfiles. Más excursionistas acompañaban y hasta ese momento, ningún bañista, ni textil ni no textil. Arriba, el camino transcurría al lado de los campos cultivados. 

El distanciamiento entre grupos alargaba la fila y definía los recorridos pendientes. Aquí nos fijaremos en el camino más largo, entre calas por el GR 92 y sobre todo  por el camí de ronda o sucedáneos.

 

Vallas

Bajar para volver a subir. Antes, entre piedras a pie de agua, había que descubrir la subida. Arriba, una valla metálica. Una más de tantas como delimitan qué es de quién. O quién es de qué, que también valdría. Todo lleno de barreras como imágenes de poder y de propiedad. Vallas opacas. No permiten que vean pero sí intuir la riqueza y el poderío. Imaginarse el interior desde el exterior. Por todas partes: límites. Fronteras particulares. Inversiones. El paso, blindado por lo propio. Por lo mío. Y más setos por doquier. Muros. Perros y más perros que intentan ahuyentar con sustos inoportunos. Cada vez más. Amenazas para caminantes, miedo en espacios públicos. Y tú sin hacer nada, sin meterte con nadie, pareces un supuesto sospechoso. Luego, cámaras de videovigilancia en calles. Quizá con el aviso: “Por tu seguridad” (eufemismos: más bien por la de ellos). Casi siempre eres sospechoso hasta que no se demuestre la inocencia.  Cuando tenía que ser al revés. El miedo del que tiene hacia el que no tiene. 

Al final, el GR pudo buscarse un hueco para abrirse paso entre lo privado y el bosque. Seguir la línea de la costa era ver los contornos. Construcciones medievales allá arriba. Atisbos de  lugares para festivales musicales veraniegos. Disfrutar entre el mar y las estrellas. Pagando. Pero, sin pasar por caja, también es posible. 

No podían faltar los antiguos faros, aún ahí presentes. Como el próximo en el camino, el de Sant Sebastià. 

 

Aéreos

Desde arriba la perspectiva marina era amplia, casi infinita. Azules inacabables al frente, transparencias imaginadas. Al lado de las calas, continuos avisos de peligro por desprendimientos. Las vistas aéreas de los mapas digitales (Google Maps y similares) ofrecían una costa agredida por mordiscos formados por casas y urbanizaciones. Son intentos de llegar a la costa, de conquistarla por la propiedad privada. 

El blanco de las construcciones frente al verde de los pinos y el azul del mar. Pero, también, láminas privadas de agua en la multitud de piscinas que se apreciaban. Aún sin drones, los google las identifican. Dicen que el agua escasea. Pero aquí no se ve ninguna vacía. Hasta el alcalde de Begur declaró, proclamó, amenazó este verano  con multas por consumo excesivo de agua. Se desconoce qué ocurrió después de tanta agua usada.

Seguimos con el agua. Durante el recorrido, casas y más casas. O casoplones. Como en nuestras ciudades, pueblos, urbanizaciones y similares. ¿Alguien ha visto sus plantas, céspedes y jardines secos por ausencia de riego debido al ahorro por el bien común? Sin embargo, los parques públicos no se pueden regar. Hierba, árboles y vegetación pública: seca. O sea, agua para quien pueda pagarla. Los espacios públicos, bajo mínimos.  Los privados, exuberantes. Mientras, a ahorrar agua con pantanos que languidecen. Parece como si la luz de un faro nos pudiera orientar ante realidades palpables y hasta lamentables. 

Desde 1851 el faro de Sant Sebastià se erigía en un acantilado a 170 metros de altura. Al lado, gentes con atuendos informales disfrutaban de la terraza de un hotel, fruto de la remodelación de un antiguo hostal. Propiedad de quien posee como mínimo un afamado y reconocido establecimiento de restauración  cerca. Evitemos mencionarlo. En ambos, especialidades ampurdanesas y marineras (como no podía ser menos). El placer del disfrute, del relax, de la pausa, del trago largo y consumo lento. También, posible aumento del ácido úrico frente a colesterol. O ambos a la vez. ¡Pero qué bueno está todo!

Son espacios con pasado. Como el poblado ibérico de Sant Sebastià de la Guarda, visitable para conocer a los “indigetes”, tribu a la que pertenecían los habitantes de este lugar ibérico. La llegada de los romanos a Empúries provocó cambios demográficos en esta zona. 

Pronto , bajada a Llafranc. Perfil repetido en una zona de alta presión turística cool, bellezas de postal y disfrute. Puerto deportivo al completo, repetición de boyas llenas con barcas amarradas, paseo marítimo con lo de siempre en un pueblo con historia. Antes, famoso por la producción de vinos. Boyante industria de alfarería. De aquí salían las ánforas para el transporte del vino. Y aquí murió en 2013 el escritor inglés Tom Sharpe. Es el atractivo de una costa que sigue ensimismando a todo tipo de personas. Lugares para el retiro creativo, para turistas placenteros con ganas de interiorizar el entorno o publicar en redes  la evidencia del yo estuve aquí. El poder actual de descubrir algo o que te lo descubran, desear un espacio y planificar su visita,  ya. Lo quiero, lo tengo. 

 

Fuerzas

El espectáculo en la playa de Llafranc estaba servido. La cantidad de  mirones y móviles enfocados verificaba que allí pasaba algo. Según se decía en los mentideros populares, el temporal había provocado el vuelco de una barca. Estaba cerca de la orilla. Una enorme grúa desplegó su brazo para enderezarla y proceder en consecuencia. El espectáculo en el oasis de la placidez congregaba al personal, no sólo a los seniors y jubilados de rigor. Hubo quien aportó una idea retro. Antes, o en países más pobres aún, tanta gente congregada en el entorno unían fuerzas, se ponían de acuerdo,  se mojaban y  aquella barca se ponía derecha bien pronto, gratis y gracias a la solidaridad humana bien entendida. Pero no. Ahora no, por nuestra seguridad. Un ejemplo más del nuevo orden, más legal y sin despeinarse. La grúa, que para eso está. Y quizá la pague el seguro. 

 

Escaleras

El sube-baja por el camino de ronda fue imparable. Escaleras, rampas, sendas, rocas, guijarros, cruces entre personas, todo para llegar hasta la primera línea, imbuirse  del entorno y trasladarse a donde uno quiera. Rincones playeros  textiles, no textiles, mezclas. Llevar o no llevar prendas aquí no parecía un problema. En otros lugares, este verano sí. En momentos en que se afirma que se ha recuperado “el músculo prepandemia”:  en visitas, viajes, colas, aglomeraciones y gastos estivales. En esos accesos a tantos rincones idílicos  abundaban todas las especies humanas. Hasta aquellas que ya se  ven transparentes ante miradas ajenas, que se consideran opacas. 

Quizá también  abundaba la especie de  los llamados “pijos de butxaca esquifida”, traducido en Terrassa por los “quiero y no puedo”. 

 

 

Popularidad

Calella de Palafrugell se asomaba en la lejanía más cercana. Pronto apareció la playa del Canadell, muy concurrida, con antiguos espacios de pescadores, en los bajos de los edificios,  reconvertidos en viviendas estivales. El escritor Josep Pla tenía una casa de veraneo aquí. Decía que una de las mayores delicias era ir, una vez has comido, a tumbarte un par de horas “ a la sombra del vientre de una barca”. La abundancia de “canyes” fue el origen del actual nombre de los 225 metros de la cala. La roca La Trona, atracción para lanzarse al agua.

Cerca, la mítica, inconfundible y televisiva Cala Port Bo, atracción estival del primer sábado de julio. Pañuelos blancos, el meu avi, gentes de alcurnia, famoseo, lustrosas embarcaciones, decoración al uso, escenario en el agua, televisión en directo, imágenes repetidas cada año, ron cremat, entradas pagando y habaneras.  Una zona llena con terrazas ocupadas mientras  andirnes sudorosos  se disponían a subir más escaleras para luego bajar, traspasar los arcos, túneles artificiales diversos para llegar a Sa Foradada, con un  túnel natural que también se puede atravesar por el agua.  Y afamados festivales musicales en los jardines de Cap Roig. Desde 2001, el festival del mismo nombre, con gran prestigio musical. Al aire libre. Cabida: más de dos mil personas. Algún gran banco estaba detrás. Un entorno con el castillo y el jardín botánico que aumentaba el atractivo del espacio.

 

Glamour

Gracias a la presión popular no se ha destruido más paisaje natural. Proyectos que se han detenido. Menos casoplones y piscinas y más conservacionismo para paseantes de todas las economías. La zona de Sa Foradada fue un ejemplo pero hay más. 

El Golfet, Puig del Terme. Pont del Castell y una de las más glamourosas playas de la Costa Brava: platja del Castell. 339 metros de larga, apta para amntes y negacionistas de prendas sobre el cuerpo. Hace 30 años fue salvada por la gente. En 1994 hubo un referéndum bajo la pancarta “Salvem Castell”. Ahora la Generalitat cedió edificios al ayuntamiento. El más conocido, el estudio del pintor barcelonés Josep Maria Sert. 

Se la llamaba “la playa de París” por sus visitantes, lujos, desenfrenos, diversiones, artisteo, películas, élites artísticas, vicios, virtudes. Todo allá por los años de 1920. ¡Si la arena hablara!

 

Encanto

Entre cala o morro del Vedell y Palamós hay 18 calas o playas, muchas accesibles solo desde el mar. Y entre todas las de este recorrido, de donde han salido imágenes icónicas y atractivas para entender (que no justificar) cómo están los espacios, dicen que la cala más icónica, la que regala la foto de postal o el recurso para Instagram o Tiktok  es la de S’Alguer,  con Cap Gros y la pineda de En Gori cerca. Hay encuadres míticos, con todos los ingredientes de atracción máxima. Para contemplarse uno allí, rodeada la presencia por la imaginación. Playa de piedras, fondo rocoso, agua transparente, antiguas casas y barracas  de pescadores del siglo XVI, con puertas de madera pintadas con colores diferentes, barcas que aportan el toque retro y marinero a la postal real. En 2004 los 40 metros de largo fueron  declarados “Bien cultural de interés natural”. Esta cala puede ser una droga muy placentera. Menos mal que a veces pasa desapercibida del gran público.

 

Oscuridades

Entre tanta transparencia, pronto nombres oscuros. Antes, el castillo medieval de Sant Esteve de Mar, del siglo XII, construido sobre un asentamiento romano, que a su vez se erigió encima de otro anterior, ibero. Entre S’Alguer y La Fosca. El museo de la Pesca de Palamós ofrece visitas guiadas. Y justo aquí, en La Fosca, hubo personal que tuvo que descalzarse primero para pasar agua proveniente de un arroyo que desembocaba en el mar. Luego, baño entre oleaje y al lado de la piedra oscura que da nombre a La Fosca y sus 500 metros de playa. Como se comprobó, un espacio más que no ofrecía gratis agua pública, ni en las duchas ni en los lavapiés. Mientras, más confirmación de lo dicho:  las casa privadas de los entornos seguían con una vegetación exuberante y piscinas llenas.  Fue el lugar de unión de quienes venían siguiendo el GR 92 y los intrépidos que se enfrentaron y disfrutaron de la primera línea de la costa. Con todos los enseres en los asientos que rodeaban a unas duchas que no cumplían con su función. Bien.

Cala Tamardia, mirador de Cap Gros, Cala Margarida y otras confirmaban la continuación de espacios para solazarse y verificar que aún hay belleza exterior natural,  sin capas de Inteligencia Artificial, aunque sea adornada por los desperdicios y atentados humanos. 

 

Eventos

Pronto, un puerto deportivo más anunciaba más masificación humana. También había espacio para  pescadores. Tampoco  faltaban los cruceros, tan polémicos ellos por  desplazar tanto personal que rentabiliza tan poco el trasiego de grandes masas humanas por los núcleos urbanos. Se veía Palamós, destino final de la etapa. Tanta embarcación con el apodo de deportiva por todo el litoral convertía la brava costa en una gran concentración de artefactos, por tierra, mar y por las rutas y pasillos aéreos que trasladaban a los anteriores. 

No podían faltar pruebas de que la gran factoría europea de producción y distribución de droga (Catalunya) también usa el mar. Son esos paisajes de la actualidad como si fueran eventos de una representación basada en realidades palpables. Recientes furgonetas llenas de fardos, caídas y abandonadas en playas de Begur, apresamientos de fuerabordas con poderosos motores, negocios, blanqueos de dinero en mansiones, inversiones de clases medias y no tan medias, mafias, extorsiones y hasta homicidios, todo formaba parte también de las idílicas y manidas representaciones icónicas de la marca Costa Brava. Incluyendo la famosa gamba del lugar, a precio de lujo. Para haber de todo,  hasta con recientes denuncias de supuestos delitos de prevaricación municipal aquí, al ocultar el alcalde que circulaba con exceso de velocidad en un coche policial multado. En fin, más cosas de más vida. 

En vez de buscar el autobús y un bar paseando por la zona portuaria, el personal acortó por calles del Palamós interior. Hubo quien echó de menos la realidad más vistosa, abierta al mar, con mástiles y ese olor marino mezclado con los ya elaborados culinarios , salsas marineras y las consabidas gambas (frescas o congeladas de allende los mares). 

El snack bar Catalunya acogió al personal para la comida. Situado enfrente del campo de fútbol del Palamós C.F. Historia del balompié: este equipo pertenece al club decano del fútbol catalán, fundado en 1898. El cartel en la fachada del campo daba fe.

 

Como también de lo que se trata es de transparentar buenos consejos ajenos, qué mejor guía que la escritora Margarite Yourcenar, incluso para estos momentos vitales:

 

"Lo mejor para las turbulencias del espíritu es aprender. Es lo único que jamás se malogra. Puedes envejecer y temblar, anatómicamente hablando; puedes velar en las noches escuchando el desorden de tus venas, puede que te falte tu único amor y puedes perder tu dinero por causa de un monstruo; puedes ver el mundo que te rodea, devastado por locos peligrosos, o saber que tu honor es pisoteado en las cloacas de los espíritus más viles. Sólo se puede hacer una cosa en tales condiciones: aprender". 

"Sources II", Margarite Yourcenar

 

Evaristo

26/9/2023