Cuarta etapa del GR 3: de Sant Bartomeu de Grau a L’Estany
Las andanzas en una pista americana, entre gascones y baños involuntarios
GRmanos y GRmanas,
La del alba sería cuando, a la hora en punto y en el lugar de autos, no había nadie. Los primeros que asomaron por el kilómetro cero quedaron tan desconcertados que dudaron si la media hora más tarde había provocado cierta relajación horaria. Claro que, como no venía la amante de la puntualidad, Ana, hubo una inconsciente permisividad general. Incluso un nuevo GRmano, Fidel, marcó la diferencia y puso a prueba la permisividad del grupo. Pero no llegó a alterar la comprensión general ante casos provocados por Morfeo.
Y, hablando de ausencias, echamos en falta a aquellas personas que alegaron y justificaron el no ocupar su bien ganada plaza en GRMANIA. Destacar quienes tuvieron que ir de notario como Manel (ése sí que es un buen “gorrión”, Manel); otros a ensayos de teatro como Ramón Alcaraz que, por cierto, tuvieron que hacerlo “en la antigua Funeraria”, y para justificar su ausencia lo hizo en estos términos: “Lo siento, pero sí se ha encontrado lugar de ensayo. ¡ La antigua "morgue" funeraria de Terrassa ! Será un teatro hinchado de almas”; hubo quien, como “aceitunera altiva”,(Cati). justificó la ausencia de su bota con que tenía que recoger estos frutos en un lugar tan olivarero como las inmediaciones de Terrassa; Adela, de cena; Belén, quiere y no puede; Ramón López, ¿?; Francesc, algún motivo tendría; pero, mención especial es acordarnos también de quienes, por practicar el estar en forma y hacerlo con mucha ilusión, se hallan postrados por impedimentos corporales, es uno de los tributos que hay que pagar por tanto caminar: Charo y Rosa con resfriados, Ana con su rodilla y Paco Ortega, con mucha ilusión por venir pero también con su rodilla indispuesta. De parte de todos y de todas GRmanos y GRmanas, deseamos que se produzcan prontas recuperaciones y el 15 de enero nos encontremos en el punto de salida habitual, con más puntualidad que la practicada hoy por los tardíos asistentes (casi todos).
Antes de montarnos en el autocar todas las miradas se centraron en las manos de nuestro jefe cuando, de sus bolsillos, empezó a efectuar tal despliegue tecnológico que hubo quien ya pensó en una futura maleta digital adosada a la mochila: dos walki talkis y el GPS, (todo del patrimonio de GRMANIA) , además de su teléfono móvil y el formato excell de su hoja de inscripción con quienes iban a la etapa, con texto también digital (entiéndase: escrito a dedo). Los Walkis fueron el nuevo juguete, tan impactante que ya disponemos de nuevos sonidos por el bosque: pitidos varios al principio y al final, nuevo diccionario con términos tales como: “me copias, me recibes, afirmativo, alfa-omega llamando a eco-charly, zorro del desierto llamando a ave rapaz”, y demás palabrería variada. Se solicita que cada GRmano y GRmana vaya pensando en un ALIAS original para cuando le toque el turno de prácticas de walkis. Y que, a ser posible, sea creativo en sus estructuras verbales para la mensajería instantánea por ondas. Total, que entre móviles sonando, GPS orientando, walkis pitando, la etapa pintaba con muy buenan y segura orientación. Pero no todo fueron flores y violas.
La comarca de Osona se despidió de nuestras botas de buenos pisahormigas con la acostumbrada niebla que, a medida que subíamos y llegábamos al punto de salida, se iba aclarando. El Lluçanés, poco después, nos sorprendería con una pista americana que ya la querría Bush para entrenamiento de sus Marines. La salida del sol fue el primer espectáculo visual. Sant Bartomeu de Grau nos recibió con un gran despliegue de antenas parabólicas en los balcones. No es que sea un pueblo altamente desarrollado en las famosas TIC, y menos después de que el señor Puigneró cerrara sus bien subvencionadas fábricas textiles. Las “paelleras” miran todas a La Meca o sitios similares. Por algo será. Sin embargo, tales adelantos nos hicieron pensar que quizá la próxima compra que nuestro jefe haga sea una antena parabólica plegable, extensible cuando se quiera. Hubo quien, ironizando y llevando su imaginación al máximo, pensaba en la máxima autoridad con dicha antena en forma de peineta cogiendo mejor la onda de su GPS, futurible portátil, móvil, walki talki y demás parafernalia que puedan inventar los chinos para ésta o próximas Navidades.
La etapa se inició con impactantes vistas del Pirineo nevado al fondo. El Puigmal y demás picos que nuestra memoria identifica se elevaban cual atalayas invernales. Más cerca, además del perfume animal de estas zonas, masías típicas de postal con animales, campos con el tallo del nuevo trigo despuntando en las tierras sembradas no hace mucho, el verde que quiere anular el marrón del terruño, caminos helados y resbaladizos y señales de GR que apenas se identifican. Menos mal que los primeros kilómetros tuvieron el auxilio de la tecnología punta. Los walkis no paraban, cada poco identificación de posiciones, avisos, bromas y ciertas envidias por parte de quienes los veían pero no los tocaban. Hasta hubo quien hizo propuestas sospechosas y se imaginó qué pasaría si estos aparatos vibraran también. El lascivo individuo se dejó llevar por otros pensamientos, inapropiados para la ocasión. También Pedro nos deleitó con su buena memoria histórica y nos trasladó a las parejas de la Benemérita Guardia Civil cuando en Andalucía hacían ostentación de los primeros transmisores a distancia. Les llamaban “ el mancontro”, pues aquellos picoletos presumían de estar todo el día comunicándose así en andaluz nativo: “m’ ancontro en tal lugar, ¿tú dónde t’ ancontras, cambio?”.
Parada para el desayuno, lugar soleado donde comenzó a circular por determinados mentideros el rumor de que faltaba una bota. Tanta tecnología punta y poco detalle práctico. Este escribiente, ante tan ardorosos deseos insatisfechos, ha propuesto a la máxima autoridad que se brinda para adquirir una bota comunitaria, con cargo al erario público de GRMANIA. Será otro objeto para el patrimonio colectivo, siempre que nadie se oponga. Todo viene porque el hábito creado por Cati ha arraigado tanto que ya hay quien lo echa en falta. Para que esta GRmana no tenga que asumir esta obligación y pagarla de su pecunio propio, se propone que en cada etapa se encargue una persona diferente de traerla llena. Así, en vez de hacer catas a ciegas, daremos tragos en público. Y se sugiere que cada sumiller catador valore la calidad del vino de quien lo ha traído, que lo clasifique afinando sus papilas gustativas, haciendo sus pinitos en identificar de qué denominación de origen puede ser, qué añada, etc. Recuerdo que con esto se pondrá a prueba el gusto vinícola de quien lo trae, pero sobre todo su capacidad adquisitiva para sorprender con calidad y qué producto le ofrece a la compañía. Si nadie se opone, yo seré el primero que iniciaré la ronda el 15 de enero. Es otra idea más para compartir en grupo.
El suelo helado dio paso al barro y tanto uso de las nuevas tecnologías provocó lo que se esperaba: el rápido desgaste de las baterías. Tanta novedad para tan poca carga. Quizá haya que adquirir un cargador de manivela o de pedales, un nuevo equipo móvil para alimento de tanta maquinaria. Las señales casi no existían y, con tantas subidas, bajadas, giros, cruce de rieras, paso de vallados, hubo que recurrir a las dos herramientas tradicionales que menos fallan: los papeles y las voces. Menos mal que las fotocopias eran bien interpretadas. Un comité de sabios le asignó a Ginés hasta una suficiente puntuación por saber leerlas, interpretarlas, explicarlas y recordarlas. Ahora, para después de Navidad, le falta traer la redacción final y la presentación en Power Point. El excelente lo va ganando, a pesar de sus posteriores chapuzones y bautizos casi invernales. Y, sin walkis, los silbidos, las voces, las esperas, marcas, flechas en el suelo, o sea, la simbología tradicional fue nuestro mejor auxilio ante fáciles pérdidas. Porque hubo momentos difíciles: sin señales, las expertas y expertos en la búsqueda de fredolics desorientados, momentos de querer seguir el rastro en el camino: sólo se identificaban marcas de neumáticos, huellas de pezuñas, mucho excremento, más barro y poca huella podológica humana. Retrasos, reagrupamientos, reencuentros, renovación de fuerzas y retorno al trabajo andarín.
El camino poco a poco fue adquiriendo un cariz de campo de maniobras militares. A menudo se estrechaba y se cubría de tantas zarzas que era difícil sortearlas todas, ¡y cuidado con las orejas!. Desgarro de la camisa de Jordi, un siete en el pantalón de Jaume, tirones de las fibras de la indumentaria, mochilas llenas de hojas, barro hasta la rodilla, subidas tan embarradas que era más fácil bajar por la inercia que dar un paso hacia arriba. Pero los GRmanos y GRmanas adoptaron las medidas adecuadas y sortearon tantos obstáculos que ya sólo les quedaba por despejar una incógnita: ¿quién era “el brau Gascón”? estaba muy bien publicitado por todo el recorrido , anuncios del toro susodicho, no se sabe si para que se prepararan las vacas ante sus dotes sementales o para prevención de riesgos laborales a posibles caminantes. El caso es que todo eran pasos estrechos, alambradas de tales dimensiones que el amigo Gascón, como no se le veía, ya hacía dudar tanto de su existencia como pasa con Bin Laden.
El paisaje de media montaña descubría los efectos de la despoblación y tantas masías, con tantas historias y vivencias en su interior, estaban ya olvidadas y casi caídas. También las había aún con vida, como la última de Sant Bartomeu de Grau: animales de pico y de pluma, casas con las proporciones de los dibujos de Pilarín Bayés, masovers abajo y el amo arriba, otras casas reconstruyéndose, pero todas juntas, nada que ver con la mansión de Mas Castell.¿Quién sería su propietario/a y a qué se dedicaría?.
La pista americana nos iba preparando para afrontar gestas posteriores, y sin aparecer aún nuestro incógnito Gascón. Nos tensaba los músculos sorteando obstáculos, pasando pequeñas rieras, con o sin agua, sin saber que nuestro Gascón particular e imaginario vendría pronto. Y vino en forma de riera honda, con agua y con dificultades. Equipos de husmeadores y olfateadores adiestrados efectuaron prospecciones por la zona para descubrir posibles pasos alternativos. Nada, no había otra solución que pasar por encima de unas ramas. “Alea jacta est”. Los primeros fueron pasando como equilibristas con un pie casi en el agua. Mientras los de un lado temblaban, los del otro observaban la maestría de cómo poner los pies. Claro que un selecto grupo se atrevió a enseñar sus extremidades inferiores, descalzarse y afrontar las heladas aguas como si fuera un tratamiento antivarices. Rosa Gil y Tesa consiguieron el reto y causaron admiración. El sector masculino se veía como sexo ya más débil de lo que el actual mercado lo considera. Tamaña proeza y atrevimiento femenino debía tener su respuesta. Menos mal que un hombre como Jaume se atrevió a dejar el pabellón muy alto. Tanto que no sólo enfervorizó a la masa sino que se oyeron procaces y atrevidos piropos a sus esbeltas piernas. Un logro más de la igualdad de sexos y de pérdida de vergüenza de los hombres en piropear a Jaume. Los nuevos tiempos políticos nos conducen a esto.
El paso fue correcto hasta que lo peor se produjo. Quien había conseguido buena clasificación en dominio e interpretación de la lectura, no pudo superar la prueba de paso y cayó al agua. Ginés sufrió un remojón integral y todos nos imaginamos en su piel, pues nos pudo haber pasado a cualquiera. Menos mal que, debido a la asignatura de la que es experto, supo tomarse el chapuzón con mucha “filosofía”. Fede cerró el grupo con cierto lavado de pies incluido. Inmediatamente se puso en marcha la máquina solidaria para secar a los mojados. Los centros de recursos mochileros sacaron de todo para socorrer a los pasados por el tren de lavado. Y también fue motivo de cierta observación de las intimidades de los afectados. En pleno mes de diciembre el espectáculo era digno de un cabaret. Despelote, calzoncillos al aire, redondeces, protuberancias imaginadas a lo lejos y abultamientos varios, todo porque por allí aparecieron unos kalvin klein limpios de color beige (por aquello de que disimulan mejor la raya de en medio), modelo “huevos colgando”, según palabras de Carlos, su propietario. La moda invernal debido a las circunstancias solucionó el problema y dio paso a otras tendencias del pret-a-porter de la temporada, en especial el lucimiento de piernas de Ginés con unas mallas de Fede.
Y mientras, pasos y más pasos estrechos y difíciles, llenos de alambre espinosa, superados “dejando pelos en la gatera”, según Pedro. Pero Gascón no aparecía, aunque se oían en lontananza mugidos de ávidas vacas que querían gozar de sus atributos y habilidades. Lo que sí se veían eran los efectos del paso de unos animales que, según Antonio Gil, se pueden llamar técnicamente jabalines y jabalises, pero que se les conocen por el nombre vulgar de “biiiiichooosssss”. Y acebo, mucho acebo masculino y femenino. Tentadoras plantas protegidas por la ley, alguna rota por desalmados, que le facilitaron la faena a quien antes había lucido sus piernas y es docto en temas eclesiásticos, teatrales y de contador de cuentos. Tuvo la osadía de desafiar a los posibles guardas y presentarse en el bar con su trofeo navideño. No era Gascón, sino una decorativa rama de acebo con sus bolas rojas.
La retrasada llegada al hostal Grau de L’Estany se hizo saltándose todos los pronósticos. El GPS ya casi había enloquecido y no le salían las cuentas, aunque nos advirtió que sólo habíamos hecho 25km y 700 metros. Y eso va a misa, en palabras de su administrador. Cuando el grueso del pelotón llegó, los tres miembros de cabeza ya había reservado y preparado el abrevadero, y ya se estaban abriendo los grifos de los barriles de cerveza. Amabilidad total del dueño del bar-restaurante que, desde el primer momento se brindó a mojar las secas gargantas. Una vez acomodados todos, se notó aún más la ausencia del encargado de traer la tabla de embutidos ibéricos, Manel. Esperamos que con los restos de esos pata negras y cinco jotas que le regalan por Navidad nos pueda agasajar en la próxima etapa y recupere así el prestigio perdido en ésta.
No obstante, también nos consolamos con ese experto en acebo, Jaume. Nos trajo un chorizo ibérico de un pueblo de Salamanca llamado Vitigudino que parecía “teta de novicia”. No fue comparable con el detalle de Pepe, una bolsa con añejos restos procedentes de la última expedición a Bruguera. Destacar también las prácticas degustativas que le ayudamos a llevar a cabo a Tesa. Nos sorprendió con un paté de queso de cosecha propia, fruto de los aprendizajes que hace en su cursillo de cocina. La animamos todos a que progrese más adecuadamente y se destaque aún más con alguna otra delicatesen tipo “bocatto di cardinale” para la próxima etapa. Si hemos de ponerle nota, tendrá más de un DESTACA. Después, a los postres, apareció nuestro inefable Ambrosio acompañado de la Preysler y los ferreros rocher se juntaron con tantos y tan buenos chocolates que no hubo posibilidad de degustarlos todos.
Mi “ite missa est” de esta epístola debe acabar con un ruego que Paco Troya me ha hecho: ponerle una penitencia pública a Jaume por su pecado venial al coger acebo. Como su formación eclesiástica y sus saberes superan a los míos, me veo imposibilitado en adivinar cuál es el recto proceder canónico en estos casos. Dejo a la divinidad y a su conciencia que obren en consecuencia porque “amigo Sancho, con la iglesia hemos topado” (y nunca mejor dicho en el 400 aniversario de El Quijote). Yo, más terrenal, le sugeriría que, “para desfacer el entuerto”, podría traer alguna otra vez más chorizo de Salamanca.
Esperemos que, antes de desearnos buena salud el día 23 de diciembre, ese pelao que cada diciembre nos castiga los oídos con eso de que cada Navidad tus sueños juegan a la lotería nos ayude en el 62799. Y si no lo hace, nos conformaremos con la suerte de seguir saliendo a caminar, de esperar que se recuperen las personas del grupo con problemas y de seguir disfrutando en grata compañía. Y esto ya es una buena y segura lotería.
Terrassa, 19 de diciembre de 2004
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