Romería a Montserrat 2005
La otra cara del sufrimiento entre buena gente
GRmanos y GRmanas,
Las dos mujeres se atrevieron. Subían despacio por el camí Romeu de Monistrol a Montserrat. Una paraba cada poco y se consolaba con descansar y recuperar el aliento en una piedra. Subir a Montserrat desde Monistrol le resultaba duro. Era la primera vez que lo hacía y se prometió a sí misma que subiría. Iba acompañada de chicas jóvenes que la animaban tanto como los GRmanos que cerraban filas. Poco a poco llegó hasta el final. Consiguió su objetivo y también el merecido descanso del día siguiente pues, muy precavida, había pedido fiesta por lo que pudiera pasar. De mediana edad, con muchos ánimos encima y en un entorno favorable, esta peregrina del siglo XXI se demostró a sí misma que el sufrimiento se puede aguantar, igual que debieron hacer por aquí desde hace más de 900 años, o igual que conocen muy bien quienes participan en travesías de montaña cuyo máximo rival eres tú mismo.
La otra señora también iba al final. Su hijo de catorce años estaba en las primeras posiciones y ella, con un bastón de una persona de GRMANIA, se tomó la subida despacio, con los pies muy lastimados pero mirando con mucho ánimo hacia arriba. El viernes la habían despedido de la SONY y se refugiaba en los continuos ánimos de las últimas personas que cerraban la romería. Si su hijo había participado en cuatro ocasiones en esta romería, ella podría atreverse con la primera. Poco a poco, con dudas, con mucha ilusión y con más ánimos también consiguió su reto. Ambas eran las últimas, pero también para algunos miembros de GRMANIA fueron el símbolo, el gran ejemplo de constancia, tenacidad y sufrimiento. Y, por qué no decirlo, que estas personas lleguen es una de las mejores herencias que nosotros podemos dejarles a otra gente. Quizá sea una semilla más para consolidar las modernas peregrinaciones, el amor al aire libre, una posible fe y los auténticos principios de GRMANIA en una montaña que tiene algo más que piedras, desniveles y la imagen de una virgen negra. (Palabra del ayatolá de la fe senderista. Amén)
La buena gente de esta edición se puso de manifiesto desde el momento de la salida, en la iglesia de Salesians de Terrassa. Hubo expectación por si nos sorprenderían con su visita el compacto grupo de jóvenes romeros interculturales de la edición anterior. Al final no llegaron y se difundió el rumor de que posiblemente quedaron reflexionando sobre el nuevo Estatut.
El programa se cumplió al pie de la letra, tanto que a las 21 horas ya había un buen grupo de personas de la parroquia de la Sagrada Familia. Como la técnica no sabe de romerías, un coche puso a prueba la organización y se negó a trasladar al punto de salida los foulards, tiquets e inscripciones. Ni el RACC fue capaz de arreglarlo. Pero tampoco fue un impedimento para que el ilusionado y compacto equipo de GRmanos y Grmanas perdiera la fe en la pronta solución. Todo se arregló y el máximo responsable de la Federació de Cristians, el Sr. Heras, se sobrepuso a los problemas de las cuatro ruedas.
Mientras, la espera se repartió entre la ceremonia religiosa inicial y la logística de la organización. Puntualmente GRMANIA estaba allí. Dos mesas en el vestíbulo del colegio, los chalecos reflectantes Aa punto, bastones, mochilas y observación de las caras que nos tocarían conducir. La buena gente fue paciente, supo esperar, comprendió a los coches que se niegan a funcionar y se prepararon para el reto de una romería más. Con los papeles en regla y el foulard conmemorativo en el cuello, las más de160 personas estaban a punto. Y también GRMANIA. El equipo organizativo demostró el poder de la voluntad para ayudar desinteresadamente a los demás. Las personas habituales: Cati, Ana, Fina, Pepe, Paco Gacía, Jaume, Carlos y este plumilla se vieron reforzadas por colaboradores muy especiales. En esta ocasión tuvimos la ayuda de alguien que aportó su bagaje directivo. Alfredo y Cristina, su mujer, se unieron a los de los chalecos reflectantes. Pero aún había más refuerzos. En Vacarises Pedro y su mujer, Rosario, también colaboraron eficazmente en la conducción de los romeros y romeras. Qué decir del resultado final. Con tan compacto equipo, todas las dificultades se superaron. Y algunas hubo. Por si fuera poco, la tecnología de GRMANIA fue básica en el soporte logístico. Los walki talkis cubrieron muy bien la cabeza y la cola. El lenguaje usado se adaptó al evento. ECO 1 y ECO 2, te recibo bien, te copio, corto y cambio. Novedades continuas, paradas para juntar los grupos, cohesión y profesionalidad también poyada en el GPS, el cual recogió la ruta que pronto estará disponible en la web.
La salida se encaminó a una nueva ruta, muy bien estudiada por las personas de cabeza. Llegamos a la riera de Gaià por la zona situada detrás del Roc Blanc. La ascensión puso a la romería en fila india y ya se comenzaba a notar un ambiente alegre entre la juventud. La hilera de frontales en una noche de luna nueva nos convertía en un sinfín de puntos luminosos que se movían hacia aquellas otras luces que se veían lejos, allá arriba, nuestro destino final. Sin confusión alguna, con perfecta coordinación, el camino estaba expedito y muy bien acondicionado por la brigada de zapadores de GRMANIA. Poco apoco nos acercábamos a la C58 cuando se produjeron dos avistamientos espectaculares. Alguien observó aparcado un camión de una cerveza mejicana y se imaginó que hasta habría también rodajas de limón para tomarla bien fresquita. No, el avituallamiento de Coronita no estaba operativo.
Quienes sí estuvieron operativos todo el camino fueron las personas de Creu Roja que nos acompañaron y nos ayudaron en todo momento. Y destacar el otro avistamiento espectacular. A la hora prevista un coche de Mossos d’Esquadra acudió a la cita, los destellos de las luces del vehículo y sus luces rojas pararon el tráfico. Se jugaron la vida para detener a los coches a esas horas en un punto en que la velocidad oficial no se suele respetar. Un gran trabajo de estos profesionales a las órdenes de Montserrat Tura. No marcharon hasta que el grupo se introdujo en el bosque de nuevo. Este año nos demostraron su eficacia y acudieron en nuestra ayuda. Habrá que agradecérselo por escrito.
Poco a poco la romería se acercaba a Coll Cardús, lugar para cenar que no fue tan grato como en principio se pensaba. En vez de parar en el aparcamiento, los romeros fueron okupas por momentos. La casa-restaurante sirvió de acomodo provisional en un patio acondicionado para eventos sociales. Pero no para acoger a romerías que llevan cientos de años pasando por aquí. El dueño planteó a la pareja escoba de la romería la distinción entre tres términos lingüísticos: Voluntario, Responsable y Privado. Tres palabras que quería resumirlas en una amenaza: denuncia. Habíamos invadido una propiedad y quería saber quién se responsabilizaba de la organización, cómo quedaría su espacio privado y quién le había metido tanta gente aquí. No entendía que hace años la romería paraba aquí, antes de que las vallas delimitaran las fronteras entre peregrinaciones y privacidades. El mal genio del propietario se compensó con la educación de la buena gente. El equipo escoba y más gente se comprometieron a ser escobas de verdad y recogerle todos los restos que quedaran. Los cuidados de romeros y romeras favorecieron la labor y dejaron en perfecto estado un espacio tan privado que no quiere acoger a históricas peregrinaciones.
El camino discurrió entre el olor de plantas aromáticas, marcas diversas, luces de Montserrat difuminadas por la niebla, el camino bien marcado por el equipo de especialistas de GRMANIA y los primeros efectos colaterales del camino. Hubo que devolver a su casa a un romero por diversos problemas de salud. Algún otro también recordó que el Ventolín se lo había dejado en casa. Mientras nos acercábamos a la estación de Vacarisses descubrimos que otro grupo nos acompañaría. Trabajadores y trabajadoras de Santidad de Mútua de Terrassa y del Parc Taulí de Sabadell también se dirigían a Montserrat en su 25 peregrinación anual. En la estación hubo conatos de confusión y mezcla de personas pero el eficaz silbato de García y la rapidez organizadora evitó problemas, aunque hubo quien iba con nosotros y probó la comida y bebida que repartía un coche de Mutua de Terrassa.
Los tiempos se cumplían y eso que la cabeza de la romería debía contener las energías de quienes creen que la cuestión es llegar primero. Entre la buena gente se observaron algunos cuerpos enfundados en lycra, material que deja entrever formas que denotan la buena forma física y otros contenidos. El nivel sube, la educación también y la capacidad de adaptación es el mejor recurso para acabar la marcha.
El camino hacia Monistrol animó a la peregrinación a completarla. Montserrat estaba allá y era el objetivo final para el que aún había que sudar. Muy detrás comenzaron a verse las luces de la expedición sanitaria que nos pisaba los talones. La bajada en fila provocó retenciones hasta que de nuevo en Monistrol se presentó la recompensa del reagrupamiento final antes de la última subida. Cualquier parada mostraba el rostro del sueño y del cansancio y enfriarse demasiado se evitó prosiguiendo la marcha. Se notaba en el ambiente que el final estaba cerca, con el regalo incluido de ver amanecer desde las alturas.
La subida desde Monistrol volvió a extender una larga fila de luces que subían con esfuerzo y que se prolongaban hacia una punta y a otra. La ascensión de las dos mujeres del final fue el mejor ejemplo de la constancia y de la lucha por el objetivo final. Poco a poco el día nos recompensaba con la postal del paisaje, con luces que se debilitaban a medida que triunfaba la iluminación natural. Pero subir sin confundirse sería pedir demasiada perfección. Esta vez también la hubo. En mitad del camino un gran grupo siguió a una personas no de GRMANIA y se enfilaron por una canal en fuerte pendiente hasta que llegaron a una infranqueable pared vertical. Si bien las fuerzas ya eran justas, nadie se quejó y con mucho estoicismo atendieron las indicaciones de GRMANIA y volvieron a las marcas de la Matagalls-Montserrat.
El tramos final se presentó lento pero eficaz. Nuestras compañeras del final nos dieron esa lección oculta que es “la conquista de lo inútil”, término que dignifica a quien antepone lo inmaterial a logros productivos. Y la disposición de servicio de GRMANIA se demostró a lo largo de todo el recorrido. Utilizar una noche al año para ayudar e ilusionar a la buena gente que sigue una tradición milenaria: he ahí la mejor conquista. La montaña fue exigente pero también amable. Por culpa de un acto de servicio, Ana perdió sus gafas en la noche y, cuando ya habían bajado a buscarlas, una persona de la romería anunció que las había recogido para devolvérselas a su propietaria. Es la recompensa del trabajo bien hecho.
A las 8,10 de la mañana la retaguardia dio por concluida la romería, en el momento en que nuestras dos compañeras vieron cumplido su sueño (y también el nuestro) de conseguir, por primera vez en su vida, subir a Montserrat a pie desde Terrassa. Fue la mejor recompensa de una larga noche en beneficio de quienes seguro que volverán.
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