Si bebes, camina con orientación
Grmanos y GRmanas:
No hay como las cosas bien organizadas y cuando tocan. O sea, que un autocar llegue a la hora se agradece. Y que, cuando pones pie en el destino, un selecto grupo de azafatos y azafatas te reciba a pie de plataforma con gustosos detalles, se agradece aún más. Todo con un orden y una puntualidad que provocó ciertos ánimos algo disolutos al pasar del verlo al degustarlo. Cada vez hay más motivos para celebrar algo, Y también es un detalle que las celebraciones se compartan cada vez más. Una ilustre Grmana quiso compartir la nueva década de forma dulce y tentadora. Como durante el verano una empresa chocolatera dice que no vende sus productos, la anfitriona debió buscar las primeras cosechas del otoño y el personal comprobó cómo la publicidad a veces no engaña: “inconfundible, incomparable: ¿qué haría yo sin él?” (está claro: es su marido). Los bombones bien perfumados por dentro con variados licores, los cafés y las botellas de espirituosos, todo el conjunto creó un ambiente tan agradable y dicharachero que se extendió a lo largo de la etapa. La orientación se resintió. Quizá quienes asuman ser guías del camino debieran pasar por un control previo de la composición de la sangre en vena.
Búsqueda
Una pareja se perdió. Así de claro. Y durante bastante rato. Parece que no habían bebido demasiado. Lo que estaba claro es que hacía tiempo que no se veían. Y se perdieron. Seguían marcas pero debían ser contrarias, porque llegaron al punto de origen. Mientras, las unidades de transmisión no perdieron el contacto con ellos. Al final, esperaban en la plaza de Arbúcies, rodeados por pancartas que anunciaban alguna independencia, mientras grupos de interculturales llenaban el espacio público. La anchura de un camino con árboles de ribera permitió disfrutar de los colores del otoño y pisar las hojas caídas. Alcornoques, encinas, álamos y chopos que irían cambiando a medida que se dejaban los 487 metros de Riells y se llegaba a las cercanías de Sant Climent, a 680 metros, con los restos de una ermita. La altura propiciaba buenas vistas llenas de cortinas de niebla que dibujaban otra realidad de una naturaleza disimulada por este manto meteorológico. Una subida tensó los ánimos, quemó alcoholes y recordó que se había de parar para lo de las fuerzas. Mientras la comida importaba para unos, la búsqueda de los perdidos era fundamental para una minoría. En estas situaciones, las dudas humanitarias asaltan por momentos a algunas mentes. En fin, la bota debe curarlo casi todo.
Tres zonas naturales: Parc Natural del Montnegre.Corredor, parque natural del Montseny y Les Guilleries. Cazadores, buscadores de setas y Grmanas que buscan disimulados lugares para sus quehaceres fisiológicos. Mientras los de la escopeta otean, ellas los vigilan: parece ser que no quieren ser “cazadas” in fraganti.
Plan E
La subida, después del alto en el camino, condujo a un bosque caducifolio que se iba despojando de su vestidura a causa del viento. Las hojas cubrían la carretera y daban trabajo a dos operarios que pulían el asfalto otoñal con maquinaria diversa. Alguien miraba si ambos pertenecían al Plan E, pero no se veía ningún cartel de esos que inundan el Estado y que cada uno vale 1200 euros: “Obra ejecutada por el ayuntamiento de Riells, Plan español para el estímulo de la limpieza continua de las carreteras en otoño”. No, dijeron ser pagados por el ayuntamiento y su cometido debía ser vigilar la caída de hojas y perseguirlas hasta el cubo de la basura. Debían ser más rápidos que el viento. La lustrosa carretera debía ser para facilitar el acceso a un complejo hotelero apto no para todos los públicos. Allí otros seguían abrillantando las carpas, zona de piscina, fuentes y jardines varios. Ceremonias civiles a un lado y lo demás, al otro. Una Grmana dijo haber comido allí y bien. Y aquí, más camino, subida continuada hasta descubrir las primeras casas de Arbúcies.
Heroínas anónimas
Nunca tendrán un monumento. No saldrán en los diarios. Se las olvidará. No importa. Ella, de Can Callís, es una heroína. Sola, atiende a su padre y a su madre, ambos en silla de ruedas. Y se levanta pronto, atiende tierras y animales, hace vino y pone cara de felicidad. Cuando alguien le habla de la ley de dependencia se ríe. Echa de menos cuando aún tenía más fuerzas. Derrocha vitalidad. No se queja en público. Y cada día hace comidas de las de antes. Parece feliz.
Buena entrada en Arbúcies, el pueblo de las carrocerías de los autocares, con referendums a la vista (“¡son pocos pero hacer un ruido...!” dijo alguien), plaza porticada, cerca el castillo de Montsoriu, con una fuente accionada por un curioso mecanismo. El pueblo donde se fraccionó el grupo, el autocar fue, vino y volvió. Fue el sitio donde los que no siguieron se perdieron un buen trozo en subida con un paisaje de La Selva sublime (“el paisaje es maravilloso si hubiera tiempo para mirarlo”, alegó un Grmano al llegar a Sant Hilari).
Pasar por la piedra
La guía oficial así lo dice. Transcripción. En este recorrido del Gr está la “piedra de Serrallonga”, una piedra plana donde dicen que el famoso y legendario bandido “pasó por la piedra”...¿a quién? Al propietario de una masía. La subida era continua, fuerte, apta para poner a prueba las fuerzas finales de caminantes que echaban de menos antiguas etapas como ésta. Joanet, un núcleo en medio del camino. Los bosques dejaban ver los perfiles de una perspectiva formada por las montañas del Montseny. Cerca, allí al lado, los abetos cultivados para ser vendidos en la próxima feria de Espinelves. Muchos abetos que dieron paso a Can Faustino, un criadero de caballos. Y, después, al castillo d'En Roca, una mansión situada en un promontorio ya dentro de Sant Hilari. El destino final estaba cerca, aunque no para todos.
Recibimientos
Allí se daba la bienvenida con aplausos a los que llegaban por el GR. Mientras un distinguido Grmano te recibía con la habitual jarra de cerveza (¡qué detalle!), había responsables expectantes. La escena era curiosa: en una mesa al sol, el coordinador abría la caja recaudadora, bajo la atenta mirada de una inspectora de Hacienda que hacía tiempo no aparecía por estos lares. Quien llegaba era abordado por el cobrador de la etapa, aunque no hubiera empezado ni a comer. Despojado el interfecto de sus dineros, caía en manos del nuevo lotero, el cual le transmitía ilusiones del tipo ¿y si cae aquí?.
Mientras, una pareja se guiaba por el walki para llegar. “sigue las marcas y llegarás al bar la Báscula”. Consulta sobre si iba bien o no. “No te preocupes, tú sigue adelante”. No aparecía el bar del toldo rojo. Consulta. “Tú sigue, no te preocupes”. La pareja, con rostro preocupado, debía recordar la añorada etapa andorrana por la Vallmadriú. Pasan el pueblo, continúan, preguntan a alguien y dan marcha atrás para encontrar el destino final. Enfado lógico.
No obstante, aun siendo ella víctima de tal confusión, agradecer su invitación a cava. Otro aniversario. Felicidades a ambas. Alegría por la vida que continúa. Podría ser un Viva la Vida cantado por rostros que emocionan (mirad sus caras).
Viva la vida y viva la solidaridad, según el budismo:
“Yo soy uno pero los demás son muchos”
Evaristo
http://afondonatural.blogspot.com
Terrassa, 28 de noviembre de 2009