sábado, 19 de enero de 2019

GR3 etapa 15: entre Els Munts /La Trona y Vidrà /Sant Quirze de Besora


¿De dónde se sale hoy?

Sinceridad aplastante y necesaria para empezar el 2019. Las cosas claras y las dudas, también. Desde antes de salir, en los preparativos, ya se empezó a ver que el año prometía, o por lo menos comenzaba con matices. Ver para creer. Escuchar y leer para intentar entender. La etapa comportaría sorpresas y la franqueza ayudaría a opinar a pecho descubierto, a decirle a quien corresponda su interpretación de la realidad. Veamos hasta dónde llega la crudeza de la claridad en un grupo donde el libro de estilo se reescribe en cada etapa.

Salida

Hacía tiempo que el correo electrónico no salía de su habitual letargo, hasta que alguien lo revitalizó con un evidente y necesario  interrogatorio que obligó a sincerarse a quienes proponían puntos de salida para tantos  principios de cada etapa como solía haber. De dos opciones a tres, de tres a dos. Todo defendido con razones claras a base de mapas y distancias, aunque luego las actuaciones pudieran cambiar. Y con el añadido de casas que parecían impedir el paso de grandes vehículos en Vidrà. De A y B se pasó a A, B y C. Luego A y B se fusionaron. AB y C no salieron juntos y C acabó antes, aunque llegó más tarde al punto final, en Vidrà. Y allí la entrada de AB produjo efectos colaterales por algunos atrevimientos de la primera fila, muy repetidos en muchas etapas a lo largo de la historia GRmana: forman parte del citado libro de estilo, tan heterodoxo. Sinceros, por supuesto, como para que una persona fuera “cazada” en la puerta del bar “Els Caçadors” de Vidrà. 

Claridad

“Tienes barriga”: qué saludo, qué mejor frase y más franca, dicha para alguien que  sufría en sus flácidos abdominales el paso de los años, la relajación de la postura (si hubiera observado que le radiografiaban esa zona, ¡otro gallo cantaría!)  y  los efectos de los ágapes navideños (y muchos más anteriores). ¿Fueron hombres o mujeres quienes mantuvieron ese diálogo antes de subir al autocar? ¡Cuidado con la respuesta! Esa persona piensa estar hasta agosto haciendo tablas gimnásticas para desgaste de grasas variadas y mantener actitudes erguidas para cubrir las apariencias, si bien a estas edades de caídas varias valdría recordar aquello que dijo el gran poeta y arquitecto Joan Margarit: “Tu senectud ya no la juzgarás tú”. ¡Qué ventaja más evidente de la actual edad!

Arriba

El paso por la inolvidable zona de rallys de La Trona recordó aún por qué antes a este espacio lleno de quiebros de la carretera se le llamaba “la curva de las basuras”. Justo al iniciar la subida se veían camiones que transportaban desechos a lugares más ocultos a la vista. No como antes, tan visibles y cercanas a los vehículos. Una carretera que solo se competía de subida. Al revés se podrían despeñar los zigzagueantes conductores y acabar entre los restos de esta civilización (la basura), en tramos sin apenas quitamiedos, en mal estado y con curvas más cerradas aún si cabe. 
A 1057 metros de altura, en la subcomarca del Lluçanès, en el vértice de unión entre Osona y el Ripollès, allí se localizaba el punto de salida de AB (mientras que el grupo C salió de La Trona hasta Sant Quirze de Besora), el Santuari de la Mare de Déu dels Munts, bien adornado con la simbología al uso. En una fría mañana con gran visibilidad, olores porcinos y recuerdos de pasos GRmanos anteriores, el grupo volvió a repetir una antigua foto al lado de uno de los puntos geodésicos que aún no se han acabado de destruir por lo que representan. La representación orográfica indicaba dónde estaban los confines al alcance de la vista: Pedraforca, Alpens, Puigllançada, coll de la Creueta, Santa Margarida, Puigmal, El Catllaràs, etc.  El Pirineo nevado al fondo, sonidos de animales, atuendos varios y disposición a iniciar la bajada que hace años fue dura subida, con la memoria centrada  en caminantes que sufrieron y que ya no nos acompañan. 
El descenso por el camí dels Munts fue tranquilo, con algunas dispersiones urinarias en direcciones opuestas, esperas y algún resbalón inesperado. Dirección Sant Quirze de Besora, Pont Ramader, el collet de la Riera. La composición visual de los plásticos blancos que envolvían las interminables filas con balas de hierba produjo el primer despiste mientras la visualización recreaba efectos ópticos diversos y encuadres visuales propios de tecnologías futuristas.  Todo en una de las etapas de GR mejor marcadas, con la simbología puesta de forma muy visible y con la ventaja de que muchos árboles de hoja caduca se presentaban desnudos para que la orientación fuera aún mejor.

Arrebato

Por la zona del Portell Estret, antes de llegar por el camino a la Masia del mismo nombre, hubo quien vio un can negro a lo lejos, oyó sus increpaciones sonoras que se acercaban y surgió de sus adentros el más puro instinto de conservación. El sujeto pareció haber olvidado la actualidad, las manifestaciones barcelonesas a favor de una inocente perra tiroteada por agentes de la autoridad con derecho a réplica y también a ser escuchados, los empapelamientos de los parques con el recuerdo al animal, la condena más absoluta a tamaña afrenta en manifestaciones animalistas diversas, tantos y tan evidentes derechos también aplicables a otras degradaciones humanas (que a veces pasan a segundo plano),  y se dejó llevar en un arrebato por su reflejo animal. Cogió una piedra de buen tamaño mientras otros grmanos parecían no mostrar miedo sino adaptarse al medio y abandonarse a la voluntad del negro perro, con ese espíritu entre bucólico y previsor por si te sorprendía con alguna lindeza con su dentadura. 
La dueña se prestó a explicarnos el manual que debíamos seguir para disfrutar de la supuesta agresividad canina y reconvertirla en gozo protector. Teníamos que seguir un ritual específico. Pronto lo que aparentaba enemistad se convirtió en zalamería, la comuna de neorrurales vio nuestra bonhomía y el recuerdo dejado se asemejó más a esa buena gente defensora de desconocidos seres que no de agresivos humanos que se encaran a indefensa fauna de cuatro patas. En todo caso, la joven dueña se quedó con la imagen de la piedra en la mano de una persona pacífica. 

Acercamiento

Antes de la granja Solallong, enorme, hubo que consolar los estómagos. Buen momento para hacer publicidad de la compra de esterillas a bajo precio para sentarse, o quien presume de no dar abasto a la fila de jamones que le esperan al llegar a casa. La tranquilidad y la relajación derivó en el asueto previo antes de seguir el camino hacia Sant Quirze de Besora, ya a 561 metros de altitud. Calculen el desnivel acumulado de bajada  y sus efectos en las piernas. 
Pasado el puente de esta localidad sobre el río Ter, aquí fue el punto en el que no solo se preveía la fuerte subida sino sinceridades posteriores. Bajada a la altura del campo de fútbol,  club de tenis, canal de can Guixà, camí de Bellmunt, molí de la Foradada. Hasta aquí todo a la misma altura. Quedaba el inicio de la ascensión cuando las comunicaciones descubrieron pérdidas humanas que corrigió el guía volviendo en sus paso para orientar la confusión. Mientras, la cabeza avanzaba, según sinceridades posteriores, “sin cabeza” pero con permisos para seguir a paso tranquilo, o sea, al paso con el que cada ser se sintiera mejor. 
El Molí de Sant Domenech, el collet de la Riera, el collet de Bosquetell, las subidas y bajadas por la vertiente sombría del camino provocaron sudores y fríos hasta los huesos en las periódicas esperas de los primeros, por si se veía a alguien  más allá. Sí, cierto, asegurado, jurado por…: esperaron. Ni tanto como algunos pensaban ni tan poco como otros creían.  La Masia de Bosquetell (a 985 metros), con su estanque helado, fue testigo de otra espera más mientras el frío también enfriaba el esfuerzo y amenazaba posibles resfriados o complicaciones peores. Altura máxima posterior, 1122 metros. Señales del camí de Bellmunt, collet del Llop, coll de Vidrà, todo entre un majestuoso hayedo desnudo que permitía divisar el Pedraforca al fondo y las granjas más cercanas. Otra espera más, con la unión de otro grupo de perseguidores de los primeros que tomaron la delantera a buen paso, ya por la asfaltada carretera que conduciría al final, Vidrà. 19 km recorridos y llegada a 980 metros de altura. Por unanimidad el grupo de cabeza alabó lo bien marcada que estaba la etapa. Sin aparentes pérdidas, aunque aquí ya se sabe.

Autoflagelación

La plaza de Vidrà permitió ver un monolito con hielo y agua a partes iguales mientras esa avanzadilla de  grmanos buscaban sitio para todos en el bar “Els Caçadors”. Un lugar donde te ayudan a manejarte en la geografía subcomarcal: venden mapas del Bisaura y el Vidranès. Marcando identidad y distinguiéndose por hechos diferenciales hasta en los más pequeños espacios. Es lo que toca. Ya íbamos por tres subcomarcas. 
Alguien avisó del “ambiente” que se venía cocinando por detrás y que  iba a “cazar” a quien aún debe estar autoflagelándose por el delito cometido. Frases textuales, sin grabaciones ocultas y siempre que  la escasa memoria no traicione, dichas por más de una persona a otra: “Espero que el espíritu de GRMANIA no se pierda”, “Venía gente muy sola y desperdigada que se podría haber perdido por no esperar”, “Esto no puede ser”, “Volvemos a repetir lo de siempre”, “Hay que esperar y no hay forma de que se haga”. Rostros acusadores, con la sinceridad  a flor de piel. Libertad de expresión ante todo. De eso se trata.
La llegada del grupo C dio paso a la confraternización alimenticia final, mientras el sol de la tarde de enero dejaba entrever  la fría sombra y el hielo del monolito de piedra preconizaba que la atrevida agua que corría gracias al astro rey pronto se transformaría en sólido elemento.
Y con este espíritu quizá perdido, reconvertido, actualizado o vaya usted a saber qué, quedemos con un pensamiento del psicoanalista y filósofo alemán Erich Fromm:

“Si soy lo que tengo y lo que tengo lo pierdo, entonces ¿quién soy?”


Evaristo
19/1/2019