Balcones
primaverales con sorpresas
Grmanos
y Grmanas
Una
multitud sobre ruedas: la primera sorpresa de la jornada. Lo nunca
visto. El apoteosis. El rasgarse las vestiduras si se echa la vista
atrás. El ignorado número 30 (¿qué de qué?). La riada humana.
Alguien con las neuronas aún bien lustrosas dijo que se iba a
cambiar de parada inicial: de la dos a la uno. El sujeto alegaba que
ya se empezaban a dar codazos para subir los primeros en la segunda
parada. Pronto harán falta los “empujadores” oficiales del metro
de Tokio. También se observaban veteranas parejas relegadas a filas
posteriores por estar ocupado su puesto de toda la vida. ¿Dónde
queda la simbiosis trasero-asiento, anatómicamente hablando?
¿Trasero o culo? De esta parte corporal hablaremos más tarde.
Balcones
La
vía verde de por sí es una hendidura (término que leeréis otra
vez más tarde) aún abierta para dejar que los 54km de antigua vía
ferroviaria sirvan para el ocio. De Olot, a 440 metros de altura,
hasta Girona, a 70 metros, el desnivel sorprende y aguza los
sentidos...por si acaso. En la etapa del día de autos hubo que
enfrentarse a la máxima altura de la ruta, el Coll d'en Bas, a 600
metros sobre el nivel del mar. Un buen balcón para cambiar de
perspectiva y observar la inmensidad del valle d'en Bas, llamado “La
Suiza de Cataluña” (naturalmente hablando).
Salir
de Amer significó desperezarse, hacer los rituales calentamientos,
ver restos de estaciones y muchos carteles informativos. Una ruta
llena de paneles que, si la gran mayoría de caminantes apenas ven,
los ciclistas ni se enteran. Mientras las piernas del primer turno se
ponían a sus menesteres, el paisaje primaveral dejaba ver los pocos
vestigios de viviendas, algunas de las cuales adornaban su bucolismo
con animales rumiantes. Otras se erigían como símbolos de las
nuevas tendencias arquitectónicas. En medio de la inmensidad
aparecía una construcción parecida a las que optan a premios, que
contrastaba con la de enfrente: la habitual de los campesinos de
toda la vida. Una tenía carteles de videovigilancia, mención a
alarmas conectadas no se sabe a dónde y con un muy peligroso perro.
La otra parecía invitar a su visita: todo abierto, el perro ni se
inmutaba, el payés a la puerta con un carretillo de comida para los
animales. Cara de felicidad y con ganas de hablar. Contrasentidos del
derecho a la propiedad.
Otra
sorpresa la motivó el área de recreo que había antes de llegar a
Les Planes d'Hostoles. Una estructura enorme de madera resguardaba
mesas para el solaz reposo de caminantes que han de reponer fuerzas.
Lavabos cerrados pero abiertos, un abrevadero y un columpio, donde un
insigne atleta parecía revivir la infancia y se bamboleaba con
salero y ritmo. De una mochila surgió uno de los manjares menos
esperados y más sorprendentes, traído expresamente del lugar de
origen: anacardos picantes de Sri Lanka. Pero, por contra, una de
nuestras caminantes más ausente no encontró las gotas enervantes de
alguna petaca caritativa.
Timbres
El
silencio de estos parajes es uno de los grandes placeres. Escucharlo
con intensidad te puede hacer entrar en conflicto contigo mismo si te
tienes poca capacidad de aguante. Hoy los auriculares y demás
tecnologías te evitan el a veces cansino oficio de pensar. El hablar
sin parar con el grupo con el que vas puede ser un buen aliciente
para la amistad en medio de tanto verdor.
Pero
este camino, en dirección contraria (de bajada hacia Girona), puede
ser también un peligro para los caminantes. Quién lo iba a decir
que la ecológica bicicleta pudiera salir disparada hacia un
transeúnte sólo por tres motivos: la velocidad inapropiada, el
despiste del ciclista o bien la ausencia de un timbre. Sí, ese
objeto que existe y debería ser contundente para avisar. Pues no.
Ningún sonido en el campo. No molestar. El caminante y el ciclista
están condenados a cederse el paso. De una forma o de otra.
Les
Planes d'Hostoles es cruce de otras rutas de caminantes. Un enorme
arco en la vía indica que el antiguo tren perdía altura aquí. Un
pueblo que nació en torno a la iglesia de Sant Cristòfol, aunque la
original la llenaron de bombas y la hicieron estallar durante la
Guerra (in) Civil. Un pueblo con las el castillo d'Hostoles, del
siglo XI. El pueblo también goza de edificio de atención a la salud
(no sabemos cómo quedará de recortado ahora). De aquí al
siguiente, por un camino tranquilo. Sant Feliu de Pallarols pronto
quedó atrás, sin mencionar una de sus sorpresas: la figura del
“Pescalluna” en una de sus orillas. Una de esas leyendas en torno
a alguien que se queda prendado por la belleza de la luna y decide ir
a pescarla. En este pueblo llaman “Pescalluna”a quien presume de
grandes sueños e ilusiones. Otra sorpresa de la población es una
ermita que debe ser muy visitada: la Mare de Déu de la Font de la
Salut (con tantas carencias y problemas, seguro que no le faltarán
visitas). Quizá sirva como ejemplo de esta figura de leyenda la
realidad de un cartel: “Sector d'activitats econòmiques Pla de
Llongafollia”, Sant Feliú de Pallarols”: no había signos de
ninguna actividad económica.
Culos
y monedas
Desde
Sant Feliú hasta Sant Esteve, aparte de verificar que los nombres de
las santidades siguen presentes por todos los sitios, hubo que
enfrentarse a la más importante subida de la Ruta del Carrilet. El
Coll d'En Bas representaba un esfuerzo para los ciclistas que venían
en dirección contraria, algunos retorciéndose encima de las
bicicletas mientras otros no acababan con la comodidad que conceden
tantos piñones para esforzarse lo justo. O echar el pie a tierra y
arriba nos vemos.
Mientras
el esfuerzo ajeno llamaba la atención más que el propio, alguien
dio a conocer la metodología adecuada para reforzar glúteos y zonas
próximas. ¿La herramienta? Pon una moneda en la hendidura que
separa las posaderas, trasero, culo, nalgas, ano, pandero, pompis, y
sostenla con energía mientras caminas, a ser posible con bastones
del modelo Nordicwalking. Aviso: en la hendidura, no en otras
aperturas. Camina con energía, aligera el paso, sé veloz pero que
nunca se te deslice la moneda ni se te caiga. Toda esa zona
cambiará, los bajos adquirirán un alto valor añadido, con buena
turgencia y tu tono muscular te dará un toque de distinción entre
sexos iguales, complementarios u opuestos. Esta nueva metodología no
precisa ni cuál debe ser el tamaño de la moneda ni a qué altura
ponerla, ni qué hacer con ella después de su uso para tales
menesteres.
Mientras
la lección metodológica y competencial avanzaba, alguien con
bastones más normales, de los de antes, adelantó al grupo de la
teoría sobre la moneda. Pero pronto se apercibió que aquella pareja
masculina usaban un instrumental distinto, más fino y juguetón, con
movimientos acompasados y balanceantes, con artes variados que les
permitían caminar con mucho salero y toques corporales diversos.
Allí mismo recibieron la correspondiente lección.
Cultura
y médicos con memoria
Al
bajar el Coll d'En Bas, una nueva casa con amplios balcones mostró
el centro de todas las miradas. No era el nuevo túnel que discurría
por sus entrañas sino la perspectiva de la Suiza de Cataluña,
antiguo vizcondado de Bas. Más abajo, viejas estaciones con terrazas
que reconfortaban a trialeros bien pertrechados, encajonamientos en
medio de la naturaleza y, pronto, Sant Esteve d'en Bas. Un pueblo que
nació en torno a la iglesia de Sant Esteve, en el siglo XII, el
punto de encuentro final entre los grupos variados de caminantes. Los
primeros se les veía desorientados porque no encontraban ningún
abrevadero donde echar algo al gaznate. Callejuelas, callejones,
pasos entre calles que asoman a uno de los valles con el encanto de
la variedad de olores y colores a lo largo del año.
Allí
donde se esperaba a quienes venían al final, enfrente había una de
esas sorpresas que suelen pasar desapercibidas: una casa humilde con
una placa y este texto: “ Seu natal de la Fundació
Moret i Marguí: memòries i llegats”. Allí
nació uno de aquellos médicos preocupados por recoger las memorias,
los legados y el material genético con el fin de guardarlo en un
archivo, Jordi Moret i Marguí. Una de sus frases preferidas era: “
Quien sólo sabe medicina, ni tan solo medicina sabe” (frase que se
puede aplicar a lo que se quiera).
Más
abajo, otras culturas en un centro con ese título y traslado a Olot,
donde se procedió a calmar la parte más corporal antes de recibir
las ofrendas del día de Sant Jordi: una rosa para todos los públicos
y también un libro que pretende acercarnos a una historia policíaca
,escrita por un gran autor teatral: “El juez y su verdugo”, de
Friedrich Dürrenmatt, un insigne suizo, que vivó entre 1921 y 1990,
y cuya casa es objeto de visita bajo el nombre “Centro Dürrenmatt”
en Neuchâtel.
Antes
de acabar con tantas sopresas por un camino primaveral, en una etapa
llana pero abierta a ser descubierta por el punto de vista personal
de cada caminante,un recuerdo a la memoria del médico Moret i
Marguí con una de sus frases:
«Atrafegats
per la materialitat del viure quotidià, oblidem sovint, dins el
patrimoni de la història, els valors morals i els sacrificis dels
nostres avantpassats»
("Ajetreados por el materialismo de la vida cotidiana, a menudo olvidamos, dentro del patrimonio de la historia, los valores morales y los sacrificios de nuestros antepasados")
Terrassa,
1 de mayo de 2012
Evaristo