“Hay que leerlo todo”
El curso andarín comienza con un buen consejo: “Hay que leerlo todo”, repetido de forma evidente en varias ocasiones, en contextos diferentes y echado de menos por los efectos de no practicarlo. Con lo que el personal ha leído a lo largo de su vida, hay que acudir al primer GR de la temporada para que te demuestren lo importante que es seguir con una práctica tan consolidada por la costumbre, pero olvidada cuando de orientaciones a pie de camino se trata.
Listas
Hubo quien observó un hecho histórico, previo a las salidas: quería consultar quién manifestó asistir y no sabía dónde, navegaba por correos diversos y no acertaba con lecturas de Excels e identificaciones personales. Claro que tal “novedad” ayudó a que se ignorara a quien no se había apuntado y apareció ocupando su asiento habitual. Quizá es un nuevo reto para la temporada: adivinar caminantes antes de verlos, enfrentarse al interrogante de poner rostro a quien crees que vendrá y nunca se sabe, o correr un tupido velo ante quien dijo que vendría y no se presenta, vaya usted a saber por qué (ya se sabe: en muchos casos molestan más las preguntas que las respuestas). Y todo como claro síntoma de ausencias de componentes de ese creciente grupo que paladea las mieles de la pasividad activa, se entrega a la molicie, a pensar en aprovechar el tiempo que queda y a las lecturas de esos mundos pendientes, sean en formato libros, viajes, músicas, gustos y hasta lujurias o concupiscencias diversas.
Clases
Hay nuevas propuestas que, hasta cierto punto sorprenden. Pero, cuando miras a tu alrededor, no tanto. Después, siempre se impone la realidad. Por ejemplo, la de alguien que creyó oportuno que las personas de clases pasivas ocuparan las plazas delanteras del autocar: se marearían menos, hablarían de temas propios de su situación vital y hasta vitorearían y aplaudirían a conductores y conductoras con maniobras precisas y vitales (como pasa al aterrizar algunos aviones: ¡qué alivio!). Y la parte trasera del vehículo sería para clases activas (laboralmente hablando), más dicharacheras y consumidas por esos problemas semanales que siguen vigentes durante los recorridos, con citas a esos mundos que ya han olvidado las personas ociosas de por vida (la que le queda). Pero tal propuesta es inviable: el colectivo de clases pasivas es tan amplio que ya llega hasta las zonas finales. Las personas que sufragan con sus descuentos mensuales las pensiones de hoy tendrán que ocupar espacios no queridos por la mayoría. Y, si sacáramos la calculadora, en cada salida de GRMANIA habría que buscar dineros ajenos para tanta pensión. Mientras, mejor “sin clases” (con o sin vacaciones). Y a ver cuándo nos toca o decidimos jubilarnos quienes ya podríamos hacerlo.
Huidas
Después de cada verano, lo mejor es oír para aprender, viajar con relatos diversos de aventuras urbi et orbe, vivencias envidiables que priman la comodidad y la seguridad con el retorno asegurado, en medios de locomoción diversos y con mochilas repletas de visualizaciones, recuerdos y hasta con algunos kilos de más. Instagram, Facebook y Google demuestran dónde has estado y hasta predicen a dónde quieres ir.
Todo funciona según lo previsto hasta cuando te enfrentas con una etapa de GRMANIA. El sistema se conexiones se colapsa, la itinerancia y latencia de los datos produce cruces con pérdidas más que anecdóticas. ¿Qué hacer?: huir hacia delante.
Incluso esta vez con el apalabramiento de un bar por parte de la conductora en Monistrol de Calders y la ocupación de otro diferente: la descoordinación hasta en esto.
Desdecirse
La parte baja de Pont de Vilomara, en un cruce de carreteras, sirvió, aparte de para iniciar la etapa, para mirar arriba e imaginarse el bar Curro, donde el personal abrevó varias veces ante enormes jarras de cerveza compartidas, consumidas con tanta avidez como lo que ocurrió esta vez en La Masia del Solà de Monistrol de Calders, aliviado el intenso calor con el continuo trasiego de la “mediterránea” de DAMM y brebajes diversos.
Este juntador de palabras se instaló en el grupo A y, aunque no comprobó la realidad B, dedujo que ambos grupos actuaron de la misma manera. ¿Tracks? Bueno, pues sí, bien, de acuerdo, vale, ahí los tenéis después del intenso y excelente trabajo de quien se dedica pero…¡no los sigáis! ¡no les hagáis caso! ¡donde dije digo…! Las marcas eran unas, las pinturas otras, los cruces de GRs eran diversos (justamente este GR es eso, transversal por en medio de otros), los ojos y las conversaciones añadían interpretaciones, o ausencia de lecturas de carteles, o verlos y no leerlos, y menos interpretarlos. Total, una nueva época donde adaptarse al medio es más importante que seguir los puntos digitales. Son las interferencias provocadas por la realidad.
En esta etapa se superaron los límites de la desorientación, hasta extremos curiosos, como se verá. Con voces cantantes masculinas, aunque el buen olfato orientador era el femenino. Poco caso se le hizo. Si hubiera venido el apóstata que renegó del grupo y, en un espacio que se visitaría después, juró y perjuró no venir más, habría que volverle a recordar que esto es otra cosa y que él se lo pierde.
Aguas
Ante la sequedad del paisaje, ante el calor del último día del verano de 2018, la riqueza de tanta agua en una zona interior. Las formas del agua, los meandros, las sombras, los pasos, los sonidos, la riqueza, la vida. Riera de Calders, ramales del gran Llobregat, el Llobregat, canalizaciones sin uso aparente ahora, compuertas, esclusas, miradores, lagos artificiales, cascadas, pescadores, visualizaciones de la ingeniería agrícola (tinas, barracas de piedra seca), personas de allende los mares que recogían plantas (se supone que “se buscaban la vida”), vacas observadoras en dirección a Can Romà, en las cercanías de la masía Can Rovirat, con bastantes señalizaciones informativas y direcciones opuestas: del Camí del Llobregat y de GR en las piedras de las barracas, Talamaca, Mura, Rocafort. Sant Fruitós de Bages, Navarcles, Pont de Vilomara, Mura, riera de Mura, Casa de les Tines, resclosa de la Mina, pont de les Generes, Sant Benet de Bages, L’Estany, Vic, bosc de Sant Benet y parada y fonda.
Previamente un grupo interpretó mal supuestas no lecturas , con lo que el mejor GPS fueron dos personas que atendieron la desorientación (o sea, pérdida). Y observaron cómo a ellas tampoco les hicieron caso. Volvieron para atrás pero con la obsesión de ir a buscar unas tinas por las que ya se había pasado. Total, reorientación hacia el desayuno, con desplazamiento de unidades socorristas para salvar a quien no lee, tal como tuvo que recordar una GRmana: “Hay que leerlo todo”. Su lectura fue nuestra orientación.
Món
Allí el personal del primer destacamento recordó la anterior estancia. Món Sant Benet fue el sitio donde alguien dijo que borraba de su diccionario a GRMANIA, en un rincón con diseño moderno que convive con restos antiguos rehabilitados, fundaciones Alícia, restaurantes contemporáneos y decorados que anunciaban señalizaciones de eventos tipo boda: ceremonia, banquete, baile, fábrica, iglesia, mientras había quienes no encontraban la palabra más necesitada en aquel momento: la ubicación del WC.
Allí, a ras de suelo, con plantas anunciadoras de la nueva estación (el inminente otoño), con un elenco de personalidades mediáticas y de prestigio que figuraban pero no estaban (algún ilustre médico que aparece por supuestos pagos de multinacionales farmacéuticas, no declarados), allí un cartel interior pregonaba “L’alimentació, eix vertebrador” y otro exterior aseguraba que “Entre tots creem el món” (debía referirse a Món Sant Benet, claro, porque el otro…).
Mientras, el vodka ruso de postre por poco genera un conflicto diplomático. La presencia de una persona ucraniana provocó cierto resquemor cuando se mencionó la bebida de los invasores. Al final hubo traducciones de la palabra, informaciones sobre el país, sus lenguas y otras curiosidades de Ucrania. Cierto: allí construimos mundo y también allí se oyó la habitual reflexión: “Si es que no leéis, vivís en un mundo audiovisual. ¡Por eso os perdéis!”
Movilidad
Del reposo para comer se dio paso a la continuidad del camino. Paso por el puente encima del canal de Sant Benet para llegar a Navarcles. Buen momento para hablar del turismo estival por entornos guerreros: batalla de Bailén, Dresde, zona de Omaha Beach (desembarco de Normandía) y, como no todo eran recuerdos muy historiados, también se mencionaron otras “batallas” más cotidianas relacionadas con el comer, el beber y el vivir de algunos días del presente verano.
En Navarcles había un cartel que presagiaba la realidad: “Setmana de la Mobilitat”, justo en un cruce donde predominaba la inmovilidad ante la desorientación y opiniones contrarias. El discurrir del agua, las marcas y los consejos del grupo que había pasado antes por allí marcaron el rumbo hacia el Parc del Llac de Navarcles. Lugar con recuerdos de pasos y fotos anteriores, con gentes que ahora están muy presentes en el pensamiento, ausencias por convalecencias que también nos postran a todos, deseos de recuperaciones y de su compañía.
Vueltas
A pesar de que el lago fue muy celebrado y reconocido, con foto de grupo incluida, de nuevo no se le hizo caso a la opinión femenina y se impuso la visita turística por el lado contrario al real. Mientras unos pescadores demostraban la evolución tecnológica de esos momentos que exigen paciencia infinita y unos patos se solazaban en el medio acuático, este grupo adoptó el rodeo como línea recta. Y cuando podía corregirlo por la distancia más corta, deshizo el camino, volvió al inicio y afrontó el paso por la esclusa, ante la mirada de deportistas entretenidos con andarines tan vistosos: les debía picar más la curiosidad por el proceder de estos ejemplares senderistas que no los peces en el anzuelo. Una zona lúdica a disposición de la ciudadanía, con áreas de picnic, zonas de pesca y, a pocos metros, la Font Calda, que aporta la mayor parte del agua que Navarcles necesita. Cuatro áreas en un pueblo de fuentes: hasta 11 marcan las guías, con la ermita de Sant Bartomeu, el campanario, el mas Aguilar, el ayunatmiento y el Pont Vell.
Divisiones
Franqueado el lago ,ascensión al lado de un apaño de piedra con rocódromo, hasta las últimas casas del pueblo. O las primeras, visto el testimonio del “Benvinguts a Navarcles” a nuestras espaldas. Direcciones hacia el coll de l’Angle en la ruta de las fuentes, con señalizaciones hacia Calders y falta real de alguna fuente con agua cerca. Calor, sed, sudor y dudas, muchas dudas menos para quienes se encaramaron a un bancal donde relucientes granadas invitaban a contemplar pero no coger: aún no estaban maduras. Depósito para el agua por si el incendio, ruinas de edificios de otras épocas y el cisma, indecisiones y escisiones ante la gran cuestión: si dijeron que no siguiéramos el trak enviado, aquí hay un cruce, marcas, no sabemos por dónde ir. ¿Decisión? Unos por un lado y otros por otro. Real como la vida misma de GRMANIA. La solución llegó pronto: convergencia de ambos caminos en un lugar donde se divisaba desde lo alto la mejor imagen de una realidad laboral con muchos años de antigüedad, esclavitud, explotación y también mejoras económicas: una enorme colonia textil, la endogamia, el círculo cerrado, el poder del agua, del señor y del Señor: la iglesia, en un lugar muy visible.
Estiramientos
No solo de piernas, ante los kilómetros acumulados: oficiales y reales con pérdidas incluidas. Las esperas sirvieron para juntarse y afrontar la subida final, con la recompensa de una bajada que conducía directamente al abrevadero, donde la cerveza mediterránea llegaba por cajas, las celebraciones se acumulaban, los carnets dorados se expedían, reconocimientos diversos y recuperaciones de líquidos y fuerzas. Ahora las caras cambiaban y hasta las poses fotográficas mostraban seres ufanos, con sonrisa de oreja a oreja, sin rastro del camino andado.
Todo ocurría debajo de un gran toldo, con cercana pradera para tumbarse, la explosividad de la decoración del agua y todo en la propiedad de la Masia del Solà, un espacio gastronómico y de descanso nacido en 1946, muy cerca de donde alguien del grupo venía a pasar los veranos infantiles y “tomar las aguas” de Monistrol de Calders, igual que otra persona recordaba su infancia en el lago de Navarcles.
En momentos vitales donde “somos lo que recordamos”, siempre hemos de tener en cuenta el sabio consejo: “Hay que leerlo todo”. Aunque solo sea para perderse menos.
Evaristo
23/9/2018