“Cuando pisemos la tierra que tú amaste”
A Àngels, in memoriam
Es inevitable que las imágenes de las personas GRMANAS que nos han dejado salgan a nuestro encuentro cuando la vida sigue y una nueva etapa nos espera. Hemos de continuar pisando esa tierra que vosotros amasteis, con la presencia de los recuerdos de vuestra compañía durante tantos años. Con el permiso de nuestro rapsoda, Pedro, le tomaré prestada su declaración sentimental en una corta e intensa poesía dedicada a nuestra querida Àngels.
“Al caminar, su risa sobrevolaba…”
Era uno de sus rasgos diferenciales, muy propio también de GRMANIA. Seguro que en esta etapa nos hubiera recibido con esa sonrisa amable y sonora a modo de presentación y saludo. La seguimos imitando porque reírse es una buena forma de presentarse en sociedad, ponerle buena cara a la vida y empatizar con el entorno. Su curiosidad era la nuestra por tierras del Bages, su comarca de nacimiento, que limita con la reciente división territorial, el Moianès, nuestro punto de partida. “El Moianès ve de gust”, rezaban los carteles publicitarios a la entrada del punto de salida, Monistrol de Calders, uno de tantos pueblos teñidos y pintados con el color de moda por estos lares, el amarillo. Parece que en la Cataluña interior las utópicas esperanzas de la Ley D’Hont siguen revoloteando.
“Como un eco de luz y energía…”
Luz, energía e intensos sentimientos se exteriorizaron nada más bajar del autocar, con la lectura de esta poesía de Pedro ( aquí en color azul) y el silencio colectivo como máxima expresión, en un momento en que el sol comenzaba a iluminar una mañana gris, la naturaleza empezaba a adoptar tonalidades otoñales y el eco de nuestra GRMANA persistía en nuestra memoria.
“Con sus pasos, la sabia compañía…”
Muy presente antes y ahora. Su atención se hubiera dirigido a esas 38 esculturas que han convertido a Monistrol de Calders en el pueblo con más esculturas por metro cuadrado. Una de ellas fue testigo de nuestro recogimiento interior, la titulada “Superfície esfèrica”, de Vicente Larrea Gayarre, de 1970. Curiosidad ante todo lo que le llamaba la atención, observación y conocimiento compartidos: he ahí la mejor fórmula para la profesión docente que amaba, siempre con la sabiduría de quien escucha para aprender y se ríe para vivir. ¡Y casi siempre con un montón de exámenes para corregir!: una de sus inefables compañías en salidas, viajes o en fines de semana. La obligación era compatible con la devoción. Sus pasos ahora son nuestros pasos. Y ante nuestras observaciones de la naturaleza, siempre nos faltará quien te iluminaba ante las dudas y convertía tu ignorancia en sabiduría. Y siempre con el eco de sus carcajadas, que la hacían presente en algún punto del camino. Ahora la ausencia es recuerdo.
“De una palabra que siempre importaba…”
Qué mejor piropo para una persona. Su interés quizá la hubiera llevado a saber por qué esas esculturas en Monistrol de Calders. Una donación de un empresario y mecenas nacido en esta población, Félix Estrada Saladrich. Un nombre que adopta más significado cuando se descubre que fue el fundador de Muebles La Fábrica y que estas esculturas estaban en otra zona conocida: en el Pedregar de Bellaterra, donde tenía una finca. Un vecino que ha convertido a Monistrol de Calders en una de las poblaciones conocidas con más esculturas por habitante: 38 para 700 personas.
Y si sus palabras importaban, aún permanece el recuerdo de su placer ante los sabores de la comida, de desmenuzar para degustar alimentos hasta cautivarse con su esencia, de descubrir matices que a algunos se nos pasaban por alto. Era otro de sus rasgos diferenciales. Quizá le hubiera llamado la atención alguno de los restaurantes del pueblo -por ejemplo El Rubel-l, muy afamado gracias, en sus inicios, a la estancia durante cinco meses del entrenador y futbolista Ladislao Kubala para curarse de problemas respiratorios. Platos consistentes, con sabores reales y productos de proximidad, de esos que también tendría en cuenta en su menú.
“En esas piedras que tanto observaba
o en la savia de esa flor que conocía…”
En pleno Moianès, las piedras como símbolo del paisaje, de la flora, de la fauna, de las rieras con abundante caudal, las presas para la canalización y conducción del agua, los frutos de los árboles a punto de ser regalados, esas hojas cercanas a la caducidad, el pescador a la orilla y…¡un cangrejo en un charco en medio del camino! Uno se imaginaba qué nos hubiera explicado: desde la especie, procedencia y su hipótesis sobre cómo llegó hasta allí un crustáceo tan fotogénico. Lo hubiera dejado en su medio natural después de llevárselo en la memoria, como una lección más para compartir con sus alumnos cuando llegara el momento. Después supimos que una araña no dejó de observar el desayuno de otro grupo de GRMANIA. O esos patos que se solazaban en el medio acuático mientras el camino discurría en medio de la tranquilidad otoñal. Y también atentos burros que observaban a caminantes desconocidos, como si quisieran entender dos lemas de sendas camisetas: “Insistir, persistir, resistir y nuca desistir” y “Jo sóc el meu únic rival”.
“Nació la estima que por los campos sentía
y respiró la paz que en ellos buscaba…”
La etapa era propensa para imaginarla disfrutando de la orografía de un paisaje peculiar, con rincones que a algunas personas les recordaban sus visiones aéreas del Gran Cañón del Colorado. Una vez descalzos para pasar una riera (¡cómo hubieras reído!) la suave subida permitía observar desde arriba una parte del recorrido de la riera de Marfà,en el lugar donde se recuperaron fuerzas mientras se contemplaban las curvas con agua de allá abajo, los móviles fotografiaban vistas panorámicas con sujetos casi al borde del precipicio y un intrépido bajó a tocar el agua. Mientras, el ágape colectivo acabó con esos dulces hechos por buenas manos. Desde este entorno se respiraba esa paz con los chopos de ribera que empezaban a atreverse a pintar las hojas de ocre.
El camino seguía y brindaba curiosidades de la más ruda ingeniería rural y dejadez humana: mangueras y recipientes reciclados de usos diversos interconectados para acercar el agua a cultivos, vehículos abandonados sin ruedas, casas en proceso de recuperación o ya abandonadas y hasta modernidades tipo placas solares como si de un indicador se tratara.
“Y en esto que llegó la noche oscura
a ensombrecer la vida que gozaste,
a pintarla de dolor y amargura…”
En este transcurrir por los caminos, en suave y constante subida, hubo tiempo para imaginar, pensar y retroceder en ese tiempo que no volverá. Con esperas para agruparse, con ironías y cuidados varios en el uso de expresiones y palabras (alguien dijo: “Aquí de cualquier cosa que se diga y uno se confunda ‘se hace leña del árbol caído’, a lo que un sujeto respondió: ‘leña no, serrín”). La oscuridad y el dolor van por dentro mientras el GR continúa y donde una demostración de salud mental es reírse hasta de tu propia sombra.
El recorrido por el Moianès estaba lleno de vegetación, sobre todo altos pinos que aportaban frondosidad y frescura. En esta estación del año no parecía normal la ausencia de vehículos de amantes de las setas aparcados en las orillas de los caminos. Se comentaban posibles razones. Nuestros recuerdos en Bruguera, Gisclareny, La Pobla de Lillet y en otras etapas nos traían imágenes curiosas: mientras algunos GRMANOS, veloces e ignorantes buscadores, recorrían hectáreas de bosques para apenas llenar el fondo del cesto, tú apenas te movías unos metros y demostrabas sabiduría, observación, experiencia y resultados: tu cesto rebosante con variedades diversas. Quedamos con la incógnita de saber el porqué de la ausencia de boletaires. Tampoco quisimos aventurarnos a comprobar si había setas o no. Total… ¡para no verlas!
Final
Llegar a L’Estany implicó mucho ojo avizor para evitar veloces motos, bicicletas y todoterrenos que parecían autoconvencidos de hacer deporte, con el peligro para caminantes que pusieran su vida en juego si no les cedían el paso. La Catalunya interior huele a gasolina quemada los fines de semana, con atronadores tubos de escape que odian cualquier tipo de silenciador. Quizá esta sea una forma de descubrir y justificar los éxitos mundiales de las grandes figuras moteras catalanas, que se entrenan por doquier y creen que parte del territorio les pertenece.
El bar El Monestir de L’Estany acogió al segundo grupo cuando ya el primero había hecho la digestión. Entre tanta vianda y tan variada, las propuestas culinarias no se podían rechazar. “Mi dietista me recomienda comerlo”, se respondía ante chocolates y dulces variados. Parecida contestación a la de hace años, cuando aquel GRMANO fumaba un puro cubano y se justificaba: “Es que mi psiquiatra me lo ha prescrito y me lo ha dado. No me puedo negar a seguir su tratamiento”.
Con risas, ironías, emociones contenidas y recuerdos perpetuos, Àngels (y Fidel) siempre estaréis a nuestro lado.
“Donde estés, vive en la paz que nos dejaste,
y en memoria tendremos tu figura
cuando pisemos la tierra que tú amaste”.
(Todos los versos anteriores en azul forman parte de una poesía original del GRMANO Pedro Puerma, que le dedicó a Àngels y que fue leída antes de comenzar esta etapa. Se puede leer en el blog de GRMANIA).
Evaristo
24/10/2018