Si caminas por el Ripollès, ¡ojo avizor!
Las señales de alerta al inicio de la nueva temporada vinieron con el primer mensaje de presentación: “El autocar es mío” ¡Ojo avizor a la propiedad! Y ya antes de llegar al destino, en el Ripollès. Al cambiar a una nueva empresa y esta ser de Terrassa, quien primero llegó a donde estaba aparcado iba dudando para sus adentros en si dirigirse al conductor y preguntarle si la endogamia llegaba hasta aquí y todo quedaba en casa o la evidente broma era solo eso. Pero no se atrevió a tanto, aunque sí le lanzó alguna pregunta suspicaz...sobre la obligatoriedad de la mascarilla, tema de fondo del supuesto amo. Por supuesto que ambos coincidieron en su obligatoriedad dentro del habitáculo.
Dirigirse a esta comarca ya entrañaba ciertas alertas debido a “aventuras vividas” por caminantes en otras épocas: desmayos o bajadas de azúcar, evacuación urgente en helicóptero, insignes personas que caminaban por desniveles con lustrosos zapatos de charol y mucho amor a flor de piel. Los esplendores de la naturaleza tenían una vertiente muy humana, como se volvió a repetir esta vez, y de todos los colores.
Mientras, el desplazamiento llegó a límites casi masivos de asistencia, en comparación con anteriores convocatorias. También aquí hubo ausencias de última hora por achaques diversos, sin llegar a mayores. Los núcleos duros de conversación se recuperaron, con participantes que llevaban la misma indumentaria, y ellos sin saberlo. Como es evidente, volvieron a salir temas y se incluyó el más actual: no podía faltar el toque “real” a los fastos monárquicos de larga duración, medievales, antiguallas y trasnochados a los que se rinden hasta muchos republicanos. El imperialismo del poder. Con muertes egregias y británicas. Sin comentarios.
Encrucijadas
El pueblo en el que se juntan ríos, accesos a largos puertos y a valles pirenaicos, trenes de diferente propiedad y tipología, antiguas minas, restos de oficios perdidos, marcas de agua envasada con supuestas connotaciones políticas y económicas detrás, el cerrado balnearioMontagut, el baixador d’Aigüa de Ribes, el Camí de l’exili, el Camí de la Retirada, las rutas de contrabandistas, extraperlistas, usureros y otros facinerosos, lugares de nacimiento de posteriores bancos, en una espléndida y turística comarca, el Ripollès, es donde se situó el punto de ida y vuelta en la ruta circular recorrida según wikilocy las gentes caminadoras: Ribes de Freser-Campelles-El Baell-Balneari de Montagut y de nuevo Ribes de Freser.
En este pueblo nació uno de los codirectores del yacimiento de Atapuerca, Eudald Carbonell (y también de otros proyectos como el de los Neandertales en #Capellades: l’Abric Romaní). Los otros dos: José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga. Este último, en sus libros y podcasts junto con el escritor Juan José Millás, no se ha cansado de repetir frases lapidarias que también nos afectan. Transcribo tres de Arsuaga: “En la naturaleza no hay vejez: o plenitud o muerte”. Otra: “La vejez es un invento de la cultura”. Y la última, que nos dará tranquilidad cuando la memoria inmediata sea incapaz de acordarse de lo de hace un momento: “Buena señal: acordarse de no acordarse”. (¡Ahí las dejo!).
¿Kilómetros recorridos? Pues depende de cada máquina contabilizadora, soporte humano, distancia andada y demás: entre 16 y 18 km. Con un desnivel de más de 400 metros, aunque la primera subida pareciera una inocentada real para calentar motores.
Pronto se comprobó que las nuevas incorporaciones venían preparadas, con entrenamientos por riscos de otros países y lugares, y alguien también con roscos artesanos compartidos a los postres de la comida. Si bien la fila se fue alargando y las conversaciones menguaron por temas de fondo - del fuelle ascendente-, el esfuerzo quedó plasmado ya en algunas camisetas, con señales de que las manchas de humedad no eran de agua.
Arriba, mientras se esperaba al resto, en la encrucijada, el típico deambular por el entorno, sin llegar a descarriarse del todo. Hubo quienes otearon la ermita cercana, no sin antes pisar el rocío de la pradera mojada, ejecutar el “Tanqueu el fil, si us plau!”, auscultar los alrededores antes de volver a coger fuerzas aquí. Allí destacaba el servicio de bar móvil exterior, de insigne denominación: “L’Ermitana bar”. Y las altas antenas que repetían la señal de RTVE para el valle. Mientras, en el cruce a tantas rutas (Mirador de Ribes, Camí de Sant Antoni a Ribes de Freser, Roques Blanques, Castell de Segura, Font del Faig, batet, Ribes de Freser, Ribes Altes) el personal decidió que era imprescindible acercarse al mirador del Fortí de Sant Antoni, en el EIN Obagues de la vall del Rigat. Aquí el ¡ojo avizor! solo se necesitaba para ajustar el calzado al irregular piso y para contemplar las vistas con prudencia. Las lenguas, por su parte, desgranaban múltiples historias vitales de estos meses estivales, a menudo más familiares que personales. También aparecían momentos delicados, emotivos. A estas edades prima más contar las aventuras cercanas y ajenas, juveniles y atrevidas, que las plácidas y menos arriesgadas de quienes lo quieren todo bajo control y, como dijo una nueva incorporación, defienden que los mejores planes en la naturaleza son los que acaban en un recinto con tejado, cuchillo y tenedor.
Asambleas
Fue curiosa la orientación desde el mirador. Poca atención al cartel explicativo. Al Taga se le situó en diferentes sitios y hubo quien veía picos que el mapa no señalaba. En todo caso, bienvenidas las ganas de saber, entrever y ver. Menos mal que había personas nativas de la zona: supieron poner en orden la naturaleza.
Los momentos de relax, encarados a la ermita, prepararon los cuerpos para anécdotas variadas.
Las setas abundaban y los coches también. Nadie visible, amantes de las búsquedas micológicas ¡ojo avizor! Inclinados a volver al lugar secreto y bien guardado. Un señor muy mayor llevaba su trofeo en una bolsa de plástico. Se le cambió el semblante cuando alguien le preguntó dónde las había encontrado. Mirada aterradora.
De subida se divisaba la estratificación del poder económico allí en aquel entorno. La urbanización con casoplones y símbolos de todos conocidos anunciaba el nombre del pueblo, Campelles, en una rotonda. Y allí quizá se celebró la primera asamblea popular de un entorno tan elitista. Se ofertaron las dos posibilidades senderistas de la etapa: A o B. El personal se situó donde creía pero luego partieron todos juntos.
Más allá, la otra realidad, salpicada también de viviendas reconvertidas. El pueblo real. El murmullo del bar restaurant Cal Ras, ofertas turísticas en casas rurales, casas en venta, anuncios de placas solares (“connecta’t al sol”, con QR incluido), la seguridad de la ubicación del desfibrilador (“siguis qui siguis, gràcies! decía), diminutas ventanas luciendo sus placas, también tejados sostenidos por muchas y grandes piedras, tractores símbolo de que allí se trabajaba, campos con vistas y fotos bucólicas. Y letrero indicador con direcciones para leer por separado, sin más connotaciones: a El Baell, al Cementiri y al Àrea Recreativa “Prats”.
Prohibiciones
El Ripollès no se olvidaba de la Biblia y de sus figuras que hoy serían influencers en las redes sociales. Este escriba, tan osado e imprudente, comió de la fruta prohibida que crecía en el Jardín del Edén, fue cazado in fraganti por la que se decía propietaria y la afrenta debió llegar a ese Dios que pidió que la humanidad no comiera. Textual: “Y el Señor Dios mandó al hombre y a la mujer diciendo: “De cada árbol del jardín puedes comer libremente, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él, porque en el día en que comas de él seguramente morirás”.
Y la serpiente dijo a la mujer: “No moriréis con seguridad, porque Dios sabe que en el día en que comáis de ella, entonces vuestros ojos serán abiertos, y seréis como dioses, conociendo el bien y el mal”. Comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal merece un exilio del Edén.
Los amantes de las metáforas lo interpretan como quien disfruta de cualquier placer considerado ilegal o inmoral. Desde Adán y Eva quizá pocas veces una manzana ocasionó tal griterío y enfado de los supuestos dueños (el árbol estaba sin ninguna cerca ni símbolo de propiedad) hacia quien esto escribe. Amén. Los ojos siguen con dioptrías y la serpiente tentadora y viperina quizá fue la que se nos apareció a un pequeño grupo más adelante.
Por el contrario, más allá, unas zarzas regalaban sus moras maduras a quien por allí pasara. La cruz y la cara.
Ayudas
La bajada necesitó del despliegue de un gran equipo humano para ayudar a quien volvió al camino con muchos ánimos. Seguro que en la próxima todo irá bien. Aparte del apoyo corporal para evitar caídas, puede que la mayor fuerza vino del humor que se gastó. Funcionó como una buena medicina. En todo caso, si sus manos hacían milagros cuando se dedicaba al oficio, el automasaje también debe funcionar. Los bípedos tenemos estos problemas.
Edificios
Campelles también llegaba hasta la carretera N-260. El balneario Montagut, en su término municipal, tuvo sus inicios en fuentes termales que ya existían en 1705. Edificio con origen en 1870, del Patrimoni Arquitectónic de Catalunya, en forma de U, con dos partes, separadas por el asfalto. Antes se ofrecía visita guiada y gratuita y parece ser que hay proyectos para su recuperación. Aguas medicinales bicarbonatadas y sulfuradas procedentes del Taga, hospital durante la Guerra Civil y ahora cerrado desde los años 90. Más abajo, por la carretera, hay restos de otro balneario, y aún más cerca de Campdevànol, el edificio modernista Hostal La Corba, hoy restaurante. Y en el entorno, la planta embotelladora en su esplendor. Se anuncia como #setdelpirineu. Cuando el agua escasea, hay quien se frota las manos y se llena los bolsillos.
La “medicina reparadora” también estuvo en el autocar allí aparcado. Unos, de vuelta motorizada. Otros, por el camino. Una minoría, más atrás, de vuelta por el mismo sitio, con ofidios de paseo (¿el animal bíblico?) e interesantes conversaciones entre tecnológicas y científicas: nuevos relojes que aciertan la edad fértil femenina, con un interrogante: a dónde van a parar esos datos. O recomendaciones de libros sobre esta temática, escritos por mujeres como Marta Peirano o Carissa Véliz y hombres como el filósofo Daniel Innerarity. Preocupaciones para actualizar temas en ese discurso de palabras sobre la placidez de la vida contemplativa, el discurrir de los días sin nada que contar, con preocupaciones anodinas o revoluciones de sonrisas, como si la complejidad del mundo no necesitara de su tratamiento también a estas edades. O la salud, con quien anunció un nuevo biomarcador, las lágrimas.
Miradas
Cerca de Ribes, una mujer joven trabajaba un huerto. Al pasar y saludarla, las incógnitas surgieron y las respuestas no. A esas calurosas horas del mediodía, lo hacía con herramientas rudimentarias, estaba sola, sonriente, parecía feliz. Quiso expresarse, conversar, responder. Solo fue con comunicación no verbal y con mención a su país de procedencia: Ucrania.
Concentrados en el km 130 de la N-260, en el bar Gusi,se definen como “outdor sports bar”, punto de encuentro en el acceso a estos valles, a estaciones ferroviarias, de esquí y con tienda de deportes, con bicis antiguas y añejos materiales de nieve en la puerta. Las camareras parecían sometidas a un estrés continuo del público grmano allí presente, algunos desde hacía rato. Los últimos nunca serán los primeros, elemental. El servicio podría mejorar si el público muy bebedor y exigente también lo permitiera.
Estas circunstancias y esperas inacabables por bebidas dieron lugar a una conversación no anodina y sí real. Quien tiene buen poder de observación para después crear relató cómo la prueba de fuego del personal de servicio de barra que se estrena en algunos bares es evaluarlos por su dedicación a una actividad más que complicada: atender solo a la clientela a la hora de los cafés. La lucha con la variedad de demandas es inacabable y de difícil recuerdo: tipos y clases de cafés, temperaturas diversas, modalidades de leches sin cuento, lista de infusiones sin límite, y no hablemos de copas, chupitos y otros brebajes. Con lo que, si la cabeza del que se estrena recoge todo esto sin una Tablet y acierta sin que arrugue el entrecejo la persona servida, ha conseguido vencer a los elementos humanos. Con el dispositivo digital tampoco tiene por qué tenerlo más fácil, con el peligro de que sus dedos se vayan a Tik Tok, Tinder, Instagram, Be2, match, meetic, onlyfans, grindr, etc.
Hablando de tecnología. La última mirada va para quien hace poco murió. Usaba solo una antigua máquina Olympia para escribir y un fax. Se negaba a tener ordenador, teléfono móvil o Internet. Parecía de otro siglo pero era de este. Un recuerdo para él con la reproducción del inicio de su libro “Corazón tan blanco”, que muchos se saben de memoria:
“No he querido saber, pero he sabido…”
(Javier Marías)
Evaristo
21/09/2022
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