miércoles, 24 de enero de 2024

Etapa 11 del GR-92 entre L'Ametlla de Mar y L'Ampolla

  Anarcosenderismo por pasillos costeros en tierras del Ebro

 

El final del viaje a la Itaca de cada etapa suele acabar con  final feliz cuando le espuma de la cerveza ilumina la cara del personal: con sus rastros en los labios y con sus esencias reconfortantes (hay quienes toman otras bebidas pero no son lo mismo). Como evidencia, las dos primeras  personas fotografiadas ya abrevando ya al final en l’Ampolla, con aire risueño, sosteniendo sus largos vasos que reafirmarían el camino recorrido y el logotipo visual de GRMANIA. 

Después de las huellas de alguna frase ya añeja que aún pervivía en el camino, tipo “See you 2024”, al final una parte de razón no le faltaba:  nos vimos también en la terraza de “casadavid” (escrito así como marca de la casa).

Más adelante haremos memoria de otras leyendas reales situadas en nuestros orígenes, para que no se olvide un pasado que fragua el presente. Más que nada, porque lo de mojar el gaznate y trasegar líquidos diversos de ahora tuvo unos principios históricos, ya casi olvidados en el tiempo. Acompañados con dibujos, logos, lemas y en lugares -ahora de actualidad- donde se iniciaron  ímpetus andarines muy consolidados después de tantos años de existencia. 

No obstante, la edad y el estado de conservación de las piezas de los chasis humanos nos van situando en su sitio, con o sin el certificado de haber superado las ITVs de rigor. Y, siempre, cultivando  y consolidando ese concepto que uno escuchó en esta etapa, que copia y pide prestado a la autoría de un ilustre GRmano: Anarcosenderismo.

Aquel final se consagró con festines y fotografías compartidas. Muchas, también con el punto de mira puesto en otras espumas provocadas por el agua encrespada por el viento: efectos visuales marinos, admirados y plasmados con arte e inspiración por ojos, máquinas y tactos. Con minibufones que levantaban fotogénicas y momentáneas cortinas de agua. Formas rocosas, relieves, recortes y calas que componían en cierta medida una especie de costa brava del sur catalán. Una manifestación más relajada de las vistas recorridas en etapas anteriores, allá por el norte.

Después, aquí también mencionaremos algunas otras imágenes más sociales, ausentes de los reportajes fotográficos. Reivindicaciones allí presentes por quienes viven del mar, nos ayudan a vivir y a disfrutar de los frutos de sus capturas en estas aguas.  

Pero, para completar el final, vayamos al principio.  

 

Superaciones

Los efectos de los copiosos ágapes y de la  dureza digestiva de los festejos recientes necesitaban de cierto ejercicio para poner a tono los músculos,  ahora al lado del mar. 

Después, en los días posteriores también se superaron dos fechas quizá poco conocidas: el lunes después de fiestas, llamado por algunos “El día verde”, por el propósito de comer toda clase de verduras para huir de los tradicionales placeres consistentes (a final de mes puede que ya se hayan olvidado tan vegetarianos propósitos). Y el tercer lunes de enero, el “Blue Monday”, dicen que el día más triste del año: porque te queda poco dinero, el trimestre actual no tiene fiestas, aún tarda en llegar la paga de fin de mes y los días son largos y fríos. Menos mal que este día tiene un aliciente, celebrado en algunos lugares: es el día mundial de la croqueta.

Como casi todo está superado, vayamos al meollo, no sin antes acudir a una parte significativa de la historia de GRMANIA y refrescar la memoria.

 

Lema

Además de las jarras, en el lema del grupo figura una frase que conviene recordar: “Conditio vocat optimes” (el esfuerzo llama a los mejores). Este aparentemente fácil  latinajo se fraguó gracias a múltiples consultas: a catedráticos de latín y a quienes nos sacaron del entuerto: un grupo de antiguos tonsurados, de los de sotana y clergyman, que decidieron la frase final con la firmeza y el aplomo de púlpitos y la formación previa en sesiones de estudio en seminarios. Pero antes, la propuesta inicial se fraguó en una cena en ese restaurante que se cerró hace unos días. La Mola fue testigo de un encuentro gastronómico bastante multitudinario, donde mentes algo bañadas en alcohol estrujaron sus neuronas a la búsqueda de un lema. Este. 

Sirva el recuerdo en agradecimiento al personal participante, a expertos con y sin sotana y también al personal de aquella época en el ya desaparecido restaurante de La Mola. Pero el lema sigue. Mejores somos todos.

 

Dignidades

El atractivo de la etapa o las casualidades diversas convocaron mucho personal para un solo recorrido de principio a fin. Los 16 km iniciales fueron tales para un grupo de voluntariosos andarines, a su vez divididos en dos. Como no podía faltar, lo programado se desprogramó y surgió la opción B. Se desconoce si el libre albedrío ocasionó más subgrupos, a velocidades varias y a voluntad de cada persona. 

La costa anterior al Delta, entre l’Ametlla de Mar y L’Ampolla sufrió dos pequeñas agresiones iniciales y ajenas en el Wikilok compartido, quizá motivadas por los procesos de inteligencia artificial que gobiernan a la natural y a la escritura automática de la autoría. La denominación: GR-2 L’Ampolla-L’Atmella. Nuestra realidad: GR 92 de L’Ametlla (¡orden de letras!) a L’Ampolla. Sin olvidarnos El Perelló, en medio. Todo por esos caminos de ronda, cuyo origen estuvo en aquellas rondas a pie de la Guardia Civil para vigilar el contrabando. 

Después, quien antes había mirado el mapa para saber dónde estaba tuvo que callarse ante el aplomo de mentes sabias que situaron el Delta de l’Ebre en un sitio que por geografía no le tocaba. Las evidencias posteriores se comprobaban ahí, para quien las quisiera ver. ¡Pero para qué debatir! Aunque, nunca se sabe cómo quedará todo en el futuro, entre sequías, crecidas y falta de solidaridad para compartir el agua sobrante del Ebro con el norte.

El punto de salida en L’Ametlla situó al puerto marítimo con su cámara televisiva y meteorológica cerca del otro, del pesquero. Y este sin evidencias visibles de ojos electrónicos con promoción incluida. Por otra parte, allí había propuestas tecnológicas para que el personal senior ejercitara sus músculos en plena calle. 

Llamaban la atención los grandes rótulos reivindicativos en la zona proletaria, obrera y pesquera (no visibles en la zona deportiva). “Som pescadores, no delinqüents”, “Per una mar amb peixos i pescadors”…. ¿y eso? En esa costa idílica desde l’Ametlla a La Ràpita, recortada y deseada por quien disfruta del tiempo libre  y capta imágenes de ensueño,  viven y trabajan gentes sujetas a la especulación, a flotas amarradas por obligación, a falta de relevo generacional, a precios fluctuantes en las lonjas, a exportaciones de pescados de allende los mares, normativas restrictivas, vigilancias estrictas. Muchos de estos condicionantes los acaban pagando no los grandes arrastreros ni empresas trasnacionales esquilmadoras de especies que nutren nuestras mesas, sino esas personas formadas en la universidad de la vida, en zonas limitadas por los recursos disponibles, amarres obligatorios, respeto a vedas concretas, con vigilancia, cotas, medidas y estricto número de capturas. 

Las pancartas pedían dignidad para su trabajo, atender sus demandas y evitar que colectivos del sector primario poco a poco dejen de ver la rentabilidad del mar. El pescado de proximidad, cada vez menor, sometido a normativas restrictivas y con un precio para gourmets. Más barato es más miseria para la  vida de quien lo pesca. Y sustituirlo por congelados allende los mares, a mejor precio y con grandes impactos en el medio ambiente.

 

Pasillos

El recorrido discurrió entre el mar y tierra por pasillos diversos, delimitados por mojones blancos del MOPU, vallas protectoras de madera, pequeños muros de piedra, líneas eléctricas y, más allá, el tren y la autopista. La costa recortada brindó un sube-baja continuo, con muchas zonas muy humanizadas y aptas para paseos sin peligro, hasta con cadenas en algunos tramos. Siempre quedaba un resquicio no vallado para disparar las alertas, espacios libres para poner a prueba tu estabilidad, aptitudes para esquivar el peligro y atención plena (una práctica vital de supervivencia sin necesidad de la moda del mindfulness -si lo vieran los chinos de hace 5000 años quizá volverían extrañados al descanso eterno-).

Mientras, el viento estaba muy presente en una zona cuyas rachas a veces tumbaban camiones y caravanas en la autopista, el mar golpeaba los pequeños acantilados, algunas playas con posidonias, entrantes del mar que formaban pequeñas balsas y algunas viviendas, pocas, separadas de la costa. En un tramo alguien reconoció una zona con antiguas casas rehabilitadas por un grupo de seniors. Las usaban para solazarse juntos en esta etapa vital, entre olivos y encinas, alejados de construcciones turísticas y próximos al mar. 

La zona también es privilegiada para observar aves y otras faunas (el delta queda cerca), además de los colores de los acantilados con el sol y la penumbra, y de la diversidad de flora mediterránea.

Escaleras de todo tipo propiciaban los accesos a esta parte del sendero GR 92, con calas y playas recogidas en Wikilokpor el GPS de quien aconseja caminar y reventar:

 - Cala Pepo (1.0 km). La cruzamos y seguimos.
- Cala Bon Caponet (1.6 km): playa cercana al camino con unos márgenes de piedra. Pronto, el faro de l’Estany. Un referente para adentrarnos por el interior y circunvalar a pie todo el tramo con agua. Un estanque que obliga a contemplarlo en su extensión. 
- Llacuna Port de l’Estany (3.3 km). Todo un antiguo puerto natural. Ahora, más que un estanque. 
- Platja de l'Estany (3.8 km) con el faro.
- Platja de Port Olivet (4.4 km)
- Cala Santes Creus (5.2 km), con más de 100 metros de longitud.
- Cala de l'Estany Podrit (6.6 km). Un referente de más de 60 metros de largo, que abre los ojos a un espacio único en este litoral.
- Cala de la Llosa (7.8 km)
- Niu de metralladora de l'Àliga (8.3 km)
- L'Illot (8.9 km)
- Platja de l'Àliga (9.4 km)
- Cala Moros (9.8 km)
- Cala Racó de Garretes (10.6 km), cercana a las vías del tren.
- Platja de la Dolç del Me (10.9 km)
- Platja de Santa Llúcia (11.7 km)
- Cala la Buena (12.4 km)
- Platja Perales (13.1 km)
- Platja de Cap Roig (13.6 km)
- Cala Maria (14.7 km)
- Platja Balconer (15.2 km)
- Platja dels Capellans (15.6 km)

 

Citas

Además del agua del mar, andar por los perfiles costeros sometió al personal a recuperar una práctica muy olvidada: saltar o sortear charcos en los caminos….producidos por un elemento casi irreconocible: el agua de la lluvia de los días previos, con calles mojadas y casi desconocidas. 

Agua salada junto a agua dulce. Y agua de la zona de la cala de l’Estany Podrit, bordeado en todo su tramo. Un lugar posterior a otro,  donde la habitual dispersión del grupo y esperas para reagrupar le motivó a alguien una reflexión de frontispicio, como si fuera un segundo bautizo del grupo andarín: “Anarcosenderismo”. Podría ser el recambio, el complemento o la actualización del “Conditio Vocat Optimes”. 

Llegados a este punto, la parada recuperadora tuvo lugar en la entrada de un restaurante de temporada, ahora cerrado: el Balcó de l’Estany. 

Allí, entre líquidos en petaca, bota, botella o termo, sólidos propios y las alabadas rosquillas artesanales, hubo quien se refirió a temas literarios: quien aún no había podido con el libro regalado por GRMANIA (¡qué tiempos!): “El último encuentro”, de Sándor Máray. Y quien se refirió a su lectura actual: “Escritos de un viejo indecente”, de Charles Bukowsky, representante del realismo sucio y considerado un poeta maldito. U otros citados en la película “Perfect Days”, de Wim Wenders: “Once” de Patricia Highsmith, o libros de W. Faulkner. Maestría detallista y zen en Tokyo.

Más adelante, los recovecos de una zona de bunkers y pasillos subterráneos propiciaron memorias históricas y dejaron alguna marca en el cráneo de una persona visitante. 

Mientras unos paseaban por la historia, otros profundizaban en temas médicos casi de última hora. Sobre medicina forense, sin caer en morbos de disecciones de sala de despiece ni en desmenuzar manifestaciones televisivas sobre crímenes. 

Más adelante la cruda y reciente actualidad también estuvo presente, con muertes incluidas. No podía faltar referirse al timo llamado  “Estafa del Amor”. Internet en todas sus manifestaciones, además de poder servir para estafar, informa sobre el tema. Y, por favor, sean muy positivos y no le dediquen demasiado tiempo a: ¿qué estafa y qué amor? O ¡qué estafa el amor!

Cerca, los había que trataban temas más gustosos y placenteros. Sobre pasteles Marquesas y turrones artesanos de fabricación casera.  Contrastes vitales. Todo cabe. 

De las habladurías y asuntos tratados por el resto del personal del grupo, no llegaban las ondas hasta este punto de escucha.

 

Finales

Terminada la etapa en el puerto pesquero de L’Ampolla, un primer bar impedía el paso con un cartel: “Cerrado por fiesta privada”. Un segundo bar no creyó oportuno atender al grupo en la terraza. El tercero, encantado. “casadavid, cuina tradicional mediterrània”, se autodenominaba en la tarjeta de visita, con mención a su Facebook. Cuando se le preguntó al camarero el nombre del lugar, lo primero que solicitó fue que se escribiera un mensaje positivo en las redes sociales.

Siguiente paso, este aún más positivo: la celebración del cumpleaños de una persona grmana, con ese gustoso toque de obrador artesano, con su postre compartido. Mención también a  la predisposición del servicio interno de camareros y camareras del grupo. 

Dada la realidad y las reivindicaciones de esta zona pesquera, qué mejor que citar una frase costumbrista hecha y dicha por les Terres de l’Ebre. Para que esto nunca llegue a ocurrir. Y que  la existencia de quien vive del mar sea tan digna como la del resto:

 

“Pescador de canya, pescador d'ham, es mor de fam”

 

Evaristo

24/1/2024