sábado, 1 de mayo de 2010

Sexta etapa del GR 83, entre Planes d'Hostoles y Olot

Resbalones volcánicos a bajo cero


Grmanos y GRmanas

La corazonada del día empezó con buenos principios. ¡Mira que resulta descorazonador esperar, esperar y esperar a que llegue el autocar y que no se presente! El corazón empieza a latir y las pulsaciones parecen adelantarse a un posible despiste de uno de tantos conductores como se han dado a conocer. Pero no, los buenos presentimientos se cumplieron. Tres cuartos de hora antes de la salida allí estaba, relajado, sin saber a dónde ir, despreocupado de la ruta, sin más sistemas de navegación que sus gruesos dedos, el ojo avizor y dejarse llevar por quien buenamente le orientara qué carretera coger. Ni se inmutaba, el pulso constante, mínimas preocupaciones, velocidad adecuada y sobresaltos los menos. No parecía necesitar pruebas de esfuerzo, sus latidos no le debían delatar anormalidades coronarias, a juzgar por las formas (aunque a lo mejor la fiesta iba por dentro).


Preparativos

No cabe duda de que hay padres espirituales que, mientras confías tus huesos al que va conduciendo delante, ellos te van preparando el camino hacia otras edades. Mira que dicen que es difícil afrontar “el fluir del río de la vida”. Pues aquí es fácil porque “quien a buen árbol se arrima...” Y hay quienes se protegen de lo que vaya a venir con los consejos de quien de los menesteres de las próximas edades sabe porque se las trabaja y debe vivir bien con sus cuidados.
Viendo a la tercera edad se aprende y se descubre en lo que uno también caerá. Ellos también tienen su corazoncito, sus toques eróticos, incluso hasta hablan de encumbrados ex-presidentes que se dedicaban a volar en aviones preparados al efecto lujurioso y, después de tanta práctica oral también en despachos ovales, va y le sorprende un infarto. Al parecer, ya hace tiempo que las válvulas no le iban, pero otros músculos sí. Con lo que la conversación también discurría hacia los derroteros pecaminosos de padres espirituales de verdad que caen en los placeres de la carne, o sea, acelerones sanguíneos muy humanos que no respetan ni la edad ni las creencias ni la tonsura. A lo que el padre espiritual ficticio sentencia y justifica: “Picha tiesa no cree en Dios”. Pero los chinos, que ahora también demuestran ser muy listos, ya lo dijeron en uno de sus proverbios: “Hay que escuchar a la cabeza, pero dejar hablar al corazón”. Pues a ello vamos.

Tierras

También se aprende en estos caminos cuando se juega a la confusión de los sonidos, tu oído como ya no capta bien todos los matices tiene que interpretar más de la cuenta para adivinar el objeto de la charla. Sin Sonotone ya empieza a ser complicada la vida. Por ejemplo, una moza va y dice: “Para encontrar uno joven y bueno, tiene que ser difícil y caro” y añade: “A mí los de l'Empordà me entran bien” Para resumir: “ Mejor que los envejecidos, me gusta más la chispa de los jóvenes” . Y aún pregona gustos más germánicos: “También me gustan mucho los de la cuenca del Rhin”.
No cabe dudar a lo que se refería. No, no era aquello que te hace ser incrédulo en Dios. Más fácil, aún. Hablaba de vinos y de sus gustos. Por cierto, afirmaba que un buen vaso es bueno para el corazón, órgano que también transmite: “La boca pronuncia lo que el corazón apunta”. Al final ella acabó acudiendo a mayores graduaciones que le produjeran más efectos beneficiosos.
El camino parecía discurrir por terrenos estudiados desde la infancia. Era aquel juego de la imaginación en que el profesorado se empeñaba en que adivinaras que hace miles de años allí había un volcán. Y tú no lo veías porque la televisión podía más que el profe. Los árboles ocultaban aquellas explosiones terribles de las películas. Pues allí estaba el personal. Con los pies con sobrepeso por culpa del barro acumulado. Con varias iglesias y ermitas, Cogolls, una ermita que funcionó como castillo y antiguo templo pagano llamada Sant Salvador de Puig-Alder, que ahora es un refugio para caminantes. Un entorno que anuncia que el parque volcánico de la Garrotxa se aproxima. No sin antes cruzar una tierra arada que desemboca en una casa como si del Rastro madrileño se tratara.
Los latidos aumentan a medida que los resbalones volcánicos verifican la inestabilidad del terreno. Zapatillas bien protegidas por capas y capas de restos de pasadas erupciones mientras el pausado discurrir por entre frondosas masas de bosque hace que las distancias entre grupos sean más que alargadas.
Las masías aisladas entre restos de cráteres parecían estampas de épocas a punto de pasar página. Aquellos animales cuidados por personas ya mayores eran símbolos de un presente ya pasado. Parecían adornos bucólicos de un paisaje aderezado por altiplanos, ermitas y esa placidez previa a la entrada en la gran aglomeración de hayedos sin hojas. Todo en un ambiente plomizo, enmascarado por los colores grises y marrones de la naturaleza en reposo. No era un disfraz de carnaval, era el invierno que mantenía la temperatura constante: a bajo cero. Lástima que uno de nuestros Grmanos no pudiera asistir a este paisaje invernal, siguiendo indicaciones de reposo de galenos cardiólogos. Siempre hay que hacer caso a quienes tienen el corazón entre manos.

Latidos

A pesar de las pérdidas en caminos fáciles pero con marcas enmascaradas, aquellas tierras volcánicas se presentaban tentadoras como para someterse a otros ritmos al final del recorrido. Olot significaba el final, pero también la reflexión , la puesta en común de sentimientos, la celebración de cambios, la valoración de frutos cosechados tras muchos pasos en amorosa compañía. Atravesar la capital de la Garrotxa descubrió fábricas de embutidos, zonas industriales y una sorpresa no imaginada por quien procede de las antípodas. Allí, al final, antes de entrar, ella observó que esos animales que viven a 3.000 km. de su lugar de nacimiento, aquí se ofrecían ya puestos en el plato. El bar destino final presumía de ofrecer carne de canguro. O sea, un gran salto de estos marsupiales hasta trasladarse congelados a tierras famosas por sus chacinas y derivados del cerdo.
El intenso frío y el anuncio de los primeros copos de nieve se combatieron con los calores artificiales y con la demostración efectiva de los resultados de otros calores ya muy consolidados. El reservado para la ocasión acogió a un personal ávido de postres, cavas y demostraciones de lo que el corazón es capaz de hacer. Y allí, en aquel ambiente tan expectante, él hizo una confesión en público a corazón abierto. Hay que descubrirse ante nuestro mejor contador de cuentos, que esta vez no nos sorprendió con uno de los suyos. La prueba del corazón no engaña y si se declama en público, es sinceridad compartida. Fueron entrañables momentos donde lo evidente se vistió de amor emocionado y bien escrito.
Hace unos años nadie pensaría en que tantos sudores y caminos iban a dar lugar a que una experta en corazones ajenos tuviera su “corasón partío” entre un experimentado y veterano Grmano y un niño que también le ha cambiado la vida. Esta vez no le quedó más remedio que ocuparse en serio de su propio corazón y descubrir por qué latía más fuerte. El 1 de enero de 2008 pasó algo, el pasear perros sacó a paseo otras sensaciones, todo se consolidó y aquí están las pruebas en la frecuencia cardíaca de ella mientras oía las palabras de él, se percataba de la glosa escrita por quien pasaba los sentimientos por el tamiz de la filosofía y, al final, veía el audiovisual tan bien compuesto por quien sin estar, también estaba allí.
Los dulces y los brindis consagraron una sobremesa en honor a ellos, aunque el electrocardiograma de ella se predecía más que alteradoen aquellos momentos. Y, para rematar la jornada, qué mejor que hacerlo con esa bebida que dicen que es muy buena para mantener el tono cardíaco: el whisky. Los chupitos debían tener propiedades medicinales, a tenor de los tragos repetidos y de los efectos posteriores. Una moza llegó a declarar que los mejor de los GR es el camino de vuelta en el autocar. No es extraño.
Y para todos los que ya gozamos de veteranía, ese mismo día 13 de febrero el nutricionista José María Ordovás, en EL PAÍS, nos dejaba un buen consejo:

“La fórmula de la longevidad es acostarse cada noche con la idea de que al día siguiente se tiene una misión”


Nota:
(No cabe duda de que tantos motivos fueron más que suficientes para que uno haya recurrido en tantas ocasiones a la palabra “Corazón” y sus efectos en esta epístola. En homenaje a ella, a sus amores y a sus cumpleaños)


Terrassa, 4 de marzo de 2010

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