lunes, 27 de diciembre de 2010

Quinta etapa del Meridiano Verde, entre Sant Martí Sescorts y Sant Julià de Vilatorta

Ante la nieve y el frío, calor humano

GRAMANOS Y GRMANAS

Última etapa del año no exenta de anécdotas de todo tipo, por tierras en donde vivieron dos de los grandes de la literatura catalana: Miquel Martí i Pol i Jacint Verdaguer. Roda de Ter y Folgueroles fueron testigos de sus vidas y de sus obras, un legado que apreciamos, aunque algunos debieramos leerlos más y aplicar sus pensamientos a la vida diaria.
De los 531 metros de altura de Sant Martí a los 611 de Sant Julià, poco mal de altura pudo sobrevenir. Aunque sí se subió a contemplar primero vistas fantásticas sobre el río Ter y, después, ya con autocar y con escaleras, el primer piso del restaurante Puiglagulla, el cual puso a gran altura al grupo en una celebración espléndida. En medio, los del bulder entrenándose en grandes piedras.
El personal respiró hondo cuando vio que en esta ocasión se reincorporaba al grupo el mejor y más organizado guía que por aquí ha pasado. Se había retirado del mundanal ruido caminante por culpa de una bicicleta desbocada que no sabía quién era el sujeto que la montaba. En verano parece ser que un mal quiebro le hizo dar con sus huesos contra algún relieve que lo dejó postrado. Pero vuelve a estar en forma él y sobre todo su GPS de élite.
El ambiente navideño se hacía notar en las zambombas, panderetas, gorros, carracas y demás elementos que conferían al ambiente ese halo de celebración anual en comunidad. La meteorología pronosticaba frío y nieve. Un ambiente gélido con esos avisos amenazantes de los servicios que predicen el tiempo. A veces parecen la espada de Damocles que condenan al personal a estar en casa y lo internan en estancias cerradas por si se resfría, coge la gripe o pone en evidencia a los servicios de emergencia, en caso de que se desmadre el tiempo y no sean capaces ni de discernir por dónde empezar su actuación. Nos protegen tanto que después nos convertimos en unos inadaptados.
Pero no, allí estaba GRMANIA desafiante. Contra el frío externo, el calor humano. Apareció aquel pueblo de la otra etapa, sólo descubierto por aquella inmensa minoría que se arriesgó a llegar hasta él sorteando la lluvia, la niebla, el barro y la desorientación. Las granjas perfumaban el ambiente, ocas bien engordadas que desconocían el destino que les esperaba, tractores con ese heno de profundo olor, alguna fábrica en una hondonada y, al fondo, esos perfiles que el gran guía identificaba con todo detalle. Que si Casserres, Collsacabra, pantano de Sau, Pirineo. El juego de la neblina y las nubes que definían a medias unos contornos lejanos, con el sol mortecino y sin fuerza. El agua granulada en forma de nieve que caía y seguía tiñendo el suelo de blanco, el hielo acumulado y bien conservado por el frío ambiente, capas y más capas de ropa encima mientras las conversaciones discurrían sin parar con ese enérgico tono tan del país.

Bellezas

La desnudez es de gran belleza (a veces, claro). En invierno las ramas de los árboles sin hojas definen unos perfiles claros, multitud de formas que apuntan a lo alto y dejan entrever esas estructuras que serán cubiertas por las hojas. Las varas desnudas de la vegetación son como para reseguirlas con la vista y adivinar cómo serán cuando llegue la primavera. Mientras, el paisaje también descubrió otros desnudos. ¿Qué hacía ella allí, echada en el suelo, apenas sin ropa? Daba pena por el frío que estaba pasando, pero no era normal que en comarca antes tan piadosa, con Lauras i “ciutats dels sants” i mossens como el gran Verdaguer, uno sintiera tentaciones carnales ante la vista de esa chica tan ligera de atuendo, entre tanto frío. ¿Quién había dejado tirada allí en medio del camino aquella hoja de revista con una chica así?

Leyendas urbanas

Entre tanto, pronto apareció la población donde nació Miquel Martí i Pol. Roda de Ter recibió al personal en un entorno gélido, con la nieve presente y el vecindario recogido en sus aposentos. La plaça d'Espanya brindó sus bancos, una fuente sin agua, sus columpios y juegos infantiles para recuperar fuerzas, aunque fuera más pronto que otras veces. A pesar de los copos de nieve, los condumios afluyeron, botas, petacas, exquisitos dulces artesanos de membrillo y otras lindezas gastronómicas.
En éstas estábamos cuando el personal comienza a desperdigarse. El guía desaparece con una calle, otros le siguen, hay quien sigue vaciando la petaca alegando el frío ambiente, gente que continúa en otra dirección, otros permanecen en la plaza. El desconcierto dio paso al análisis en profundidad y a las leyendas urbanas. Alguien dijo que una parte del personal estaba en un bar disfrutando de chocolate y churros. Pura leyenda urbana...¿o no? Otros, que el más ordenado guía en vez de hacer lo propio con el grupo, era víctima del funcionamiento ajeno: ya se había dado cuenta de que también se puede vivir con ciertas dosis de desorden y de anarquía. Los mejor pensados alegaron que algunos habían seguido el halo del gran poeta Martí i Pol y buscaban su fábrica al lado del Ter, esa ruta literaria de quien trabajó e inspiró a uno de los grandes cantautores: Lluis Llach. Versos y otros textos escritos repetidos, leídos, hermosos, como por ejemplo éste, muy apto para unos tiempos de cambio:

"Podem dir no. O podem rectificar. Encara que costi.
Un canvi total, per escandalós que sigui, és millor
que un continuïsme castrador. I de vegades no cal
arribar al canvi total. Traçar-se una nova línea de
conducta. I seguir-la. Amb discreció i respecte pels
altres, que s´esforcen a representar dignament el seu
paper. Però amb tenacitat. "Que em senti viure!" com
deia en un poema. Que em senti jo. Que nedi, contra
corrent, és clar, com sempre. I potser com tothom. "
Miquel Martí i Pol


Escalada

Al final, el grupo se reencontró a la salida del pueblo, no sin antes pasar por el ayuntamiento, cruzar el pont Vell, la capilla de la Verge del Sòl del Pont, la casa del suegro del poeta y contemplar al río Ter y la fábrica donde trabajó Martí i Pol. Dejamos a un poeta y seguimos el Meridiano, paralelo al río y al GR que sigue el Ter desde su nacimiento hasta L'Estartit. A la derecha está la font dels Molins. Más adelante, una presa en el Ter da fe de aguas embalsadas con fines industriales de épocas pasadas. Se llega a la font de les Bruixes, con relieves producidos por el agua helada, estalactitas a punto de foto. Una zona llena de vías de escalada en paredes rocosas verticales, sin practicantes visibles en aquellos momentos. Sin embargo, más adelante, siguiendo la pista, se llegará a una balsa helada y a dispersos bloques de piedra donde los del bulder trepaban con la seguridad de una colchoneta que amortiguaría una posible caída. El entorno era el Pla de Savassona, a 626 metros. Ermita, grandes vistas, tumbas donde alguien probó si cabía o no, el río Ter al fondo y el castell de Savassona cerca. Turismo familiar, agua helada y bajada hacia el llano para seguir hasta llegar al final. Mientras, recetas de postres navideños, o sea, la parte práctica y golosa de cara a las sobremesas navideñas.

Sant Julià de Vilatorta

El día parecía despejarse aunque la época del año contaba con pocas horas de claridad por estos meridianos (nunca mejor dicho). Al fondo ya se vislumbraban las primeras construcciones de un pueblo con historias que contar. Por ejemplo, que antes se llamaba Sant Julià de les Olles por la cantidad de hornos donde se cocía cerámica vidriada. Una iglesia, la de Sant Julià, en torno a la cual se conformó la población. Las casas modernistas que se observan fueron de familias burguesas de Barcelona que, a principio del siglo XX, escogieron este lugar para veranear. El clima submediterráneo continental les cautivó en verano. En invierno, las típicas nieblas de Osona desaparecen pronto aquí debido a su altura.
Hoy este pueblo se le ve bien equipado, con áreas deportivas amplias, urbanizaciones por doquier y, muy cerca, el municipio de Vilalleons, unidos ambos desde 1945, con un entorno lleno de pinos y una carretera con muchas y viradas curvas que asciende hasta el santuario de Puig l'Agulla. Al lado, el restaurante del mismo nombre, lugar de concentración y del ágape navideño.

XXX

En el primer piso del restaurante, con un menú muy de la comarca, el personal se fue caldeando a medida que las viandas y los alcoholes preparaban el terreno para los actos posteriores. Se observó algún acercamiento femenino a un varón en concreto, todo fruto de pactos previos a la comida. Se desconoce si hubo arrumacos, carantoñas y testimonios gráficos que inmortalizaran los supuestos contactos.
La sobremesa fue un despliegue textil muy bien logrado. Nunca hasta ahora las letras “X” y las “L” fueron tan buscadas, intercambiadas o ajustadas a los cuerpos. El mercado quechua (nunca mejor dicho) se consiguió con el regalo del polar personalizado. Un gran trabajo el que hicieron los expertos en esta industria. Hasta se observó a alguna persona muy afectada psicológicamente por el efecto XXXL: le tocó esta talla, lo que le impactó. El efecto se redujo cuando consiguió rebajar una “X”: logró una talla XXL y la consiguiente responsabilidad como para tener que comer más y rellenar la XXXL original.
Cánticos religiosos y profanos en varios idiomas dieron paso al final de otro encuentro más, de esos que unen y que propician también acordarse de los que no estaban presentes. Ante la nieve y el frío, siempre el calor humano.
Y ya que estamos en el mundo TIC, acabemos con una frase dicha por el consejero delegado de la red social TWITTER (más profunda de lo que aparenta):

Respirar es necesario para vivir
pero no es el objetivo de la vida”



Evaristo
23 de diciembre de 2010

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