DESDE LA IGNORANCIA:
Patrimonios con mucha humanidad
Estar en Cáceres y no ver Cáceres no entraba en la programación de quienes lo tenían todo previsto. Y estar en la zona del Parque Nacional de Monfragüe (declarado reserva de la biosfera por la UNESCO, “donde la vida te invita a la contemplación”) y no ver Serradilla tampoco cabía en las mentes humanas que pensaban para que otros no esforzaran sus neuronas en la planificación de aquel día. La hospitalidad de las gentes de esta población se vio en detalles, que son los que después se elevan a principios. “Un lugar de Monfragüe que habla con su pasado”, subtitulan los folletos que explican historias, hechos y andanzas de gentes anónimas de Serradilla, que son las auténticas protagonistas de ser lo que somos. Una invitación a hacer lo mismo en un grupo que ya tiene muchos años vividos, con la notable y progresiva tendencia a hablar sobre los recuerdos ahora en el presente, síntoma natural de la edad y de imitaciones al “abuelo Cebolleta”.
El programa del día era apretado pero todo se logró porque los cuerpos fueron alimentados con yantares excelentes, gracias a las gentes de Serradilla.
Dehesas
Antes de partir desde Plasencia hacia esta población, se oyeron comentarios del tipo: “GRMANIA tiene buenos sentimientos pero…”, o sea, ciertas discrepancias públicas (discutibles, opinables y respetables: como todo) sobre hechos puntuales que cada uno interpreta como quiere. Los individualismos suelen comerse a la socialización. Bienvenida sea la crítica.
Los sentidos y sentimientos se abren a las vastas vistas de llanuras ocupadas por encinas, cigüeñas y olivos en un entorno herbáceo que pronto acogerá la floración primaveral. Las dehesas cacereñas con su amplitud, el verdor y el testimonio del cultivo del campo, del trabajo y de la rentabilidad. Ante cometarios insidiosos de supuestas zonas ricas hacia otros espacios peninsulares (se vuelve a evitar la denominación estatal que empieza por E, no siendo que…) bien valdría aplicar la frase escuchada: “No tienen que demostrar nada”.
Algunos andaban buscando animales negros, con o sin cuernos, de los de la vista baja o alta, de esos que tienen buenos hasta los andares. Costaba identificarlos (o no había o el alcance de las dioptrías, vista cansada, cataratas y otras menudencias oculares apenas permitía ver poco más allá de la punta de la nariz), por tanto era difícil fijarse en una fauna que suele pasar desapercibida pero que más tarde fue muy celebrada.
Humanismo
Ya en Serradilla, colocados los cuerpos en una posición más o menos erecta, hubo quienes se fijaron en el exterior, en la luna del autocar, rajada por una piedra, y otros miraron más a su interior y relataron los agradables efectos de pastillas como el Almax para mitigar las sensaciones nocturnas de las cenas a base de migas, embutidos y otros platos “vegetarianos” (porque previamente un animal había comido y procesado las verduras y hierbas variadas) y de bajo contenido calórico.
Enfilados hacia la Garganta El Fraile, llamada así porque una parte elevada de la roca cortada se parece a un fraile en posición sentada, se lee que en el pueblo llegaron a hablar de él con una familiaridad propia de quien existe. Al lado, la Portilla de la Garganta, por donde un arroyo cruza la sierra llamada Peñafalcón. Suponemos que allí estaba el Mirador del Alambique (como siempre, es mejor consultar el track en la web de www.grmania.com y fiarse más de la máquina que de este humano que junta letras sin parar), en el entorno del puesto de observación de animales carroñeros que vuelan alto, con gran envergadura (los otros suelen llevar más veces corbatas que ropa de calle y sí que “vuelan” alrededor de nuestros bolsillos y macroeconomías varias), allí se identificaban los buitres porque los lugareños así lo aseguraban.
Como siempre, grupos, subgrupos, minigrupos y hasta una persona sola que se debía agrupar consigo misma y pretendía ir a su libre albedrío detrás del primer grupo más andarín y sometido a vicisitudes diversas, como veremos a continuación.
Protagonismos
La preservación del Patrimonio de piedras, naturaleza, espacios y entornos urbanos es importante ante tantas amenazas de destrucción auspiciadas por un ser erguido, con dos pies, manos y demás partes, incluso con la capacidad de pensar. Monfragüe y Cáceres ciudad son dos buenos ejemplos. Pero hay otros patrimonios indispensables: las personas. Y aquí en Serradilla nos acercaríamos a algunas.
Caminantes del primer grupo aún siguen impresionadas por el ejemplo humano del guía, Moisés. No queda más remedio: hay que citar su nombre. ¡Qué paso!, ¡Qué ritmo! ¡Vaya zancadas! A veces se pensaba que ese minigrupo, de seguir así mucho tiempo, acabaría pasto de los buitres, los cuales sobrevolaban a menudo encima de sus cabezas. No, Moises y ellos no parecían confabulados. Los humanos entraban en terrenos casi prohibidos de Mongragüe, donde esa ave y otras especies habitaban a sus anchas. Cascada espectacular, ascenso hasta encaramarse a riscos donde se divisaba a los buitres posados abajo. Silencio impuesto.
A continuación Moisés sorprendió con su historia. Fue capaz de salir de años sepultado en el mundo de la droga, encontró en este terapéutico espacio cacereño la medicina necesaria para ver otra realidad más sana, los caminos y sendas le siguen ayudando con otro estilo de vida. De vez en cuando cortaba espárragos tiernos y se los comía, mientras el grupo iba con la lengua fuera y se desgajaba el personal formando una sudorosa fila a punto de sucumbir. Era un efecto parecido al de Kilian Jornet el que casi hundía en la miseria a personal que se consideraba fuerte, aunque también hubo la oportunidad de estar a su altura.
Mientras los que iban a su lado resoplaban, Moisés situaba y nombraba los perfiles de las zonas altas: la Casetina, el Mirador, la Cruz del Siglo (colocada por el ayuntamiento de Serradilla cuando se pasó del siglo XIX al XX, con la que se quiso recordar lo efímero del tiempo de los humanos en comparación con el paisaje - ¡qué gran lección!-), el sitio por donde llegó el Cristo desde Plasencia, con Serradilla al fondo.
Le daba tiempo a hablar del poder de los celos (no humanos sino de los animales, que a veces son imitados por aquellos), contar cómo alguien crió con biberón a un venado, que le seguía fraternalmente. Pero, cuando estuvo en celo, le clavó varias punzadas con los cuernos. A punto estuvo de matarlo. Su hijo, con mucha pena, tuvo que quitarle la vida para salvar a su padre.
Y qué decir de las relaciones entre ricos y pobres, hasta el extremo de que cuando una persona rica del pueblo moría, nadie quería llevar el ataúd e introducirlo en la iglesia si la familia no pagaba. “Los cementerios, de ricos están llenos” : refrán. Ricos inhumanos hasta el final, propietarios de grandes latifundios, dehesas de pastos con encinares, alcornoques y monte bajo . O que las cabezas de las sardinas las comían unos, ellos, y los de siempre, todo lo demás. Deshumanización que aún abunda mucho hoy.
De ahí, cronómetro en mano, hasta al embalse que almacena agua para el pueblo. Visto, no visto y adelante. Subida y bajada veloz con cinco minutos de adelanto al destino final.
Morro
Moisés sabía que en el bar del pensionista una parte de la cabeza del insigne animal la trabajaban muy bien. Había que llegar antes de que se acabara. ¿Estas personas del bar, estos animales de vista baja y ese morro cocinado no se merecen ser también Patrimonio de la Humanidad? Para sus clientes y ocasionales visitantes, aquel manjar era como para no difundirlo demasiado. Precio, calidad y producto inigualables. ¡Qué morro! ¡Y qué persona, Moisés! ¡Nervio y figura, hasta la sepultura!
Atenciones
Fue el inicio de un tiempo gastronómico que ya comenzó el primer día con dulces de elaboración artesana cocinados por manos femeninas expertas en endulzarle la vida a la gente. Otro gran patrimonio humano, que continuó en el bar de las piscinas, donde el ágape fue como para derrotar a aquellos seres humanos: calidad, cantidad, atenciones y humanidad dignas de recuerdo. El personal parecía sentirse en un paraíso, con tantas gentes anónimas que son las auténticas protagonistas de la historia .
Hubo quienes no visitaron el Santuario del Santísimo Cristo de la Victoria ni la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción pero sí acudieron al matadero a comprar chacinas o a la tienda del pueblo a completar el pedido. Y escucharon el habla “serraillana”.
Faltó la foto de grupo pero la mejor imagen fue el trato y el recuerdo acumulados de tan buena gente, comenzando por la guía serradillana que preparó la visita y sin olvidar al gran Moisés. Un fuerte abrazo, compañero.
Detalle humano a tener en cuenta que no pasó desapercibido porque, ya en el destino, el coordinador del grupo lo consultó y advirtió a este escriba: ¿cómo se llama la actual alcaldesa de Serradilla? ¿Qué denotaciones tiene su nombre y apellidos? Como ustedes son hábiles, listos, con buenas luces y mejores recursos, por favor, husmeen en esta web: Serradilla. Ahí está la respuesta. No hay premio. “¡Por Serradilla no se pasa, tenéis que venir!” dicen. Y fuimos. Y , si podemos, volveremos.
Patrimonio
“Cáceres con mucha pasión” rezaba el cartel. Se supone que el lema durará todo el año, no solo en esta Semana Santa con tanta pasión. Desde la Plaza Mayor, bien guiados por una profesional del turismo, la ciudad brindó sus emblemas: Torre de Bujaco, Torre de los Púlpitos, Torre de la Yerba y resto monumental, incluidos aljibes con agua, riadas de turismo, personal dedicado a selfies con mucho tesón y postureo, jóvenes que solo atienden a actores disfrazados de medievales, casas nobles, higueras centenarias, patios, piezas en museos, templos y todo aún bajo la mirada de iglesia, iglesia y más iglesia o señores invasores y otros acontecimientos que mejor lo explican los expertos. Google lo enseña todo.
La gran pregunta que alguien le hizo a la guía: “¿Dónde vivía la gente normal?”. El turismo sigue conduciendo a los visitantes a las herencias de quienes han mandado, visitar es ver partes destacadas (hechas con la sangre y el sudor del pueblo que nadie cita) que conquistan las masas a golpe de móvil y cámara fotográfica. La sociología del turismo como una industria imprescindible hoy. Estar y ver cotiza al alza en el vivir. Instagram y similares son nuestra historia viajera.
No pasó desapercibido que, mientras en una torre habían construido agujeros artificiales para que se resguardaran unas aves protegidas, los cernícalos, al lado estaba el Palacio del Los Golfines, donde Franco fue proclamado caudillo y jefe de no sé cuantas cosas, aunque después todo se consumó en Burgos. Curiosidades en los nombres.
Asueto
La plaza mayor fue un buen espacio para el relax postcultural, entre multitudes que peregrinaban por las calles hasta llegar al sitio de donde poco después saldría una procesión en el “Cáceres con pasión”. El personal, mudado como corresponde al evento, iba a escoger un buen sitio por donde pasearían a quien tocara, con fuerzas de seguridad a modo de escoltas y el Himno Nacional como despedida (Paco Ibáñez, a muchos nos pasa como a ti). Estampas de otros tiempos que dan lugar a deducciones preocupantes que aún permanecen.
De vuelta, al lado del autocar, frase para la antología por su construcción, por el trasfondo y posibles deducciones: “Cuando no contéis, no me contéis a mí”.
Para acabar, mejor recordar a Ryunosuke Satoro, cuando dijo: “Individualmente, somos una gota. Juntos, somos un océano”.
Evaristo
Terrassa, 7 de abril de 2018
1 comentario:
Estupenda crónica tb !!!
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