viernes, 26 de diciembre de 2008

Etapa del GR 14, entre Coll de Jou y Ariola (Cambrils dels Pirineus)





Las sensaciones, en blanco




Grmanos y Grmanas

Venías del frío y te reintegraste al grupo en un paisaje nevado y con algún incidente mecánico. Aquí algunos dirían: es la vida. Si no fuera por tanta gente como había, por los saludos, preocupaciones por el coche averiado y temas organizativos varios, el silencio blanco de la zona quizá te recordaría las sensaciones de tu ambiente original: esas grandes estepas cubiertas de nieve, con los voluminosos gorros, lentitud de movimientos y una naturaleza adaptada a las circunstancias. Pero, ya ves, pronto te acostumbrarás a apreciar las diferencias como una virtud: sean en el paisaje, en la comida, en las cosas y, sobre todo, en las personas. Tú aún eres pequeño pero hoy, aunque no te enteraras, recibiste ya, como mínimo, un piropo. Después te lo explicaré. No sé qué pensarías ante una carretera llena de curvas, un camino con nieve al lado, la amplia perspectiva y un personal con aquel aspecto.
Aprovecho la ocasión para presentarnos, explicarte cómo ha ido la etapa y transmitirte qué es lo que hacemos. Seas muy bienvenido al club.

Cargas

No sé allí, pero aquí cuando llegan estas fechas, el personal carga muchas cajas en el autocar. Por cierto, hoy era un vehículo de lujo. El que viene habitualmente, alguien dice que en Cuba lo considerarían un “autopullman”. A lo mejor en tu país, también. Pues el que viste y en el que volviste es como para lucir en día de fiesta. Y había motivos para cargar tantas cajas: última etapa del año, días señalados, ya una tradición el comer sentados en agradable compañía. Tu familia te lo explicará muy bien. Cuando la gente se lleva bien, todo sale mejor. Hasta en estas fechas que, por prescripción consumista, se aprovechan para mejorar el buen ambiente que ya había. El personal es de buen corazón (si no entiendes la frase, dile a tu madre que te la explique, que de este órgano sabe mucho).

Aspectos

El grupo iba bien pertrechado, con ropa de abrigo. Ya se habían dado avisos para que el frío no causara efectos secundarios en pulmones y nariz. Seguro que para ti esta temperatura es como de verano. Aquí el verano es de riguroso sudor y máxima humedad. Y el invierno actual que, astronómicamente comenzó al día siguiente, ha regalado un manto blanco que brinda nuevas sensaciones al andar. No te extrañes con esos dos que llevan unos gorros rojos. Los sudaron el día antes por el centro de la ciudad. La recorrieron de noche anunciando que también se puede correr por Navidad, mientras las prisas y los pasos parecen ser sólo para comprar o para hacer ganas de comer. En Coll de Jou, a 1455 metros, el paisaje humano se protegía con capas y capas de ropa. Como una gruesa cebolla que, más tarde, se iría desvistiendo.

Caminos

Fue la noche más larga del año. Por eso amaneció ya cuando el autocar se acercaba a Solsona. Un momento como para disfrutar. Detrás del cementerio de esta ciudad aparecieron los primeros tonos rojizos, que iluminaron la gran helada y la nieve a ambos lados de la carretera. Cuando seas mayor, ya te enseñarán a sentir la magia de este momento, el reto que cada día se te presentará: llenarlo hasta que esos colores se repitan al oscurecer. De eso se trata. Y así un día tras otro. Una gratuita sensación que, quizá también algún día, puedas comparar con ese momento en tu país natal. Pasó lo mismo al volver, cuando la penumbra repitió parecidas luces. Todo en un camino tortuoso, con un animal que se cruzó en la vuelta delante del autocar: unos decían que era un zorro, otros una zorra y, alguno, una zorrilla.
La carretera discurría bordeando un gran pantano con bastante agua. Hielo, nieve, agua, niebla y frío. Todo junto en medio de un potente anticiclón que, aquí en la alturas, regala gran visibilidad y mucha perspectiva. Pronto, Sant Llorenç dels Morunys o dels Piteus, a 925 metros, anunciaría una parada rápida. Aquí debía empezar la etapa pero se permitió una licencia a modo de regalo: se perdonaron 500 metros de subida, pero lo que no se dejó para otra ocasión fue recoger una bota olvidada en un bar.

Botas

Ya descubrirás que aquí uno de los usos que tenían las pieles era para crear objetos útiles. En tu país natal los gruesos gorros de piel protegen muy bien la cabeza del frío. Aquí, una aplicación de la piel era para hacer un recipiente que los más listos del lugar definen como: “Cuero pequeño empegado por su parte interior y cosido por sus bordes, que remata en un cuello con brocal de cuerno, madera u otro material, destinado especialmente a contener vino”. Este objeto no se puede perder, pues da calor con esa combinación etílica que el maestro en este arte elabora. Allí da calor a la cabeza y aquí calienta la cabeza y alegra el cuerpo. Matices, diferencias prácticas. Es la diversidad. Pero dentro hay vino. Aún la temperatura de aquí no obliga a llenarla con bebidas de allí, vodka por ejemplo. La bota olvidada fue recuperada. El dueño del bar identificó luego al autocar parado a la puerta con la bota. Para que veas cómo aquí la gente está atenta a lo que hay que estar.

Marcas

Desde este pueblo, la subida al inicio de la etapa permitió contemplar la vall de Lord y el Port del Compte con nieve. Cada curva de la carretera era un giro al paisaje, un cambio de perspectiva que te hacía girar la cabeza y la composición del entorno. Parecían fotogramas distintos que, seguidos, mostraban cómo el blanco natural disfraza al verde, decora las ramas sin hojas, cubre los coches, hace peligrar la estabilidad de los caminantes o acentúa el placer de correr hundiéndose, resbalar sin caer, dejar huellas, jugar a pegar sin dañar, perderse para reencontrarse, sudar en frío.
Coll de Jou es un cruce de caminos con una fuente, un área de esparcimiento al aire libre a un kilómetro, una estación de esquí alpino y otra de fondo cerca y un buen balcón para ver y sentir en blanco. Son esas marcas que el invierno deja en el paisaje para quien quiera verlo.
Imagínate cuando viniste en avión, tú encima de un gran manto de nubes, con los pueblos y campos al fondo, con las siluetas de las montañas apuntando hacia arriba. Pues lo mismo pero sin avión se veía desde aquí. La niebla era una gran capa de algodón que transformaba pueblos en sombrías formas, su humedad cala hasta los huesos pero, desde aquí, era un regalo adivinar qué habría allá abajo. En la carretera A 2 había 80 kilómetros de niebla en dirección Lleida. Más al fondo, esas montañas tan queridas demostraban que estaban allí. Tendrás la oportunidad de pisarlas, de disfrutar de su encanto. Seguro que alguien muy cercano a ti te leerá poesías excelsas sobre ellas, te transmitirá su magia con su voz pausada mientras te hace sentir esos mensajes. Son marcas de la belleza desde arriba. Pero tocaba bajar y buscar el blanco y el rojo: otras marcas también muy prácticas e indispensables para la ruta.

Lecciones

La bajada a la otra vertiente de Coll de Jou significó encontrar el recorrido. Con dificultades pero se consiguió. El camino descubrió cómo se puede aprender mientras se camina. Era el torrente de Canalda. Bastantes especies vegetales tenían nombre al lado. Árboles, arbustos y otras hierbas aclaraban su identidad para mentes ignorantes de cómo se nombraba la vida vegetal de la zona. Una buena idea en un sendero que discurría por zonas sombrías, con cascadas de agua, tupidos bosques de pinos y tramos con mucha nieve acumulada. Al fondo, la niebla. Aquí, un buen lugar para cuando tengas que aprender nombres de vegetación autóctona. Piensa que la vall d'Ora, la vall de Lord y la zona de Cambrils eran hasta ahora espacios casi desconocidos para mucha gente del grupo. No obstante, hubo mentes muy observadoras que encontraban parecidos entre las rocas del parque de Sant Llorenç del Munt i la zona de Montserrat con este tipo de materiales. Es que en este grupo hay gente que sabe más de lo que aparenta. Llegada la hora, se deja este tipo de sabiduría a un lado y se imploran las viandas que alimentan el cuerpo.
No estabas pero también podrías haber observado actos de los que se puede aprender mucho. Por ejemplo, como no se contaba con una bota hasta su recuperación en Sant Llorenç dels Morunys, hubo una buena espalda que tiró de una garrafa de vino. Luego, con gran puntería, trasvasó el preciado líquido hasta el interior de la bota, sin derramar nada. Otra lección fue la clase sobre energía nuclear y la especulación en torno a los huertos solares. Quien sabe de esto, cuando seas mayor, seguro que te documenta con los últimos avances. Si se toca el tema del reciclaje, hubo un intercambio de opiniones sobre qué hacer con las mondas de las naranjas. Mientras había quienes defendían que era un material que se podía dejar allí tirado, otros defendían la estética del suelo y manifestaban que tales restos orgánicos tardan en desaparecer. Ya lo ves, como mejor se aprende es con las diferencias. Y te perdiste las clases de cocina. Vino a la etapa quien sabe mucho de esto, da clases y organiza jornadas en los mercados municipales. Pero también hubo quien predicó con el ejemplo. Trajo un excelente dulce de membrillo hecho en su casa. Y no faltaron las risas y bromas en voz alta. O sea, parecido a como tú te presentaste después.

Piropos

Después de una tranquila parada, el tiempo invertido en recorrer apenas ocho kilómetros era excesivo. Esto pasa a menudo. Luego vienen las prisas. Y más hoy, con comida a una hora más o menos aproximada. Pero también se incluyó una variante más: la recogida del autobús a un subgrupo que no pensaba acabar la etapa. Después se vio que nadie la acabó.
El camino era para disfrutar. Seguro que algún día nos explicarás tus recuerdos de la nieve, jugar, hacer bolas, correr, caerse. Pues aquí había eso y más. Quienes caminan y experimentan, probaron a correr por la nieve, a alargar los pasos, a comprobar el efecto de los bastones, a ver qué pasaba si se seguían las marcas de las ruedas de algún vehículo o bien se andaba por el centro o por los laterales. Combatir el frío con sudor. Notar el silencio en el blanco. Oír el ruido de la zapatilla mientras se hunde en la nieve. Deducir posibles propietarios de algunas huellas de animales que por allí debieron pasar. Tener también la mente en blanco y dejarse llevar. Como ves, experimentar en este estado está al alcance de cualquiera que se atreve a salir de casa y penetrar en estos espacios.
Hubo un momento en que se hicieron dos grupos. De forma más o menos desorganizada. Que si unos se quedaban aquí, que si se seguía, que contarse, que agruparse, que si no hay nadie que se entienda. Ya lo verás cuando vayas al cole. Cosas que pasan en los grupos. Pero al final, en el fondo, no pasa nada. Se continuó hasta Sant Martí de Cavallera, a 1230 metros. Una restaurada ermita en una zona llana. Y allí fue cuando te piropearon de forma inconsciente.
Dos personas se subieron a un muro y convocaron a la masa andarina a definirse. Sí, como lo oyes. A que dijeran si seguían a paso ligero o a otro más tranquilo. Y en esto una moza proclamó: “Os organizáis peor que los niños de cuatro años”. Felicidades porque con tu edad sabes más que este personal. Más adelante te explicaré un segundo piropo con toque solidario, pero no para ti. Al final, una imaginaria línea dividió las tendencias de ambos grupos, mientras las jaulas de los halcones de los jeques árabes se situaban detrás. Parecían espacios que pretendían atrapar el aire, redes submarinas al aire libre, monumentos al viento en medio de un altiplano.

Reacciones

En realidad, piensa que cuando alguien en este grupo dice una palabra más alta que la otra es por algo. De los dos grupos originales, uno se comenzó a subdividir y de él salieron algunas subsecciones más. De seguir así, cada persona parecía un grupo. Los “galgos” delanteros se lanzaron al trote. Las distancias aumentaban y también las confusiones. Unos disfrutaban al galope, hasta que se encontraron con una gran subida. Allí creyeron que se reagruparían todos. Pero no. Lo que ocurrió fue que un Grmano sufrió una lipotimia. Fue el paso por el torrente que conduce las aguas del la font del Vermell (excelente agua) y la zona de Montpou, la riera de Odèn. Alguien sacó un energético de taurina, tan fuerte que, antes de llegar al castillo de Odèn, el bajón físico desapareció. Y quien llevaba tamaño milagro tuvo que desenvainar su móvil para obligar a los trotadores del principio a que pararan de una vez. Con aquel tono, quién no iba a hacerlo. Desde esta zona, se observaba a lo lejos la disparidad: unos buscando el camino, otros por lugar incorrecto, alguien preocupado por el estado de quien sufrió la lipotimia, el jefe diciéndole a su familiar del GPS que si no paraba iba a llegar a la Antártida, los walkis echando humo, los móviles situando en el mapa a quienes venían en coche por si tuvieran que auxiliar a alguien, el coordinador de la comida diciéndole a la del restaurante que no se le ocurriera echar el arroz hasta nueva orden, otro móvil anunciando que el coche en el que tú venías se había calentado demasiado. Como ves, aquí el aburrimiento está desterrado. Al final, todos al camino a esperar el paso del autocar.

Celebraciones

Mientras llegaba, desde la carretera la vista confirmaba aquel gran paisaje del principio. Cortinas de niebla dibujaban el fondo de los valles. Pocas casas y muy aisladas. Algunos temas de conversación sobre economías, crisis, bastones y fiestas. También, preocupación por el estado de la avería de tu coche. La solución llegó y, entonces, en aquella orilla antes del túnel, allí apareciste. Risueño, feliz, hablador. Esperabas un taxi para ir hasta el restaurante. Fíjate, el privilegio de que te lleven en taxi mientras al coche lo conducen en grúa.
La fonda significó tu presentación en público. Allí quien te conoce dijo que te estabas adaptando muy bien, sabías nombrar a las bananas, mandarinas y otros alimentos. Se supone que te fijarías en las dos grandes paelleras con arroz. Comerías ese arroz, la carne a la brasa, las patatas del Pirineo y demás alimentos. Y, a los postres, una apreciada Grmana te sorprendería con la celebración en familia de sus próximos cincuenta años. Ella, que estuvo una temporada en La India, donde entre otras enseñanzas, Gandhi dijo: “Sé tú el cambio que quieres para el mundo”. Lo mismo que tú significas ahora para tu familia y para este grupo. Y tú, que después recibiste un regalo de quienes ya te consideran de las nuevas generaciones para la continuidad (o no) de algo que ya tiene doce años de historia.
También en la comida hubo ideas, el segundo piropo. Alguien que piensa mucho en la gente muy necesitada volvió a sugerir (y ya van tres años) que la inversión que se hace en los calendarios de bolsillo era un dinero “tirado”, que se diera a una ONG. Y se cantaron villancicos, aunque al principio parece ser que no fueron seguidos con la intensidad que esperaba una moza, la cual amenazó con cantar rancheras el próximo año. Después, como siempre, la emoción general se plasmó en un potente coro con el entonador de cada año. Gracias a sus bríos y entusiasmo, y a quien de guitarra y de teatro sabe mucho, el éxito fue total.

En fin, conociste a quienes te han acogido y seguirán haciéndolo. Viniste del frío y en un entorno blanco se produjo el encuentro. Seguro que serás feliz aquí. El entorno será tu mejor aliado. Como ése que, con nieve, Jack London describe en su libro “El silencio blanco”:

“ ...la pasividad del silencio blanco. Todo movimiento cesa, el aire se despeja, el cielo se vuelve de latón, el más ligero murmullo parece un sacrilegio, y el hombre se asusta y se intimida ante el sonido de su propia voz”


Evaristo
http://afondonatural.blogspot.com
Terrassa, 24 de dicimbre de 2008

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