Dedicado a todas las personas que han de luchar contra una enfermedad.
Es una medicina imprescindible para conseguir la victoria.
Y, en especial, dedicado a nuestra compañera GRMANA Sonsoles.
(Para leer el texto hay que clicar encima del título)
" Y yo con aquellos pelos…!"
Pasar de lo superficial al fondo no es fácil. Tener buen fondo cuesta. Pero, tranquilos, aquí no se va a tope ni a fondo. Todo con naturalidad.
domingo, 15 de diciembre de 2013
Tercera etapa del GR7: de La Seu d'Urgell a Fórnols del Cadí
Desbandada
libertina a este lado de la frontera
Las
marcas reales e imaginarias de las fronteras más cercanas han
producido un efecto diferente según en el lado en que nos
encontremos. Si en la etapa anterior lo libertario predominaba en Andorra como
seña de una identidad consolidada desde hace 17 años, ahora lo
libertino campó a sus anchas. Quizá esta palabra sea más real que
la anterior en muchas ocasiones de la historia de este grupo.
Señales
La
meteorología de los primeros días de noviembre no parecía la más
repetida en años anteriores. Aquellas heladas que habitualmente por
estas fechas enblanquecían los prados de La Cerdanya estaban
ausentes, igual que esos colores típicos de plantas que derivan del
ocre al desnudo. Vivimos en medio de tantos cambios y alteraciones
que la flora y la fauna deben estar desconcertadas. Árboles que
pasan del verde al gris en momentos, pistas de esquí sin atisbos de
la primera capa de nieve, ni siquiera artificial. En mangas de
camisa, ambiente cálido y sin pensar en el porqué de todo. El
tiempo es libertino porque alguien lo está haciendo así.
Pasaba
lo mismo con el autocar. Nunca hasta hoy se había presentado un
vehículo de 15 metros de largo y tres pantallas de televisión, con
tres ejes de ruedas, para el transporte de senderistas por un entorno
de montaña, con carreteras estrechas, curvas y accesos casi
milimetrados. Pues ahí estaba porque fue el que le asignaron al
conductor. Nadie lo pidió pero los designios empresariales debían
ser así.
¿Y
la aproximación al punto de salida? Pues más de lo mismo. Ir desde
Terrassa a la Seu d'Urgell por el túnel del Cadí es caer en las
garras de la especulación de un túnel que es un atraco muy
consentido. Llegar a la ciudad fronteriza con el paraíso fiscal
andorrano y del contrabando fue pasearse en dirección contraria por
la carretera C14, la gratuita y nacional que nace más abajo del
pantano de Oliana. Ida hasta unos kilómetros más allá para
retroceder hasta la zona de casa pareadas y muy abanderadas para
buscar las primeras marcas. Detrás de carteles alusivos a la feria
de Sant Ermengol (donde se compran forfets de esquí de temporada a
bajo precio y artesanía comestible) aparecían las señales en los
alrededores del olímpico río Segre.
Brotes
El
canal olímpico de aguas bravas fue una valiente apuesta para la zona
y su ubicación en el deporte internacional. Toda una obra artificial
que dicen que es visitada por público con ganas de enfrentarse a los
rápidos que en el río normal apenas existen. Muy cerca de allí se
veía una grúa de la construcción, ese escaso objeto símbolo de
utópicos brotes verdes. Alguien conectó con las grandilocuentes
declaraciones de políticos de allá y de aquí y quiso entrever el
fin de todo lo malo, como si esa maquinaria fuera la gallina de unos
huevos de oro que empobrecieron a muchos excepto a algunos. Allí
cerca había ganaderos y labradores que ganaron millones con la venta
de prados para apartamentos y no eran ni políticos ni empresarios.
La especulación no debe distinguir entre corbatas ni manos
encallecidas. El dinero no parece conocer límites.
Incidencias
En
un entorno muy natural, con la sierra de La Bastida preparada para
recibir al senderista, lejos ya del río Segre y cerca del torrente
de Casanovas, la pista ascendía con una casa a la izquierda que
aparentaba ser propiedad de alguien con el síndrome de Diógenes. Ya
en el sendero, la subida era un calentamiento inicial con sorpresa.
Alguien puso un fuerte ritmo al principio aunque después las toses y
las fuerzas simbolizaron otras resistencias. La primera cima, el turó
del Porredón (1.123 metros), desde la que se divisaba el valle del
Segre cubierto de niebla. Llegar hasta aquí caldeó el ambiente y
dio lugar a dos encuentros: el primero, un curtido cazador ocupaba su
puesto para vigilar al jabalí en una zona muy conocida por él.
Cuando se le preguntó por su olfato meteorológico y sus previsiones
acerca de si la niebla seguiría todo el día o no, pareció muy
seguro en su respuesta: la niebla estará aquí todo el día. Como
habitante de la zona, debió tirar del archivo de la experiencia y se
creyó infalible. Mientras, alguien encontró un manojo de llaves
tirado en el camino. Lo recogió y, ya arriba, su dueño dio fe de su
propiedad: llaves de coches y de casas, indispensables para seguir
disfrutando de aquello que tantos sudores le costó conseguir. Aquí
el olfato no falló. En el caso del cazador oriundo de la zona, sí:
la niebla despareció al cabo de un rato.
El
hallazgo nos trajo a la memoria el olvido de un antiguo Grmano, ya
hace unos años, entre las trementinaires de Tuixent y la ardua
labor para convencer al inolvidable chófer Demetrio de que, a la
altura del refugio del Coll del Port, tenía que deshacer el camino,
reseguir las curvas otra vez y buscar al exmiembro de esa logia.
Enciclopedias
Ya
arriba, las vistas venían marcadas por la perspectiva y por una
niebla que ocultaba la realidad mientras componía un paisaje sui
géneris. Fotos de todo mientras las viandas y bebidas aparecían
alrededor. Adjetivos y adornos varios, transformados en píxels y en
plasmaciones tecnológicas. Los intereses corporales eran
alimenticios y los ansiosos por despejar incógnitas se dirigían a
“la enciclopedia” viva. Pertenecía a alguien que presumía de
guiar con 16 años a un Molt Honorable President de la Generalitat en
su ascensión a la Pica d'Estats, al que conoce a la mitad de
Cataluña por su nombre y apellidos y ahora tiene una Fundación que
se mueve en el pensamiento imperante y monocorde. La memoria
enciclopedista te decía dónde estaba Andorra, la montaña más
cercana y aquella del fondo, qué pasó en ese pueblo que se veía a
lo lejos cuando una vecina se casó con un guardia civil y se instaló
entre vecinos que vivían del contrabando, dónde se ubica el Pic de
l'Orri y las antenas de Port Ainé, o el pico Salòria, o el nombre
de aquel valle que terminaba en aquel otro. El guía tenía wikilocs
en la cabeza, GPS memorizados por pateo de lugares y mapas
desplegados en el fondo de sus neuronas.
Desniveles
y rocas
Se
acabó el variado menú del desayuno que respondía a una
globalización que también afecta a la indimentaria: higos turcos,
chocolates belgas, cervezas alemanas, mochilas chinas, zapatillas
indonesias, ropa de Bangladesh, xibecas en vidrio y estrellas en
lata, manzanas francesas, galletas catalanas, jamón andaluz. Al
fondo, Andorra.
Una
vez saciado el apetito con esos productos casi todos ellos foráneos,
incluido quien es fiel al quinto de cerveza en envase de vidrio
(propietario a su vez de las citadas llaves), el camino buscaba una
amplia pista, no sin antes observar los restos de un vehículo
abandonado aquí años ha. Esta chatarra ya hace tiempo que constaba
en la documentación digital de la etapa. Alguien, en la memoria de
su blog, se preguntaba cómo se podían abandonar aquellos restos
metálicos en estos lares. Había observado más y, según sus
cábalas, los asociaba a posibles persecuciones a contrabandistas.
El
Cadí acompañaba al caminante y parecía que pedía ser tenido en
cuenta. Estábamos en sus dominios. La pista rodeaba el Pui de La
Bastida. El coll de Creus se escondía detrás del turó de les
Forques y el GR lo rodeaba por la derecha. Pronto la pista daba paso
a una senda que dejaba ver el espectáculo rocoso que se avecinaba.
El Cadí nos ofrecería curiosas formaciones de un variado colorido,
sobre todo los tonos ocres. El sendero se estrechaba hasta un rellano
donde se consiguió algo difícil en estos tiempos: que los de
delante paren y juntar el grupo, aunque sea para la foto de rigor. El
ambiente libertino predominaba. Quizá comienza a mandar más la foto
que el sentido de agrupación del personal. O bien que el personal
sólo se junta para la foto.
Super Alfa
Entre
tantas formas de rocas que no parecían ser propias del habitual
paisaje del Cadí, se iniciaba la aproximación al Coll de Creus,
punto de cambio de vertiente y lugar que exigía sudor y atención a
posibles resbalones con el precipicio abajo. Sorprendió la
construcción de un puente de madera para salvar una caída de
piedras que había desmontado el camino. Fue realizado gracias a la
escuela taller de La Seu d'Urgell. Una gran obra práctica, de esas
que son fundamentales por su eficacia pero que nunca ganarán ningún
premio por que no son originales. Antes de acometer la vertiente sur,
el esfuerzo hizo posible ver el Cadí desde la cima, con el pueblo de
Adraén a un lado, punto que sirvió para que el que lo sabe todo de
la Cataluña pateada explicara que era un buen inicio para encarar
las cimas de esta cadena de montañas del Prepirineo. Llegados a
este punto se produjo un descubrimiento sólo apto para el pequeño
grupo. Allí los oídos más atentos consiguieron descubrir quién es
la persona Super Alfa de GRMANIA. Pero descubrir el nombre forma parte
del reto de la observación de cada caminante, fijándose en esos
pequeños detalles que son las pistas para despejar la incógnita.
Afrodisíacos
Qué
mejor que hablar de productos que levanten el ánimo para afrontar lo
que vendría después. En el puerto se oyó una conversación digna
de los anales de la literatura erótica. Alguien repartía chocolate
y hubo quien mencionó un estudio científico norteamericano que
relacionaba el consumo de chocolate y el hacer el amor. Se refería a
mujeres y el estudio lo firmaban mujeres, las cuales establecían
relaciones entre aumento de consumo de los derivados del cacao y
menores relaciones sexuales. Inmediatamente una Grmana respondió: “A
mí no me gusta el chocolate”. ¿Conclusión?... Mientras, había
hombres que lo consumían con gula.
Pérdidas
La
bajada por la vertiente sur dejó ver el pueblo de Adraén al este y
una gran casa de pagés con animales a la derecha, de esas que aún
sobreviven al abandono rural. En medio de frondosos bosques de pinos,
se iniciaba la aproximación al punto fatídico, uno más en el largo
historial de pérdidas que va a más: el río Bona. Llegar abajo
exigía franquearlo y fijarse bien en las marcas. Pero no. Quienes
tiraron en otras direcciones se olvidaron de la larga y ancha pista
que acabaría en el coll de Bancs. El paso del afluente fluvial del
Segre dejaba ver huertos abandonados y pinos que parecían atalayas
para dar sombra al caminante sudoroso.
Libertinaje
y desbandada
Hubo
maridos que perdieron a sus mujeres, grupos que no encontraban el
camino y un intrépido guía presto siempre a ir a rescatar a quienes
no encontraban el rumbo. Poco a poco aparecieron arriba, a 1395
metros, en el coll de Bancs, todos pero a cuentagotas. Una mirada
atrás y al fondo estaba el Coll de Creus, detrás el Tossal Rater y
debajo el escondido pueblo de Adraén. El área de coll de Bancs era
un cruce de caminos con el Port del Compte y la Serra del Verd al
fondo.
Y
allí se produjo una de las históricas desbandadas de GRMANIA: el
autocar que no llegaba, el camino que no se encontraba, el guía que
no aparecía, una familia que debía alucinar con el espectáculo
humano, en una mesa reparto de tentempiés, hombres que no sabían
dónde buscar a sus mujeres y sólo querían seguir caminando.
Una
vez casi todos arriba, se produjo una desbandada digna de foto aérea.
Todos andando, buscando y “cada uno a su bola” hasta que hubo
orden y concierto, con el autocar ya esperando al grupo B que acababa
aquí el recorrido. Los carteles explicativos de coll de Bancs fueron
ignorados pero las marcas halladas sirvieron para llegar a Fórnols.
Consignas
En
medio de maleza de todo tipo, señal del abandono agrícola y
forestal, Fórnols se veía en lontananza, con esos perfiles aptos
para fotos, postales, pesebres o álbumes idílicos quizá para todos
menos para quienes lo habitan. Decorados urbanos: una barca sin mar,
segadoras sin hierba, herramientas del campo colgando de los porches
de las cerradas casas. Valles del Cadí, de La Vansa, lugares no tan
explotados como La Cerdanya pero que no tienen nada que envidiarle.
Sitios de artesanos, de neorrurales, en especial Ossera, con una
comunidad de artistas, granjeros y expertos en plantas medicinales.
Ya no hay trementinaires pero sí infusiones, homeopatía, medicina
alopática, esencias y existencias variadas.
Al
llegar a Fórnols se produjeron dos hechos sin precedentes, hubo dos
consignas dignas de mencionar. Un pueblo con un solo bar y dos
avanzadillas diferentes, enviadas para hallar un abrevadero público
con servicio de expendeduría de bebidas y con licencia fiscal,
tratando de demostrar que había que ir al bar recomendado por cada
grupo cuando en realidad ambos se referían al único bar del pueblo.
Una imagen simpática que trastocó los parámetros de una Grmana que
había traído a familiares invitados a la etapa. Ante esta
situación, reflexionó en voz alta y determinó que nunca traería a
nadie más, vista la imagen que se daba. A lo que otro Grmano le
respondió que si no los invitaba más ellos se perderían disfrutar
a fondo del libertinaje de más de 17 años de GRMANIA con final
feliz. Total, Bélgica funcionó muchos años sin presidente y no
digamos cómo nos encontramos aquí.
Una
vez consensuadas ambas propuestas, no había elección. En ese bar
convergía otro grupo excursionista y la dueña se la veía atacada
por un nerviosismo extremo. Tanto gentío en un lugar tan tranquilo
la sacó de quicio. Y eso que, bien visible, en un pueblo con las
habituales esteladas, figuraba un cartel en castellano: “El vivo
vive del tonto y el tonto de su trabajo”
“El
Paller de Cal Coma” era el sitio donde se iba a proceder a la
habitual imagen prenavideña del traspaso de dinero de unas manos a
otras por culpa de ese juego en que el Estado se queda con el 20% de
los premios mayores, y al que le salió un competidor autonómico con
la imagen femenina de una señora gorda, y que ningún grupo
feminista se ha atrevido a criticar: ¡tan tierna nuestra tieta!
Todos luchan por el dinero de los bolsillos ajenos: lo que se lleva
es esquilmar y favorecer el juego, abusar de la solidaridad de la
gente común mientras los poderes recortan gastos sociales y engañar
con la bondad ajena y la pseudorreligión de la ayuda, cuando la
corrupción y la especulación campan a sus anchas.
Ante
tanto papel en venta y pecunio de mano en mano, el coordinador
propuso “una secuencia”. ¡Buena ocurrencia en tamaño grupo!. La
propuesta oficial era: primero la devolución de Gisclareny, luego el
cobro del autocar, después la venta de la lotería oficial para
acabar con la lumineta y otras loterías privadas. Ya sabe, el
libertinaje campó de nuevo a sus anchas.
De
vuelta, en la bajada del puerto de Josa de Cadí, un Grmano experto
en perseguir amaneceres en La Mola se mareó y hubo que prestarle
auxilio humano. Menos mal que el agua de la fuente de Gósol y las
bromas funerarias le revitalizaron luego. Se recuperó mejor después
cuando las múltiples pantallas del autocar ofrecieron la película
con nombre de apellido Grmano: “Troya”. Empezó con una buena
pregunta que puede servir para el final de etapa: “¿Tendrán eco
nuestros actos con el devenir de los siglos?”
martes, 5 de noviembre de 2013
Segunda etapa del GR7: de Les Escaldes al Punt de Trobada
¡Por
fin libertarios en Andorra!
*
Gisclareny 2013: cambio de menús y de tendencias
¡Qué
curioso es acceder a Andorra en autocar muy de mañana y hacerlo de
manera solitaria, como si fuera el primer cargamento humano listo
para vaciar algunos estantes de los supermercados y “quemar” la
banda magnética de la tarjeta de crédito o débito! O huir de
ciertos festejos trasnochados para reencontrarse con mínimos
descuentos en bienes de consumo habituales. Pues no era ni el momento
ni la finalidad de quienes dejaron atrás “punts de trobada” que
sí harían su función al volver. En la subida hacia el punto de
partida de la segunda etapa del GR 7, en Les Escaldes, se produjo un
encuentro publicitario de grandes dimensiones con la Banca Mora y sus
argumentos para invertir, mientras un poco más arriba había dos
edificaciones con o sin aparente conexión con el mundo financiero:
el matadero y el centro penitenciario del país de los Pirineos.
Alguien oteaba el horizonte por si encontraba la otra punta de este
triángulo vital: el cementerio. Solo se acertaba a ver el hospital
Nuestra Señora de Meritxell (más vitalidad) y la punta de la torre
de la catedral andorrana del agua: Caldea (limpieza vital). Y, de
subida, la delegación de una empresa pesquera gallega cuyo actual
presidente es el propietario de una afamada cervecera (DAMM),
encausado en un fraude de 74 millones de euros, con una fianza hoy de
1.400 millones impuesta por el juez Ruz. Una de las “estrellas
doradas” de la corrupción: de Barcelona, que se codea con lo mejor
de cada casa y se autoproclama de los más patriotas.
Inicio
Allí
cerca se comenzaron a ver las edificaciones al fondo, la vida abajo
en el valle, y más perspectiva habría cuando se inició la subida
desde los 1.023 metros hasta los 1.735 en apenas cuatro kilómetros.
Con cuatro grados de temperatura entrar en calor llegaría pronto.
Curiosa esta vida de caminante, en que se empieza sin calentar en
medio de un frondoso bosque de pinos derechos como una vela. A
aquellas horas iniciales de la mañana, la progresión del ascenso no
facilitaba pruebas de lo que vendría después: esas curvas de nivel
que, bien sudadas, obligaban a quitar ropa, a pararse a coger aire y
a tener malos pensamientos hacia quien se le ocurrió empezar de esta
manera. Pero no había otra alternativa. Había que llegar a la cima
del collet de la Palomera. Desde allí se veía el valle de La
Valira, el Salòria y, al fondo, el Alt Urgell,
Al
sol
La
distancia entre la cabeza y la cola fue considerable, acrecentada por
un cansancio bien documentado en cada tramo y continuamente
retransmitido vía walki con una frase lapidaria: “Esto no se acaba
nunca”. El mejor wikiloc, mapa o GPS eran las gotas de sudor que
bajaban mientras no se paraba de subir. A aquellas horas y en zona de
sombra con buenos desniveles, buscar el sol exigía llegar arriba y
triscar por las peñas que comenzaban a dorarse con los primeros
rayos. Los que llegaron fueron a por ellos y los encontraron arriba.
Los últimos lo disfrutaron más abajo. Galileo podría aportar
pruebas evidentes de sus teorías y sería bien entendido, no como en
aquellas épocas.
Alguien
comentó que una buena forma de terapia en GRMANIA es el escarnio
público ante supuestos errores. Que el procedimiento siga con el
respeto de siempre. Si tampoco reímos aquí, ¿dónde sino?
Acumulaciones
Las
máquinas al final verificarían que los 992 metros de desnivel
positivo junto a los 921 de negativo hicieron mella en los espíritus
y en los cuerpos. La altura junto con el sudor deben tener
propiedades extrañas: el elixir de un GR pirenaico en sus inicios. A
2,5 km por hora: velocidad muy respetable entre público que ve lejos
la juventud y cerca otras edades. En estas circunstancias, la
rebelión o el motín no tocan aunque a menudo el cerebro produce
pensamientos negativos mientras la distancia entre grupos se
acrecienta.
Libertarios, no libertinos
He
ahí la expresión ratificada a lo largo de tantos años de ponerla
en práctica: nuestro principal sello de identidad que alguien tuvo que
recordar. En estos tiempos de control, de pensamiento único y de
manipulación de nuestros cerebros, menos mal que la socorrida frase
de “salimos cuando queremos y llegamos cuando podemos” demuestra
que en la entropía el desorden también ayuda al orden. Que la
libertad no es libertinaje. Juegos de contrarios que abundan en
muchos órdenes de la vida. Y que nadie se rasgue sus vestiduras
mentales. A estas edades, que tampoco sean las ropas físicas: la
ética por encima de estéticas ya alteradas por los años.
Bordas
y lujos
De
bajada a niveles más vivibles se pasó por una de esas bordas que
aún no se han reconvertido en viviendas de lujo o restaurantes. La
puerta, abierta. Una fuente a la entrada. Dentro, evidencias de que
las vacas dormían allí. Símbolos de esa Andorra rural que sólo se
aprecia si la caminas a estas alturas. Pero, más abajo, esas
urbanizaciones que por fuera respetan la estética de la pizarra y la
piedra y por dentro responden al lujo y mobiliario del poder
económico de sus amos. Trabajadores de diferentes procedencias
mantenían aposentos de públicos que bien podrían ser los jefes de
Banca Mora. Mientras, la bajada al asfalto era un amago para
ascensiones posteriores. Los primeros oasis en curvas del camino
simbolizaban la vida que fluye, las aguas que confluyen al final en
el río Valira y después en el Segre en La seu d'Urgell.
¿Y
el otoño?
Las
subidas, bajadas y caminatas por la exuberante vegetación bien
regada por la abundante agua no daban señales de que estuviéramos
en otoño. No se sabe si es calentamiento global o procesos normales
de la naturaleza en esta civilización peculiar. Pero el colorido de
la estación más fotografiada del año apenas se percibía. Y eso
que el GR recorría longitudinalmente Andorra a 1.300 metros de
altura, seguía el tumulto comercial. Del cual apenas se veían los
tejados de algunas construcciones que, si eran edificios comerciales,
a veces se aprovechaban para aparcamientos. Enfrente, en la otra
parte del valle, carreteras y pistas a alturas bien aprovechadas. Se
caminaba en paralelo a Santa Coloma, Aixovall, Sant julià de Loria
(Naturlandia abajo y la estación de esquí de fondo La Rabassa
arriba), Certés, Llumeneres, Aubinyà, Juberri (nombre de
connotaciones vascas: Berri significa Nuevo) y el centro comercial El
Punt de Trobada en vez del destino natural: La Farga de Moles.
Huyendo del comercio pero con fin en el Punto, o sea, en el quid de la
cuestión.
Aromas
Ya
habían advertido que los campos de tabaco, ya cortado, abundarían
por el recorrido. Esa planta que colgaba de las vigas de casas muy
bien aireadas. Del verde al marrón hasta marzo, muy venteadas en
esas altitudes. Era el tributo a la compensación arancelaria por los
permisos para la venta de marcas foráneas que colonizan el
territorio y acrecientan las ansias del contrabando: la economía
sumergida a base de eludir los impuestos a los Estados que se
benefician de drogas legalizadas por ellos mismos. La salud importa
pero se ve que no es incompatible con la creciente fiscalidad ni con
los bares expeditos de humos diversos. Las máquinas retrataban esas
ajadas hojas como recuerdo para algunos del origen de aquellos
placenteros aromas: el elixir de una época que ahora se cambia por
salud, vitalidad y el aire puro de estas alturas. Las endorfinas como
compensación a otras carencias.
Jóvenes
labradores recogían enormes calabazas y explicaban el proceso del
tabaco. También podrían haber explicado su peculiar reciclaje de
los bastones de caminar y de esquiar: les servían para delimitar las
fincas de tabaco.
Más
allá, granjas de vacas vigiladas por malcarados perros que
ahuyentaban al caminante sin salir de su radio de acción. Cerca,
enormes fardos de plástico, herméticamente cerrados para que la
hierba fermentada acabara bien su proceso. Aun con todo, el
penetrante olor traspasaba hasta los primeros resfriados.
Balcones
El
GR parecía esculpido en la piedra con tramos aéreos, pasos
estrechos y precipicios disimulados con la vegetación de la zona. El
sube y baja continuo proponía amplias panorámicas, balcones sin
barandilla y piedras trabajadas para favorecer el paso. Era la otra
Andorra al alcance de unas zapatillas de montaña pero eso sí: ¡ojo
avizor!
Identidades
La
avanzadilla inicial no supo hasta el final cómo iba el desperdigado
pelotón y el rifirrafe que se produjo a la hora de ejecutar un plan
B que bien podría haber sido también el plan A. Algo debió pasar
cuando la cara de un formal Grmano pronunció una frase lapidaria:
“¡Nunca más!” En “El Punt” hubo un encuentro diverso: los
primeros con grandes jarras, los segundos contentos, y los del
autocar con división de opiniones e interpretaciones. Algunos
enfadados, con atisbos de mandíbula desencajada. Una estrecha
carretera hizo estragos en el chófer y pasajeros al pretender hacer
efectivo el “de puerta a puerta”. De ahí las caras largas, los
bramidos, los bufidos encubiertos y el nunca más de gente muy
moderada. Todo junto trajo consigo una excelsa reflexión nocturna en
la que se glorificó la base de GRMANIA: el espíritu libertario, el
“tans caps, tans barrets”, la sensación de caos aparente que
siempre acaba bien. Después de más de 17 años de existencia, esta
etapa confirmó las señas de una identidad muy consolidada. Ni
walkis al final, ni avanzadillas ni normas, estatutos o similares. La
identidad libertaria nos une a estas alturas de la existencia: aunque
solo se vea en cada GR. Y esto ocurra en la casi medieval Andorra.
El
Punto final
Fuera,
en la carretera de entrada (o de salida, según se mire) colas de
vehículos. El amo de un lujoso coche que se quejaba porque el
enganche de la mochila y un bastón de un Grmano le tocaron la
impoluta carrocería. Aglomeración humana dentro del Punt de
Trobada. Como si lo regalaran todo. Expendedurías de potingues a los
que acudían personas a pedir las marcas de alto standing en oferta permanente. Una señora
montó una gran cola por querer aplicársela allí mismo a su hijo y pretender ver ya los efectos. Tan monos ambos. Grmano con una garrafa
de alcohol para alquimias etílicas. Cajas de puritos de marca. Los
añorados paquetes de azúcar. El chocolate. Y el autocar. Cerca: el
punto de salida. Con una duda: ¿lo libertario es sello de calidad,
de distinción o significa estar en beta permanente?
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Gisclareny
2013: cambio de menús y de tendencias
Alguien
decía que Gisclareny tiene un toque mágico, se mire para donde se
mire. Quizá ésta fue la razón por la que Mosen Cima se instaló
aquí después de probar otros lugares anteriores. La amplitud del
fondo, el Pedraforca, Sant Miquel de Turbians, la soledad y la
cambiante meteorología o la magia de un lugar que ya forma parte de
nuestra pequeña historia. Pero se avecinan cambios.
En
esta ocasión, el acopio de víveres fue eficiente pero el momento
vital del consumidor final ya no es el que era. Mucho personal, casi
se colgó el cartel de “completo”, toques románticos de Grmanos
para que no todo fueran los placeres de la gula pero al final hubo
unos excedentes alimentarios que bien hubieran merecido la entrega
posterior al Banco de Alimentos. También puede que influyera la
semioculta planificación cultural que un sesudo equipo quiso
infiltrar en los momentos anteriores o posteriores a la cena
conventual del sábado.
Menús
La
tentativa inicial a resolver la cena del viernes con preparados
diversos e individuales quedó definida gracias a la predisposición
de quien tiene tiempo libre, sabe olisquear por los mercados,
detectar alimentos de calidad y escoger lo mejor para su público más
fiel: butifarra ibérica y chistorra de la mejor calidad, junto con
las ensaladas del Capitàn Enciam, decoradas con los agridulces
granos de la otoñal granada. El resto de condumios ya estáaban
consolidados por la fuerza de las buenas costumbres y las manos de
quien sabe batir huevos, hacer tortillas o sorprender con aperitivos
con aromas de la nocturna chistorra.
Mesas
En
Gisclareny hay dos mesas eucarísticas: la más alargada para estar
sentados, disfrutando, pasando platos, viendo, consumiendo y
departiendo hasta sobre el informe PISA. Y la más corta en la cocina
donde, mientras se prepara el ágape oficial, discurre el pequeño
bocado, la tapa, el platillo, el trago corto pero continuado, la
bolsa que se abre, el embutido que se trocea, la sorpresa de quien
aporta lo inesperado.
Bebidas
En
esta ocasión la cerveza quedó en un muy segundo plano. El rey
indiscutible fue el vino, con lo que habrá que tomar nota y evitar
ser unos lateros en el alto Berguedà: en porrón, en botella, en
trago largo o corto, cualquier formato era bien recibido. Pocos
restos de botellas olvidadas y mucha apertura. Hasta hubo que enviar
un SOS a quien venía más tarde para abastecer a tantos catadores de
Somontanos, Riojas o licores artesanales y muy consolidadas Ratafías.
Culturas
En
diferentes mentideros corrió el rumor de que dos personas preparaban
una oferta cultural para antes o después de la cena del sábado.
Querían aportar un toque reflexivo al encuentro y que fuera más
allá de lo tradicional. Parece ser que el actual Papa era el
inspirador de la propuesta, que se ofrecería de manera voluntaria en
un reservado de la casa. La idea maduraba pero la localización
temporal no encajó. En realidad, la mesa de la cocina era una dura
competencia a aquella otra cultura. Allí se trabajaba a fondo la
marca del vino, la denominación de origen del chorizo, el aderezo de
las conservas en vinagre, el gracioso toque a los huevos o la forma
de revolver aquellas patatas que esperaban el toque definitivo de la
maestra de este arte culinario. Al final, parece ser que se optó
porque la nueva propuesta fuera por la vía digital, con lo que en un
futuro habrá una posibilidad más para pensar en nuestro yo
interior.
No
obstante, la otra cara de la moneda fue la repetición de la clase
magistral sobre astronomía. Allí, con las estrellas como techo y la
estelada en un mástil, el público rebobinó los aprendizajes
olvidados por quien tanto esfuerzo pone en tamaño empeño año tras
año.
Caminos
El
día fuerte, el sábado, el equipo A llevó a cabo una ruta por una
zona de Cavalls del Vent hasta llegar als Empedrats, para después
ascender casi al Coll del Pendís, bajar por el refugio de Sant Jordi
(donde explicaban por qué ya no dejan entrar ni las mochilas a las
habitaciones), seguir por Els Empedrats y volver a Gisclareny por un
sendero de gran recorrido. Quien sabe de tortillas y tiene una mano
excelente para manjares diversos diseñó un recorrido exigente,
precioso y con fuertes desniveles. Por ella no pasan los años. De
los 900 a los 1.400 metros, bajada, subida a 1.600, bajada de nuevo y
última subida para bajar a Gisclareny y subir de nuevo hasta El
Roser. Más de nueve horas por en medio de bosques llenos de setas,
la humedad de las sombras, fuertes subidas, el refugio de Sant Jordi,
el agua, las piedras, los senderos camuflados con árboles cortados.
Agradable encuentro con los equipos B y C antes de llegar al aula de
naturaleza de La Salle (al final de Els Empedrats), mientras manos
expertas buscaban y siempre encontraban setas por los alrededores de
la casa.
Si
la meteorología fue la adecuada, la compañía fue aún mejor. Que
los ánimos no decaigan y la tradición siga perpetuándose. La magia
de Gisclareny vale la pena.
Evaristo
sábado, 28 de septiembre de 2013
Primera etapa del GR7: de Grau Roig a Les Escaldes (Andorra)
¡Decidido! Contra la claustrofobia, la cima de Els Pessons
El
GR7 , primer sendero de Gran Recorrido (GR) que se marcó en eso que
es o forma la Península Ibérica para unos y España para otros
(escoged, por favor, y aquí “se os verá el plumero”), ya le
resulta familiar a GRMANIA. Tiempo ha que se hizo de abajo arriba.
Ahora, al revés, o sea, desde Andorra hasta la Comunidad Valenciana
(fin en Fredes, Castellón). Un largo recorrido que forma parte del gran
sendero europeo E-4 (de Tarifa a Esparta), es decir, una muestra de
apertura hacia otras realidades, pasando por varios países y
demostrando la inoportunidad de unas fronteras que ponen barreras aún
franqueables (hasta hoy) al caminante multicultural (contra la claustrofobia).
Plantearse
este GR es elegir pero con la libertad que comportan los
condicionantes: si una vez se hizo en dirección norte, la elección
es relativa pero existe. No hubo votaciones para la decisión final,
aunque quien quiso opinó y quien se calló adoptó la decisión de
quienes aportaron sugerencias. Al final ese reducto de “hombres
Alfa” (ellos: ¿quiénes son?) parece ser que bendijeron la
consumación final.
Pero,
antes de la primera etapa, ya se plantearon dos vías para caminantes
y sus gustos, ante las dificultades de la alta montaña:
Vía uno: Grau Roig/Les Escades: 18'5 Kms, la dura, desnivel positivo y
negativo de 2.500 metros.
Vía dos: Encamp/Llac Engolaster/Vall Madriu/Les Escaldes 9,5 kms y unos
1.000 mts de desnivel positivo y negativo. La blanda, recomendada
para la mayoría, incluido quien la recomendó.
¿Habría
una tercera vía? Quizá: por ejemplo, acompañar al conductor pero,
con las condiciones del vehículo, a ver quién se atrevía.
La
partida
Para
llegar hay que salir y hacerlo en un artefacto que deshonra a la
marca de la estrella que lucía delante puede ser más que una
aventura. El ronroneo típico de Mercedes se transformó en paradas
inoportunas en cualquier sitio. Y eso que apenas se habían recorrido
escasos kilómetros. Alguna mente en la parte trasera sugirió que lo
mejor sería elegir: entre ir al aparcamiento de la empresa y cambiar
los problemas por soluciones o continuar con una máquina a punto de
pararse. Pero la supuesta libertad estaba condicionada por muchas
circunstancias. A estas edades las utopías son eso. No, el conductor
no volvió sino que se atrevió a encarar la ruta hacia el puerto de
montaña más alto del Pirineo: pasar de 200 metros a los 2.408 del
puerto de Envalira con semejante carruaje le debió resultar un
desafío extremo (con permiso del paisano Jesús Calleja).
La
ruta
Las
decisiones del que manipulaba el volante se debían basar en la
ignorancia, el atrevimiento o el puro reto. A veces pasa eso:
elegimos sin saber y optamos por posibilidades peores que las
presentes. O el sentimentalismo puede más que la razón.
La
ruta de los buscadores de setas en otoño ya estaba operativa y llena
de quienes son voraces en la búsqueda de sitios privilegiados y no
compartidos.
El
silencio habitual del personal, una vez los saludos y parabienes de
rigor después de tanto tiempo sin verse (desde junio) sirvió para
acomodarse a las tres horas de carretera y auscultar cómo respondía
el motor en cada momento. En el ambiente se acumulaban vivencias
estivales y una realidad social condicionada por muchos factores. Y,
ante el momento presente, callar es una solución muy respetuosa pero
no es irrespetuoso argumentar, aunque no haya entendimiento final:
¡viva la discrepancia!. De lo contrario habrá que disimular y
hablar de la meteorología, del bodrio televisivo de turno, de
achaques diversos o de cuánto queda para la jubilación (si aún no
ha llegado y se espera con ansia: ya veremos cómo discurre y cómo
sienta o cuánto dura eso de ser de “las clases pasivas”).
Vidas
Llegado
el caso, quien entiende de edades y de cuidados finales (físicos y
mentales) se atrevía a sincerarse en voz alta con la realidad de la
“edad dorada”: la base de la felicidad diaria es comer y cagar.
Cuando hay disfunciones en estos procesos vitales, mal vamos. Una
dama se interesó por la otra función, con una comparativa como
respuesta del susodicho sujeto: el sexo es como la Coca Cola
(agudicen el ingenio e interpreten: vean clases, burbujas,
agitaciones, potencia y desgasificación: la chispa de la vida, en su
recta final)
Hubo
un amago de planteamientos de la actualidad más reales, ahora en el
candelero. Ese país innombrable es como el toro de la Vega de
Tordesillas: cuántas figuras literarias condenarían el ejemplo o lo
extrapolarían a los buenos, a los inmaculados; pero no a quienes
tienen toros aquí, cerca de donde acabaremos el GR7, pero a su
manera (en secreto: fariseísmo ya en el poder), a quienes sólo
informan en sus manipulados medios de ese país (la voz de su amo)
con lo más malo de lo malo. Por cierto, el alcalde de Tordesillas dice que el toro siente dolor pero no sufre. Quizá el alcalde tiene actividad cerebral pero no piensa. Claro que, hablando del género bovino,
mejor fue escuchar a quien en el puerto de Puymorens, a 1.988 metros,
vio pastar “entrecots” de altísima calidad.
De
alguna neurona muy oportuna surgió ese personaje que tanto
necesitaríamos en este momento aquí: nos sometería a una terapia
de humor negro y realidades sin colores ni trapos diversos. Groucho
Marx, el de frases como ésta: “Partiendo de la nada hemos
alcanzado las más altas cotas de miseria” (podemos ganar en
higiene mental consultando sus aforismos aquí: Gruocho).
Clarividencia máxima mientras se observaban los tonos grises del
paisaje de alta montaña, preparado para las próximas nevadas.
Caminos franceses con cadenas para impedir el paso: a buen sitio
vamos para encadenarnos, en un momento en que muchos estamos hartos
de tantos yugos mentales que nos impiden ver el bosque. Ansiamos
subir als Pessons para despeñar tantos prejuicios, ver el mundo sin
fronteras, sin esa claustrofobia opresora y cerrar esas zanjas mentales que hacen daño a todas las
edades, incluyendo la infancia manipulada por ambos lados (a eso hoy
se llama formación y educación como debe ser: en otras épocas, se
denominaba Formación del Espíritu Nacional o FEN. Pronto el
diccionario de eufemismos será el único oficial).
El
silencio hablador
El
ruidoso motor poco a poco enfilaba alturas, pasaba fronteras y
llegaba a la cumbre: el puerto de Envalira ofrecía buena visibilidad
y una serpenteante carretera de bajada. ¡Qué proeza ser capaces de
hollar los 2.408 metros con tamaño monumento para el desguace!
El
silencio de la bajada se veía interrumpido por las típicas bromas
(de dudoso gusto pero sí de risa, visto el estado de la chatarra y
las ganas de vivir del personal) de bajar en punto muerto, que la
velocidad se saliera o cómo tendría los frenos. El aparcamiento de
Grau Roig recibiría a una parte del grupo con los cinco grados de
temperatura a las nueve de la mañana y las próstatas a punto de
sucumbir. En medio de la maquinaria de acondicionamiento de las
pistas de una de las mejores estaciones de esquí del Pirineo
(Grandvalira), había que buscar el camino y evitar pérdidas de
otras épocas. Todo el dominio esquiable era una señal del progreso
iniciado en 1956 por Francesc Viladomat, un ejemplo de esos
andorranos que supieron mirar más allá, crear tiendas de deportes
con su apellido y fusionarse con las estaciones de al lado para
ampliar valor y estructuras comerciales.
A
aquellas horas el silencio solo era interrumpido por algún vehículo
y por los intrépidos caminantes, sin mapa, con una localización
casi dibujada a mano y GPS con traks correctos. Las dudas iniciales
se solventaron pronto y la subida hacia el Llac dels Pessons, a
2.350 metros, consiguió sus objetivos. Allí al lado, uno de los
mejores sitios para descansar del esquí, el restaurante ahora
cerrado, el primer lago y los amplios horizontes. Parejas de
excursionistas franceses vieron al grupo reponiendo fuerzas en una
zona donde las marcas habituales del GR aportaban la seguridad no
encontrada años ha.
La
subida estaba ahí, con el Montmalús (2.782 metros) a la izquierda,
el típico lugar para iniciarse en el esquí de montaña, y los
recuerdos de antaño de la pendiente tan pronunciada. Esta vez no
había pérdida. La senda estaba clara, aunque fue habitual que quien
iba delante quisiera atajar por vericuetos sin señales: “Tú
tienes mucha táctica pero te falta bastante estrategia”, le
recordaba un experimentado caminante al aprendiz de turno. El grupo
se estiraba y las distancias aclaraban la situación: escoger una vía
u otra condicionaba las fuerzas. Si te confundes y eliges la vía más
larga y difícil te arrepentirás, y más si a estas edades no
abandonas los continuos entrenamientos. La máquina funciona pero
necesita actividad.
Ya
arriba, el paisaje era monocorde en la cercanía y amplio en
perspectiva: el Aneto y La Maladeta, restos de nieve y la amplitud
que ofrecía la perspectiva de Els Pessons (2864 metros). Foto de
grupo y el pensamiento de quien ve que los problemas quedan abajo y
el mundo es grande. La imagen mental eran los dominios de Grand
Valira (¡qué recuerdos de tantas vivencias con esquís!), el blanco
de la maquinaria que impulsa los remontes en medio de las pistas, al
fondo y a lo lejos las emblemáticas antenas que dan nombre a una
pista de esquí (una acabada y la otra abandonada), el dibujo de la
carretera hacia el port d'Envalira y esa soledad que puede propiciar
estar en contacto con la Mente Universal. Un silencio propicio para
que, quien forma parte de esa denominada “mayoría silenciosa”,
sopese que se ha de hablar, atreverse a plantear los temas más con
racionalidad que con sentimientos, valorar el pensamiento monocorde
de un lado y de otro y ver cómo las alturas pueden oxigenar los cada
vez más programados cerebros, en unos tiempos de sobreabundancia de
información pero poca reflexión.
De
bajada
De
Els Pessons hacia la entrada del valle declarado por la UNESCO
Patrimonio de la Humanidad en 2004: la Vall Madriú. Varios lagos y
el embalse de l'Illa, con una bomba mecánica que, a esa altura,
parecía drenar el pantano para desconocidos fines. El recuerdo de la
travesía de Cap del Rec, el refugio de trabajadores acondicionado
para caminantes y montañeros y la amplitud del valle abierto que se
iría cerrando a medida que bajáramos. Les casas de ganaderos o
Bordas, la riqueza del agua, el río cercano que se separa, penetra
en el fondo pero vuelve a estar a tu lado más abajo. El valle
glaciar en forma de “U” sorprende continuamente e invita a
paradas, fotos, pesca de truchas sin muerte, paseos, acampadas,
excursiones laterales y a reponer fuerzas con o sin los pies dentro
del agua fría.
Hubo
personajes curiosos, como el vasco de Donosti que iba solo de refugio
en refugio mientras recorría el GR 11. O excursionistas con enormes
mochilas, o personal de GRMANIA que se acogió al plan B pero no se
salió del guión previsto: cuando el guía les invitó a subir hasta
un refugio de más arriba, alguien con mente práctica le hizo ver
que nadie le acompañaba. O sea, él siguió su camino y salió al
reencuentro con el grupo que bajaba, en el refugio donde estaba el
donostiarra. La solaz parada sirvió para refrescarse, descansar y
observar cómo la vida pasa en la alta montaña. Mientras, quizá
aquejados por el mal de altura o desvaríos propios de la edad, algún
grupúsculo muy controlado hablaba de textos fuera del pensamiento
único que algunos quieren imponer a esa mayoría silenciosa. Y
citaban artículos que quizá hayan leído los talibanes de turno (de
un lado y del otro), cuestionables como todo y con la otra corriente
de opinión como necesario contraste: autores en el ojo del huracán,
que escriben en esa lengua ( o sea, ésta) catalogada por miembros de
no sé qué consejo nacional como “lengua muerta”: JavierCercas, Jordi Évole, Mario Vargas Llosa o Risto Mejide (uno y dos).
Mientras,
hubo quienes en Twitter decían que su censura fue tal (los
algoritmos matemáticos de la red social hacen esto a veces) que
tuvieron que esquivarla acudiendo a las gustosas y opinables
“croquetas”.
Decisiones
Ya
con energía en el cuerpo, el camino se encajonaba, perturbado el
silencio por helicópteros que transportaban objetos sin parar. Quien
hablaba se refería al comentario anterior sobre una multa que un
radar le puso a alguien, no hace mucho, en una carretera de su
entorno. Y el tema encadenó comentarios diversos: nadie nos ha
consultado sobre si queremos radares o no, ni dónde colocarlos; o
sobre si se debe destrozar la sanidad y la educación públicas; ni
si los corruptos deben pasearse por los centros de poder político y
económico; o qué hacer con tantas personas malnutridas y con
quienes han hecho que esto pase, a pesar de que las autoridades de
buen ver niegan las evidencias. Quizá deberíamos pedir ser libres
para todo: con la sorpresa de que pensábamos que ya éramos libres
desde hace años y ahora alguien descubre que aún no.
Decidimos
seguir y acabar en Encamp, al lado de una gasolinera de bandera de
empresa conocida, cerca de esa torre en forma de iglesia dedicada a
la limpieza y al acondicionamiento corporal: Caldea. Había un
autocar pero no era el esperado. Grupo disperso, la hora que aprieta
por temas de tacógrafo y normativa de tráfico que tampoco nos han
consultado, cruce de una carretera por una zona peligrosa y
reencuentro final.
Los
penúltimos abrevaban cerveza en una terraza de la vacía Andorra,
una imagen muy alejada de la de otros tiempos. Alguien buscaba
desesperadamente comprar una lata en cualquier sitio. Pero el deseo
no se hizo realidad: nadie le vendió en Andorra la deseada cerveza
envasada. Mientras, se oyeron bromas (o no) sobre si habrá que
invadir pronto este país pirenaico, si habrá que copiar su modelo,
o firmar pactos o utopías al uso mientras se contemplaban las sedes
de bancos en un paraíso fiscal sin sindicatos para la defensa de los
trabajdores, con algunos implicados en mafias diversas dentro del
poder que decide una sola vía, apellidos de rancias familias que lo
controlan todo y estructuras casi feudales que dependen de un obispo
y de un presidente, ambos extranjeros. También se citó esa idea tan
brillante de pedir ayuda a las tropas francesas: estrategia militar
de altísimo nivel intelectual. ¿Este será el modelo con el que
sueñan?
Al
final, mientras el sueño acortaba el camino, no hubo problemas para
llegar a tiempo al punto de destino. Una primera etapa agitada por
circunstancias diversas pero con final feliz.
Y,
para reforzar lo bueno de la humanidad (contra la cerrazón de miras: no a la claustrofobia), os recomiendo ver este vídeo:
toda una lección. Dar es comunicar. (noticia El Periódico: para entender el vídeo).
Evaristo
domingo, 9 de junio de 2013
GR 7: con su permiso, volveremos a recorrerlo después de 10 años pero al revés
LOA AL GR 7
Nuestro coordinador general me ha
propuesto que tire de disco duro y presente el GR7 a partir de las
vivencias de hace diez años. ¿Cómo negarse a las órdenes de tu
inmediato superior en los tiempos en que estamos? La mejor puesta en
sociedad del GR es que después de tantos años queremos volver a
hacerlo. ¡Qué ganas de patear de nuevo la ruta que, aun naciendo en
Esparta y acabando en Tarifa, nosotros la repetimos desde Andorra! O
sea, podemos comprar un cartón de tabaco en El Punt de Trobada,
aromatizarlo en Rasquera y llevarlo hasta Tarifa, que es donde el GR
acaba. Y de allí bajarlo al moro y reconvertirlo con otras hierbas.
Loar y glosar el GR7 puede ser tan
largo como el recorrido hasta nuestro destino final en Fredes, en
Castellón. Pero lo acortaremos. Un sendero que fue el primero que se
marcó en todo el Estado, en 1974. Como que tampoco hace falta
convencer a un público senderista muy seguro del reto, bien está
enumerar posibilidades históricas como punto de partida a otras
vivencias que tendremos a partir de septiembre.
Por aquello de llevar la contraria,
iremos desde donde lo dejamos a donde lo empezamos. Teníamos más
cabellos, más potencias y quizá más proyectos pero en un momento
en que algunos nos extasiábamos con la Andorra menos visitada por
las hordas consumistas. Los campos de tabaco, con sus enormes hojas,
fueron ese manto que cubrió la más memorable de las etapas vividas
hasta ahora, por su crudeza y belleza de alta montaña. Hacerla
justifica el reto. Grau Roig fue el origen de una gran aventura,
triscando por pendientes pronunciadas, con piedras que te caían de
quien pisaba más arriba. Parecíamos hollar els Pessons cuando
nuestra famosa desorientación nos llevó a alturas no buscadas.
Sudor, altitud y cansancio con vistas a la estación de esquí de Pas
de la Casa Grau Roig. Allá arriba hubo intrépidos del agua fría
que refrigeraron sus partes a temperatura cortante a principios de
septiembre. No se sabe por qué pero de aquella pareja nunca más se
supo como caminante en el grupo. Y por poco le perdemos la pista a
quien por culpa de unas setas ahuecó el ala. Desorientados, con
amenazas de tormenta eléctrica, menos mal que un pastor hizo entrar
en razón a un grupo tan estudiado y quijotesco. Aquella etapa por la
zona alta de la Vall Madríu descubrió más el valle como un lugar
para sufrir que no sus riquezas como patrimonio de la humanidad.
Nunca olvidaremos la cara desencajada de una Grmana aquí presente
que por poco se me tira a la yugular.
Y qué decir de las andanzas por
Tuixent, donde seguíamos disfrutando de un conductor al que más
vale no ponerle adjetivos. Allí olvidamos a un Grmano, quizá
seducido por los ungüentos de los ancestros de las históricas
trementinaires. Otro individuo más ya sin rastro de él. Pero
también Tuixent pasó a la historia por caminar con nieve hasta la
cintura en algunos tramos. Memorable experiencia. De las que no se
olvidan.
Por el Solsonès visitamos Sant
Llorenç de Morunys , subimos el primer Coll de Jou, y entramos en el
cementerio modernista de Olius, nos perfumamos con el olor a
santidad en el santurio de El Miracle pero el olfato predominante
por el camino salía de las granjas de cerdos. Y nos hicimos una foto
en el monolito del centro de Catalunya, en Pinós, en medio de niebla
y humedades diversas.
La Catalunya central nos permitió ver
las obras de l'eix transversal en Sant Pere Sallavinera. La semana
pasada seguía con conos y un solo carril por sentido porque la
empresa constructora reconoció haberlo hecho mal. ¿Os suena a algo?
Para no alargar el relato, damos un salto y nos detenemos en terreno
de Tarragona: Mont-Ral, Arbolí, subida al segundo Colldejou, (solo
que este se escribe todo junto), la serra de Llaberia, Tivissa, la
Rasquera del derecho a decidir sobre la marihuana, Benifallet. Allí
hubo dos protagonistas, el viento y esos animales casi innombrables
en toda Catalunya menos en Tarragona: los toros. En la zona de Els
Ports de Beseit el viento casi nos levantaba y no lo hizo porque casi
todos en aquella época ya empezábamos a desarrollar la musculatura
abdominal. Y, por si fuera poco, en momentos de cansancio esos toros
que pastaban se te quedaban mirando en tono desafiante. Uno hasta
intentó embestir a un Grmano. El senderista dice que nunca volvió a
correr tanto y tan veloz como aquel día. Y otro Grmano, también
ausente del grupo, se entregó a un astado y, de tan cansado como
estaba, se dirigío a él y le dijo: “Yo no puedo correr, haz
conmigo lo que quieras pero rápido”. El toro se apiadó del
desarmado caminante.
Las tierras cercanas al río Ebro nos
recordaron batallas y guerras civiles. Alguien llevó hasta una
bandera republicana, enseña con la que nos fotografiamos y cantamos
lo que ya os imagináis. Aquel bar de Paüls tenía algunas bombas
como decoración y pista para lo que nunca debería volver a ocurrir.
Pero de lo que no nos salvamos fue de la enorme cantidad de agua que
cayó cuando cruzamos el Ebro. Era época de mandarinas y seguro que
en Mallorca debieron llegar algunas flotando. Bueno, otras
alimentaron a los Grmanos que las tomaron prestadas de aquellos
campos tan bien decorados. Poco a poco nos acercábamos al punto que
puede ser principio y final, Fredes. Llegar hasta allí fue largo
pero valió la pena.
El GR 7 está ahí, los recuerdos
anteriores forman parte del recorrido y de alguna variante que
también hicimos. ¿Qué pasará en septiembre? Lo mejor es que, diez
años después, nos volvemos a atrever con un largo sendero, con
subidas y bajadas, madrugones y buenas siestas de regreso en el
autocar. La aventura está ahí. Sírvanse ustedes. Hay barra libre.
Pero no dejen de consumir el GR7. A partir de septiembre.
domingo, 28 de abril de 2013
17 años de GRMANIA en un libro conmemorativo
Parece que fue ayer y ya han pasado 17 años. Los senderos de Gran Recorrido (GR) dieron lugar al nacimiento de un colectivo humano llamado GRMANIA: el gusto por andar en grupo.
Los GR son la mejor disculpa para hacer deporte, conocer el territorio, crear amistades, fomentar valores humanos y reconocerse en un grupo abierto a todos.
GRMANIA es la suma de muchas personas que aportan sus conocimientos, habilidades y buenas intenciones (también manías, defectos y algunas otras penalidades muy humanas). Los ejemplos abundan y los 17 años de existencia se basan precisamente en las aportaciones de cada persona y en el respeto a cómo es cada individualidad.
Uno de los ejemplos que verifican la consistencia de GRMANIA es la edición de este libro, en formato digital (y también en papel). Se trata de una recopilación de escritos y fotografías. Por supuesto que en GRMANIA hay más textos y muchas más fotos. En esta ocasión la edición se centró en una obra que tiene como eje peincipal a un grupo que ve la realidad mientras camina: se ríe, se discute, se debate, se explica,se come, se bebe, se descansa y, mientras, se ve el paisaje. En resumen: se vive "haciendo camino al andar" .
En las 250 páginas de "GRMANIA, 17 ANYS" (GRMANIA, 17 AÑOS) encotraréis lo siguiente:
- Prólogo: del coordinador del grupo Josep Hervás (en catalán)
- Epístolas: de Evaristo González (en castellano)
- Poesías: de Pedro Puerma (en castellano)
- Fotografías: de Antonio Gil.
Edición de la obra: María Morales.
Si, mientras lo lees, eres capaz de imaginarte los momentos que hemos vivido y los lugares por donde hemos pasado, ¡lo hemos conseguido!: tú también formas parte de GRMANIA.
Recuerda: Ítaca está dentro de ti.
Gracias por tu complicidad y...BUEN CAMINO.
Los GR son la mejor disculpa para hacer deporte, conocer el territorio, crear amistades, fomentar valores humanos y reconocerse en un grupo abierto a todos.
GRMANIA es la suma de muchas personas que aportan sus conocimientos, habilidades y buenas intenciones (también manías, defectos y algunas otras penalidades muy humanas). Los ejemplos abundan y los 17 años de existencia se basan precisamente en las aportaciones de cada persona y en el respeto a cómo es cada individualidad.
Uno de los ejemplos que verifican la consistencia de GRMANIA es la edición de este libro, en formato digital (y también en papel). Se trata de una recopilación de escritos y fotografías. Por supuesto que en GRMANIA hay más textos y muchas más fotos. En esta ocasión la edición se centró en una obra que tiene como eje peincipal a un grupo que ve la realidad mientras camina: se ríe, se discute, se debate, se explica,se come, se bebe, se descansa y, mientras, se ve el paisaje. En resumen: se vive "haciendo camino al andar" .
En las 250 páginas de "GRMANIA, 17 ANYS" (GRMANIA, 17 AÑOS) encotraréis lo siguiente:
- Prólogo: del coordinador del grupo Josep Hervás (en catalán)
- Epístolas: de Evaristo González (en castellano)
- Poesías: de Pedro Puerma (en castellano)
- Fotografías: de Antonio Gil.
Edición de la obra: María Morales.
Si, mientras lo lees, eres capaz de imaginarte los momentos que hemos vivido y los lugares por donde hemos pasado, ¡lo hemos conseguido!: tú también formas parte de GRMANIA.
Recuerda: Ítaca está dentro de ti.
Gracias por tu complicidad y...BUEN CAMINO.
martes, 26 de febrero de 2013
Cami de Sant Jaume: de Igualada a La Panadella
En
paralelo al abandono por el progreso
Las
líneas paralelas son habituales en los caminos. Aquellas rutas
iniciales para unir poblaciones, transportar materiales o comunicarse
personas estaban tan bien trazadas que las actuales carreteras las
imitaron. Los ingenieros, en vez de aplicar tantos conocimientos a
discurrir nuevas rutas, fueron a lo práctico. Si antes decidieron
que por allí había que ir, ¿para qué darle más vueltas a la
línea recta? Sólo evitar aquellas curvas obligadas, porque antes se
luchaba para que la carretera pasara por el centro del pueblo: ayer
era vida, hoy es peligro. Los Caminos de Sant Jaume o de Santiago son
un ejemplo de aciertos de quienes trazaban con lo que sabían y
enseñaban a las generaciones con más medios. Aquel camino dio lugar
a una carretera nacional, luego a una vía de tren, a un canal, a una
autovía, autopista. Líneas paralelas que siguen así o que, por
causas artificiales, convergen, se cruzan y se separan para seguir
viéndose, aunque sea de lejos. Paralelismos con otros menesteres de
la vida: juntos sin tocarse, a un lado pero guardando las distancias,
convergentes y unidos, o desunidos sin convergencia interna pero con
sonrisas y falsos abrazos porque los intereses así lo exigen.
Lejos
pero cerca
El
Camí de Sant Jaume atraviesa poblaciones: lo que antes era contacto,
riqueza y ayuda ahora es asfalto, semáforos, viaductos y más
asfalto. Igualada se sitúa muy a la larga en la ruta jacobea. La
naturalidad del trazado acondicionado para uso a motor es una
artificialidad que se pretende evitar porque lo propio sería lo de
antes, que a veces se ha “civilizado”. Hoy en día se podría
considerar como “ponerle puertas al campo”, aunque éste se
abandone a su suerte. A Igualada se acudía a comprar ropa íntima a
buen precio. Y así se hizo en el tramo anterior. Ahora hay quienes
dicen que sus atributos masculinos no encajan lo bien que se esperaba
en el diseño textil. Intimidades al descubierto que habría que
ajustar para evitar roces y enrojecimientos lastimosos, no aptos para
enseñar en privado.
El
inicio del camino fue pasada la población para evitar lo inevitable.
Las líneas paralelas, desde Igualada a La Panadella se podría decir
que están hechas del mismo material aunque de distinto color.
Fines
Etapas
a la carta con el autocar que acerca o aleja el final a gusto de las
fuerzas y condiciones del personal. Que no se diga que nadie sufre
más de la cuenta. Todo controlado. Hasta el calentamiento de
miembros inferiores y articulaciones. Hoy la segunda y tercera edad o
salen a la estampida porque su mente avanza más que sus fuerzas, o
se preparan y previenen el esfuerzo para evitar recaídas,
radiografías, resonancias magnéticas, rehabilitaciones,
acupunturas, masajes, osteópatas, fisioterapeutas, vendajes,
apósitos y demás artes para que el cuerpo aguante. “El éxito
corriendo es un juego de prevención de lesiones”, decía un número
dos en carreras de montaña.
No
extraña ver cuerpos preparándose con artilugios diversos y tampoco
llama la atención quien asiste a la etapa para practicar el sano
deporte de darle a la lengua sin parar. Cada uno a lo suyo y el
paisaje a ambos lados, se vea, se observe, se contemple o se ignore.
Tampoco
llama la atención que a veces asome la palabra muerte en alguna
conversación. Bien sea por oficios relacionados, por nuestro interés
por ignorar la evidencia o porque algún ser querido ya no está, el
fin está ahí. Como pasa en cada etapa del camino. Cuerpos que se
desgastan, jubilaciones laborales, energías aún ahí, proyectos
pero los justos: como para consolarse con las cuatro o cinco cosas
que diariamente se deben apreciar. Qué mejor que acudir a las
artimañas mentales de experimentados corredores de montaña que,
ante varias lesiones seguidas, te ofrecen sus sabios consejos frutos
de las recaídas: “He pasado de gestionar mi cuerpo a gestionar mi
mente” (Anton Krupicka). Quizá lo que de momento no podemos
gestionar es el precio de los entierros: sólo pagarlos, y no el
nuestro. Esperaremos a que algún día llegue el low cost a este
servicio inevitable.
Áreas
Las
urbanizaciones cercanas a Jorba son un símbolo de cómo la vida
placentera también puede sucumbir a ataques de miedo, prevenidos con
varios sistemas de seguridad. Las cámaras, los anuncios
intimidatorios de que allí hay un gran perro (se oiga de verdad o no
exista), las altas vallas o setos convierten en opaca la vida de sus
inquilinos. Pero no inexpugnable. La situación actual parece que a
este personal, entregado a la naturaleza y a la tranquilidad, le
solivianta la existencia. Allí en medio se observa alguna casa de
labranza, abiertas sus puertas como en otros tiempos. Contradicciones
de la existencia. Con y sin miedo.
Jorba
está ahí, ya lejos de la antigua carretera nacional que lo cruzaba.
Apenas algunos ciclistas, coches aparcados y el sonido lejano del
transporte desviado. A hora tan temprana no se percibe ni siquiera el
movimiento de la gente mayor que madruga para comprar la primera
hornada de pan, no siendo que se acabe. El camino sigue y no se
aparta de la vida de la arteria principal. ¿Cómo negar la escasa
vida que puede dar aún aquella circulación que ya va de paso pero
que antes se detenía a conveniencia?
Las
casas de comidas, talleres, establecimientos de todo tipo y las luces
de neón apenas existen. Más allá, un área que es símbolo de la
pujanza agrícola, ganadera e industrial de la zona. Un ejemplo de
interculturalidad, precios baratos y servicio. Guissona ha pasado a
situarse en el mapa por un conglomerado donde conviven personas de
muchas razas y el modelo de cooperativa es un ejemplo. BonÀrea:
supermercado, combustible barato y la oportunidad de comer a muy buen
precio. Otros negocios también son posibles. Innovación a pie de
carretera en unos tiempos en que encarar la realidad es difícil pero
se necesita atrevimiento: “Hay que tener miedo a no asumir la
gestión del conflicto”.
Cruces
Más
allá un rugido extraño sorprende. Por la antigua vía para ir a
Andorra, dirección Copons, dos atractivos bólidos deportivos son
amables. Ralentizan la marcha, dejan pasar a los peregrinos y se dan
cuenta de cómo llaman la atención. Las obras del arte
automovilístico son efímeras pero bellas. Sus propietarios han
pagado por el valor de la emoción y del icono y deben ser
contemplados, admirados y hasta envidiados por el sonido, el perfil
bajo del artilugio, las líneas aerodinámicas, la exclusividad.
Marcas italianas y alemanas, donde la belleza es arte.
Más
allá, siempre al lado de la antigua carretera, una estación de
servicio mítica para quienes han sido habituales a esta ruta.
Vivencias recordadas con policías autonómicos expectantes y
servicios aptos para aliviar vejigas. Sin pena ni gloria, el
recorrido se podría ignorar si no fuera que es territorio, diseñado
por quien pretendió darle otro uso a una vía ya apenas usada, hoy
muy tranquilo, con una vía diseñada para ciclistas que acoge a
escasos peregrinos. Sorprendente porque no te permite huir del
asfalto. Buscabas árboles, viñas, bosques, y recuerdas tantos
kilómetros conducidos, adelantamientos temerarios, frenazos, hielos,
niebla, radares, lentos camiones, humos, tórridos calores y un fin
aún más allá.
Cruce
a la izquierda y parada a reponer fuerzas. Un buen momento para
confundir unas formas cuadradas depositadas en un campo con colmenas
de abejas, Alguien las vislumbró a lo lejos y creyó que estos
animales perturbarían el ágape. Admirables animales: ¡a imitar!
Cerca del lugar, no muy apartado, un animal más listo de lo que su
nombre da a entender. Es creencia urbana (o leyenda urbana más bien)
que los burros y los cerdos hacen honor a su nombre, cuando quien
procede del campo conoce las contradicciones semánticas y cómo las
supuestas aplicaciones humanas son diferentes a las animales. El
pollino atado largo en un espacio vallado y con las puertas abiertas
no parece estar a gusto en su situación. No es tan tonto.
Pensar
Dicen
que la sinceridad aflora mejor cuando el ambiente es propicio, cuando
la distensión crea momentos de relax y cuando las comidas, las
bebidas y las alegrías liberan esa mordaza mental que funciona como
mecanismo para cohibir y alterar lo menos posible la convivencia. En
un momento de la parada, alguien que sabe mucho de conducir grupos a
excursiones y salidas diversas, viendo la dificultad a veces para
llegar a acuerdos con un personal que no para de aportar ideas, hizo
una reflexión en voz alta de gran valor: “Aquí en este grupo el
problema está en que hay muchas personas que piensan”. De sobra
sabe él lo fácil que es programar y efectuar salidas grupales
cuando sólo piensa uno y los demás obedecen. Pensamos mucho y
también lo podríamos hacer sobre una frase de Stephen Hawking
dedicada a nosotros: “Solo somos una raza avanzada de monos en un
planeta menor”.
Devengos
y memorias
Quizá
el personal haya de rebobinar el disco duro para recordar que el Camí
de Sant Jaume pasa por un terreno lleno de disputas por el trazado de
la autovía. Fueron años de espera y negociaciones, con intereses
ocultos que a veces afloraban. Dos trazados posibles para la
autoridad ministerial. Oposición de intereses de la zona,
convergencias y desuniones con desacuerdos y escasas ganas del bien
común. La Panadella significó algo más en los pocos kilómetros
condenados a la larga y tensa espera. Un ministro de Lleida, famoso
por entronizar la palabra “devengo” en un sesudo y técnico
debate parlamentario sobre temas económicos, sólo encontraba trabas
de todo tipo en sus propuestas para la solución final. Algunos años
después los devengos de la nueva vía repercutieron en todos.
Antes:
disputas, trazados, sospechas ocultas y falta de interés por
acuerdos rápidos. Hoy: los males de la política y de la economía
como símbolo de una parte de la sociedad. Quizá los errores de
quienes mandan son una vergonzosa ampliación de males generalizados
que se dan al lado de cada uno, de formas de actuar extendidas entre
gentes sin escrúpulos: se llamen políticos, economistas o personas
anónimas: amigos, vecinos, familiares o uno mismo que se autoengaña
con la presunta honradez como tapadera.
Análisis
Como
el carácter mediterráneo fabrica más de un experto por persona
sobre cualquier tema que trates, qué mejor que acudir a los de
verdad. El economista y ex director bancario Manuel Puerto recordó
el otro día en el programa “Singulars” de C33 una frase de
Thomas Jefferson, en 1802, que para él ha sido fundamental: “Si el
pueblo permite un día que los bancos privados controlen su moneda,
estos bancos privarán a la gente de cualquier posesión, primero a
través de una inflación, a la cual seguirá una recesión, hasta el
día en que muchos de nuestros hijos se despierten sin casa y sin
techo sobre la tierra que heredaron de sus padres”. Dicho quedó.
Sakura
con almendros
El
paisaje de febrero despuntaba con multitud de almendros en flor.
Árboles precoces que sorprenden muy pronto con falsos anuncios de
primaveras adelantadas. Se engalanan de blanco y se arriesgan a las
heladas que les dejen sin fruto. Pero aportan el embelesamiento de la
incipiente explosión de colores en la primavera que llegará. El
camino por l'Anoia mostraba cantidades de pétalos blancos en los que
se oía el zumbido de abejas que libaban. Aquí no se elevan a
sagrados y tampoco se imita a los japoneses con su pleitesía ante
los cerezos en flor. Otra espiritualidad. Suave olor de pétalos que
caen casi al tocarlos, el orgullo de ser los primeros en florecer, la
semántica de la vida que nace por los ciclos así establecidos.
Igual que esos campos sembrados, donde pequeños tallos verdes tienen
miedo a despuntar por el frío o por ausencia de humedad. Es el
milagro de la vida en paralelo al abandono de carreteras antes muy
transitadas y hoy en reserva por un progreso que se traslada más
allá.
En
alto
Fin
del camino asfaltado a dos colores en zona alta, en La Panadella. Un
lugar de paso, símbolo de tiempos de gran actividad, venido a menos,
igual que tantas casas de postas y mesones que han quedado por el
camino como símbolos de un progreso abandonado. Otras vías más
rápidas se han trazado y la velocidad es el negocio del momento. Del
centro al extrarradio por una autovía inacabada. Un camino de ida y
vuelta con un trozo aún sin planificar: Los Monegros son secos y
quien aspire a seguir con su ritmo veloz, que pague autopista o,
sino, que aguante camiones. Hubo proyectos de enormes casinos.
Fantasmadas que ahora se decantan por el centro.
En
medio de dulces diversos aportados por personas magnánimas, con un
servicio de camareros que ha olvidado la rapidez y el buen servicio
de épocas más masificadas, La Panadella es un punto de inflexión,
un espacio que te abre la mente al antes llamado “el granero de
Cataluña”: la Segarra. Una comarca casi olvidada si no fuera por
áreas de progreso agropecuario y cooperativas multilingües.
Seguiremos
atentos al progreso.
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