miércoles, 1 de noviembre de 2017

GR 3, etapa 2 de GRMANIA entre Agramunt y Tàrrega

Instintos básicos por caminos transversales

Entre dos llanuras discurrió una etapa llena de instintos básicos, sentidos y sentimientos, envuelta en paisajes variopintos aún sin las habituales nieblas, en personas y en personalidades diversas. Entre la Plana d’Urgell y la Plana de Vic se asoma la vida a cada etapa del GR3, por las que camina un grupo que es refugio de refugiados, acogedor de formas de vida bastante adultas, bregadas por el tiempo pasado, sometidas a las discusiones del presente y mirando a veces a futuros inciertos. Instintos, instantes, sentidos y sentimientos conformarán esas pinceladas personales que enmarcarán el cuadro pictórico entre Tàrrega y Agramunt, un camino transversal para unir interiores goeográficos con bifurcaciones de otros GR.

Farándula

Recuerdos intensos de vivencias teatrales brotan de la memoria cuando las calles y la Plaça Major de Tàrrega aún se desperezan, sin gente y sin percibir el pulso de esa vida rutinaria que solo cambia unos días al año, cuando actores y actrices desenmascaran otras realidades y te hacen enfrentarte a esa otra capa de tu disfraz diario. Los espacios tienen vida en la memoria y el teatro es vida. Un homenaje a tantas personas que han facilitado tantos momentos  y tan intensos. Sentidos a flor de piel. Mundos imaginarios en directo. Otras vidas y otras artes que nos han obligado a pensar diferente, a salir de la comodidad y de la zona de confort. ¿Cómo el teatro habrá cambiado la mentalidad de estas gentes? La visión mercantil de la ciudad y el sonido de las cajas registradoras (ya digitales)  acogen la Fira de Tàrrega cada septiembre con brillo metálico y artístico. Instantes inolvidables.

Instintos

También somos instintos y los primarios están, aunque la educación y las normas sociales nos los intenten amaestrar. Alguien repetía de nuevo que sin comida y bebida, nada. Que no se nos olvide. Sin eso no hay estadios superiores. Nada más. Ese alguien contaba apesadumbrado el fracaso de su instinto carnívoro al no poder acabar un codillo alemán hace unos días. Ni con jarras de más de un litro de cerveza. Sentimiento de culpa, frustración a su labrada capacidad de degustaciones gastronómicas y libaciones de gran reserva. Uno ya no es lo que era. Y eso que las verduras se dejaron para el final, por si aún quedaba sitio. O el instinto maternal al salir de Tàrrega y pasar por encima de la A-2: hoy pronto pasarán mis hijos por aquí. Y el sentido del olfato, ante la fábrica de aceite de los alrededores, y otros olores que nos acompañaron durante el recorrido. Si practicáramos más esa moda actual (y también vieja en el tiempo) de vivir el momento presente con intensidad, cada percepción nos abriría a un mundo quizá tan o más rico que tantas conversaciones como se cruzan entre personas que caminan, higienizan el cerebro y hasta ponen a prueba el disco duro, como veremos.

Vistas

La vista para ver la amplitud de la Plana d’Urgell, menos llana de lo que parece y con más encanto de lo que aparenta. Ver el grupo muy estirado, mirar en lontananza y contemplar tierras baldías, aradas, con cultivos llenos de hojas marchitas, aunque el otoño en los árboles parezca que se retrasa, y eso a pesar de la ausencia de lluvias. Y no ver  a personas que no están presentes en esta etapa: incógnitas en algunas ausencias, convalecencias diversas. Recordarlas con la imaginación también es verlas.
La vista que se dirige al Hostal del Bosc en un cruce de caminos apto para reagruparse, esperar, dejar paso a un coche e imaginarse cómo sería el discurrir de carruajes y de tartanas en otros tiempos. Eufemismos en el nombre: ¿y el bosque?. Ahora sin él. Imaginarse antiguos esplendores hospitalarios de esas puertas y ventanas tapiadas del antiguo hostal. Donde antes hubo vida, hoy hay apariencias, soledad y decrepitud. Si las paredes hablaran, ¿qué contarían? Ver fantasmas arquitectónicos consumidos por la decadencia del abandono. Y acercarse poco a poco a un núcleo habitado aunque apenas veas a nadie.

Recuperaciones

Parada en la zona deportiva de Altet (en la ruta del mismo nombre, según reza el cartel indicador), entrada por el camí de la Font, una de las primeras casas de nombre “Cal Nostramo”: colores, letreros, símbolos, denuncias, reivindicaciones, instalaciones deportivas, botas, botes, bocadillos, galletas, frutas, cafés, envoltorios, bolsas, frutos, dulces, descanso. Todo con vistas a posibilidades deportivas sin practicantes. Recuerdos de épocas en que la actividad prevalecía y jugar era vivir. Campo vacío, porterías sin goles, barbacoa cubierta de hojas secas y piscina sin bañistas. Mientras, a alguien que recuperó tantas fuerzas  el asueto le cansa. Hay que partir por una senda al lado de granjas “de señoritos y señoritas”, como se les reconoce en otros lares a esos porcinos  que nacen en otro país europeo por inseminación artificial, los traen aquí para engordar y que nos dejen los purines, olores y abonos y los vuelven a llevar allá para el despiece y consumo. La trazabilidad viajera da y deja dinero a muchos.

Horizontes

El instinto de huir de los fuertes olores animales tiene sus límites. Contener la respiración durante mucho rato no es fácil. Luchar por momentos contra el acto reflejo de respirar para subsistir solo está al alcance de la GRmana que se entrena con técnicas de relajación y es capaz de rebasar la barrera de los cinco minutos seguidos debajo del agua sin respirar. Seguro que esta vez  le fue útil para reducir el impacto de los purines y abonos  diversos durante todo el recorrido. Cuadras, granjas, cobertizos con paja, instalaciones para la hípica y mucha maquinaria moribunda, desvencijada, abandonada: museos al aire libre para conocer la evolución de la técnica aplicada a la agricultura.
Incógnitas: en un descampado se observa la estructura metálica que sujeta una canasta de básket, en terreno no propicio para la práctica de este deporte. Otro guiño a tiempos mejores.
Claravalls es otro lugar de paso, con una plaza en la que hay una fuente, una ermita y una cruz de término gótica. Gatos al sol, la quietud del bucolismo, el paso del tiempo y del senderista por el que también pasan los años. Mientras, el instinto de unos perros encerrados en una alambrada que ladran a quien pasa, el cementerio austero con paredes altas, la ermita del Sagrat Cor en un cruce de caminos, las placas de producción de energía solar y el avistamiento a lo lejos de los ríos artificiales e interiores causantes de la riqueza agrícola: porngamos que nos refereimos   al canal d’Urgell.

Calabazas

El término de Santa Maria de Montmagastrell fue testigo de ese instinto de tomar prestado algo. Observar calabazas aparentemente olvidadas, acariciarlas, extasiarse ante su color y tamaño, valorar su peso e imaginárselas en un buen puré mejor que en celebraciones modernas de difuntos. Aquella tierra y aquel payés no se opusieron a que algunas mochilas se expusieran a ese sobrepeso que castiga la espalda. Ellas, tan suaves, húmedas, doradas o amarillentas, alargadas, símbolos también de fracasos en el rendimiento académico o amoroso.
Todo gracias al agua que discurre por el canal y al esfuerzo humano. El mismo que años ha tuvo que hacer GRMANIA para avisar a los agentes forestales y lanzarse a la salvación de un zorro que había caído al agua y no podía salir. El instinto de salvar y de salvarse.  El mismo que esa perdiz moribunda a los pies del grupo de cazadores en la otra orilla, acosada por los perros mientras le desaparecía el último hálito de vida. Cazar o ser cazado, he ahí otro sentido vital que nos rodea y nos afecta en muchos órdenes.
El canal y el camino van paralelos, con estanques y pequeños lagos laterales, algunas esclusas para facilitar el agua a otros canales, lejanos puentes y pocas marcas blancas y rojas.
Pronto, las ruinas de la ermita de Almenara, cercana a un tractor que desata hipótesis entre los desconocedores caminantes sobre qué práctica agraria lleva a cabo.  La fuerte subida conduce a una de las cien cimas de Catalunya: el pilar de Almenara (434 metros), torre de defensa del siglo XI con el instinto de ascender y deleitarse con vistas panorámicas. Y con el autocar a la vista. La bajada condujo hasta Agramunt por una amplia pista, masías enormes y la población del destino final allá  al fondo. Mientras, la percepción de los lapsus de  memoria. Ímprobos esfuerzos por recordar una ciudad francesa y tener que esperar hasta la hora siguiente para que el disco duro hiciera el oportuno rastreo.

Dulces

La espera, la orientación, la búsqueda y el encuentro en el bar del Pavelló conformó otro relato con final dulcemente feliz.  Aunque hubo quien, solo de entrada,  suscitó cierto desagrado en la persona que nos atendía en las mesas cuando le inquirió: “A ver si espabilas”. Menos mal que se recondujo la situación y todo fueron facilidades para agrupar mesas,  festejar aniversarios diversos y sonreír con mucha amabilidad. Los postres cada vez son más largos que las comidas. Cada “sexigenario” es un reto, en un pueblo con olores a turrones diversos. Allí al lado, la ya clausurada feria del turrón. Más allá, el museo del turrón y del chocolate. Hasta hubo quienes le prestaron un plan de marketing adaptado al momento presente al dueño de turrones Vicenç para evitar los injustos boicots de compra que algún desalmado le pudiera hacer  a tan insigne manjar: “Turrones Vicente de Agramonte”. El dulce, el chocolate, el limoncello, el postre casero o industrial: para satisfacer instintos básicos.

Mientras un grupo se entregaba a ese otro instinto del estiramiento, uno se da cuenta de que en este día se consumieron muy pocos minutos a darle vueltas al gran tema del momento. Total, si es uno de los mejores ejemplos también del instinto, del instante, del sentido y de los sentimientos. Como diría el añorado Eduardo Haro Tecglen: “¡Qué estafa!”

Al final estas líneas solo servirán para recordar algo de lo ocurrido entre dos puntos  de la presente etapa del GR3: entre Tàrrega y Agramunt. Es el paso del tiempo, con algunos pensamientos ajenos. El primero, dicho hoy por alguien querido, admirado  y cercano:

*”Estoy viviendo en tiempo de descuento” (Pepe Hervás).
* Tiempo es la medida del movimiento entre dos instantes.” (Aristóteles)
* “Recordar es la única manera de detener el tiempo.” (J. Seifert)
* "El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos." (H.F. Aimel)
* "Con el paso del tiempo nos hacemos más viejos, pero no es el tiempo ni la edad la que cuenta, si no las experiencias que con ella ganamos" (Anónimo)"
* "El tiempo no se mide por el paso de los años, sino por lo que uno hace, lo que se siente, y lo que uno logra" (Proverbio)


Evaristo
1/11/2017







domingo, 14 de mayo de 2017

GR 172, etapa 9 de GRMANIA entre Montserrat y Piera

A menos distancia, más de todo


Menos por más y más por menos. He ahí el resumen de un día que pasará a la historia de GRMANIA por la supuesta conjunción de satélites y aparatos, lleno de posibilidades para quienes no vinieron y de vivencias para quienes participamos en un recorrido lleno de esas pequeñas aventuras aptas para quienes ya no podemos aspirar a grandes gestas. La Fira Modernista, los compromisos sociales y personales diversos y vaya usted a saber por qué otros motivos, el caso es que éramos menos pero abiertos a más experiencias. Quienes no vinieron se las perdieron.  Algunas dadas por el calendario católico, como la festividad de la Virgen de Fátima, y otras fruto de ataques cibernéticos de alcance mundial que, quizá, también nubló la maquinaria GRmana: instrumental y  mental. Veamos.

Inicios

De entrada en los calendarios y previsiones grmanas se aseguró que se recorrerían 15,7 km. En total. ¿Quién se lo creyó? Más, más. 20 km. marcaron algunos aparatos al final. Sin contar algunos “regalos” ante dudas momentáneas.
El espíritu se vio motivado por esas sorpresas iniciales cuando te fijas y observas la personalidad del sujeto que ocupa el asiento del conductor. La especie humana es muy diversa. Una vez más quedó en evidencia. Un “estilo” de maniobrar la máquina muy particular. Una forma de orientarse más peculiar aún, sin aparatos electrónicos a la vista por una zona de Cataluña desconocida para el personaje en cuestión. ¡Qué olfato mental  para captar los satélites deben tener algunos! Es un sexto sentido que pronto lo nota el pasaje y que en este caso debió brillar por su ausencia. Y por no hablar de un curioso detalle del interior del vehículo. Una de las estrechas  ventanillas de aire del techo  tenía un rótulo con el indicativo de “ventana de socorro”. No creo que saliéramos nadie por allí, en caso de necesidad. Socorro por no caber. Pero la guinda se observaba en los asientos posteriores. Había restos de festorros diversos: unas plumas de colores, tiras decorativas, desgarros en los asientos y no se sabe si restos de fluidos diversos o protecciones varias.
Hubo oportunidad de conocer y hablar sobre un detalle a tener en cuenta: alguien lleva tiempo preocupado por descubrir la razón por la cual el autocar sigue en marcha cuando bajamos de él. Por qué no se para el motor. La significativa apreciación tecnológica  dio pie a hipótesis diversas, respuestas posibles para colmar el interés mecánico, pero nadie se atrevió después a trasladarle la pregunta al “experto” conductor de hoy.  A saber cuál sería su respuesta.


Balcones

El hábil conductor se enfrentó con el gran reto de conquistar por primera vez la montaña sagrada. Ya dentro del aparcamiento (mina pecunaria), el personal comenzó a ver más excursionistas que en todo el curso grmano, desde septiembre pasado. Con camisas de colores, haciendo estiramientos, embelesados con las agujas y perfiles montserratinos, la mañana se presumía sudorosa. Aún no había llegado la turística venta de miel, mató y sucedáneos donde ni hay vacas ni se oye el zumbido de abejas.
Ya arriba llegó el primer dilema: o bajar por donde un ilustre GRmano cayó en tiempos y seguir el trak instalado en tanto Garmin, o aventurarse por un camino alternativo. Dudas resueltas con la huida del camino del quiebro y postración a tierra del poeta. Bajada con la primera aproximación a las perspectivas del gran balcón que es pasear por Montserrat, ver esta montaña in situ, cerca, lejos, con sol, entre niebla, desde arriba, desde en medio,  desde abajo, de día o de noche. Todo un entorno mágico.

Pruebas

Unos de bajada, otros subiendo y muchos en capilla mentalizándose para la Cursa de l’Alba del día siguiente, domingo 14 de mayo, con inscripciones completas y cerradas. Un recordado reto de tiempo ha, cuando éramos más fuertes, quizá más inconscientes y con la añoranza de la ausencia que también nos acompañó.
Desayunos con vistas a la explanada del Baix Llobregat por donde discurre la A 2, con las urbanizaciones de Collbató, polígonos industriales y esa arteria viaria que pronto pasaremos por debajo. Mientras, conversaciones sobre experiencias en islas caribeñas, oportunidades de compras por esos países fabricantes de nuestras prendas, interrogatorio a quien lleva un parche con un dólar en la zona trasera del pantalón y comparativas entre GPS, con la incorporación de uno nuevo al grupo.
Y, como de textil se trata, hubo quien estrenó una gorra deportiva de amplio espectro y colores refulgentes. “Es una gorra gay”, la bautizó quien se fijó en el detalle del que hasta ahora llevaba la cabeza al descubierto. Aquí acogemos a todas las manifestaciones humanas.
También hubo oportunidades para recordar otros tiempos por esta zona, cuando fue la participación en varias ediciones de los 100 km de la Montserrat-Reus. Largos recorridos, más distancias  en menos tiempos.

Rieras

Collbató con más cintas, almendras ya crecidas, aposentos amplios, jardines bien cuidados y familias que hacen lo propio en el patio de la escuela: pintan ruedas, adecentan espacios, limpian zonas de recreo y se ve la prueba del esfuerzo de la comunidad educativa: invernadero con plantas, alcachofas, lechugas y patatas en el huerto escolar. ¡Qué ejemplo! Han de echar una mano las familias, quizá debido a los recortes y otros desequilibrios presupuestarios fruto de las enseñanzas de “avis Florencis” y tantos sucedáneos y sucesores.
El recorrido está pintado pero no bien situadas las señales. A eso se suman las interpretaciones de las máquinas. No se sabe si el ataque cibernético de  WannaCry (“quiero llorar”) afectó pero a partir de aquí “el encanto” estaba servido. Más máquinas y más interpretaciones con buena voluntad y espíritu de servicio. Nunca perdidos pero a menudo no encontrados. Siempre adelante pero con dudas si el blanco y el rojo no se ve pintado. Alguien dijo que Grmania es como los matrimonios más tradicionales: si se han aguantado sus manías más de veinte años, ¿por qué no seguir? Menos llorar, cualquier cosa.

Las subidas y bajadas a varias rieras se compartió con el sonido y el humo de potentes motos que, como si su poderío fuera una prioridad, o te apartabas o te apartaban. Las piedras disuasorias, colocadas para que no pasaran por algunos tramos, no fue impedimento alguno. Y menos en la  bajada con más pendiente, llamada “La Matahomes”.  Desniveles aptos para clavar bastones, concentrarse en la pisada y  esperar el final.

Señales

Ante una senda con las sorpresas por subir y bajar, esta etapa pasará a la historia por las agrupaciones consensuadas y respetadas. En una de ellas hubo quien tuvo el atrevimiento de decir en público que el día anterior había practicado ejercicios hipopresivos, todos con nombres de diosas griegas. Y al inocente y cándido sujeto se le ocurrió reivindicar también nombres de dioses griegos ante público femenino. Conclusión: mejor debía haber estado callado. Punto final.
Más adelante, ya cerca del tramo que faltaba, el paso por Hostalets de Pierola sorprendió con una fuente en un espacio vigilado con cámaras, otra zona urbana para que los pilotos de helicópteros ajustaran al máximo el aterrizaje de sus aparatos, por el limitado espacio, y un muy interpretable cartel en un equipamiento municipal: “Dolor de pit? Truca al 112” Menos mal que aquí  vivimos con el gran ángel de la guarda que nos lo soluciona todo: no es Google, es el 112.


Independientes

Entre viñas con nuevos brotes y un verdor recién estrenado,  se recordó a quien, no hace mucho, llegó a una reflexión para los anales: “El problema de GRMANIA es que cada miembro goza de demasiada autonomía”. Pues no se sabe qué pasará cuando evolucionen a la independencia individual.  Como para que nos estudien a fondo los políticos y tertulianos actuales. A lo mejor encontraban muchas estrategias para arseglar el actual guirigay.

Memorable

Y casi llegamos a ejercer esa independencia ante otra de las imágenes para la historia: varios grupos que cada uno de ellos va a diferente velocidad y han de pasar una carretera. Dispersión, consulta a los Garmin y más dudas aún. ¿Al final?:  alguien se queda entretenido con unas amapolas y pasa la vía por en medio del asfalto. Otros optan por un camino que acabará en una pared infranqueable, por la presencia de la vía del tren. Los demás, o por la opción hacia abajo o hacia arriba pero para atrás, una vez pasada la carretera por debajo de un puente. Con mucho respeto por la piel y por las normas de circulación. Al final, cuando ya se decide cuál será la dirección correcta, aparece un abuelo que, ni corto ni perezoso, cruza tan tranquilo la carretera, sin miedo a nada y jugándose la vida que le queda. Mientras, unos de piel morena trabajan las viñas y casi todos nos dirigimos a la entrada del pueblo. Pero no todo acaba aquí.
Un grupo adopta otra decisión y se dejan llevar. El resto intenta buscar el autocar. Se abre el punto de localización en la cosa digital y aquello se pone interesante: Google Maps no sabe que cada uno lo interpretamos a nuestra manera. Dispersión total hasta que se consensúa una dirección. Paso de la vía por debajo, plaza dura donde una joven hace sus pinitos con el skate y al final se llega al autocar.
¿A menos distancia, llegar más pronto? No, no y no. Empezó a circular la propuesta de que las etapas han de ser de más de 25 km. Es la mejor opción para no malgastar el tiempo cuando una supuesta etapa corta se acaba, porque en realidad no termina. El tiempo que se podía ganar se consume con conjuras de satélites, pérdidas, asomos de independencias y orientaciones a conductores poco versátiles. Al final, lo mejor es la búsqueda de un bar como el de hoy.

Ejemplos

Las personas del bar “ANDALU” (tal cual, sin acento) de Piera hoy nos dieron un buen ejemplo con algunas pautas para cambiar este país. Les dices que en dos minutos estarás con un gran grupo y el espíritu de servicio es ejemplar. Mesas y sillas preparadas y a la sombra. Sonrisa de oreja a oreja. Amabilidad a flor de piel. Rapidez a la hora de servir y, detalle, de recoger. Pendientes de sus clientes. Regalo de tapas con la bebida. Precio mas bajo que en otros lugares. Organización. Y más sonrisa. Y más amabilidad. De estas personas de China se ha de aprender mucho. Su trabajo sí que es emprendeduría e innovación ante tantos bares donde parece que ellos negocian pero tú sobras.
Y allí una ilustre leonesa repartió chorizo artesano con sabor a humo  y pimentón de La Vera, procedente de cerdos de los de verdad, criados con lo de siempre que ahora se llamarían ecológicos.
Y otra ilustre grmana nos agasajó con un pastel, bombones y limoncello de cosecha propia para celebrar su santo. Allí mismo, en su honor,  se recuperaron algunos recuerdos de la canción del día: el 13 de mayo la virgen María, dirigidos por el maestro de la música de celebraciones navideñas.
Ante  tantas vivencias, la vuelta implicó la búsqueda de un conductor que estaba en el bar y una vuelta por las calles de la población, quizá para descubrir otro entorno. Le esperábamos al lado del héroe local, Toni Bou, campeón del mundo de trial 21 veces. Quizá algunos de sus seguidores eran los que nos "presionaban" en el camino con sus potentes máquinas. Mientras, la montaña mágica nos seguía mostrando otra cara. Un buen momento para recordar aquella frase que nos dejó el cineasta Ingman Bergmann:
“Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”


 Día de la etapa: sábado 13 de mayo de 2017
Evaristo González Prieto






viernes, 28 de abril de 2017

MENORCAS desde el Camí de Cavalls: textos y fotografías

Un grupo de personas de Barcelona recorrió una parte importante del Camí de Cavalls en abril de 2017 durante los cinco días programados (del 8 al 12). El camino sirvió para descubrir las otras Menorcas que se pueden ver y sentir caminando.
El principal resultado fue el interior: vivencias, experiencias, emociones y sentimientos que evoca un paisaje que atrae desde el primer momento.
Otros resultados del camino fueron algunos textos y muchas muchas fotografías  que queremos compartir con otras personas.  Os animamos a visitar Menorca y a vivirla.

A continuación, textos y fotografías de    #Menorca

TEXTOS

Un texto para cada una de las cinco etapas (enlace en el título):

Día 1: desde S'Albufera des Grau a Addaia:  Espacios protegidos de todo menos del ¡oh! ¡oh! 

Día 2: desde Arenal de Ses Castells a Cala Pregonda: Regeneración de los sentidos 

Día 3: desde Cala Pilar a Ciutadella: Paraísos cercanos con soles y sombras

Día 4: desde el mirador de Punta de Sa Guarda a Cala Sant Tomàs: Entre irregularidades diversas y contrastes varios

Día 5 y último: de Cala Sant Tomàs a Cala En Porter: Mantenimiento integral con censuras y libertades

FOTOGRAFÍAS:

Autor: Antonio Gil: Menorca. Camí de Cavalls.

Autora: Cesca Rodríguez-Arias: MINORICA- abril '17

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Evaristo González Prieto

lunes, 24 de abril de 2017

MENORCAS desde el Camí de Cavalls: día 5 y último


MENORCAS desde el Camí de Cavalls
Desde la Cala Sant Tomàs a la Cala En Porter. 12 de abril de 2017


Día 5 y último: Mantenimiento integral con censuras y libertades


Último día de nuestro recorrido para descubrir otras MENORCAS desde el Camí de Cavalls. Aún queda parte de este atractivo y subyugante Camí pero el tiempo coarta las ganas de completarlo. Es un buen motivo para volver.
Atrae encontrarse con personas que te sorprendan a primera hora del día con pensamientos extrapolables a ti mismo. Ponernos en marcha por la mañana ya es una operación interna y externa que activa muchas piezas. Las que pretendemos mantener en forma  mientras la edad avanza. Alguien, antes de desayunar, reflexionó sobre el tema: “Cada día intento controlar mi estado de decrepitud”.

Magias

Menorca es mágica. Los cuatro días de estancia así lo han demostrado. Igual que ocurrió en viajes anteriores a esta isla. Traspasar esa magia de fuera adentro es la operación que llevamos practicando, con resultados óptimos.
Menorca puede curar. Y ayudar en momentos difíciles. Hubo quien el 3 de mayo de 2015 publicó en Internet un testimonio muy personal sobre el efecto de Menorca en su vida:
“Yo fui a Menorca en un momento muy duro, había fallecido mi hija mayor... Mi marido decidió ir allí para que me relajara y desconectar un poco, y lo consiguió, la isla me encantó y me hubiese quedado a vivir... Tanto me relajé, que decidimos tener a nuestra princesa Daniella... Espero volver pronto con mi marido y mi niña”.

Urbanizaciones

Desde Cala Sant Tomàs a Cala En Porter el recorrido es corto,  de urbanización  en urbanización pasando por otra urbanización: Sant Tomàs-Son Bou-Cala En Porter. ¿Qué hay en medio? Camino agradable, contrastes, arreglos, mantenimientos varios. Seguimos por el perfil de Menorca con nuestro fin de recorrido muy al fondo.
La dirección tomada nos lleva al humedal de Son Bou. Campos cultivados, recorrido que sigue la costa pero que se adentra para volver más tarde al litoral. El camino es agradable y te lo pone fácil cuando el agua podría dificultar el paso. Unas piedras en forma de puente o el terreno ahora seco de al lado son opciones. A un extremo y a otro, personal de mantenimiento liberan los lados de hierbas. Así se salva el torrente de Sa Vall o Son Boter.  El olor a plantas recién cortadas por operarios de una empresa, con la inscripción en el vehículo “Manteniment Integral d’Espais”, retrotrae a la infancia rural y al paseo por esos parques urbanos con esta señal olorosa. Estamos en zonas húmedas y resplandecientes en estos días de primavera, sin lluvia ni viento y con mucho sol.  
Entramos en el barranco. Suave subida. El personal, distendido,  ya cerrando el viaje, enfrascado en conversaciones amenas y relajación ante un recorrido que para nosotros se acaba aunque el camino oficial siga.
Tramo muy urbanizado, más humedales con tiernas y pastoriles  escenas de crías de burro amantadas por sus madres, caballos preparados para el turista, carteles con el anuncio de una web: “Subasta de inmueble” (¿a qué se deberá?). Próxima llegada a la zona húmeda de Son Bou, bautizada como albufera de Ses Canessies según las guías.
Aquí las puertas son metálicas,  con alarmas conectadas a centrales de control en un ambiente lleno de espacios recién blanqueados. Las otras, las de cada día, no entonarían con el entorno. ¿Cuántas puertas o barreras de acebuche hemos abierto y cerrado a lo largo de estos días? Dicen que son para controlar el ganado. Se supone que de cuatro patas.

Censuras

Son Bou es una megaurbanización para lo que hay en Menorca, con villas en proceso de adecentamiento y muchos vehículos dedicados a instalaciones diversas. Registros exteriores de casas abiertos o desvencijados, cañas secas que el turista pronto no verá.  En una pared dos operarios del ayuntamiento de Alaior borran una pintada: “Menorca Lliure”, con el dibujo de una estelada y un símbolo feminista. Un trabajador se dirige a quien escribe y le pide que no haga fotos y borre las que ha hecho. Evidentemente que hubo fotos y no se borraron. Su tono no era el adecuado como para entrar en debates sobre la libertad de expresión, cuando alguien les ha dado la orden y la discusión no iba a llevar a ningún sitio. Un poco más allá, una mansión acoge a un Club que anuncia estar abierto cada día. Este establecimiento debe ser más legal que la pintada borrada. Cerca, dos policías municipales hablaban, con otra pintada aún no borrada detrás: “Feminisme o barbarie” decía el texto. Se supone que no la estarían custodiando ni protegiendo. Pura casualidad su estacionamiento allí. Uno se imagina  que el mensaje también molestará a los próximos inquilinos, no así el ostentoso club de alterne. Más reclamos publicitarios: “Tus vacaciones perfectas, nuestra prioridad”.
En un momento del camino, hubo un debate en torno a la publicación de fotos con personas y los derechos de imagen. Quienes defendían no publicarla y quien creía que era un trabajo público, con un mensaje que habría que examinar y dar a conocer qué hay detrás de todo. Los pequeños grupos también han de tener libertad de expresión, aunque su mensaje sea efímero y más  si los borran los ayuntamientos para no perturbar las vacacionales mentes de los visitantes ocasionales. Menos mal que las fotos permanecen. Al final, alguien dijo que a esta edad tenía la premisa de evitar todo tipo de discusiones, en beneficio de su salud. En fin.


Diversidad

Pronto, un desnivel que sorprende ante la planicie de Son Bou. Tampoco nada extraño si se trata de barrancos. Llegar a Cala Llucalarri, con contornos de peñascos y espacio de rocas, dibujaba un entorno salvaje. Más escaleras y camino original alternativo. Ciclistas expectantes. En días anteriores también surgió el mismo tema: por qué no instalan timbres u otras señales acústicas para avisar de su aproximación por detrás. Queremos a los ciclistas, con un grupo que pedalea casi sin descanso en GRMANIA. Se te echan encima y nadie lleva señales sonoras para avisar. Aquello de los antiguos timbres ya es de otras épocas. Hoy no se lleva. O te apartas o te apartan. Convivencia, por favor.
Un GRmano tocado en las flexibilidad de las ancas demostraba las cualidades de la bicicleta, los kilómetros que se hacían y el poco cansancio de sus pies.  Por todas partes hay jubilados deportistas más activos que cuando estaban en activo. Se observa un nueva etapa vital: el rejuvenecido jubilado que no para y bloquea todos los espacios naturales y artificiales con tanta presencia ubicua, sobre todo  en días laborables.
Abandonamos la cala, subida y cambio de vegetación. Entorno más seco.
Antes de llegar al Barranco de cala En Porter hay unos árboles catalogados como singulares por el Govern de Ses Illes, los pacanos de S’Hort Squella, uno de ellos de 18 metros de altitud y 25 de diámetro de copa, originarios del sur y sureste de EEUU y norte de México. Su fruto son unas nueces aptas para la alimentación.. 
Fuerte y última subida de nuestro recorrido. Cuevas símbolo de la actividad humana, cañizo en el humedal y espacios para árboles frutales (sobre todo perales y nísperos), humedal que acoge a fauna diversa. Más árboles monumentales en esta zona del fondo del barranco En Porter: la mata de Torralbenc Nou, un árbol al pie del camino con una placa metálica identificativa. Al parecer este tipo de árboles es muy apreciado en la isla. La  madera era muy buena en ebanistería, de sus frutos se obtenía aceite para iluminar y  su resina servía para hacer gomas y masillas.
El final del recorrido se aproxima: Cala En Porter. Baño de dos personas mientras el resto de moja por dentro en un bar próximo. No es uno de los más renombrados de aquí: la Cova den Xoroi, bar en una cueva de esta cala con amplias referencias. Dicen que se contempla uno de los mejores atardeceres de la isla, con  atrevidas terrazas en la roca. Pagando, claro.

Otras

En nuestro camino contamos lo que vimos y lo que pensamos. Nuestro código ético responde a nuestras impresiones. Sabemos que hay otras Menorcas: la de las abarcas, ensaimadas, sobrasadas y otras comidas;  la de la  pomada menorquina, tan apta también para amenizar las fotografías de la puesta de sol desde el faro Punta Nati; más playas transparentes; el buen vino que los ingleses potenciaron para sus tropas en el siglo XVIII; las fiestas de Sant Joan en Ciutadella o la cantera de Lhítica; la subida al punto más alto de la isla de 358 metros el Monte Toro; la visita a las bodegas y a pueblos; la Menorca megalítica y las rutas talayóticas; el camí d’en Kane; Maó y su gran puerto natural. Todo esto y más forma parte de la extensa lista que siempre se hace después de acabar un viaje. Se convierte en nuevos motivos para volver a Menorca.


Utopía y camino

Antes de acabar, el recuerdo a Eduardo Galeano:
Dos días después de volver de Menorca, el 14 de abril, se cumplieron dos años de la muerte del escritor uruguayo, quien nos dejó testimonios como este:
“ La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve  la utopía? Para eso, sirve para caminar”.


Agradecimientos

A todas las personas, paisajes, flora y fauna que se cruzaron en nuestro camino y nos reconfortaron con su belleza y  servicios. A quienes se preocupan por mantener el Camí de Cavalls. A quienes nos han guiado con sus fotos, traks y escritos. A la meteorología tan favorable. Al ambiente de GRMANIA.

Y enormes gracias a ti, lectora o lector, que has llegado hasta aquí. Y ahí, El Camí de Cavalls.