martes, 18 de abril de 2017

MENORCAS desde el Camí de Cavalls: día 3

MENORCAS desde el Camí de Cavalls
Desde Cala Pilar a  Ciutadella. 10 de abril de 2017


Día 3: Paraísos cercanos con soles y sombras


El recorrido completo desde la Cala Pilar hasta Ciutadella andando estuvo repleto de contrastes, vegetación de todo tipo, amplitud, soles, sombras, paisajes agrestes y espacios divididos por muros de piedra y ladrillos encalados para ambientar las nuevas poblaciones. Un territorio diverso en la Menorca azotada por la tramontana. Adentrarse en la inmensidad de un largo recorrido como este te hace saltar a espacios llenos de diversidad. Paraísos de todo tipo, esfuerzo y.. ¡adelante!

Barro

La opción inicial de visitar la Cala Pilar no fue elegida por todos. Playa virgen en aquel momento, contraste de colores con el barro rojizo, arena dorada que reluce en día soleado y molesta con el   fuerte viento. “Un marco incomparable” que diría el folleto turístico de una de las zonas que dicen que tiene mayor riqueza botánica y plantas endémicas. Las vistas iniciales desde arriba preveían el boceto del dibujo del horizonte pero había que bajar para completar el cuadro. Quien en su juventud acudió aquí y esculpió momentáneamente su cuerpo con barro, aconsejó comprobar su estado actual in situ. En un rincón, una imagen de la Virgen del Pilar. Al lado, una fuente de agua dulce. No parece que fuera fruto de un milagro. Las habituales pasarelas y escaleras de madera conducen a la cala, con un claro contraste entre la roca rojiza de la que se puede extraer la tierra para el barro, la arena, el perfil y el fondo. Para su preservación ahora aconsejan que no se efectúen baños de este tipo. La degradación es evidente, aunque los cuerpos dicen que salen ufanos. Si eres textil y rebozas tus telas también con barro, ya tienes un buen motivo para cambiar el vestuario. El bañador, a la basura.
No vayas a Menorca a pintar tu cuerpo con barro de cala Pilar. Tú también formas parte de algún ecosistema.

Sombras

El camino se adentra en masas forestales de las que protegen de tantos rayos como se reciben cuando las etapas se suceden y el sol calienta. Rápidas visitas a calas  y espacios como  el Macar de Alfaurinet pero vuelta de nuevo a la protección arbórea. En un ambiente tan recogido y sombrío hubo elucubraciones futuristas que se fueron repitiendo en algunos otros momentos del Camí. La programación humana por la tecnología, ese imaginario chip que ya nos incita a repetir comportamientos o que predice nuestros deseos gracias a algoritmos de control. El papel de los hakers que nos desmontarían a gusto cuando quisieran desprogramarnos. Internet ya es más que el Gran Hermano.
La ausencia del sol pronto dio paso a una de las zonas más sorprendentes, La Vall, y playas cercanas. Campos verdes con silencios absolutos rotos por el canto de ruiseñores y sorpresas porcinas en medio del camino. Una cerda de paseo con sus lechones de colores marrón o mezcla de blanco y marrón. Parecía un recurso más para el turismo urbano o una perfomance publicitaria a la que solo le faltaba la marca de la sobrasada en el lomo del animal. Todos gozosos ante tan tierno espectáculo, sin aparente granja a la vista.
Alguien se aisló del grupo en el que iba para refugiarse en la soledad de sus pensamientos y alimentar recuerdos. Momentos místicos en los que las ausencias están presentes y uno se las imagina formando parte de un paisaje del que también gozaría, con amapolas, campos de cereales, masías aisladas y riqueza de tonos que daban paso a la playa des Tancats, una de las más largas de esta zona. La luz del sol que nos acompañó durante estos días y también hasta la cala Ses Fontanelles, el paso de la vegetación boscosa a otra más baja, con restos de construcciones de cemento para necesidades guerreras y pesqueras. Y la habitual manzanilla, el romero, el brezo y otras que se pueden consultar en algunas guías gratuitas como ésta.

Construcciones

Si la pared seca y recta divide terrenos y simboliza el enorme esfuerzo de los antepasados, los aljibes como el de Corniola eran grandes plataformas en desnivel que recogían las aguas de la lluvia en pozos hechos en la roca. Una muestra más de la sabiduría de nuestros predecesores: sin tecnología punta, chips ni Internet. Norias, poleas, abrevaderos para el ganado, canalizaciones para disponer de agua dulce. De estas épocas a las actuales y próximas en el camino, Cala Morell. Urbanizaciones bien provistas de la indispensable agua, bien conducida, piscinas, espacios blanqueados que llegan hasta las antenas parabólicas, amplias casas y personal dedicado al bricolaje o a adecentar y conducir el barco para el inicio de temporada. Palmeras y sombras para protegerse del sol que buscan. Cerca, la necrópolis de Cala Morell, de la época talayótica (1500-3000 a.C.), con  hipogeos donde el fin de otros es motivo de curiosidad de estos. Los expertos dicen que en esta zona entran en contacto las unidades geológicas de Migjorn y de la Tramuntana. De ahí su gran importancia, según ellos.


S.O.S

La aridez del terreno hasta Punta Nati dio paso a un sinfín de llamadas de alguien del grupo a alguien más lejos. La ausencia de cobertura telefónica no facilitó la transmisión de una idea obsesiva: informar de que el trozo era duro, mejor no afrontarlo. “Donde dije digo…”. También aparecían supuestas culpabilidades y convencimientos no deseados de entrada. El sufrimiento mantenido por las consecuencias de esos trances y de andar por ese terreno tan áspero permaneció hasta el final, cuando todo se despejó con una oportuna foto nocturna:  verificó perdones varios. El personal del grupo A+ situaba la escena con otros componentes más sombríos pero la realidad aparente pareció más comprensible y favorable. El sol volvió a salir. O eso dicen.
La isla del viento: presente. Pisar tanta piedra no fue fácil en una de las zonas rocosas más  estampadas por la tramontana, con barracas circulares de diferentes alturas para proteger a los animales (eran ses barraques o es ponts de bens o de bestiar) , algún aljibe, vegetación entre piedras como alimento de unas ovejas que ponían su cabeza a la sombra cuando el sol estaba en el cénit y les subían los grados de temperatura debido a tanta lana como las cubría. Otros andábamos con escasa protección en las zonas altas, a expensas de ser abrasadas después de tan continuadas jornadas al sol. Inicio de rojeces muy europeas tipo crustáceo marino cocido.
Era  el paso de los arbustos a otras plantas herbáceas. Los acantilados contorneaban la cruz del Général Chanzy, un barco de vapor francés que se hundió aquí y que obligó a que el gobierno de ese país construyera el faro de Punta Nati en 1913. Ahora este espacio es uno de los mejores para la fotografía de la puesta de sol. Hacia allí se dirigieron personas expertas en fotos para captar momentos del ocaso.

Asfalto

Frugal, espartana y rápida comida al sol, enfrente del faro de Punta Nati, para seguir bordeando las rectas paredes de piedra seca, en medio de una enorme extensión de flores amarillas, quizá la manzanilla de Menorca y otras especies.. La alfombra llegaba hasta el borde del acantilado mientras, después de una subida como para ver la belleza desde arriba, nos aproximábamos a zonas llanas cercanas a una depuradora,  cerca de calas muy urbanizadas que eran la antesala de Ciutadella.  Pero antes, en la cala des Corbetas admirábamos el Pont d’en Gil, efecto de la convivencia de las rocas, el impacto del agua y temporales diversos, con una cercana cueva de 300 metros de profundidad.
No hay duda: mejor la tierra, la roca y los senderos anteriores que el caliente asfalto por la urbanización de Calespiques que dio paso a la cala en Blanes, con plataformas rocosas medio escondidas donde los cuerpos comenzaban su exposición al sol, con tuestes varios y algunas  franjas blancas,  o morenos de cuerpo entero. La parafernalia turística para época de playa estaba refugiada dentro de las tiendas cerradas, con un aspecto tan desértico como el de Punta Nati, a la espera de la primera oleada de británicos. Las mesas con las sillas encima y los grifos para pintas de Guiness  pronto acabarán su largo descanso invernal. Mientras, todo cerrado, obreros (hoy llamados “operarios”) acondicionando el escaparate artificial del entorno  para que el turista lo encuentre todo limpio, nuevo y cómodo. Pero de momento, Ciutadella es el sitio abierto más cercano. Al que nos dirigimos. Final de la larga etapa. Merecido descanso. Mañana, más.
Si te pones gafas de sol hasta para ver  la luz que agoniza y auriculares para aguantar los atardeceres en silencio, mejor que no vayas a Menorca. ¡Vaya pérdida de tiempo! Tu refugio dorado está en otra parte. Busca otros soles y mejores sombras.








2 comentarios:

Josep dijo...

Me gusta.

Maria dijo...

Me encanta el formato de la crónica por capítulos!!!
Voy a leer la siguiente!