viernes, 2 de diciembre de 2005

La Seu d'Urgell 2005: lagos de Tristaina en Andorra y convivencia

Concentración pirenaica: Objetivo, lagos de Tristaina en Andorra

“Ahorraos viajar a la Patagonia para ver un paisaje como éste”


GRmanos y GRmanas,

Alejandro, nuestro ocasional compañero argentino en Andorra, conoció a GRMANIA y apreció el acierto que tuvimos al escoger una excursión que, según él, en nada tiene que envidiar a ese destino de moda de su país entre las personas del nuestro. ¿Cuáles son las razones para pronunciar una frase tan lapidaria? Descubridlas a continuación.
Desde las montañas del norte de León, en Lois, desde el Barcelonés y desde el Vallès Occidental, un representativo destacamento de GRMANIA partió hacia su habitual cuartel de finales de primavera, en La Seu d’Urgell. El albergue “La Valira”, al cual le concedemos como mínimo una estrella Michelín por su calidad culinaria dentro de la “denominación de origen de albergues y casas de colonias”, es un gran punto de partida al que conviene seguir yendo. Es el trampolín para dar el salto al descubrimiento de las grandes posibilidades de las montañas andorranas, sobre todo cuando la primavera está en su apogeo aquí.
Veinte personas unos, miembros directos de GRMANIA y otros, la primera generación de vástagos, se marcaron el objetivo de lo que en el argot montañero se llama “la conquista de lo inútil”, en el sentido de un paisaje que te regala su belleza en su estado más natural, que te recarga tus neuronas con grandes espacios que sólo los interiorizas “porque están ahí” (razón copiada de un famoso escalador, que respondió así cuando le preguntaron que por qué escalaba montañas). Los lagos de Tristaina, a la derecha del último remonte de la estación de esquí de Ordino Arcalís , fue el gran objetivo de la salida, aunque siempre el principal y más importante es la convivencia en hermandad.
El Vallès Occidental, el Bages, el Solsonès y el Berguedà fueron comarcas que las huestes de nuestro “Habemus Papam in eternam” cruzaron raudas y veloces hacia su destino en el Alt Urgell, punto de acceso a Andorra, ese Estado (“el pais dels Pirineus”) que en términos fronterizos se sitúa entre España y Francia, si bien usando otra terminología está entre la Catalunya Nord y la Catalunya Sud. Un Estado gobernado, entre otros, por el obispo de La Seu d’Urgell, mandamás eclesiástico relacionado con nuestro Grmano Jaume Valls, pero un territorio que desconocía que iba a ser visitado, sin protocolo oficial alguno, por la alta Curia de GRMANIA y, como si de un Palmar de Troya cualquiera o del papa Luna de otros tiempos, nosotros llevábamos ya la máxima graduación eclesiástica muy recuperada, según verifica la instantánea gráfica captada y publicada en la web por el Grmano Antonio Gil.
El viernes, concentración nocturna al lado del río Valira. Los últimos que llegaron se encontraron con nuestro servicio de bar portátil abierto: licores de varias clases y aguardientes acompañados por engaños comestibles que ayudaban al buen reposo de la correspondiente graduación alcohólica. Nuestros especialistas de León fueron los últimos en llegar procedentes del aeropuerto de Barcelona con Ana de chófer. Murmullos, alegría y a la 01,45 horas, último aviso para el grupo porque perturbaban el silencio nocturno. De buena mañana, dos GRmanos comprobaron el estado del paisaje: el ronroneo de las aguas del Valira, la calidad de las cerezas de los alrededores, el GR 7 en su tramo más cercano a La Seu, el recuerdo de aquella épica etapa nevada, el campo y el verde en un vallepirenaica regado por el Segre y la Valira y protegido por el Pirineo y su variante, el Prepirineo. El desayuno se vio alterado por el ritmo que quiso imponer Ana, lo que provocó a Ramón para que le respondiera con un amable “¡No me taladres!” el cerebro con las prisas. Picnic, coche y hacia Andorra. Pero quien tenía más prisa tuvo que volver al albergue por razones muy femeninas.
Seguro que el centro de atención de todos es cómo se encuentra nuestro “in eternam”. Lo sometimos a diversas pruebas y a todas respondió de forma muy positiva. Las 122 pastillas que ha ingerido hasta ahora, junto con los cuidados de quien tan bien le cuida y la energía mental que todos nosotros le transmitimos ha dado sus frutos. Ni candidatos a Papas ni Papisas, nadie ni nada puede con ÉL. Hubo momentos en que rememoraba sus conocimientos de la historia de Esparta, de si le daríamos la sopa negra o bien lo despeñaríamos por el monte Taigeto, pero él sabía que por encima de los antiguos espartanos estaban los andaluces del buen vivir y mucho respetar.
Después de superar el ajetreo comercial del pequeño país, nuestro destino fue la estación de Ordino Arcalís, centro invernal que a algunos nos recordó viejas vivencias por sus nevadas pistas, rebobinamos las espectaculares bajadas, los cursillos, las emociones de la superación de retos y de pendientes y, por supuesto, los buenos desayunos con huevos fritos y beicon en un bar de La Cortinada (Antonio Gil, Maribel, Antonio García, Ana...). La zona de Creussans fue el punto de salida, al lado del remonte L’Estany, a 2.226 metros de altitud, con un bar abierto al lado, por supuesto.
La nieve cubría aún buena parte de las montañas y el sol dejaba entrever que, más pronto o más tarde, la tormenta nos refrigeraría nuestros sudores. El camino nos conducía a los lagos de Tristaina, varios formaciones lacustres debajo del pico de Tristaina, una ruta muy adaptada a todos los niveles que brindaba la posibilidad de quedarse donde cada uno quiera. La subida seleccionó y, junto con Alejandro, quisimos hacer una aproximación al pico de Tristaina. No nos conformamos con la belleza de los tres lagos, de sus morrenas de nieve, del hielo azulado de sus bordes ni de las extensas manchas blancas que adornaban el incipiente verde de la gran alfombra floral de la primavera en alta montaña. El reto era subir, niños y adultos. Pero no fue fácil: resbalones en la hierba, heridas en las manos, fuerte pendiente pero ante eso, el reto se impuso y conquistamos el punto más alto cercano al pico Tristaina. ¿Qué explicaros de lo que se veía desde este balcón? Un buen patio a cada lado, tan espectacular que enervó los ánimos y fue objeto de comparaciones: unos decían que era mejor que lo que se veía desde la Pica d’Estats, otros lo comparaban con la cima del Carlit. Y Alejandro lo comparó con su Patagonia vital y dijo esa frase que nos magnificó aún más lo que teníamos delante: “Ahorraos viajar a la Patagonia para ver un paisaje como éste”. Impresionante a nuestros 2.700 metros de altitud.
Pero,¿qué pasaría con la bajada si la pendiente era pronunciada, había nieve y encima resbalaba la hierba? Suponemos que sabéis y confiáis en nuestros saberes pero, todo hay que decirlo, esta hazaña pasará a los anales de GRMANIA. Después de unos metros de bajada había que cruzar una zona nevada. ¿Estrategias para hacerlo? ¿Sistemas para vencer el miedo ante una posible caída y veloz resbalón hasta el final de la pendiente? No olvidéis que se estaba jugando el futuro de la actual Curia con el Camarlengo y su martillo incluido. Ante un accidente, la anarquía, más aún que los relatos que aquellas montañas escucharon de las andanzas de la última etapa del GR, no todas con buen talante.
Pero nosotros también tenemos ángel de la guarda, un ángel muy entrenado por los muchos años de convivir con la nieve y, en el último año, muy experimentado por las continuas nevadas en su pueblo, desde diciembre hasta febrero. Vino de León y nos lo demostró. Antonio García corría por la nieve con total seguridad mientras la escena de algunos purpurados era tragicómica: unos mirando sin parar al cielo arrepintiéndose de su agnosticismo, otros clavando su zanca en la nieve y con el rostro desencajado son mirar ni de reojo para el precipicio, alguno apoyado en su báculo ocasional (el bastón de esquí de Alejandro) hundido en la nieve y haciendo votos de cambiar de vida si salía de este trance, uno con la mano congelada pero incapaz de soltarla de la nieve, qué miedo contenido y qué seguridad nos daban los bastones. Y, en medio, otras escenas que menos mal que nadie las fotografió. Porque este paso provocó roces, apretones, abrazos y achuchones entre gente del mismo sexo dándose calor humano. Pero gracias a ello el cabildo cardenalicio, camarlengos, infantes y candidatas a papisas superaron el reto. Antonio García, en su papel de sherpa de altura, ha ganado méritos para cuando el año que viene se reúna por primera vez la COME (Comisión de Medallas) para evaluar actos heroicos con riesgo personal.
La bajada posterior nos guardaba otra sorpresa: el granizo que nos golpeaba sin cesar y libró de peso a las mochilas por tener que sacar los chubasqueros protectores. Pero también esta prueba se superó y el bar final nos regaló la comida del picnic en total hermandad, galletas, chocolates y cafés incluidos. Sin embargo, la lluvia fue incesante hasta el territorio del mogollón urbano de Andorra. Aquí hubo despliegue humano a medida de los gustos de cada uno. Azúcar, chocolate, gasoil, vinos, quesos, lo de siempre pero os proponemos una prueba para el día de la comida de hermandad, 19 de junio, un juego de pistas mirando sólo caras humanas: ¿qué mujer aparecerá con la cara más joven porque compró unas cremas que le aseguraron que le proporcionarían un rápido rejuvenecimiento facial? ¿Quién será?
Después de la cena, de bastante calidad, tertulia antes de la instalación del bar móvil, en la que se tocaron temas que ya quisieran algunos ilustrados universitarios o preparadores de cursillos de verano en los que cobran por no decir más que obviedades. Los temas favoritos se movieron en la parte más erótica de las relaciones humanas. Ramón desarrolló su charla que versaba sobre la distinción entre el sexo oral y el verbal, con ejemplos vividos por él y sibilinas matizaciones sui generis en la acepción oral/verbal. Otros temas: la arqueología cultural de las costumbres locales españolas, centradas en las conclusiones derivadas de la observación de dos ejemplares leoneses allí presentes. Otro: estrategias de captura de una presa del otro sexo en la sociedad actual, en la franja de edad superior a los cuarenta años.
A continuación, despliegue de licores y golosinas traídas de Andorra. El bebercio no excitó más las inteligencias.
A la mañana siguiente, domingo 12, de nuevo salida matinal de aquellos dos hombres pero ahora acompañados de dos mujeres, cuyo objetivo dijeron que era sólo disfrutar (del paisaje, se entiende) en agradable compañía.
Los planes previstos para este día respondieron a la famosa frase de Felipe II. Los elementos nos impidieron ir a ver las marcas del GR 1 en Cambrils dels Pirineus, sus salinas y comer en allí. Un cierto desconcierto se apoderó del grupo, hasta nuestro jefe de albergues intuyó “negros nubarrones” a la hora de trazar un plan de acción inmediata para las posteriores horas. Sin embargo, hubo ruta turística y el descubrimiento de unos paisajes que, en cierta medida, nos fueron familiares en aquella citada etapa de Tuixent a La Seu, con más de treinta centímetros en algunos tramos. Esta carretera , en dirección contraria, nos rememoró la famosa y atrevida vivencia inverbal, irrepetible. Pueblos como Fórnols o Tuixent nos rememoraron etapas que ya forman parte de la historia de GRMANIA. El destino nos condujo hacia Josa del Cadí, pueblo en alto con la iglesia como atalaya principal si bien ya le hacía sombra alguna grúa de la especie más voraz que hay ahora. El hambre ya estaba prevista en el guión, pues se había programado un picnic fraternal para la hora de la comida, comprado en Andorra con sorpresa incluida. La parada, como no podía ser de otra manera, se hizo en el límite entre el Alt Urgell y el Berguedà, en el Coll de Josa, a 1630 metros, a las faldas del majestuoso Pedraforca. Comer con la vista puesta en un Pollegó, en un ambiente bucólico con el condumio por tierra y los cuerpos a discreción situados en los entornos de una sábana bien nutrida con viandas varias y buenos caldos. El catering de altura demostró la adaptación de GRMANIA a cualquier cicunstancia y la cantidad de recursos que siempre están en la guantera: navajas, mantas, manteles, vasos, etc. No podía faltar el chocolate en los postres, el nestlé nuestro de cada día, el cacao negro con tantos efectos que hasta a nuestro santo Padre le hizo exclamar: “Ya sabéis, o chocolate o Prozac”, mientras su sabiduría quedaba otra vez al descubierto cuando tiró del diccionario vilcheño y sentenció, como si del difunto Lázaro Carreter se tratara, que “sambrío” era sinónimo de “jambrío” y de “hambriento”. Pero, en esta ocasión, le salían estos términos porque estaba saciado.
Sólo nos faltó el café final y dónde mejor que en ese pueblo que ya forma parte de la tradición estival de Paco Ortega y demás GRmanos, con la anual marcha por el Pedraforca, butifarrada incluida. Gósol y el bar de la Plaça sirvieron para echar las cuentas finales, números que no pudieron hacerse porque hay personas que, encima que salvan a la cúpula eclesiástica en los pasos honrosos de las alturas, además invitan al picnic a todas las personas que allí estábamos y corren con todos los gastos. Antonio García y Ginés son así.

La temperatura, el tiempo, la sequía, el bajo nivel del agua del pantano de La Baells y el continuo tráfico de motos procedentes del Circuito de Motmeló, saboreando la victoria de Dani Pedrosa, todo esto nos devolvió a lo que nos empeñamos en llamar “civilización”.

Terrassa, 13 de junio de 2005

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