viernes, 2 de diciembre de 2005

Puente del Pilar 2004 en Tarazona y tierras del Moncayo

El puente del Pilar o una ascensión al Moncayo y una inmersión en la cultura de sus alrededores


El puente del Pilar ha significado un viaje transfronterizo por territorios aún no pisados por las huestes de GRMANIA como tal.
“Polvo, viento, niebla y sol....” fuimos conscientes de que Labordeta tiene razón al definir a Aragón. Se desconoce el motivo pero el éxito de la convocatoria causó cierta perturbación al Diplomado experto en albergues, Paco García. La oferta que consiguió y el programa de actividades era tan tentador que se dieron un gran cúmulo de casuísticas, cada una de las cuales con diferentes tratamientos fiscales al final de la estancia. Un éxito que confirma que el diploma que se le concedió está demostrando que se lo merecía. La horquilla de asistentes se movió entre 31 y 35 personas.
La primera división motorizada salió el sábado y, según quienes fueron, aprovecharon la tarde en el pueblo del albergue, Alcalá de Moncayo, para poner los músculos a tono, efectuar el camino de ida y vuelta al monasterio de Veruela y, algunas personas, ojear frutillas de los árboles para posteriores misiones exploratorias matinales. Al día siguiente, Veruela les impresionó de forma positiva. Además de profundidades históricas, arte, Bécquer, órdenes religiosas y similares, hubo quien anotó una idea muy apropiada para aplicar en posteriores salidas de GRMANIA, con noches incluidas: aquellos monjes ya tenían presente cómo los ronquidos perturbaban la serenidad espiritual nocturna. Por eso disponían de una habitación especial para roncadores. Desconocemos el tipo de insonorización que existía en la época.
Tarazona fue el motivo para aliviar la gula degustando platos de ternera, cordero y otros animales de la zona. Antes y después, como corresponde, arte y cultura. Que si la plaza de toros habitada y no por cornudos animales (aunque nunca se sabe), que si la catedral cerrada “desde el gobierno del anterior Jefe del Estado” según manifestaciones de un presunto franquista, que si la ciudad árabe, judía, que si un río duro ( el Queiles, todo entre cemento por Tarazona). Ciudad episcopal con necesidad de varias manos de pintura.
Esta salida ha servido para notar potencialidades de determinadas personas de GRMANIA que afloran cuando pierden el empaque habitual. A destacar cómo Carlos progresa adecuadamente en guía turístico conductor de caravanas (éramos hasta siete coches): tiene mucha facilidad para preguntar a casi todos los vecinos de los pueblos sobre direcciones o qué hay que ver, busca espontáneos/as guías nativos/as, lleva un mapa más que el que más, abre el convoy automovilístico con exactitud y se preocupa hasta del último detalle, o sea, si la gente quiere para después de la cena o moscatel o pacharán y qué tipo de galleta. ¡Qué más se puede pedir!
Después de tanta piedra histórica de Tarazona, Carlos había programado ir a Los Fayos, localidad cercana que destaca por sus pocos habitantes, un pantano de hace diez años para regar Navarra, un cementerio (visitaremos más) situado justo debajo del pantano (por si acaso pilla a alguien que sean éstos los primeros), una ermita dentro de una oquedad, una cueva en las alturas y una señora que fue capaz de dejar la partida de mus y una corrida de toros en la tele para enseñarnos las reliquias del pueblo. La ermita de San Benito, con suave subida, donde al parecer salvaron sus vidas San Benito y San Atilano, después de un derrumbe del monasterio donde vivían, un poco más arriba, en una cueva que su ascensión para GRMANIA tiene un nivel de dificultad de 8 C. La energía y seguridad histórica de la señora no permitió dudar en ningún momento que aquí estuvo San Benito. No hubo réplica posible. ¡Qué carácter el de la aragonesa! La expedición al completo se enfrentó con el reto escalador y todos y todas comprobamos cómo donde los anteriores santos vivían ahora sólo quedaba una perspectiva muy fotogénica y restos orgánicos de aves que aumentaban la dificultad de la subida o bajada por posibles resbalones.
Acabada la visita, el grueso del grupo fue a su destino pero el guía mayor fuecasi en secreto a visitar el mueso de la brujería de Trasmoz. Este comando apreció las virtudes de las brujas de la zona y, además, se produjo otro descubrimiento de las capacidades ocultas de una miembra del grupo. Allí, entre recuerdos de brujas, Ana se transformó súbitamente y representó el papel de Doña Jimena en público. No se sabe si fue víctima de algún encantamiento momentáneo fruto del entorno o es que en sus ratos libres se dedica a esto y no nos lo ha querido manifestar. Pedro y familia tuvieron que volver para Cataluña por no tener puente Rosario el lunes.
De vuelta al albergue que, por cierto, parece que Dios los cría y ellos se juntan, eran las antiguas escuelas del pueblo, nos encontramos con una pareja de hecho uniformada con polo de medio maratón ambos. Eran los hermanos Troya. Flotó en el ambiente un interrogante que se despejó al día siguiente: cuál sería el motivo por el que un miembro de GRMANIA como Paco convence a su hermano Fidel para venir. Qué razón oculta le hizo acudir a Fidel, un atleta que se prepara por las rampas más duras y exigentes de Viladecavalls y que en su expediente de atleta figuran buenos papeles en medias maratones. La solución, mañana.
La jornada siguiente sirvió para el gran reto. La del alba sería cuando un grupo de insomnes y nerviosos GRMANOS, igual que el día de antes y el de después, alegaron dar una vuelta y andar con el único objetivo de degustar las famosas frutillas de viñas y huertos ajenos. A la hora convenida, diez de la mañana, la expedición partió hacia la cima de la que Antonio Machado dijo:

“Oh mole del Moncayo,
blanca y rosa allá en el cielo
de Aragón tan bello”

Antes de que todos encendiéramos los motores, los hermanos Troya partieron raudos y veloces para conquistar el motivo por el que hicieron 400 km. Los 2315 metros les suponía tal reto que aquí se vio la razón por la que Paco trajo a su hermano: era su “liebre”, encargado de imprimirle la aceleración adecuada para dejarle el camino libre y expedito en los últimos metros. Y así debió ser. La subida fue intensa, cada uno a su ritmo, pasando por diferentes escalones de vegetación: piso basal, piso montano, piso subalpino y un nuevo piso: “piso GRMANO”, o sea, nuestra cima. Para amantes de vegetación, ascendimos del cascajar al encinar, luego al rebollar con pino silvestre, después al hayedo también con pino silvestre, luego al matorral de cumbres con pino negro, y arriba al pastizal. Lo que no decía el Centro de Interpretación de Agromonte es que la niebla y el frío también eran del Moncayo. Pero sí lo decía Labordeta. Lógicamente todos subimos al rebufo de los hermanos Troya, quienes hollaron la cumbre en posición avanzada. La mayoría seguimos sus pisadas. Destacar en el ascenso a personas que demostraron su espíritu de ayuda: Paco Troya, Cati y Ana como auténticos/as “Protectores/as del Menor en Altura”, dejando prendas de vestir y consolando a las nuevas generaciones de GRMANIA en una montaña que no nos regaló el llegar a su cumbre. Una sensación de frío en torno a los cinco grados bajo cero en el fondo fue el prestigio del grupo. Ha causado impresión también la afluencia de menores en la salida. Da la sensación que la Escuela de Formación de GRMANIA ya está preparando a la Generación futura de seguidores y seguidoras de tamaña empresa.

La tarde del día de autos fue cultural: centro de interpretación de Agromonte, abrevadero en forma de bar e incursión en tierras limítrofes del Moncayo pero en Castilla y León (Soria). Vozmediano, pueblo al que nos llevó Carlos para ver el nacimiento del río Queiles, aquel río duro que pasa por Tarazona. El primer recibimiento fue un cartel que seguro que no lo escribió Machado. La respuesta de esta Comunidad Autónoma castellana a aquellos versos de Machado fueron otros versos en forma de réplica, porque el río Queiles nace en el Moncayo, pasa por una zona de Soria pero acaba siendo afluente del Ebro:

Ah Moncayo traidor,
Que robas a Castilla
Y haces rico a Aragón

1100 metros de agua por segundo en el nacimiento, piscifactoría, abuelas al sol quizá esperando a que coincida el final de sus vidas con el cierre del pueblo (tremenda imagen muy repetida en estas tierras), castillo en lo alto abierto sólo para acoger el último viaje: dentro está el cementerio. Cuevas, niñas que se pierden y pies en polvorosa para otro destino, Ágreda.
Y aquí, para aparcar, qué mejor sitio que a la puerta del cementerio (y van tres), sitio del que emergen tal cantidad de cipreses que obligaron a Pepe a recordar qué se dice en su pueblo andaluz ante este paisaje: “Menudo ciprés tiene en la barriga”. Por la vegetación tan exuberante, muchas barrigas debía haber dentro. En Ágreda, iglesia de las Concepcionistas (con trece monjas de clausura y la fundadora de cuerpo presente en una urna a la vista del público), iglesia de San Miguel (¡qué explicación de la guía!), casa y jardín renacentista de Don Diego de Castejón (buen ejemplar, que tenía en la iglesia de San Miguel una capilla casi privada para no mezclarse con el populacho), iglesia de la Virgen de los Milagros, plaza Mayor, etc. Mucha cultura en el pueblo de las tres culturas.
De vuelta al albergue y después de la cena se produjo el momento de mayor tensión. No se dio ni siquiera en la cumbre del Moncayo. Catorce personas concentradas en torno a unos papeles, y algunas con una dedicación exclusiva de cerca de dos horas. El centro de interés de la unidad didáctica fueron las cuentas. Paco García demostró profesionalidad, responsabilidad y buen talante hasta que se convenció a sí mismo que el error era ajeno, o sea, del responsable del albergue. Para ello desplegó sus unidades informáticas y tablas de cálculo, siguiendo las herramientas que nuestro jefe lució en la anterior etapa del GR: un papel y un reducido lápiz, desgastado por ambos extremos y acompañado de la típica goma escolar. Hubo un momento que para aclarar la escritura numérica pidió auxilio al tradicional BIC, ya gastado y sin asomo de tapón protector alguno. Ayudado por su mujer y rodeados ambos por una cuadrilla de auditores/as en potencia, Pepe trasegando billetes sin parar y folios y más folios de números, al final García demostró que él tenía razón. Por algo se le dio un diploma. Como anécdota, comunicar al público de GRMANIA que se ha creado un nuevo impuesto. No penséis en el IVA, en la tasa nueva de basuras de Terrassa ni en unos céntimos en el gasoil para Sanidad. Nuestro impuesto revolucionario fue un euro para gastos nocturnos: galletas, moscatel, pacharán y otros estimulantes de baja graduación o “menudalles” para entretenimiento de las mandíbulas. .

La experiencia fue excelente, demostró el potencial del convoy y, a su vez, las carencias a las que hemos de hacer frente para ser un lobby de presión en las giras turísticas. Se necesita un pendón, banderola o palo de andar que sea llevado por el que ha hecho méritos como guía turístico y que abra la fila; el dibujo puede ser sacado del logotipo de la camiseta; hace falta entrar en los lugares con la fuerza de la masa como arma para luchar por la bajada de los precios globales y, por encima de otras tonterías al uso, hace falta seguir haciendo salidas de este tipo, tan bien planificadas y mejor acompañadas.
Como siempre, a destacar todo el grupo: habituales, eventuales, fijos, espontáneos, etc.

(Gracias por aguantar hasta aquí)

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